The Washington Post cuestiona cooperación militar entre EEUU y la tiranía militar de Cuba
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Desde hace mucho más de una década la propia tiranía Castrista ha admitido que entre EE.UU. Y Cuba hay colaboración para combatir el narcotráfico y con respecto a la Base de Guantánamo.
Sobre el subdirector de la división de América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gustavo Machín Gómez, quien encabezó la delegación cubana en la reunión de Cayo Hueso, el Post recordó su expulsión de EEUU en noviembre del 2002, por actividades de espionaje.
El editorial señala que, al parecer, la Administración Obama tenía una agenda más amplia en mente cuando aceptó por primera vez la participación de La Habana en la XIV Conferencia de Seguridad del
Caribe, auspiciada por el Comando Sur de Estados Unidos, que tuvo lugar en enero pasado en Kingston, Jamaica.
(Gustavo Machín Gómez)
El diario estadounidense afirma que los militares latinoamericanos valoran la legitimidad que viene acompañada con los lazos con sus homólogos estadounidenses, y alaba el logro de la política exterior de Washington hacia América Latina de condicionar la cooperación y la asistencia militar al respeto al estado de derecho y los derechos humanos.
Según el Post, normalizar los lazos militares entre Estados Unidos y Cuba con la excusa de combatir las drogas y otras amenazas comunes implica que el poder de los civiles ya no es tan importante, y que los militares en Cuba son moralmente equivalentes a sus homólogos del continente, cuando en realidad son cómplices de la represión política y la corrupción.
Por último, el editorial subraya que una legislación pendiente en el Congreso de EEUU podría bloquear la completa normalización de las relaciones militares con Cuba hasta que en la isla se democratice. Mientras, Washington no debería -advierte el Post- comprometerse en una relación con los opresores del régimen castrista.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Desde hace mucho más de una década la propia tiranía Castrista ha admitido que entre EE.UU. Y Cuba hay colaboración para combatir el narcotráfico y con respecto a la Base de Guantánamo.
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Tomado de http://www.martinoticias.com
The Washington Post cuestiona cooperación militar entre EEUU y Cuba
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Según el Post, normalizar los lazos militares con la isla implica que los militares cubanos son moralmente equivalentes a sus homólogos del continente, cuando en realidad son cómplices de la represión política y la corrupción.
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Un editorial del periódico The Washington Post cuestiona este martes el reciente hábito de Estados
Unidos de dar participación a Cuba en su entorno militar de lucha contra delitos comunes en el continente, como el narcotráfico y el tráfico de personas.
(Idael Fumero Valdés)
El Post hace un recuento de la presencia de varios funcionarios cubanos en una base aérea en Cayo Hueso, en abril pasado, como invitados del comando militar estadounidense para América Latina, y recuerda que algunos de ellos juegan un papel destacado en la represión a los activistas de derechos humanos en la isla, como es el caso de Idael Fumero Valdés, jede de Investigaciones de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
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Según el Post, normalizar los lazos militares con la isla implica que los militares cubanos son moralmente equivalentes a sus homólogos del continente, cuando en realidad son cómplices de la represión política y la corrupción.
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Un editorial del periódico The Washington Post cuestiona este martes el reciente hábito de Estados
Unidos de dar participación a Cuba en su entorno militar de lucha contra delitos comunes en el continente, como el narcotráfico y el tráfico de personas.(Idael Fumero Valdés)
El Post hace un recuento de la presencia de varios funcionarios cubanos en una base aérea en Cayo Hueso, en abril pasado, como invitados del comando militar estadounidense para América Latina, y recuerda que algunos de ellos juegan un papel destacado en la represión a los activistas de derechos humanos en la isla, como es el caso de Idael Fumero Valdés, jede de Investigaciones de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Sobre el subdirector de la división de América del Norte del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gustavo Machín Gómez, quien encabezó la delegación cubana en la reunión de Cayo Hueso, el Post recordó su expulsión de EEUU en noviembre del 2002, por actividades de espionaje.
El editorial señala que, al parecer, la Administración Obama tenía una agenda más amplia en mente cuando aceptó por primera vez la participación de La Habana en la XIV Conferencia de Seguridad del
Caribe, auspiciada por el Comando Sur de Estados Unidos, que tuvo lugar en enero pasado en Kingston, Jamaica.(Gustavo Machín Gómez)
El diario estadounidense afirma que los militares latinoamericanos valoran la legitimidad que viene acompañada con los lazos con sus homólogos estadounidenses, y alaba el logro de la política exterior de Washington hacia América Latina de condicionar la cooperación y la asistencia militar al respeto al estado de derecho y los derechos humanos.
Según el Post, normalizar los lazos militares entre Estados Unidos y Cuba con la excusa de combatir las drogas y otras amenazas comunes implica que el poder de los civiles ya no es tan importante, y que los militares en Cuba son moralmente equivalentes a sus homólogos del continente, cuando en realidad son cómplices de la represión política y la corrupción.
Por último, el editorial subraya que una legislación pendiente en el Congreso de EEUU podría bloquear la completa normalización de las relaciones militares con Cuba hasta que en la isla se democratice. Mientras, Washington no debería -advierte el Post- comprometerse en una relación con los opresores del régimen castrista.
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Tomado de https://www.washingtonpost.com
On U.S.-Cuba military cooperation, proceed with caution
Cuba's President Raul Castro attends a May Day parade in Havana on May 1. (Enrique De La Osa/Reuters)
By Editorial Board May 30 at 7:58 PM
IDAEL FUMERO Valdés is not someone you’d expect to see as an honored guest of the U.S. military. As chief of investigations for Cuba’s National Revolutionary Police, a part of the military-controlled Ministry of the Interior, he plays a key law enforcement role in a state where beating and arresting human rights activists is considered law enforcement. Yet there he was at a U.S. naval air base in Key West, Fla., on April 21, touring the facilities at the invitation of the U.S. military command for Latin America.
Accompanying Mr. Valdés were senior officials of the Cuban anti-drug agency and border guards, plus a diplomat. Separately, U.S. officials have attended a security conference outside the United States with a Cuban delegation headed by Gustavo Machín Gómez, who was expelled from a previous diplomatic post in the United States 14 years ago due to his involvement with a highly damaging Cuban espionage operation against the Defense Intelligence Agency. Apparently the White House has decided to let that bygone be a bygone.
Welcome to the brave new world of military-to-military contact with Cuba, the Obama administration’s latest idea for engagement with that island nation. Direct communications between the two countries’ security forces have been going on for years, of course — in limited, operational contexts such as avoiding clashes around the Guantanamo Bay naval base and repatriating Cuban rafters plucked from the sea by the U.S. Coast Guard. That’s necessary and appropriate.
As the Key West visit suggests, however, the administration has a wider agenda in mind. For the first time, the United States accepted Cuban participation, alongside military officers from democracies, in this year’s Caribbean Nations Security Conference in Kingston, Jamaica. The deputy secretary of homeland security, Alejandro Mayorkas, visited Havana earlier this month to discuss law enforcement cooperation. At a conference on the benefits of expanded contacts Thursday sponsored by the American Security Project think tank, a retired Army colonel suggested that the United States could seek information from Cuban military intelligence about North Korea and other countries.
Latin American military and police crave the legitimacy that comes from ties with their U.S. counterparts. A great bipartisan achievement in U.S. foreign policy toward Latin America over the past three decades has been to condition military cooperation and assistance increasingly on respect for the rule of law and human rights — rather than turn a blind eye to military abuses in the name of either anti-communism or the war on drugs, as U.S. officials so often did in previous years.
Today, in a hemisphere where military dictatorship was once widespread, no generals rule. The exception is Cuba, where Gen. Raúl Castro’s word is law. Normalizing military-to-military ties between the United States and Cuba, for the sake of fighting drugs or other “common threats,” would imply that civilian rule doesn’t matter so much to us anymore — that Cuba’s military is morally equivalent to its hemispheric counterparts — when, in fact, it is deeply complicit in political repression and corruption.
Legislation pending in Congress would block full military-to-military normalization until Cuba democratizes. At a time when Cuba’s beleaguered civilian democracy activists need unequivocal U.S. moral support, the administration and outside supporters of its Cuba policy should not be eager for potentially compromising relationships with the Cuban people’s uniformed oppressors.
On U.S.-Cuba military cooperation, proceed with caution
Cuba's President Raul Castro attends a May Day parade in Havana on May 1. (Enrique De La Osa/Reuters)
By Editorial Board May 30 at 7:58 PM
IDAEL FUMERO Valdés is not someone you’d expect to see as an honored guest of the U.S. military. As chief of investigations for Cuba’s National Revolutionary Police, a part of the military-controlled Ministry of the Interior, he plays a key law enforcement role in a state where beating and arresting human rights activists is considered law enforcement. Yet there he was at a U.S. naval air base in Key West, Fla., on April 21, touring the facilities at the invitation of the U.S. military command for Latin America.
Accompanying Mr. Valdés were senior officials of the Cuban anti-drug agency and border guards, plus a diplomat. Separately, U.S. officials have attended a security conference outside the United States with a Cuban delegation headed by Gustavo Machín Gómez, who was expelled from a previous diplomatic post in the United States 14 years ago due to his involvement with a highly damaging Cuban espionage operation against the Defense Intelligence Agency. Apparently the White House has decided to let that bygone be a bygone.
Welcome to the brave new world of military-to-military contact with Cuba, the Obama administration’s latest idea for engagement with that island nation. Direct communications between the two countries’ security forces have been going on for years, of course — in limited, operational contexts such as avoiding clashes around the Guantanamo Bay naval base and repatriating Cuban rafters plucked from the sea by the U.S. Coast Guard. That’s necessary and appropriate.
As the Key West visit suggests, however, the administration has a wider agenda in mind. For the first time, the United States accepted Cuban participation, alongside military officers from democracies, in this year’s Caribbean Nations Security Conference in Kingston, Jamaica. The deputy secretary of homeland security, Alejandro Mayorkas, visited Havana earlier this month to discuss law enforcement cooperation. At a conference on the benefits of expanded contacts Thursday sponsored by the American Security Project think tank, a retired Army colonel suggested that the United States could seek information from Cuban military intelligence about North Korea and other countries.
Latin American military and police crave the legitimacy that comes from ties with their U.S. counterparts. A great bipartisan achievement in U.S. foreign policy toward Latin America over the past three decades has been to condition military cooperation and assistance increasingly on respect for the rule of law and human rights — rather than turn a blind eye to military abuses in the name of either anti-communism or the war on drugs, as U.S. officials so often did in previous years.
Today, in a hemisphere where military dictatorship was once widespread, no generals rule. The exception is Cuba, where Gen. Raúl Castro’s word is law. Normalizing military-to-military ties between the United States and Cuba, for the sake of fighting drugs or other “common threats,” would imply that civilian rule doesn’t matter so much to us anymore — that Cuba’s military is morally equivalent to its hemispheric counterparts — when, in fact, it is deeply complicit in political repression and corruption.
Legislation pending in Congress would block full military-to-military normalization until Cuba democratizes. At a time when Cuba’s beleaguered civilian democracy activists need unequivocal U.S. moral support, the administration and outside supporters of its Cuba policy should not be eager for potentially compromising relationships with the Cuban people’s uniformed oppressors.
posted by PPAC @ 6/01/2016 01:46:00 a. m.
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