sábado, diciembre 19, 2015

La fiesta abyecta del cambio en Cuba . Andrés Reynaldo: En su estatismo, Raúl gana tiempo para ver si levantan el embargo. La posible iniciativa popular en la isla está coartada por las leyes


 Cubanos opinan sobre el deshielo: "De cambio, nada"



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Tomado de http://www.elnuevoherald.com/

La fiesta abyecta del cambio en Cuba

Por Andrés Reynaldo
Miami
18 de diciembre de 2015

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El levantamiento de restricciones a los viajes de norteamericanos es la medida más importante de la normalización
En su estatismo, Raúl gana tiempo para ver si levantan el embargo
La posible iniciativa popular en la isla está coartada por las leyes
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Ayer hizo un año. El primer año de una nueva era entre Cuba y Estados Unidos. El cambio. Supongo que alguien estará de fiesta. Los millonarios cubanoamericanos que quieren hacer negocios con Raúl. Los asesores de Obama que condujeron las negociaciones secretas. Champán para el Cuba Study Group, el #CubaNow, el Trimpa Group. Champán y poema de Richard Blanco.

¿Qué ha pasado en un año? Pasar, pasar, ha pasado lo que corresponde a la voluntad de Estados Unidos y a la conveniencia de Raúl. ¿Pueden viajar más norteamericanos? Conviene. ¿Pueden importar y exportar los cuentapropistas? No conviene. ¿Netflix disponible para cualquiera? No. ¿Los ferris? Tampoco. ¿Acceso masivo a internet? Ni soñar. Aún así, Obama dice que la vida del cubano ha mejorado. Claro, Obama no viajará a la isla si no puede ver a los opositores. ¿Pero qué tal si le dejan ver a una selección oficial de opositores? ¿A la “oposición leal”?

El economista Jorge Sanguinetty repara en que la medida más importante de la normalización, cualquiera sea su significado, obedece a una decisión unilateral de Estados Unidos: el levantamiento de restricciones a los viajes de los norteamericanos. La inmovilidad de Raúl desata las especulaciones. ¿Resistencia en la burocracia y el Partido? ¿Los militares? ¿Un poderoso sector de línea dura? Se toma por un defecto lo que es toda una estrategia. Raúl, como Fidel, es la línea blanda y la línea dura. Según el caso.

La parálisis de Raúl no viene de la debilidad, sino de la fortaleza. Es su forma de equilibrio. Tiene que moverse lo menos posible. ¿Hasta cuándo podrá aguantar? Quizás el tiempo necesario para que le levanten el embargo, llegue el capital extranjero y asegure un nuevo modelo de opresión. Cuba no será China ni Vietnam ni esa caribeña Singapur anhelada por los heraldos del cambio-fraude. Será, simplemente, la caricatura que durante décadas el castrismo hizo de la Cuba de Batista. Con muchos menos paladares, muchas más prostitutas, muchos más intelectuales adocenados y muchas menos libertades.

La apertura empresarial se da en un seguro reducto oligárquico, regido por las leyes no escritas de toda organización mafiosa. Fuera de ese reducto, las leyes escritas se encargan de mantener la iniciativa popular a raya. La mínima concesión de autonomía económica hacia el pueblo ha de contar con la debida garantía represiva. La gente no se traga lo del cambio y el país está a punto de caramelo, como dice el padre José Conrado Rodríguez. Serán mansos, pero no tontos. Sus opciones siguen en cero. Ante la desgracia de trabajar como empleado para un Estado que no te paga se ofrece la alternativa de trabajar como cuentapropista para un Estado que te roba.

En todos los brindis se rompe al menos una copa. Los celebrantes de este primer aniversario tendrán que hacer malabares para no tropezar con los vidrios de la represión. Un año récord. Del cabo de San Antonio a la Punta de Maisí. Todavía permanecen en las primeras planas las imágenes de las golpizas a los opositores el pasado 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, preñadas de un gran poder alegórico. Una de estas imágenes muestra a un esbirro enterrándole sus pulgares en los ojos a una mujer que es pateada en el suelo. En otra, los esbirros le tapan la boca a trompadas a un hombre que grita: “¡Libertad! ¡Abajo Fidel!”

Ceguera y silencio. Bien pudiera ser ese el mantra de la dictadura en esta su hora de conversión al capitalismo. Por la ceguera y el silencio bien pudieron brindar ayer en la abyecta fiesta del cambio.