Hugo Fernández desde Cuba: Ni La Habana ni Miami aguantan más
Ni La Habana ni Miami aguantan más
Por osé Hugo Fernández
La Habana
12 Ene 2016
¿Celebran o lamentan los cubanos de Miami el hecho de que miles de compatriotas emigrantes que se hallaban trabados en Centroamérica, estén ya en vías de solucionar su drama y empiecen a llegar en oleadas a Estados Unidos, sobre todo al sur de la Florida? ¿Hasta qué punto es cierto que el arribo de tales emigrantes a predios miamenses afecta a los ya establecidos en esta ciudad? ¿Optará el Gobierno Federal por repartir a los recién llegados entre diferentes estados de la Unión, incluidos aquellos que tienen familiares en Miami?
Interrogantes, más que respuestas concretas; actitudes apasionadas o impulsivas, más que enfoques racionales; criterios parcializados desde una y otra óptica, más que ecuánime comprometimiento ciudadano… Tales dicotomías flotan hoy sobre los ambientes cubanos de Miami, mientras el primer grupo procedente de Costa Rica está ya prácticamente en suelo estadounidense.
El alcalde de la ciudad, Tomás Regalado, ha previsto el hecho como un caos y aseguró en principio que su jurisdicción no está lista para recibir esta nueva avalancha. La falta de una adecuada infraestructura fue mencionada entre sus primeras preocupaciones, y también entre las de otras autoridades de la Florida, quienes han estado insistiendo en cuanto a la necesidad de que el Gobierno Federal tome cartas en el asunto, no solo en lo que se refiere al apoyo económico, también con respecto a la conveniencia de que otros Estados acepten repartir equitativamente el grueso de los 9.000 cubanos que se esperan.
Hasta donde conocemos, el equipo del Presidente Obama no ha declarado una conclusión explícita sobre el particular, aunque es seguro que tendrá medidas entre manos. También es de esperar que éstas resulten favorables para los emigrantes, ya que sus voceros reiteran con frecuencia el propósito de no abolir la Ley de Ajuste Cubano, ni de enmendarla siquiera, según comentarios de entretelones.
Por otra parte, hay más de un notable líder político que ha dejado ver su desagrado ante la novedad. Marco Rubio, candidato a la presidencia del país, no se mordió la lengua para anunciar que presentará un proyecto destinado a restringir los beneficios que reciben los inmigrantes cubanos. Y lo ha hecho justo en días de campaña electoral, con el riesgo, ¿presunto o real?, de perder una muy sustanciosa cantidad de simpatizantes. Diríamos que su proyección agrega nuevas interrogantes o acaso alimenta algunas que ya existían.
¿Será que muchos cubanos residentes en Miami apoyan solo de la puerta hacia afuera a sus paisanos que recién llegan, mientras que de la puerta hacia adentro desean que sigan de largo para otros Estados? ¿Será que Marco Rubio sopesó esta contingencia y es por ello que no le preocupa echar leña al fuego?
Las dudas son proporcionales a la ausencia de aclaraciones precisas, la expectativa aumenta y las preguntas sobran, pero, por lo que parece, habrá que esperar por la llegada de los primeros grupos para ir constatando in situ las respuestas.
En tanto, las opiniones de los cubano-miamenses tampoco aportan mucha claridad, a pesar de que casi ninguno se queda sin airearla, sea en cada reunión familiar o en cada charla entre amigos y conocidos.
De un lado, quienes consideran que no es necesario ni conveniente que sean recibidos en Miami todos lo que elijan esta ciudad, que sin duda será la gran mayoría. De otro, los que apuestan resueltamente por ayudarlos a salir adelante, sean o no sus familiares, para que no constituyan una carga demasiado pesada para las autoridades. Acá, los que piensan que son los propios emigrantes quienes debieran elegir irse a Estados más ricos y menos saturados demográficamente, tal y como lo hicieron muchos de los que hoy viven en Miami. Allá, los que alegan que es una obligación del Gobierno distribuirlos equitativamente entre las ciudades, por el bien de ellos mismos y de los miamenses. Acullá, lo que creen que la sola discusión del asunto denota falta de sensibilidad y de solidaridad. De un lado, los que están centrados únicamente en sus intereses personales y no se ocultan para exclamar que Miami no aguanta más, añadiendo (sin molestarse en esgrimir argumentos sólidos, solo porque es su parecer), que con el arribo de miles de nuevos inquilinos podría aumentar el precio de las rentas y se reducirían los salarios y las posibilidades de empleo. Del otro lado, los que opinan que sería una vergüenza para la comunidad que uno solo de estos cubanos tuviera que dormir en un parque.
También están los que cargan contra los compatriotas o sus descendientes que son millonarios, alegando que estarían en el deber moral de apadrinar a los emigrantes que vienen "al pecho", o sea, sin tener aquí familia.
En fin, es lo dicho, ante tanta pasión disuelta en el aire, tantos criterios encontrados, y ante la falta de preparación efectiva para seguir asumiendo el fruto de los desmadres de la dictadura castrista, no queda sino esperar, a ver qué pasa.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
El gobierno de Barack Hussein Obama no responde a los pedidos de los alcaldes de Miami y de Hialeah ni a los Congresistas federales cubanoamericanos para no tener que admitir que hay una crisis migratoria y que ha sido un fracaso su política de acercamiento a la tiranía de Fidel y Raúl Castro en Cuba. Ha sido una mentira la fantasía de que el pueblo cubano se iba a ¨empoderar¨con el nuevo rumbo de la política de EE.UU. hacia la dictadura Castrista.
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