viernes, enero 08, 2016

¿Democratizar o disolver el Partido Comunista de Cuba?. Alexis Jardines Chacón : Los jóvenes no quieren ser reclutados y muchos de los ya militantes renuncian

 Tomado de https://www.cubanet.org

¿Democratizar o disolver el Partido Comunista de Cuba?

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Los jóvenes no quieren ser reclutados y muchos de los ya militantes renuncian
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Por Alexis Jardines Chacón
Enero 7 de 2016




MIAMI, Estados Unidos.- Ante la disyuntiva enunciada en el título hay quienes optan por la variante (al parecer más realista): “del lobo, un pelo”. El problema que tiene la propuesta de la democratización (que yo defendía cuando las condiciones eran otras y sí aplicaba el proverbio anterior) es que, a estas alturas del juego, beneficia al régimen. Nada, absolutamente, que se haga bajo la dirección del PCC ―democratizado o no― sobre todo si este permanece bajo el control de la familia mafiosa que gobierna el país, favorecerá a la democracia. Mientras exista el Partido único habrá administración de la libertad y de la economía; consecuentemente, persistirá la escasez espiritual y material aun después del levantamiento del embargo.

Lo peor que tiene el PCC ni siquiera es el comunismo, sino el castrismo. Y este no se extirpa con cirugías estéticas ni remiendo alguno. Una oposición leal que mantenga el equilibrio de la mezcla castrista en condiciones postcomunista es completamente previsible. ¿Es esto lo que quiere el exilio? ¿Es esto lo que quiere la oposición interna? Realmente, no creo que tal cosa satisfaga las expectativas del cubano de a pie. Los cubanos no dejarían de emigrar por el solo hecho de ver a un destacado opositor anti embargo en la televisión nacional. Por otra parte, tampoco creo que Cuba necesite un plebiscito mientras estén intactas las estructuras unipartidistas; es como poner la carreta delante de los bueyes y el resultado sería nefasto al brindarle al régimen la posibilidad de legitimación mediante las urnas. Al contrario, hay que evitar por todos los medios que la dictadura lleve a cabo cualquier tipo de referendo ―vinculante o no― que pueda validarla. ¿Qué más plebiscito que ese incontrolable y desproporcionado flujo migratorio?

Con un amigo discutí semanas atrás la posibilidad de la vía electoral mediante la postulación de opositores. Él defiende tal estrategia; yo la considero ilusoria y aletargadora. No digo que no dé resultados, el problema es cuándo y los mismos no se avizoran sin que pasen otros 50 años. Una exigua minoría de opositores en la Asamblea Nacional traería el equilibrio necesario para el régimen en términos propagandísticos, funcionaría como recurso de aletargamiento de la ciudadanía y de la opinión pública internacional y jamás llegaría a pasar propuesta alguna por no contar, para empezar, con los votos suficientes. ¿Cuándo se acabará de entender que cualquier tipo de cambio, reforma o maniobra que ejecuta el régimen persigue el objetivo de beneficiar a los gobernantes y sus descendientes, no a la democracia? Identificar el cambio en general con el cambio positivo es lo que le ha nublado la mente al presidente Obama y a buena parte de la oposición interna. Señores, también se puede cambiar para peor, se puede cambiar para conservar el statu quo, se puede cambiar para dilatar una situación insoportable para el otro, se puede cambiar para engañar, mentir, robar y también matar o dejar morir.
Hay otros que se aplican auto terapia depositando toda su fe en la salida de escena ―política o vital― de los hermanos Castro. Lamento perturbar la tranquilidad de esa buena gente. Stalin no solo era un líder, sino que puso todo el empeño y el potencial de su nación en convencer al mundo de que lo era, magnificando desmedidamente todas y cada una de sus cualidades. Tras él, sin embargo, una retahíla de gente gris e insípida, además de senil, tomó el mando del PCUS y la maquinaria soviética permaneció inmutable durante décadas. En Polonia el partido comunista en el poder coexistió igual cantidad de años con partidos opositores, lo que indica que una oposición leal no cambiará la situación que asfixia al cubano.

Debemos ser muy cuidadosos con lo que exigimos, porque la dominación castrocomunista continuará en condiciones post totalitarias. El castrismo no es siquiera una ideología; es la mafiosa manera de sobrevivir en el poder que tiene una Familia de degenerados; es una estrategia de control que se implementa mediante la astuta combinación del factor militar con el político. Los militantes del Partido ―y los propios militares― están vigilados por los órganos de contrainteligencia, pero, al propio tiempo, todos los miembros de estos órganos son militantes del Partido, que es el medio a través del cual la Familia ejerce el poder. Por lo tanto, nada prospera en Cuba en términos de democracia si se mantiene la Familia mafiosa que controla a los militares que, a su vez, controlan y son controlados (política e ideológicamente) por el Partido único a través del cual se materializan las decisiones ―tomadas en la residencia de Raúl Castro― que rigen a la sociedad toda.

Así es que parece ingenua también esa visión de un Díaz-Canel en el poder abriendo modestos espacios a la oposición. Véase el más reciente artículo de Juan Juan Almeida para que se tenga una idea de lo que digo y de cómo se prepara el poder detrás del trono. Entonces, si nadie quiere a los Castro ¿por qué insistimos en pedir limosnas?

Transcribo a continuación el mejor de los escenarios que anda flotando en el ambiente generado por el VII Congreso: los delegados a la Asamblea Nacional y provinciales podrían ser elegidos directamente, pero se mantendría la prohibición de hacer campaña para quien no provenga de las filas del PCC. Habría espacio para las opiniones disidentes que no sean francamente contrarrevolucionarias, así como un sistema electoral abierto a opositores sin partidos, sin pasado contrarrevolucionario y sin vínculos con el exilio. No creo que a los cubanos nos interesen esas dádivas.
 
Del modelo de Partido único sí puede decirse con absoluta certeza que no ha funcionado por más de medio siglo. Entonces ¿quién puede tener interés en conservarlo? Los jóvenes no quieren ser reclutados por el Partido, muchos de los ya militantes renuncian. Falta entonces que el pueblo no le dé su aprobación a la gestión dirigente del Partido Comunista único y para eso se necesita el concurso de una oposición no de gabinete, sino de una organizada en torno al trabajo de campo.

Es presumible que el activismo llegue a reemplazar a una oposición que no acaba de prender en Cuba; un activismo joven, creativo, cargado de iniciativas llamadas no solo a persuadir a sus compatriotas, sino a conquistar el espacio público.