jueves, diciembre 04, 2014

Jorge Hernández Fonseca: Ernesto Londoño, el NYT, la dictadura castrista y el pueblo cubano

Ernesto Londoño, el NYT, la dictadura castrista y el pueblo cubano


Por Jorge Hernández Fonseca
2 Diciembre de 2014

Cuando se analizan sin prejuicios los hechos asociados a la sociedad cubana de los últimos sesenta años; a la férrea dictadura impuesta contra la voluntad del pueblo de la isla; a la subversión y el terrorismo patrocinados desde Cuba durante buena parte de este tiempo con el único objetivo de perjudicar los intereses norteamericanos en la región, se llega a la importante conclusión que el llamado “problema cubano” sobrepasa los esquemas y estereotipos acuñados durante la guerra fría, que llega incluso hasta hoy con grupos guerrilleros beligerantes en Colombia, fruto de la semilla castrista sembrada en los años sesenta del siglo pasado.

La novela editorial del periódico New York Times --NYT-- sobre Cuba, encargada nada menos que a un joven colombiano, que emigró (legalmente, como “hispano”) hacia EUA en busca de aquel futuro que probablemente en su tierra natal no podría obtener (probablemente, repito) ha causado no sólo irritación en los medios democráticos cubanos, como también cierto grado de sorpresa al disponerse a visitar la isla en calidad de “medio héroe y medio colonizador”.

Es interesante analizar el hecho que el NYT usa esta vez un desconocido emigrante hispano en relación al “problema cubano”, cuando sesenta años atrás usó un anglosajón destacado, Herbert Matthews, que viajó a Cuba a ponerse del lado “rebelde”, y no del lado de la dictadura, como ha hecho ahora Londoño de manera pública y notoria. La descartabilidad del hispano contratado, pudiera ser la clave de un asunto tan complejo como apoyar en sus finales a una dictadura que se desploma
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por sí misma, condenada por su historia de crímenes e ineficiencia.

Claro que no repetiré que el NYT está equivocado (como claramente lo está) respecto al trato discriminatorio que da a los cubanos y su capacidad de ser independientes, sino que el tratamiento que ahora dispensa al tema político cubano –como si fuera “cosa de hispanos”, al darle esa responsabilidad a un inmigrante-- es petulante, discriminatorio y condenable.

Comenzaré por decir que la historia del NYT con Cuba, con Fidel Castro y con la ex revolución cubana, sirvió de marco a una introducción --ciertamente equivocada-- de estos ingredientes dentro del gran campo político de Norteamérica, propiciando una entrada por la puerta grande al mayor dictador que nunca antes Latinoamérica había conocido. Sin embargo, lo anterior forma parte del juego político entre liberales y conservadores dentro de EUA, en cuyo campo se inscribe semejante promoción desmesurada y cuya consecuencia se carga hasta hoy.

Sobre el embargo económico de EUA --que pesa sobre Cuba-- ha habido demasiados argumentos en pro y en contra, así como también podemos contar con los puntos de vistas encontrados de brillantes personalidades tanto de Norteamérica como de Cuba, a favor y en contra del tan mencionado, combatido y defendido, embargo económico de EUA a Cuba.

Ha habido así un amplio debate extraterritorial de puntos de vista entre personalidades cubanas y estadounidenses opinando sobre el embargo, como un tema que “les toca”. Ahora, cuando a un colombiano emigrante se le ocurre comenzar a opinar sobre el caso –respecto a un tema que para nada le compete-- sobre todo, cuando toca (de oídos) en el asunto de la emigración de profesionales cubanos (médicos), recomendando, criticando y rechazando, es deplorable.

¿Cómo puede un hispano emigrante en EUA querer limitar los intentos de profesionales cubanos para tratar de emigrar a EUA (como lo hizo el propio Londoño antes) y pretender salir ileso ética y moralmente de semejante chapucería en el terreno puramente humano, fuera de connotaciones políticas, de presiones cada vez más “verdes” y con chero de bóveda de banco?

Londoño viaja a Cuba a darse el lujo de “citar” al hotel donde está hospedado, a una buena parte de lo mejor de la oposición política cubana a la dictadura de turno (hay más gentes buenas en Cuba, desde luego, muchas más) para reunirse con personas libres en su fuero interno, a las cuales limita (no fotos, no notas, no publicaciones) cuando su “antecesor” (Herbert Matthews) en una situación similar, casi sesenta años atrás, hizo todo lo contrario, fotografiándose con el “héroe” de entonces. Eso demuestra que tanto el NYT de hoy como el emigrante Londoño --respecto a Cuba-- carecen del más mínimo olfato político. Han hecho una apuesta equivocada porque Cuba será libre e independiente más temprano que tarde.

Habría que comenzar por decirle a Londoño que Cuba ya fue por mérito propio el país líder de América Latina en los aspectos económicos y sociales, y sólo no lo es actualmente por la desidia de un dictador envilecido y por el apoyo –directo e indirecto-- de unos pocos emigrantes hispanos en EUA como Londoño, incentivados por el proceder ruin de un mentor interesado.

Londoño se equivoca al criticar al gobierno norteamericano que providencia ayuda a los médicos cubanos que quieran editar el “sueño americano” --el mismo que Londoño ahora acaricia desde su “autorización de trabajo en el NYT”-- que no es potestativo solamente para plumas pagadas a precio de oro para denigrar los esfuerzos del pueblo cubano oprimido, sino que los cubanos --médicos o no-- tienen algo más que el derecho de Londoño, porque hay una ley norteamericana direccionada a los cubanos en fuga --médicos o no-- que los protege.

El 20% de la población cubana ha sido esparcida por el mundo por la desidia y la opresión de un gobierno dictatorial y cruel. Los que hemos sido obligados a vivir fuera de nuestro país no lo hemos hecho --como Londoño-- por opción económica. Nada contra su decisión. Sin embargo, que desde su computador de emigrante en EUA use su texto para cercenar el derecho que tenemos los cubanos a sumarnos como él al sueño americano, es una desvergüenza.

El NYT erra al orientar equivocadamente a su hispano redactor. Hace 60 años, el enviado especial de ese mismo periódico no visitaba la redacción del periódico oficial de la dictadura batistiana, ni hacía señales de humo pacíficas a la dictadura que ensangrentaba la isla entonces, sino que fue al área rebelde a hablar, hacer imágenes y un amplio reportaje, no compactuando con la opresión dictatorial existente entonces, como sí lo ha hecho Londoño ahora.

Es difícil comprender como mentes supuestamente formadas en el juego político no se percatan que el NYT, Londoño y sus financiadores y mandantes han apostado al “caballo equivocado”, desdeñando dar una entrevista a Yoani Sánchez --que representa la renovación-- y hace sin embargo concesiones a los pobres diablos de Granma y a los represores que mandaron a apuñalar una Dana de Blanco --para saludar su visita cual mafiosos que son-- como para que no olvidara que en la isla el juego es de vida o muerte, como dijera el tristemente célebre Ernesto Ché Guevara en la ONU, tocayo (¿por casualidad?) del ilustre “redactor”.

Londoño regresará al NYT, continuará --o no-- su juego de intereses, pero el pueblo cubano no olvidará nunca la felonía inexplicable que le hace un hermano latinoamericano, interesado más en el volumen de su cuenta bancaria que en la libertad del pueblo oprimido de la isla.

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