Autoridades acomodan una tibia bienvenida a Barack Obama en Cuba. Juan Juan Almeida: Empresas y ministerios sugieren –con visos de mando– que no es necesario apoyar o asistir a los actos públicos donde estará el presidente Obama.Juan Juan Almeida
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
¿SERÁ QUE LOS CASTRO NO DESEAN SER TESTIGOS QUE EL PUEBLO CUBANO ACLAMA MÁS A BARACK OBAMA QUE A ELLOS?
Aquí va una anécdota que muestra que no es nada descabellado lo antes escrito en esta nota sobre el celo de Raúl Castro respecto a personas más populares que él y en la que está involucrado, sin quererlo, el Comandante Julio Camacho Aguilera, aunque, después de todo, al Comandante Julio Camacho Aguilera no le fue tan mal como al Comandante Camilo Cienfuegos por el celo que tenía Fidel respecto a él dada la gran simpatía que tenía el pueblo cubano hacia Camilo; un factor siempre peligroso para un dictador.
Julio Camacho Aguilera, ha sido el más preocupado Primer Secretario de Pinar del Río que ha pasado por esa provincia.Es una lástima que haya sido más fiel a los Castro que los Castro han sido con él. Su esposa Gina, nacida en cuna de seda, también fue muy querida en la provincia.
Durante los años 70s y principio de los 80s, el Comandante Julio Camacho Aguilera era admirado y querido por una buena parte de pinareños ya que lo veían muy preocupado por sacar adelante a la provincia de Pinar del Río.
Un día de los primeros años de los 80s, Raúl Castro fue a la provincia de visita. Esa visita culminaba con un discurso en el estadium de béisbol Capitán San Luis. En el acto y durante la presentación dijeron los nombres de los más altos dirigentes presentes, a los que seguían los aplausos del público a cada uno de ellos. Raúl Castro se percató que de manera muy notable, Julio Camacho Aguilera fue el más aplaudido,y aún más que a él.
Al comenzar el discurso, y fiel a su manera de ser, Raúl, sonriente y como de broma, hizo la observación al público de que habían aplaudido más a Camacho que a él. Al poco tiempo de esa visita, Camacho fue trasladado a otra provincia y de ahí a Santiago de Cuba, de Santiago fue asignado como embajador en la Unión Soviética en los momentos de la perestroika y del desmerengamiento. Julio Camacho Aguilera había sido una persona de gran valor personal cuya tarea como miembro del Movimiento 26 de Julio fue conspirar con los miembros de las Fuerzas Armadas en los tiempos en que Batista estaba en el poder; el Alzamiento de la Marina en Cayo Loco en Cienfuegos, fue elaborado por él y el oficial Dionisio San Román, posteriormente asesinado por las Fuerzas Armadas del régimen de Batista. Los Castro tal parece que se dieron cuenta de que Camacho potencialmente era una alternativa incipiente a ellos, luego, por si acaso, había que ponerle difícil su gestión como Primer Secretario en otras provincias y tenerlo lo más alejado posible del Poder cuando los primeros y peligrosos aires de la perestroika y glasnot llegaban a Cuba.
(Julio Camacho Aguilera y Georgina ¨Gina¨ Leiva Pagán en la presentación del libro de Gina; año 2014)
Después de ser embajador en la URSS, Julio Camacho Aguilera (en los años ya finales de los años 80s o principios de los 90s del pasado siglo XX), fue asignado por el Consejo de Estado para sentar las bases para el desarrollo del turismo internacional de la Península de Guanacabibes, y de paso investigar la posibilidad de hallar tesoros enterrados por los piratas en siglos pasados, pero siempre alejado del contacto con las masas populares; en esos años se corrió la bola de que estaba enfermo y de que tenía el mal de Parkinson. El Comandante Julio Camacho Aguilera realmente en esos años gozaba de muy buena salud y hasta hace pocos años atrás seguía siendo director de la Oficina para el Desarrollo Integral de la Península de Guanacabibes, en Pinar del Río.
Autoridades acomodan una tibia bienvenida a Obama
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Empresas y ministerios sugieren –con visos de mando– que no es necesario apoyar o asistir a los actos públicos donde estará el presidente Obama.
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Por Juan Juan Almeida
marzo 17, 2016
Obama llegará a La Habana el 20 de marzo. No obstante, en la isla continúan las detenciones arbitrarias y no vemos el más mínimo progreso en relación a los Derechos Humanos ni al respeto de las libertades básicas.
Nos aflige a todos los cubanos porque, aunque muchos compatriotas no lo quieran aceptar, o no entiendan, es incuestionable:
La agenda del presidente de Estados Unidos es mucho más amplia que las fronteras de una isla.
50 años de conflicto no lograron ningún avance significativo y Washington y La Habana decidieron dejar de ser los mejores enemigos para convertirse en respetuosos vecinos.
No sé por qué no lo vieron, si ha sido y es una constante en la historia; los griegos y los romanos siempre estaban inventando nuevas e ingeniosas formas de influenciar en sus contrarios.
El enfrentamiento sólo es bueno cuando existe un margen amplio de ganancias. Quizás por ello, y a pocas horas de la llegada a la capital cubana, las encuestas revelan que en las calles habaneras, Barack Obama es más popular que George Clooney.
De verdad, a Raúl Castro no le place ese entusiasmo con el visitante.
Su dossier tiene siempre dos vertientes: una, la que compete a Cuba y a los cubanos; y la otra, un puntual objetivo, mover la opinión internacional y acaparar titulares de revistas y noticiarios, para beneficio propio.
Con más de 2.400 arrestos en los dos primeros meses del año, el discurso para los cubanos es la eterna constante… "No vamos a cambiar, vamos a seguir reprimiendo, tenemos el poder y los negocios en mi finca se hacen con los militares; los yumas que ni se embullen".
Por su parte, de la puerta para afuera, para el mundo, el mensaje es directo y sin necesidad de articular: "Uno puede ser dictador, uno puede reprimir, uno puede disfrutar de ganancias generadas por las propiedades ilegalmente confiscadas a Estados Unidos y recibir como premio la visita del presidente norteamericano".
Claro, detrás de todo ese perfil troglodita y bravucón, en la cúpula castrista urge el Peptobismol.
Durante estos días, el Gobierno de la isla hace como que armoniza y mantiene un comportamiento comedido ante el acercamiento de Estados Unidos.
Obligado a remover su sostenida imagen de David contra Goliat, ordenó a varios de sus fieles lugartenientes que empresas y ministerios sugieran –con visos de mando– a los trabajadores que no es necesario apoyar, o asistir, a los actos públicos donde estará el presidente Obama.
Me comentó un trabajador de CIMEX, funcionario en activo, y exoficial de las FAR: "Nos dicen que no es importante ir a recibir a Obama, y que los actos se verán mejor en la transmisión de la televisión. Todo será muy formal, sin mucha algarabía".
Verde y con puntas: ¡Guanábana!
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