John Kerry se descoca por ir a La Habana y El inefable Kerry. Dos artículos de Nicolás Águila
John Kerry se descoca por ir a La Habana
Por Nicolás Águila

Pero visto desde el ángulo pragmático, estrictamente profesional, ¿cómo entender que el jefe de la diplomacia estadounidense se meta en camisas de once varas haciéndose eco de una de las teorías conspirativas sobre el magnicidio de Dallas, Texas. Está bien que un periodista, un cineasta o cualquier simple ciudadano le dé curso a esa o cualquier otra hipótesis 'conspiranoica', pero no que lo haga quien es el funcionario de mayor rango en el gabinete de

Al culpar a la mano larga y tenebrosa del castrismo por el asesinato de JFK, ¿estaría enterado Kerry de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, ya en marcha cuando hizo dichas declaraciones en noviembre de 2013, con motivo de los 50 años del atentado a Kennedy? Para mí que, por aquellas fechas, no estaba al tanto de nada. Lo tenían fuera del potaje. De lo contrario, aun conociendo la estupidez insuperable del personaje, no se entendería semejante falta de tacto diplomático.
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El inefable Kerry
Por Nicolás Águila

Poor Johnny good-for-nothing. Quiere ser golondrina, quiere ser mariposa y tomar un vuelo chárter hasta Rancho Boyeros. Sueña con ser el primer secretario de Estado que aterrice en Cuba en más de medio siglo. Y claro que por nada del mundo desea perderse ese momento histórico (ahora todo es histórico, ya saben, aunque sea anecdótico y trivial como las declaraciones anodinas del propio Kerry). Lo excita, lo pone, lo descoca estar presente en la inauguración de la embajada americana frente al malecón habanero. Y total, si el edificio de los amplios ventanales de cristal calobar existe desde hace más de 60 años y es casi tan viejo como este servidor, que ya es decir. Así que lo único que tienen que hacer es mandar un jefe de misión con rango de embajador para que la SINA

Pero Johnny el novelero no quiere perderse la culminación del pacto Obama-Castro, que deberá concretarse con el intercambio de embajadores antes de la Cumbre de abril en Panamá. Pobre Juanito, tan fatuo y pelafustán. Quiere pasar a la historia como el Kissinger de Cuba. Y no se da cuenta de que el traje de Henry Kissinger le queda muy ancho. Como sobrado le queda igual el chaquetón sastre de Madeleine Albright, por citar también a una demócrata. Se podrá estar en desacuerdo con cualquiera de estos dos secretarios de Estado, pero no se puede negar que eran figuras de impacto político que marcaron su tiempo. Ambos eran bilingües funcionales, con una formación sólida y un sentido de Estado que de lejos le falta a Kerry, ese tonto bilingüe cuyo buen dominio del francés solo le ha servido para decir 'merci beaucoup', 'ou là là' y 'je vous en prie'.
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