miércoles, junio 08, 2016

LA FALACIA DEL 1%. Jorge Riopedre sobre las elecciones en EE.UU.

Tomado de http://nuevoaccion.com

LA FALACIA DEL 1%

Por Jorge Riopedre
Junio 6 2016

Una falacia no es más que un argumento falso, aparentemente verdadero; basta que el paquete prenda entre la muchedumbre como ocurrió con los 20,000 muertos de Batista. Algo parecido está sucediendo en Estados Unidos. Las masas se mueven como autómatas, arrastradas por destellos de luz que aluden a sus más urgentes necesidades o problemas, algunos de ellos tan complejos que los científicos sociales no alcanzan a proponer alguna solución permanente. Surgen entonces activistas moderados, vecinos afectado por la violencia, el robo y la

inseguridad, gente razonable que recomienda, por ejemplo, aumentar la presencia policial y procurar trabajo para los jóvenes.

Pero de pronto revienta el globo y aparecen los desafectos al sistema, rebeldes sin causa, profesionales del fraude, bien conocidos, que a base de amenazas al comercio mayorista obtienen millones de dólares evocando pasajes de injusticias o discriminación racial.

No obstante, debo aclarar que comprendo el pase de cuentas que los desvalidos, los abandonados, los indefensos, hacen a la sociedad; hago mía su causa porque en mis primeros años de exilio recogí tomates en los campos de Homestead y me vi sometido a tareas sin mañana por un plato de comida. No es una crítica al oficio de la vida, una lucha sin fin por sacar la cabeza fuera del agua, competir sin descanso a capa y espada por los medios disponibles, suave metáfora para ahorrar arqueadas a los que sienten repugnancia por el lapidario concepto de la supervivencia del más apto. Se trata más bien de despejar equívocos.

Escucho en la radio de Miami repetidas alusiones a una presunta oligarquía norteamericana, pero sin aportar nombres o definir las bases de un argumento lanzado al aire tal vez sin una intención determinada, pero implícitamente nocivo porque invoca un calificativo perteneciente a un mundo ajeno a este país.

En Estados Unidos hay unos 10 millones de millonarios (CNN, CNBC); la ley antimonopolio Sherman Antitrust Act aún permanece vigente y se aplica sin contemplaciones; y la especie de que en Estados Unidos sale presidente el que más dinero tiene ha caído en descrédito: Jeb Bush, descendiente de patricios, con un cofre de cien millones de dólares que muchos daban como seguro candidato republicano, fue superado por Donald Trump, un tipo de armas a tomar, más cerca de los duros callejones de Manhattan que de los barones de la política nacional.

Tal parece que algunos analistas aún no conocen la historia de Estados Unidos o se dejan llevar por emociones pasajeras en el calor del debate o la reflexión sin calcular su

repercusión. Yo también he tropezado con imprevistos en mi larga carrera de más de 30 años cubriendo asuntos de interés público, complicada función de entender e informar sobre las complejidades de la política y la economía. Sin embargo, la ligereza en el manejo de los acontecimientos puede llevar a la desinformación.

Por ejemplo, no es cierto que 1% de la población controle las riquezas en Estados Unidos, como afirman los anarquistas y las minorías más reaccionarias de este país,

alcornoques manejados por revolucionarios profesionales.  No hay otro lugar en el mundo donde la gente acaudalada done cientos de millones de dólares a universidades, hospitales, obras de caridad e incluso a otros países como Estados Unidos.

Cierto que la globalización ha cambiado las reglas del juego, los intereses y las influencias, pero de ahí a sugerir que una oligarquía al estilo tercermundista opera en Estados Unidos, es más que un disparate, una falacia. Sospecho, sin embargo, que los pícaros terminarán por imponerse en las ruinas de esta Roma tardía, y el pueblo llano lamentará la muerte de la gallina de los huevos de oro.