miércoles, marzo 11, 2015

Waldo Acebo Meireles: El antiimperialismo pro-norteamericano de los cubanos [II]

El antiimperialismo pro-norteamericano de los cubanos [II]

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Esta es la segunda y última parte de un artículo, cuya primera apareció ayer lunes
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Por Waldo Acebo Meireles
Miami
10/03/2015

Los vientos que soplaban del norte actuando contra natura se llevaron a los marielitos, creando con ello las condiciones no sólo para una nueva película de Hollywood, sino para la entrada de más popis y jeans.

Ahora ya no funcionaban las historietas de los médicos manejando ascensores, ingenieros lavando platos y demás leyendas, que aunque teniendo, como toda leyenda, una base real ya con ellas no se podía adormecer a la gente. Con esos cuentos de terror y espanto ya no se le metía miedo a nadie.

Como alguien, que prefiero no mencionar, una vez dijo: Los hechos son tercos. Y los hechos decían claramente y con mucha terqueza de que los cubanos seguían admirando el norte, que ahora incluía a una buena cantidad de cubanos que habían tenido éxito, por lo menos relativamente y en comparación con los que habían permanecido en la Isla, o por si alguien se molesta, en el archipiélago.

El conflicto se agudizó, el trastorno bipolar de los cubanos se hizo crítico. A ello contribuyeron factores diversos y el uso de esos factores por la retórica oficial de una forma tenaz y justificada. El bloqueo, el embargo, o como prefiramos llamarlo ha sido una constante en la alienación criolla. Llevada hasta el paroxismo por el culto sagrado a los “Cinco Héroes”, rescatados de las mazmorras bien cebaditos y ahora “enmedallados”.

No es para menos, descontando el uso y abuso de este asunto en los medios de propaganda, para la justificación de todos los problemas, no desmiente lo que alguna vez dijo Benjamin Franklin sobre la definición de la locura: como alguien que repite una y otra vez las mismas acciones esperando un diferente resultado. El embargo es la locura política usada a su vez para mantener enajenado a todo un país.

Pero la irracionalidad no se limita, desgraciadamente a esto, hay más y más agresivo y disonante. Los gritos de “baños de sangre”, las hiperbólicas demandas de recuperar casas, tierras, fábricas y lo que sea, no son precisamente pastillitas de diazepam. Tampoco los energúmenos discutiendo sobre la viabilidad antihistórica del estado 51 ayudan mucho.

Ello quizás explique el fenómeno de gente que ya no cree en que ninguna solución de la situación cubana pueda producirse desde la retórica gubernamental y a la vez se niega a aceptar las propuestas que admiran en el vecino. El dicho popular “esto no hay quien lo tumbe pero tampoco hay quien lo arregle”, refleja esa impotencia de la pragmática popular que como siempre eclosiona en el choteo.

Ese desagrado por las fórmulas, pero no por los productos, de la sociedad de consumo tiene un sustrato conciente, o inconsciente, en varios aspectos de la realidad cubana, por una parte la comprensión, pero no aceptación, de que por ejemplo los retiros a los 55 o los 60; la educación universal gratuita; la medicina gratuita; las licencias extendidas de maternidad y otros “logros” similares, con independencia de los defectos que tengan, no podrán ser mantenidos dentro de una economía racional en un país como el nuestro, es algo que preocupa a todos los “beneficiarios”. Saben que es imposible mantener semejante sistema de beneficios pero, por muy deteriorados que en realidad estén, no quieren perderlos.

Y por otro lado la penetración controlada y limitada de fórmulas capitalistas en manos de inversionistas extranjeros en determinados sectores, tampoco es algo para tranquilizar a nadie ya que esos capitalistas han usado las variantes más agresivas apoyadas e incrementadas por sus contrapartidas nacionales. En resumen capitalismo salvaje plus bestialidad burocrática. Pero nueva ambivalencia, los cubanos se matan por dejarse explotar por los nuevos colonizadores españoles, o de donde sean.

¡Vaya que no hay dios que entienda!

No, en realidad todo esta clarito, clarito, lo que quieren los cubanos es lo mejor de cada mundo posible, es como un Pangloss multidimensional, es el optimismo llevado a la apoteosis, es la bobería disfrazada de genialidad, es el tapar el sol con un dedo y el otro…, es lo imposible visto como perfectamente realizable a corto plazo y sin mucho problema.

Ahora se ha destapado el embullo, que no es igual a entusiasmo, con la prometida reanudación de pretensas relaciones diplomáticas entre los gobiernos raulista y obamista. Es la nueva utopía cubiche, con la ventaja de que mientras se cumple pueden seguir gritando:

¡Manden más que estamos ganando!

© cubaencuentro.com
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CUBA SIGLO XIX. EL PADRE FÉLIX VARELA ANTE UNA INVASIÓN MEXICANA COLOMBIANA. ¿ HASTA DÓNDE JOSÉ ANTONIO SACO ESTABA EN CONTRA DE LA ANEXIÓN DE CUBA A EE.UU.?


(Muy breve fragmento de mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición, Mención del Concurso Vitral 2000, concurso de la revista del mismo nombre de la Diócesis de Pinar del Río; el premio quedó desierto ...por las bases del concurso de haber recibido el premio se tenía que publicar )

Por Pedro Pablo Arencibia


FÉLIX VARELA


En las primeras décadas del siglo XIX el Padre Félix Varela, futuro primer ideólogo del independentismo cubano, tomó una posición reformista al asistir a las Cortes Constituyentes españolas; esto se debió en buena medida por el voto sacerdotal cristiano de obediencia a su Obispo.

Sobre la evolución política de Varela, Sergio Aguirre en su artículo De Nacionalidad a Nación en Cuba escribe:

El presbítero Varela ha recorrido un camino ascendente antes de abrazar el independentismo en 1824. De profesor de filosofía en el Seminario de San Carlos, discípulo de José Agustín Caballero y apolítico aparentemente, ha pasado allí mismo a ser profesor de constitución, o sea, exponente ante sus alumnos de la constitución española de 1812. Es su primer paso hacia la contienda política: definirse en la política española como enemigo de los absolutistas, como partidario de los constitucionalistas. Con vertiginosa rapidez surge su segundo paso: definirse como reformista o´reillino en la política cubana contra los recalcitrantes piñerinos. Por eso está en la península de 1822 a 1823, ocupando un escaño de diputado a cortes por la isla, y tiene oportunidad de perder en la madre patria todas sus ilusiones reformistas...47

Pero Philip S. Foner, al hablar sobre la evolución política de Varela, la describe de una manera un tanto diferente a la descrita arriba por Aguirre:

Aunque Varela había mostrado poco interés por la política cuando entró a desempeñar la cátedra de filosofía en 1811, comenzó a tomar esa dirección al encargarse nueve años después de la cátedra de Constitución. Entonces, en firme defensa de la Constitución de 1812, fomentó en sus discípulos la admiración por el liberalismo en el gobierno y el odio al absolutismo reaccionario de Fernando VII. Si bien Varela no abandonó hasta varios años después sus ideas reformistas, lo impresionó profundamente un folleto publicado en España por el sacerdote José Mariano Méndez, donde se abogaba por la independencia de Cuba y Puerto Rico. Varela trató abiertamente de ese manifiesto en sus clases, haciendo ver a sus alumnos las ilusiones del reformismo ...48

Varela, según apunta Aguirre en su artículo, veía la libertad de Cuba como una empresa continental, y su independentismo se alimentó con una concepción errónea: Cuba iba a ser liberada de España de todos modos, sin contar con su voluntad o contando con ella. Varela estaba convencido que Colombia o México, o ambos, enviarían expediciones a Cuba para independizarla de España. Sobre esto último Varela, en el número 2 de “ El Habanero“, publica Tranquilidad de la isla de Cuba, en donde se lee:

.... Si por desgracia se diere lugar a la invasión de tropas colombianas o mexicanas, es menester unirse a ellas; no tomar la defensa de un gobierno que solo pide sacrificios inútiles; cambiar el orden de cosas, y despedir prontamente los huéspedes con las indemnizaciones que fueren justas y con las pruebas de la mas sincera amistad y gratitud. Cualquier otro partido que se tome, es inútil,es absurdo, y es destructor del país. 49

Y para no dejar lugar a duda que no deseaba la unión a ningún otro gobierno, escribió en el número 3 de El Habanero:

No hay que alucinarse. Yo soy el primero que estoy contra la unión de la isla a ningún gobierno, y desearía verla tan isla en política como lo es en la naturaleza ....

Foner al hablar de los últimos momentos de la actividad política de Varela escribió:

... Vives llegó hasta enviar a Filadelfia un asesino para que matara a Varela. El intento fracasó, pero al poco tiempo Varela, temiendo que sus incitaciones a la independencia pudieran lanzar a temerarias e inútiles rebeliones a la juventud cubana, que lo veneraba, y convencido, ya, además, de que los magnates agrícolas cubanos, resueltos a conservar sus esclavos, no se unirían a un movimiento revolucionario, dejó de publicar El Habanero en 1826, y se apartó de toda actividad política.51
¿ GASPAR BETANCOURT CISNEROS Vs JOSE ANTONIO SACO ?

Con el anexionismo, y también con el reformismo, se esperaba que se le diera solución a toda una serie de problemas sociales, políticos y económicos existentes en el país sin tener que jugar la carta de una impredecible revolución.

(Gaspar Betancourt Cisneros)

Gaspar Betancourt Cisneros (1803-1866), patricio anexionista conocido por El Lugareño, en su polémica con José Antonio Saco (1797-1879), reformista, planteaba:

Cuba anexada adquiriría riquezas sólidas, sin escrúpulos, zozobras ni peligros. Los 500 000 advenedizos como te place llamarlos, no serían por cierto 500 000 salvajes africanos, malayos, e indios, que es la gente que los Cubanos pueden esperar que les permita traer el gobierno de España para cruzar y perfeccionar su noble raza; sino que será 500 000 yankees, Alemanes, Franceses, Suizos, Belgas, Diablos y Demonios, pero Diablos y Demonios blancos, inteligentes, industriosos y además con máquinas, instrumentos, industrias, métodos, capitales y cuanto más poseen y emplean los hombres libres en la producción de la riqueza.52

Para Saco la anexión era sinónima de asimilación; o sea, pérdida de la nacionalidad cubana. Sin embargo, y paradójicamente, para Saco la no independencia de un país no negaba la existencia de un pueblo que posee su nacionalidad:

¿ se afirmará que solo existen cuando tienen una condición independiente ? Ahí está la historia de los pueblos para desmentir error tan capital.53

Debo aclarar que para Saco, la nacionalidad cubana era solamente aquella que poseía el menos de medio millón de blancos que habitaba la isla en ese momento histórico.

No obstante para conocer la real posición de Saco frente al anexionismo, es necesario leer el siguiente fragmento extraído del tomo III de Papeles sobre Cuba , citado por Aguirre:

... Si Cuba contase hoy cuatro o cinco millones de blancos, ¡con cuanto gusto no la vería yo pasar a los brazos de nuestros vecinos ! Entonces, por grande que fuese su inmigración, nosotros nos los absorberíamos a ellos, y creciendo y prosperando con asombro de la tierra, Cuba seria siempre cubana.54

(José Antonio Saco)

pues anteriormente había escrito:

Contemplando lo que Cuba es bajo el gobierno español, y lo que sería incorporada en Estados Unidos, parece que todo cubano debiera desear ardientemente la anexión...55

Saco ponía como única objeción el que esta anexión se tuviera que producir por la vía bélica con España y la ya comentada pérdida de la nacionalidad cubana por la numerosa migración norteamericana que se establecería en el país.

Es necesario profundizar en la figura de Saco y del reformismo para comprenderlos y calibrar mejor. Saco definía así su estrategia política cómo reformista:

No me avengo en política con la máxima todo o nada; guíome por la contraria, si no todo, algo; y cogiendo lo que me dan, sigo pidiendo para coger más.56

Samuel Huntington, destacado ensayista de nuestros tiempos, al comparar al reformista con el revolucionario plantea:

Los problemas del reformista son más complicados que los del revolucionario, en tres aspectos. En primer lugar, entabla por fuerza una guerra en dos frentes: contra los conservadores y contra los revolucionarios. Para triunfar es posible que tenga que luchar en muchos frentes con muchos participantes, y que sus enemigos en uno de tales frentes sean sus aliados en otro. El revolucionario tiene por objetivo polarizar la política, por lo cual intenta simplificar, dramatizar y amalgamar los problemas políticos en una sola dicotomía definida entre las fuerzas del ‘ progreso ‘ y las de la ‘ reacción ‘ . Trata de acumular divisiones, en tanto que el reformador tiene que diversificarlas y disociarlas. El revolucionario estimula la rigidez en política; el reformador, la fluidez y adaptabilidad. Aquél tiene que poder dicotomizar las fuerzas sociales, éste debe estar en condiciones de manipularlas. Necesita, pues, un tipo mucho más elevado de habilidad política que el revolucionario ... No sólo debe ser más diestro que el revolucionario en la manipulación de las fuerzas sociales, sino, además, poseer más refinamiento en lo referente al dominio del cambio social. Apunta hacia algún cambio, pero no un cambio total, sino gradual y no convulsivo ... Por consiguiente el reformador tiene que equilibrar los cambios de la estructura socioeconómica con los que realice en el sistema político, y hacerlos coincidir de tal manera, que ninguno de ellos resulte perjudicado.57