Lula, siempre fiel a da Silva
Por Pedro Corzo
noviembre 12, 2015
A debate está si Luis Inacio Lula da Silva es o no corrupto, o si ha tenido participación en gestionar ante gobiernos extranjeros negocios para empresas de sus país. Lo que sí es evidente es su capacidad de ascender y mantenerse en la cima, aunque sea a costa de los valores que en determinados momentos defendió.
Sin restarle talento y tenacidad, vale aclarar que tuvo la oportunidad de formarse y desarrollarse como dirigente sindical y líder político bajo un régimen militar, condición que no hubiera sido posible bajo un régimen como el que instauró en Cuba su socio Fidel Castro.
En 1980 el sindicalista, con el respaldo de intelectuales, en su mayoría devotos del marxismo, fundó el Partido de los Trabajadores, de orientación socialista. Una agrupación política antisistema cuya existencia autorizó y permitió la Junta castrense, otro hito que su colega del Foro de Sao Paulo no hubiera permitido si lo hubiera intentado en Cuba.
Lula ha condenado enfáticamente a los regímenes militares que devastaron a Latinoamérica el pasado siglo, pero ha guardado un silencio cómplice ante las depredaciones de los gobiernos de la Alianza Bolivariana de las Américas.
El primer gran escándalo por corrupción en el Partido de los Trabajadores fue conocido como el “mensalao”. Ministros, dirigentes del partido, empresarios, banqueros, y una de las figuras claves del PT, el ex guerrillero y hombre de confianza de Lula, José Dirceu, otro aliado de la dictadura castrista, fue condenado por corrupto.
El PT ha sido una de esas agrupaciones políticas cuyos líderes claman por el imperio de la justicia social, pero cuando acceden al gobierno, la mayoría de sus dirigentes se transforman en pirañas que devastan los bienes de la nación para su provecho personal.
El tesorero del Partido, João Vaccari Neto, acusado por corrupción en un escándalo de sobornos de Petrobras, fue condenado a quince años de cárcel.
El nuevo escándalo en el partido de gobierno y Petrobras, bautizado como Lava jato, “Limpieza a Chorro”, ha cobrado tal nivel que son muchas las demandas que reclaman un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff.
La podredumbre del Mensalao apenas salpicó al inefable Lula da Silva, pero la limpieza a chorro es posible que empape y no precisamente con agua, su fino vestuario, distinto al que usaba en sus tiempos de dirigente sindical, porque aparentemente la primera lección que se aprende en la lucha contra la pobreza, es no regresar a la miseria por costoso que sea ese propósito.
Se ignoraba que Lula había usado su influencia para que al menos un banco de su país, el Nacional para el Desarrollo de Brasil, entregara a la empresa constructora Oldebrecht, más de cuatro mil millones de dólares para obras en Venezuela y Cuba.
Sobre Cuba dijo desde la prisión el ejecutivo más importante de la firma, Marcelo Oldebrecht, “es el único país en el que, de hecho, abrimos y crecimos bajo el gobierno de Lula, y donde tenemos que decir que la relación con Lula ayudó mucho”.
En conclusión el otrora humilde obrero ha dejado de serlo, si se toman en cuenta declaraciones de Emilio Odebrecht, ex presidente de la compañía, quien dijo, “tendrán que construir tres celdas más: para mi, Lula y Dilma.
Contrario a lo que se esperaba, el dirigente que organizó huelgas en demanda de mejores condiciones de trabajo, ha mutado a operador político de grandes empresas y a gestor de financiamientos para nuevas inversiones, un cambio radical, pero hay que reconocer que es consecuente en una condición, es fiel al Foro de Sao Paulo y a su ídolo personal, el dictador Fidel Castro.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home