Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Desde hace más de cinco décadas esos mafiosos han llevado a cabo sus acciones sabiendo que ¨la parte del Comandante¨ no se puede tocar. Es decir, las ganancias de los mafiosos no pueden afectar lo que le c orresponde al Estado, pues de no respetar esa parte, viene ¨el explote¨ y se les acabará la buena vida en caso de que no haya una figura, en la estructura superior, que después de cierto tiempo le busque una colocación similar a la que tenía o mejor. Para respetar la ¨parte del Comandante¨ y a la vez obtener grandes ganancias, se perjudicaba en el peso o en el volumen lo que se le despachaba o servía al pueblo. Recuerdo, cuando era estudiante universitario, que en una pizzería de la esquina de tercera y 10 en El Vedado se limpiaba el local con abundante agua para posteriormente empezar el servicio a la población y después de unas pocas horas suspender el servicio por falta de agua. Supongo que posteriormente venderían el aceite, el queso, la harina, las pastas, etc. a personas particulares o a administradores a precios que le darían para cubrir la ¨parte del Comandante¨ y sacar su jugosa parte. Mientras tanto los trabajadores de la pizzería muy contentos porque no trabajaron toda la jornada, cobrarían la jornada completa y cuando le hiciera falta ¨resolver¨algún producto (incluyendo detergentes de limpieza) la administración se lo facilitaría así como algún día para resolver ¨problemas personales¨. Una manera muy fácil de ganar dinero era vender la cerveza de la pizzería (que se debía vender a 60 centavos), vendérsela a un administrador de un restaurant o un cabaret donde se vendían a mucho mayor precio.
Hace más de cuatro décadas las plazas de bodeguero, carnicero, administrador de almacenes, restaurants y cafeterias, etc. costaban miles de pesos y periódicamente (semanalmente, mensualmente) tenían que darle ¨su parte¨ a determinados dirigentes de la estructura superior, pues de no ser así, los dirigentes les enviaban inspectores cuyos informes, finalmente, provocarían la separación de su puesto de trabajo. Para llegar a dirigentes de los niveles municipales, regionales, provinciales, etc. había que tener ¨la patente de corso¨: el carnet del Partido Comunista de Cuba.
Era conocido en La Habana que ciertos carniceros adquirían una marca, modelo y año de auto específico, que los bodegueros adquirían otra marca, modelo y año, etc. que mostraban en cada caso su gremio y status económico.
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Tomado de
http://www.diariolasamericas.com
Los mafiosos en Cuba son los que defienden la revolución
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Tener carnet del partido comunista en Cuba es una patente Su militancia les resulta rentable y les posibilita aparentar fidelidad al Gobierno. Cuando los convocan a un acto de repudio, si tienen que reventar a golpes a un disidente, lo revientan sin compasión
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Por Iván García
La Habana
Especial
24 de Junio de 2015
Hace 21 años, justo en los años duros del Período Especial en Cuba, Leosvel, un maestro panadero en un barrio habanero, reunió el dinero suficiente para comprar un Ford de 1955.
“Era una etapa donde el hambre y las carencias alcanzaron un tope. Un pan de 80 gramos llegó a costar cinco pesos. Por la izquierda, vendía tres carros de pan que me reportaban más de 6.000 pesos de ganancia. También vendía harina, aceite vegetal y levadura. En un año reparé mi casa, compré electrodomésticos y a diario tomaba cerveza importada. Fue una época de vacas gordas. Ahora también uno se busca billetes. Pero los que se forran con más dinero son los funcionarios. Mientras más arriba estén, más plata se llevan a casa”, cuenta el maestro panadero.
Cómo han sobrevivido 56 años
Entre sesudos y académicos que estudian el sistema cubano, siempre queda la incógnita de cómo es posible que una nación con un salario promedio de 23 dólares mensuales, una economía de cuartel y arrebatos ideológicos, haya podido sobrevivir 56 años.
Desde luego, el poderoso control político, social y policiaco, génesis de los Estados con praxis marxistas, ha sido un elemento de peso. Pero los embriones mafiosos que como tumores malignos se extienden por todas las ramas de la economía y la burocracia de guayaberas blancas, junto a la casta de militares, se han convertido en un vigoroso sostén del manicomio ideológico y económico en Cuba.
Sectores más rentables
Los clanes más rentables se localizan en turismo, gastronomía, almacenes estatales y acopios agrícolas. Les describo el comportamiento de un funcionario típico que labora en alguno de esos sectores.
El 85% pertenece al Partido Comunista. El carnet rojo les sirve para progresar en la cadena ejecutiva de la economía nacional. Casi todos han pasado cursillos exprés de dirección, administración y finanzas.
Son obesos, usan maletines negros, en los bolsillos de sus camisas sobresalen varios bolígrafos y en sus muñecas, relojes Omega, Tissot o Rolex. Prometiendo cosas son picos de oro. Pero cuando hablan parecen máquinas contestadoras: manejan al dedillo la estrafalaria jerga oficial del régimen.
Su militancia les resulta rentable y les permite aparentar fidelidad al Gobierno. Cuando los convocan a un acto de repudio, si tienen que reventar a golpes a un disidente, lo revientan sin compasión.
La clave para mantenerse tantos años robando y obteniendo beneficios, es repartir dinero a tipos importantes y crear redes de incondicionales mediante tráficos de favores y regalías.
Llamémosle Eduardo y es gerente de un restaurante en La Habana. Dice que en el turbio mundillo donde se desenvuelve, el dinero cuenta, pero los amigos poderosos son muy importantes.
Estos grupos mafiosos surten de harina, queso, carne de res, camarones, cerveza, ron y whisky a los negocios privados. “Un alto por ciento de la bebida y comida me llega de almacenes estatales”, señala el dueño de una paladar [restaurante particular].
No llamar la atención
Algunos intentan no llamar la atención y ser discretos en su comportamiento. Otros hacen lo contrario. Gastan miles de pesos en moneda dura y se hacen un Ifá (santo del panteón yoruba). Se compran dos o tres autos y alquilan en hoteles de Varadero.
“Cuando las autoridades activan una ofensiva contra la corrupción, se recogen las velas. Hasta que pase el temporal. En este mundo explotan las piezas menos importantes. Los jefes de jefes son intocables”, argumenta el jefe de un almacén.
"¿Y quién dirige todo eso?", indago. El hombre sonríe y responde: “El sistema te obliga a ser mafioso. Los capos son los que salen en el noticiero defendiendo la revolución. Para acabar con estas mafias, hay que acabar primero con ellos”.
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