martes, diciembre 20, 2016

Esteban Fernández: FIDEL CASTRO ODIABA A CUBA Y A LOS CUBANOS

EL MUERTO ODIABA A CUBA Y A LOS CUBANOS

 
Por Esteban Fernández
19 de diciembre de 2016

Todos los días de mi vida me hago la pregunta ¿Por qué Fidel Castro Ruz hizo lo que hizo? Yo siempre simplifico y esbozo una respuesta muy fácil y sencilla: “Porque era un hijo de puta”. Pero eso no es suficiente. Tiene que haber -y lo hay- algo más profundo y tenebroso.

Solamente el odio brutal, inexplicable y absurdo, de un mal nacido a una nación tuvo que haber sido el único motivo que lo llevó a consumar la absoluta destrucción de la Isla de Cuba. Yo entiendo que un tipejo con ansias de poder absoluto puede cogerse un país, pero lo que no concibo es ¿por qué tuvo que hacer añicos a esa nación?

Ya en los primeros meses del año 1959, mientras la mayoría de nosotros creíamos que al frente de Cuba estaba un recién estrenado “Gobierno Revolucionario”, en una bella residencia propiedad del tío de mi amiga Madeleine Labastilla (donde vivía el “Che” Guevara porque supuestamente “el aire de ese lugar beneficiaba su asma”) en una de las mejores playas del país, Tarará, se reunían diariamente un grupúsculo de desalmados (siendo este el verdadero gobierno secreto) conjurándose para implantar una bestial tiranía en nuestro país.

Lo que me parece increíble (de verdad que todavía a estas alturas de crímenes y atrocidades no lo concibo) es que un monstruo los llevara de la mano a DESTRUIR A CUBA.

¿Por qué, por qué un grupito de jóvenes cubanos se complotó para seguir las órdenes de una hiena sedienta de sangre no solamente para adueñarse del país, sino para acabar con la Patria de todos mientras el resto de los cubanos adorábamos a la Isla?

Al morir, el saldo es monstruoso: Ha acabado con todo, no se ocupó de construir nada, las viviendas que quedan en pie parecen que están al caerse, no han pintado nada, el mar está contaminado, las calles rotas, no sé cuánto tiempo hace que no se arregla una calle en Cuba.

Hace un tiempo le preguntaba a mi amiga Amir Santana por mi adorado Río Mayabeque y me contestó: “¿Qué Río? Ya ese río hace muchísimo que dejaron que se secara, ese río prácticamente ni existe”. Increíble pero cierto.

Mi difunto amigo “Fonfi” Domínguez me decía algo parecido del río Caimito que tanto él disfrutaba en San Nicolás de Bari. A La Playa del Rosario no le queda ni una casa viva.

La Habana que era una de las mejores capitales del mundo en el año 1959 hoy anda a oscuras y a no ser los lugares exclusivos para el turismo es una verdadera calamidad. Quizás hasta la capital de Haití luzca mejor hoy que Cuba. Por lo menos más iluminada.

En una ocasión Fidel Castro dijo “Este es un pueblo de H.P. y si algún día yo tengo poder en este país voy a aplastar a todos los cubanos como si fueran unas cucarachas”. Y cumplió con su amenaza. Quizás fue la única que cumplió en su desgraciada vida.

Y no solamente eso sino que arrastró consigo a miles de cubanos que se han prestado a hacer polvo y ceniza a una de las naciones más prósperas de todo el universo.

Que el degenerado Fidel y comparsa de ladrones se convirtieran en millonarios es comprensible, pero que junto a eso acabaran con nuestro país, con la flora, la foresta, y hasta los mares, eso es inverosímil.

Todo el que ha estudiado las vidas de los grandes dictadores del mundo sabe que han sido malos pero que al mismo tiempo han tratado de compensar eso con beneficios para sus países. Puede haber entre nosotros miles de enemigos y críticos de Machado pero nadie puede ocultar que hizo miles de construcciones. Es más, sin Gerardo Machado no existiera ni la Carretera Central de Cuba. El que quiera puede criticar a Augusto Pinochet de Chile, pero para mí que salvó a Chile de convertirse en otra Cuba. ¡Hasta Hitler trató de hacer creer a los alemanes que eran seres superiores!  Fidel, a Fulgencio Batista lo convirtió en un “niño de teta” comparado con él.

Y, encima de eso, este facineroso logró desmoralizar al pueblo cubano. Porque la destrucción moral ha sido miles de veces peor que la material. Allí la gente no cree en nada ni en nadie, han perdido las esperanzas en la Patria y lo único que le interesa es resolver y escapar. Y por ese odio del más malvado de los cubanos a Cuba es que yo lo odio hasta después de muerto. Sinceramente no creo que en la actualidad odie tanto el infierno como odió a Cuba.