LOS “ASERE ¿QUÉ VOLÁ?”
Por Esteban Fernández
Últimamente al exilio cubano le ha caído carcoma. Los representantes y voceros de la ordinariez hacen ola. Nada más fácil en el mundo que detectarlos e identificarlos desde que nos sueltan constantemente el consabido: “¿Qué volá, asere?”
Seguro que llegan muchos cubanos correctos pero son opacados por la plebe insolente. Yo personalmente he conocido varios muy buenos, pero la inmensa mayoría considera que se lo merecen todo, no están conformes con nada, y el 90 por ciento de los familiares que los acogen en sus hogares andan tristemente decepcionados de ellos. Mientras, en Cuba no chistaban ni protestaban por nada.
Y no es necesario ser una persona fina para que le desagrade la descortesía exagerada e ignore -lo más posible- a la metralla, y le huya a los que brincan el charco en manada y vienen cargados de envidia, de adoctrinamiento y empapados del culto a la personalidad del tártaro mayor que ha dado la nación cubana.
Y actualmente lo peor es que esta chabacanería que inunda al destierro cubano -y que siempre ha existido en menor cuantía en la Isla y en todas partes- está mezclada con confusión política, falta de idealismo y con expresiones como: “Allá se vivía mejor, no me interesa la política y en este país hay que trabajar como un mulo y yo no vine aquí a ser un esclavo en un factoría”.
Llegan y quieren en seis meses regresar allá equiparados económicamente con los que vinieron hace 52 años con tres mudas de ropas, sin un centavo en el bolsillo, sin tener familiares aquí, y “mordieron el cordobán”, lavaron muchos platos en los hoteles de Miami Beach, envasaron tomates y se batieron en la línea de una fábrica de ventanas de aluminio.
No acaban de aceptar que esos primerizos en Florida fueron lentamente escalando posiciones, estudiando, compraron una casita humilde, adquiriendo un cacharro, y muchos llegaron a tener un capital y lograron que sus hijos fueran abogados, médicos, profesores y hasta senadores y congresistas en este país. Y eso fue, EN SU INMENSA MAYORÍA, sin dejar a un lado su acendrado anticastrismo. Miles han muerto sin claudicar en sus principios ni en los motivos que los trajeron aquí.
Y aunque les cueste trabajo créanme que este escrito no va encaminado a antagonizar con los que arribaron ayer o antier sino que lo que deseo es aconsejarlos y llevarlos por el buen camino y que sigan el ejemplo de los que arribaron mucho antes y han triunfado en esta nación que tantas oportunidades brinda a las personas emprendedoras. Esto, repito, fue sin abandonar las raíces cubanas y las reglas de urbanidad.
Lo primero que deben hacer es dejar de saludar con el “asere, qué volá” porque al principio nos hacía gracia pero ya apesta y le cae mal a todo el que tiene dos dedos de frente, y les pido de todo corazón y sin hipocresía alguna que deben estudiar la verdadera historia de Cuba, les sugiero leer libros anticastristas como los de Tony de la Coba y Armando Valladares. Los insto a estar muy claros y enterarse -de una vez y por todas- que los cubanos que llegaron durante los años 60’s comenzaban como conserjes y terminaban siendo presidentes de la empresa. Hay cientos de anécdotas al respecto.
Deben por todos los medios tratar de ponerle un “stop” a la grosería y que esta no sea hereditaria. Enviar a los niños a buenos colegios y si son privados y religiosos mejor. Y súper importante: llegar a estar plenamente convencidos de que la mejor forma de ayudar a los cubanos de allá no es regresando a presumir con quincallería y vituallas sino logrando la libertad de la Isla.
No debemos estar divididos entre antiguos y nuevos desterrados cubanos, la única división es entre buenos y malos, entre vulgares y personas con principios, moral y cívica. Les pido que pasen de ser “hombres nuevos creados por un maldito Che” a ser hombres regenerados que nos regresen el prestigio que habíamos adquirido con mucho tesón, coraje, disciplina y enorme laboriosidad.
No nos critiquen por no haber conseguido la liberación -por mucho que hemos tratado- sino emúlennos y consigan ustedes esa sublime y necesaria victoria. Si logran eso entonces si tienen la moral y el derecho para echarnos con el rayo.
Y que cada cual esté consciente de que nosotros no estamos en la obligación (por mucho que traten de acomplejarnos) de obsequiarles nada material, pero si podemos darles muchas buenas recomendaciones para llegar al sagrado objetivo de que todos los cubanos decentes podamos darnos un apretado abrazo en una Cuba libre. Porque Cuba debe ser ¡de todos los cubanos buenos y honrados!
1 Comments:
Lo leo siempre que puedo y me gusta su estilo. Tiene mucha razon en lo que dice, yo hace poco tiempo llegue y me molesta cuando leo en Facebook o escucho opiniones como las que usted describe. Me gusta la politica pero tambien me he dado cuenta de la amalgama de organizaciones que hay aqui y como se atacan entre ellas. Por eso decidi hacer mi parte y contribuir con los senadores republicanos que me agraden. No quiero saber de democratas.
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