lunes, diciembre 26, 2016

Razones de Angola (IX). César Reynel Aguilera sobre algunas de las relaciones antes de 1959 . de Fidel Castro y Raúl Castro con el comunismo internacional en medio de la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

En el artículo El hombre que tuvo tres nombres, se lee que fue  el comunista Flavio Bravo (era miembro del Partido Socialista Popular o PSP que  era en ese momento  el nombre que tenía el primer partido comunista en Cuba)   la persona que recibió el 4 de marzo de 1960 al importante estratega militar  hispano soviético   Francisco Ciutat de Miguel, también conocido como   Pavel Pablovich Stepanov,  o Ángel Martínez Riosola ¨Angelito¨, quien además de ser teniente coronel durante la Guerra Civil en España (1936-1939)  había  estudiado y posteriormente enseñado en la academia militar más importante de la Unión Soviética.

Pero  Angelito no fue el único asesor  militar que llegó de la URSS en ese momento. En  ese artículo el autor cita una entrevista suya con la viuda del ¨Comandante Angelito¨  en la que se lee:

—¿Cree de verdad que Paco se parecía al padre de Fidel?

Yo pienso que esa fue una galantería de su parte, para distinguirlo entre unos diez españoles que integraban este grupo de militares de academia llegado a Cuba como asesores. Lo cierto: Paco y Fidel establecieron muy buenos lazos, tal vez por esa forma de tratar con la gente que tenía mi marido que, aunque nada bien parecido, poseía unos ojos azules magnéticos, preciosos, incapaces de reflejar ira, odio u otro sentimiento parecido.

Uno de esos asesores hispano soviéticos fue el que le sugirió a Fidel Castro  crear los Comité de Defensa de la Revolución.

En ese artículo,  el hoy también fallecido Comandante Belarmino Castilla  ¨Anibal¨  es entrevistado:

En su despacho de la Oficina de Historia del II Frente Oriental Frank País, en el reparto Kolly, en Ciudad Habana, nos recibe el comandante Belarmino Castilla Mas —fallecido recientemente— para hablarnos del Comandante Angelito, con quien estrecha relaciones en el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Yo lo veo como ese hombre excepcional que llevó a las FAR la organización y la estrategia militar modernas. Él tuvo la virtud de enseñarnos el camino, los primeros pasos en aquella gran tarea, en aquella importante empresa que fue la creación y organización de las fuerzas armadas de nuevo tipo.

Angelito fue uno de los que más se destacó, por su experiencia, por su brillantez, por sus conocimientos, por su lealtad permanente a la causa revolucionaria, por la identificación tan estrecha lograda entre nuestros principales jefes, incluidos los compañeros Fidel y Raúl. Y a todo ello contribuyó grandemente su calidad como ser humano, su gran cultura general y militar, y su ferviente amor a las causas de la clase obrera y, específicamente, a la de nuestra Revolución cubana”.

—¿Por qué piensa que los soviéticos lo escogieron cuando Cuba les pidió asesoramiento militar?

Porque reunía todas las condiciones, incluso, hablaba la misma lengua materna.

 De izq. a der. Comandante Angelito, Comandante Sergio del Valle, Comandante Raúl Castro Ruz y Comandante Tomassevich


 El Comandante Angelito recibe un reconocimiento por su labor de parte de los tiranos Fidel y Raúl Castro
.
Uno de esos 10 primeros asesores militares y políticos  hispano soviéticos fue el famoso Enrique Líster, quién fue el que sugirió la creación de los Comité  de Defensa de la Revolución o CDR y dirigió la implantación de la Libreta de (des)Abastecimiento:

Del libro Fidel Castro: Escupiré sobre su Tumba  cuyo autor es Alejandro Prieto Blanco.

¿ Alguien cree todavía, por ejemplo,  que las órdenes de Fidel Castro  cuando sucedió el bombardeo de preludio de la invasión de Bahía de Cochinos  así como durante las batallas que  hubo en esa invasión salieron de la cabeza de Fidel Castro?¿Alguien cree que las exitosas estrategias de la Seguridad del Estado en contra de las organizaciones antiCastristas de las ciudades y de los campos cubanos fueron diseñadas por los cubanos que pertenecían a la Seguridad del Estado sin cooperación alguna  de los asesores del campo socialista?


Pueden leer más sobre el Comandante Angelito y  su labor en contra de las guerrillas antiCastristas y anticomunistas haciendo click AQUÍ.
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Tomado de http://www.penultimosdias.com

Razones de Angola (IX)


Fidel Castro con Anastas I. Mikoyan, en una recepción habanera el 8 de febrero de 1960. © Bettmann/CORBIS.

Por César Reynel Aguilera
Montreal
Diciembre  22 de  2010

Amor a primera sombra

Si aceptamos que en el Moscú de 1958 nada sabían de Fidel Castro estamos aceptando, entonces, que la velocidad del noviazgo entre la revolución cubana y la Unión Soviética es equivalente, en términos de política real, a enamorarse de una persona desconocida antes de que doble la esquina.

Si algo caracterizó las relaciones del PCUS y la KGB con los mal llamados líderes del Tercer Mundo fue precisamente la cautela. No existe un sólo caso, en la geopolítica soviética, en que las relaciones con un “movimiento de liberación nacional”, en el poder, hayan ocurrido con la rapidez y profundidad que tuvo el compromiso soviético con el castrismo. En menos de diez y ocho meses los ‘bolos’, que es como los llamamos en Cuba, lograron controlar económica y militarmente una plaza que en las claves de su inteligencia pasó a tener el nombre código de “Cabeza de Playa” (Avanpost).

La explicación de esa penetración tan rápida, profunda e inusual es que los soviéticos sí sabían de la Revolución cubana —mucho más de lo que le conviene reconocer a la versión oficial del castrismo. Ya en octubre de 1958 Nikita Jruschov habló de la “heroica y desigual lucha del pueblo cubano contra la opresión imperialista”. Ese mismo año, en el mes de diciembre, el Presidium del Comité Central del PCUS tomó una decisión en la que es importante detenerse.

Unas semanas antes la embajada Checa en la Ciudad de México recibió la visita de un supuesto representante de la Armería Polini, radicada en San José, Costa Rica. Esa persona, todavía no identificada hoy, solicitó a los checos el abastecimiento de armas, morteros y municiones para las columnas rebeldes de Fidel Castro. Una vez más es importante recordar, y recalcar, que esos contactos no ocurren, ni pueden ocurrir, sin la existencia de vías (caminos) que garanticen la legitimidad de la persona que contacta y minimicen, en lo posible, la posibilidad de una provocación o de un engaño. En Cuba esas vías siempre pasaron, directa o indirectamente, a través del PSP. En 1958, recordemos, ya Fabio Grobart llevaba una década viviendo en Praga y trabajando para la Federación Sindical Mundial, una organización que ya hoy se sabe que fue (al igual que la FMJD) una las fachadas que utilizó la KGB para su trabajo en el exterior.

La inteligencia checa, que desde 1948 era incapaz de tomar una sola decisión sin consultar con Moscú, pidió asesoramiento de los soviéticos y recibió respuesta a través de la decisión del Presidium de Comité Central que hoy puede ser consultada en el Archivo del Presidente de la Federación Rusa (Extracto del Protocolo 198, reunión del Presídium de diciembre 27, 1958, folio 3, lista 65, Fichero 871). En esa resolución (que ya está desclasificada y es pública), el PCUS aprobó “la intención de los amigos checos de ayudar al movimiento de liberación en Cuba”, y dio instrucciones precisas de no dejar ningún rastro escrito diciendo que la armas eran para Cuba, que verificaran exhaustivamente la seriedad de las intenciones de la compañía (léase contacto), y que no enviaran ningún arma que pudiera ser rastreada como perteneciente al bloque soviético.

Una lectura ingenua de esa resolución podría ser que los soviéticos, o la KGB, ante la inminencia del triunfo castrista, decidieron sumarse a la Revolución. La realidad, sin embargo, es que en Cuba, en diciembre de 1958, ni los más optimistas soñaban con la fuga batistiana. Al mismo tiempo, esas operaciones de contacto y solicitud de ayuda no se preparan de un día para otro; lleva meses hacerlo de una forma adecuada y segura. Por último, el hecho de que esa solicitud haya alcanzado el conocimiento del Presidium no significa que otras operaciones similares, y anteriores, no hayan podido suceder sin el conocimiento y la autorización de la política soviética. Si algo enseña la historia de la KGB, después del XX Congreso del PCUS, es que su condición de poder, dentro del poder, le dio un alto margen de libertad a la hora de decidir qué informar y qué no informar.

Con la fuga batistiana el cortejo entre cubanos y soviéticos fue tan intenso, y tan rápido, que no puede ser explicado bajo la ingenua idea del guiño y el tanteo. Tuvo todas las características de un noviazgo ya pactado. En fecha tan temprana como enero de 1959, Alexander Alexeiev, antiguo jefe de la estación de la KGB en Buenos Aires, y funcionario especialista en América Latina de la Comisión de Asuntos Culturales del Comité Central del PCUS, pidió ser enviado a La Habana y su solicitud, a recomendación de Alexander Shelepin, jefe de la KGB, fue aceptada por el Comité Central (Archivo del Presidente de la Federación Rusa: A. Shelepin al Comité Central, Sept. 15, 1959, Folio 3, Lista 65, Fichero 891, p. 1).

Para muchos analistas esta solicitud, y su aceptación, es prueba de la necesidad que tenían los soviéticos de llenar ese supuesto vacío de inteligencia, e información. Desde el punto de vista operativo, sin embargo, ese nombramiento indica exactamente lo contrario. Alexeiev era un cuadro de inteligencia demasiado importante para enviarlo a una situación desconocida. La KGB nunca trabajó así. Alexeiev fue a Cuba porque, entre otras cosas, la inteligencia soviética sabía que a pesar de la situación convulsa, y de las incógnitas que rodeaban la figura de Fidel Castro, existían un grupo mínimo de condiciones que garantizaban la seguridad de su enviado, la discreción de su trabajo y el posible éxito de la misión encomendada. Y así fue; los cubanos tardaron varios meses en extender la visa al enviado de Moscú, pero cuando Alexeiev llegó a La Habana tuvo una seguridad personal garantizada por el aparato de inteligencia del PSP, logró acceso inmediato a Fidel Castro y, sin muchos preámbulos, empezó a despachar sobre la visita de Anastas Mikoyan, la venta de armas y unos convenios de colaboración que incluían millones de toneladas de azúcar y barriles de petróleo.

Cuando Alexeiev llegó a La Habana, el 1 de octubre de 1959, lo hizo muy bien informado; ya el 26 de febrero de ese mismo año se había reunido con Severo Aguirre en Moscú (Centro de almacenamiento de la documentación contemporánea. Reunión de Alexander Alexeiev con el miembro de PSP Severo Aguirre: Feb. 26, 1959, Folio 5, lista 50, fichero 174, pág. 7). De esa reunión la alta jerarquía soviética supo, por boca de un representante del círculo político del PSP, que el Partido merecía ser reconocido por el triunfo de la revolución, sobre todo por su trabajo para controlar las acciones de Fidel Castro, quien había empleado “el terror individualista desde el comienzo de su lucha contra la tiranía en las montañas”, algo que, según las propias palabras de Aguirre, “interfería con el trabajo del PSP”. “Nosotros hicimos todo lo posible —recalcó Aguirre— para que Fidel Castro abandonara esos métodos”.

Otro rastro documental de la visita a Moscú de ese representante del PSP ilustra, de forma muy clara y temprana, la esencia de la estrategia que los soviéticos escogieron para darle al castrismo una ayuda militar, ideológica, y económica, que ya estaba prácticamente decidida. Cuando Severo Aguirre solicitó al editor del periódico Pravda (miembro activo de la KGB), el respaldo a la revolución cubana de los órganos de propaganda soviéticos, la respuesta que obtuvo fue la siguiente: “Las cosas van bien, y el imperialismo americano podría usar esos artículos de Pravda como justificación para sus futuros ataques a las estructuras democráticas de Cuba. Si las cosas empiezan a deteriorarse en Cuba, entonces Pravda brindará más información y publicará sus expresiones de solidaridad”. (Centro de almacenamiento de la documentación contemporánea: Carta de Severo Aguirre al Comité Central. Marzo 1, 1959, Folio 3, Lista 50, Fichero 174, pág. 11).

En marzo de 1959 (aproximadamente) un representante del PSP, todavía hoy no identificado, se reunió con el Mariscal Vasili Sokolovsky, jefe del estado mayor del Ejército Rojo, para discutir la ayuda militar soviética al triunfante Ejército Rebelde. Antes de esa importante reunión, el representante del PSP escribió un informe titulado: “Las fuerzas armadas tradicionales y actuales en Cuba” (Centro de almacenamiento de la documentación contemporánea. Archivo del secretariado del Comité Central: Reporte anónimo de un representante del PSP, con sumario de la reunión sobre este tema entre el autor del reporte y el Mariscal Sokolovsky. Sin fecha, por el contexto, alrededor del primero de marzo de 1959. Folio 5, lista 50, fichero 174, págs. 35-52).

Ese encuentro tuvo dos consecuencias importantes, la primera: dio lugar a la resolución del Presidium del Comité Central de enviar a Cuba diez asesores hispano-soviéticos, con la misión de reorganizar y convertir al Ejército Rebelde en una fuerza militar moderna. Uno de eso asesores, que llegó a La Habana en marzo de 1960, y fue conocido por los cubanos como Ángel Martínez Riosola (su verdadero nombre fue Francisco Ciutat de Miguel, y los soviéticos lo bautizaron como Pavel Pablovich Stepanov), es recordado, según las palabras del comandante Belarmino Castilla, como el hombre “que llevó a las FAR la organización y la estrategia militar modernas”. La segunda consecuencia fue la oferta, “inesperada”, del Mariscal Sokolovsky, de entrenar pilotos de combate cubanos. La fecha es, recordemos, marzo de 1959; el día cinco de ese mes, allá en La Habana, varias decenas de pilotos, fueron acusados falsamente de ser batistianos y condenados, en un segundo juicio, a penas que oscilaron entre veinte y treinta años de prisión. El castrismo necesitaba pilotos.

Un mes más tarde, en abril de 1959, Raúl Castro envió a Lázaro Peña, a Moscú, con la solicitud de asistencia soviética para las fuerzas armadas cubanas. Raúl Castro pidió la asistencia de unos cuantos comunistas españoles que fueran graduados de las academias militares del Ejército Rojo. En esa visita Lázaro Peña también hizo llegar un mensaje de Blas Roca, invitando a los soviéticos a “desarrollar relaciones económicas con Cuba, comprar azúcar cubana y abastecer al país con maquinarias agrícolas y equipamiento industrial” (Archivo del Presidente de la Federación Rusa: Boris Ponomarev al Comité Central, Abril 15, 1959, Folio 3, lista 65, fichero 874).

Esos tres contactos —bien tempranos y de alguna forma redundantes y contradictorios—, de tres miembros distintos del PSP, dos que han sido identificados (Severo Aguirre y Lázaro Peña) y uno que todavía hoy permanece bajo el anonimato, ilustran la existencia de una organización, como la del PSP, estructurada en círculos concéntrico, con un alto nivel de compartimentación y con acceso a escalones muy diferentes dentro de la jerarquía soviética. Mientras Aguirre y Peña tuvieron que contentarse con anfitriones de niveles intermedio, el misterioso enviado anónimo del Partido tuvo acceso a un Mariscal del Ejército Rojo que era, además, el jefe de su Estado Mayor.

¿Quién pudo haber sido ese enviado? Es difícil saberlo con certeza. Lo único que podemos saber, por el momento, es el grupo que requisitos que tuvo que reunir para que ambas partes, la soviética y la cubana, lo consideraran como la persona idónea para un contacto del más alto nivel y, por tanto, de la más alta discreción y confiabilidad. Tiene que haber sido un cubano, de preferencia que hablara ruso, que tuviera conocimientos militares, que fuera bien conocido y confiable para los estrictos estándares de seguridad de la KGB y de la inteligencia militar soviética. Al mismo tiempo, tiene que haber sido alguien con acceso a la más alta jerarquía del movimiento castrista, y depositario de un respeto y una confianza que Fidel Castro sólo tuvo para con unos pocos miembros del PSP.

Flavio Bravo encaja perfectamente con ese perfil. Fue el hombre que se ganó la confianza de Fidel Castro desde sus años en la Universidad de La Habana. Fue el comunista que avaló la membrecía Raúl Castro en el PSP. Estuvo exiliado en Moscú desde 1952, hablaba ruso y se sabe que estudió en alguna de las academias militares soviéticas. En 1961 fue jefe de operaciones del Estado Mayor General de las FAR, cargo que conservó hasta después de la Crisis de Octubre. En 1963 fue jefe (operativo y real) de la misión cubana en Argelia; y a partir de ahí su nombre aparece vinculado, de una forma u otra, a casi todas las operaciones “cubanas” en África, incluida la reunión con Agostino Neto en mayo de 1975, en Brazzaville.

Hay dos detalles que apuntan hacia la posibilidad de que haya sido Flavio Bravo quien se entrevisto con el Mariscal Sokolovsky. El primero es que a la llegada de Ángel Martínez Riosola a La Habana fue precisamente “Julio” (nombre de guerra de Flavio) el contacto que lo estaba esperando en el aeropuerto “José Martí” y lo guió con todos los cuidados y rigores de una operación de inteligencia. Al mismo tiempo, el Mariscal Sokolovsky es el creador de la famosa doctrina que lleva su nombre y que tiene, entre uno de sus puntos principales, el carácter decisivo, sobre el destino de una guerra general, de la fase más temprana de la misma. Esa doctrina, que puede ser traducida al cubano con el famoso dicho de que “el que da primero da doble”, fue esencial en el diseño de la estrategia nuclear soviética y se convirtió, por tanto, en una de las razones del emplazamiento de misiles nucleares en Cuba. Cuando eso sucedió, casualmente, el jefe de operaciones del Estado Mayor General de las FAR eraun hombre en el que los soviéticos siempre tuvieron una gran confianza.

(Continuará…)

César Reynel Aguilera
Montreal

Foto: Fidel Castro con Anastas I. Mikoyan, en una recepción habanera el 8 de febrero de 1960. © Bettmann/CORBIS.