Mary Anastasia O’Grady periodista del World Street Journal WSJ escribe sobre el año transcurrido desde que Barack Obama extendió la rama de olivo a la tiranía de los Castro de Cuba
Un año desde que Obama extendió la rama de olivo a Cuba
Por Mary Anastasia O’Grady
Lunes, 21 de Diciembre de 2015
En mayo, Washington eliminó a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, a pesar de que el dictador Raúl Castro acoge a conocidos terroristas, incluida la fugitiva estadounidense Joanne Chesimard, ex miembro del desaparecido Ejército de Liberación Negro y asesina convicta de policías.
EE.UU. reabrió en agosto una embajada en La Habana y la semana pasada anunció un acuerdo bilateral para restablecer vuelos directos entre los dos países.
Los disidentes cubanos han sido duramente golpeados. Días después de que se anunciara la nueva política estadounidense, Danilo Maldonado, el artista cubano conocido como El Sexto, fue detenido por burlarse de los Castro. Pasó 10 meses en la cárcel y Amnistía Internacional lo calificó como prisionero de conciencia.
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, con sede en La Habana, documentó 7.686 arrestos políticos en 2015 hasta el 30 de noviembre. Ese día, Maldonado resumió el impacto de la distensión promovida por Obama: “No hay unos cambios positivos en nada. EE.UU. ha cedido demasiado en las conversaciones de normalización, y eso ha permitido que Cuba continúe su represión”.
Zeid Ra’ad Al Hussein, el alto comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los derechos humanos, hace eco de esto. “Me sorprendió particularmente que un número de personas, incluyendo miembros de las Damas de Blanco, fueran arrestadas el Día de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre”, dijo la semana pasada. “Esto muestra un desdén extraordinario por la importancia de los derechos humanos de parte de las autoridades cubanas”.
Cuba aprobó en 2014 una nueva ley de inversión extranjera para impulsar el ingreso de capitales. No obstante, el gobierno retuvo el poder de confiscar activos para fines “públicos” o “sociales” y se ha ganado una reputación por encarcelar arbitrariamente a empresarios extranjeros. En la edición de finales de año de la publicación especializada World Affairs, José Azel, académico sénior del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Estadounidenses de la Universidad de Miami, señaló que, a pesar del “lenguaje apabullante” de la ley de inversión, “más de un año después apenas un puñado de inversiones han sido aprobadas”.
Tal vez los capitalistas no sean tan importantes cuando Rusia se muere de las ganas por regresar a Cuba en grande. En 2014, el presidente ruso, Vladimir Putin, condonó US$32.000 millones que Cuba debía a la antigua Unión Soviética. Luego convirtió el saldo de US$3.500 millones adeudados a Moscú en una línea de crédito para energía y proyectos industriales en la isla.
A cambio, entre otras cosas, el Kremlin puede usar a Cuba para instalar una estación de apoyo para el sistema satelital de navegación global de Rusia (Glonass), un rival del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de EE.UU. En una publicación del 17 de noviembre en el sitio web del Proyecto Sobre la Transición en Cuba de la Universidad de Miami, el investigador adjunto Hans de Salas-del Valle observó que “la instalación de una instalación de señales en Cuba forma parte de una estrategia más amplia para integrar a Cuba en el programa espacial de Rusia”. El investigador añadió que “Moscú ha expresado públicamente interés en establecer una plataforma de lanzamiento de satélites en Cuba”.
Obama está de acuerdo con Raúl Castro en que EE.UU. debe levantar el embargo económico. Sin embargo, Cuba ya puede comprar alimentos y medicamentos de EE.UU. y, desde el punto de vista práctico, hay pocos límites al viaje de estadounidenses a la isla, aunque sean presentados como “intercambios culturales”. Lo que queda del embargo es una prohibición al acceso al crédito bancario y reclamos legales de casi US$8.000 millones en propiedades robadas por la revolución.
Los Castro tienen una solución para este último punto. Aseguran que el embargo le ha costado a Cuba más de US$100.000 millones desde 1959, así que en realidad EE.UU. le debe dinero.
Esto es irrisorio. Lo que no es tan divertido es la deuda de Cuba. Incluso después de la rebaja de Rusia, La Habana aún le debe al resto del mundo, excluyendo EE.UU., unos US$85.000 millones. Los países no están haciendo fila para prestarle más dinero. Los Castro necesitan una nueva víctima y ahí es donde aparece Obama.
La economía cubana, que depende en gran medida del petróleo de Venezuela y la asistencia de China, es incapaz de sostener la nación. Según De Salas-del Valle, “la suposición de que la interacción económica con el régimen Castro salvará a EE.UU. de una crisis de inmigración a lo largo del estrecho de la Florida parecer ser la motivación subyacente, si bien tácita, para el cortejo sin precedentes de la Casa Blanca a Raúl Castro”. De ser así, es un error de cálculo enorme. La política ha envalentonado al dictador.
Cerca de 4.000 cubanos que trataban de llegar a EE.UU. están atrapados en Costa Rica porque el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, un amigo de los Castro, no les permite su avance hacia el norte. Es cierto que están huyendo de la tiranía, pero no habrían podido llegar hasta allí sin, al menos, la aprobación tácita del régimen castrista.
Estos refugiados están siendo usados como peones de los Castro para crear una crisis humanitaria y presionar a EE.UU. para que conceda créditos y ayuda multilateral. La Habana está apostando a que Obama responderá.
—Escriba a O’Grady@wsj.com.
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