jueves, diciembre 08, 2016

Roberto Álvarez Quiñones: El mito mejor vendido por Fidel Castro

 Documental hecho por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo que recoge testimonios de profesionales de la salud cubanos, de tres generaciones, que han ejercido en Cuba y en el extranjero, durante las cinco últimas décadas y que actualmente residen en la isla y en el extranjero.
 El documental recoge testimonios de profesionales de la medicina

Documental: Mito y realidad de la medicina en Cuba - IMHCT



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Tomado de http://www.diariodecuba.com

El mito mejor vendido por Fidel

Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
7 de Diciembre de 2016

La educación y la salud pública gratuitas como "obra genuina de la revolución" es en mi opinión el mejor y más sofisticado mito (doble) que Fidel Castro vendió a los cubanos y al mundo, entre los tantos que tejió en su andar como dictador, el más largo  de  la historia moderna.

Ambos servicios sociales, sin costo alguno para educandos y pacientes, conformaron juntos la joya de la corona de la propaganda castrista, por su sensibilidad en lo humano, y su gran alcance proselitista.

Digo que es el mejor vendido porque aún hoy sigue vivo, pese a que ya no existe. Y es el más sofisticado porque no es algo propiamente falso. Ciertamente desde los años 60 hasta 1991 los servicios de educación y de salud pública se expandieron por todo el país.

La falsedad radica en dos falacias: 

1)  Fidel Castro hizo creer a todos que ello se debía al sistema comunista implantado por él y el Che Guevara; aseguraba que era superior a los modelos socioeconómicos "burgueses" de Latinoamérica y todo Occidente.

2) Desde hace 25 años la educación y la salud pública en Cuba son un desastre.

Esos dos servicios clave alcanzaron notable nivel  gracias a los subsidios de la Unión Soviética y al manejo irresponsable y caprichoso de dichos recursos financieros. En eso consiste el mito.

Por su narcisismo, y con propósito de propaganda política-ideológica, Fidel usó gran parte del dinero soviético para gastos sociales desproporcionados para la economía y el grado de desarrollo del país, en vez de precisamente dedicarlo al desarrollo de la nación, elevar el nivel de vida de los cubanos y garantizar los servicios de educación y salud masivos de forma autóctona, permanente y no postiza.

Fue un gran embuste asegurar que los avances sociales en Cuba eran producto de la economía estatal centralmente planificada. Nunca se habría podido lograr nada si hubiese dependido de la más improductiva y descapitalizada economía de las Américas. O sea, Fidel se acreditaba los honores y el tío Sacha  pagaba la cuenta, con regalos entre 4.000 y 6.000 millones de dólares anuales. 

Obviamente, al desaparecer la URSS todo se vino abajo. Brotó la mentira de la vitrina social de que tanto presumía el  comandante. Hoy el régimen no habla de educación ni de salud pública. No puede.

Disparates y despilfarro

Fueron incontables las barbaridades cometidas por el difunto faraón cubano. En uno de sus arranques de locura se le ocurrió un plan "único en el mundo" que denominó Escuela en el Campo. Ordenó la construcción de 535 gigantescas  escuelas de tres y cuatro pisos en los campos (40 de ellas para becados del Tercer Mundo), con una gravísima afectación para la economía nacional y la vida de los cubanos.

El comandante gastó miles de millones de dólares en los 20 años que duró su disparatado experimento, hasta 1991. Se emplearon diez millones de toneladas de cemento, se ensamblaron 2.000 ómnibus rusos (Girón) para transportar a los estudiantes.  Se consumieron 16 millones de toneladas de alimentos y 15 millones de toneladas de combustible. Eso sin contar el equipamiento técnico y docente, uniformes, y todo el cuantioso avituallamiento necesario en general.

Con tan fabulosos recursos financieros se pudo desarrollar más la economía nacional y satisfacer las más agobiantes necesidades de la población.

La inmensa mayoría  de los estudiantes secundarios y preuniversitarios fueron trasladados a vivir en aquellas escuelas y trabajar como peones agrícolas de media jornada. Los estudiantes de las ciudades eran llevados a trabajar en la agricultura por períodos entre 45 días y tres meses.

Al cesar los subsidios de Moscú aquellos enormes inmuebles campestres fueron abandonados. Algunos fueron convertidos en cárceles y otros en viviendas, que siguen vacías por falta de trabajadores que quieran laborar en terrenos llenos de marabú.

El daño social causado fue grande. Marcaron negativamente a cientos de miles de adolescentes en lo psicológico,  familiar,  moral, sexual, académico, educativo, y en las buenas maneras para comportarse socialmente.

A propósito, conviene  recordar que en Cuba se institucionalizó el lavado de cerebro de niños, adolescentes y jóvenes. Se  les inculca  una visión distorsionada  de la historia de Cuba y del mundo, se cultiva el antimperialismo, el "internacionalismo proletario", el desprecio a los valores democráticos y las libertades  individuales. Se venera a Fidel Castro y su idiotez de que "el futuro pertenece por entero al socialismo", o la más tonta consigna de "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che".

¿Escasez de escuelas antes de 1959?

Otro pilar del mito es la afirmación de que en Cuba antes de 1959 apenas había escuelas públicas y maestros, y que la enseñanza universitaria era tan cara que resultaba inalcanzable para los hijos de los trabajadores.

Falso. En 1958, según el Anuario Estadístico de Cuba, había en la Isla 7.567 escuelas primarias públicas (gratuitas) y 869 privadas, o sea, 8.436 en total. De las escuelas públicas, 1.206 estaban en el campo. A mediados de los años 50 la educación pública contaba con 25.000 maestros, y la educación privada con 3.500.

También  el sistema educacional público contaba con institutos de segunda enseñanza (bachillerato), escuelas normales para maestros, escuelas del hogar, escuelas normales de kindergarten, escuelas de comercio, escuelas de bellas artes, escuelas de agrimensura, escuelas de artes y oficios, escuela de periodismo, escuela profesional de publicidad y las escuelas tecnológicas, entre otras. Con más de 150 instituciones de ese tipo, en el curso 1955-56  la matrícula fue de 70.029 alumnos.

Hoy en día casi nadie en Cuba sabe que en la Universidad de La Habana la matrícula anual costaba solo 60 pesos —equivalían entonces a 60 dólares—, a pagar en tres plazos. Un joven podía graduarse de médico, ingeniero, abogado, arquitecto, contador público, o de doctor  en Ciencias Sociales, en Filosofía y Letras, o en Pedagogía, con cinco pesos mensuales.

En la práctica eran gratis las clases, las prácticas de laboratorio, los deportes, el formidable Balneario Universitario en Miramar, con su piscina olímpica y la playa. Me consta que en el balneario por 50 centavos se podía almorzar bistec de palomilla, arroz, papas fritas, ensalada  y un postre. También era gratuita la asistencia médica en la Clínica del Estudiante, que ocupaba el séptimo piso del actual Hospital Fajardo.

Claro, los estudiantes tenían que comprar libros y  cosas para sus clases. En la librería universitaria ("Alma Mater") tenían bajos precios. A los estudiantes procedentes del interior del país sus familias debían costearles el hospedaje en alguna casa de huéspedes cercana a  la universidad, que costaba como promedio 50 pesos mensuales, incluyendo  desayuno, almuerzo y comida.

En 1958 Cuba contaba con un sistema de asistencia médica de alto nivel profesional y tecnológico. Había 35.000 camas de hospitales. Con una población de 6,6 millones de habitantes, había una cama por cada 190 habitantes, cifra superior a la de una cama cada 200 habitantes en países desarrollados. Estados Unidos tenía 109 camas por habitante. En 2013, hace tres años, había 38.642 camas, una por cada 289 habitantes.

A fines de los 50 Cuba registraba la tasa de mortalidad infantil más baja de América Latina,  seguida  por Argentina y Uruguay,  según la Organización Mundial de la Salud. En médicos por habitantes en 1958 la Isla era solo superada por Argentina y Uruguay.

Derrumbe al cesar los subsidios

Al desaparecer la URSS, el dinero venezolano pudo solventar parte de los gastos sociales. Pero, dado el deterioro imparable  de la economía castrista, la demanda de cash creció y los subsidios de Caracas resultaron insuficientes. Para colmo, el precio del petróleo se desplomó.

Hoy el sistema de educación en Cuba es una calamidad. Faltan libros de texto, libretas, lápices, uniformes, materiales y equipamiento tecnológico para las clases y para las prácticas de laboratorios. Tampoco hay suficientes maestros y profesores calificados, ni acceso a internet, ni programas de estudio modernos, propios del siglo XXI.

Los edificios y muebles de las escuelas  sueltan los pedazos, en ruinas. Los fraudes y la corrupción campean entre el profesorado y el alumnado. Con "regalitos" al maestro, los alumnos son aprobados fraudulentamente. El presupuesto para la educación ha sido reducido drásticamente.

Mientras, en el sector de la salud lejos de aumentar el número de camas y de hospitales, son clausurados los existentes. Dese 2010 han sido cerrados 60 hospitales. Ya se perdió el 25% de la capacidad de hospitalización del país. La escasez de medicamentos es alarmante.

En 2010 fueron despedidos 47.000 empleados del sector de la salud. Los consultorios del médico de la familia se redujeron de 14.007 en 2006 a 11.506 en 2013, y siguen disminuyendo por falta de médicos, pues son exportados  como esclavos de bata blanca para confiscarles el 75% de sus salarios en el extranjero. En pleno siglo XXI.

Casi la mitad de los 82.000 médicos cubanos graduados en la Isla (también se gradúan extranjeros) no están en la Isla. Prestan servicio en 67 países, fundamentalmente en Venezuela y Brasil. Por ello ha caído peligrosamente la atención médica primaria, y aún más  la especializada.

Es triste el estado de los hospitales: falta de higiene elemental, pululan cucarachas y  mosquitos, los pacientes tienen que llevar sus propias sábanas, almohadas, jeringuillas, y a veces hasta el yodo y el mercurocromo. Muchas intervenciones quirúrgicas  no se realizan por falta de cirujanos, de puntos para suturas, o de algo tan  simple como gasa para absorber  la sangre. La poca comida para los hospitalizados es intragable.

Conclusión, Fidel engañó a todos  con tal maestría que todavía dentro y fuera de la Isla siguen creyendo que la educación y la salud públicas son un estupendo "logro de la Revolución". A esos creyentes yo los invito a que vayan a Cuba. Visiten hospitales y escuelas, pero fuera del circuito reservado para los turistas.

Al no haber ya suficiente dinero extranjero regalado, y como expresión de la crisis económico-social que devasta la Isla,  la educación y la salud pública hoy dan pena. Son una vergüenza nacional.
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 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

 No abordaré ahora, para no agobiar a los lectores de Baracutey Cubano, lo relativo a la educación en la República de Cuba (1902-1958), pero puede leerse en el mismo artículo de donde extraje  el fragmento relativo a la Salud que les muestro a continuación, no sin antes puntualizar que la Deuda Externa de Cuba en 1958 era de sólo 7 dólares  per cápita que eran igual a 7 pesos cubanos por cubano; es decir: esos logros fueron alcanzados por el trabajo, el sudor y las inicitivas de los cubanos.
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Tomado del  número 49 de la revista
Una primera aproximación a la República ( 1902-1958)

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

Salud

Al concluir la guerra, según plantea el Dr. Álvarez Sintes en su libro, los pueblos y ciudades del país estaban en la mayor insalubridad, no había prácticamente, ninguna organización de salud pública.
Entre 1898 y 1899 los muertos por enfermedades contagiosas fueron numerosos, alcanzando la cifra de 27 821; destacándose en particular, las cifras correspondientes a Tuberculosis (2 794), Malaria (1 907), Tifoidea (1 012), Fiebre Amarilla (136), etc.

Durante el período de ocupación norteamericana de 1899-1902 se llevaron a cabo fuertes acciones a favor de la salubridad e higienización del país, y en particular, en la lucha contra la Fiebre Amarilla, la cual asolaba al país. Esa indiscutible labor humanitaria ha sido cuestionada en ocasiones arguyendo que fue motivada por el interés del gobierno norteamericano por la salud de sus tropas en el país y de las ciudades y puertos norteamericanos cercanos a Cuba. En 1899 se fundó la primera Escuela de Enfermeras en el Hospital ¨Nuestra Señora de las Mercedes¨; en el 1900 se enriqueció el Plan de Estudios de Medicina y se fundó la Escuela de Cirugía Dental (Álvarez,2). La esperanza de vida a inicios del pasado siglo XX era aproximadamente de 33 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57).

Al instaurarse la República en 1902, la labor de higienización continuó:
¨Los salubristas cubanos, bajo la dirección de Finlay (1902-1908), logran disminuir la mortalidad por tétanos infantil a partir de 1903; erradicar la fiebre amarilla definitivamente en 1908; establecer de manera permanente la vacunación contra la viruela; y elaborar una avanzada legislación en materia sanitaria. Más tarde, al discutirse una nueva ley sobre la estructura del poder ejecutivo en la Comisión Consultiva, se aprobó una Secretaría de Sanidad y Beneficencia, que unía a los departamentos nacionales de Sanidad y Beneficencia, y que entró en funciones el 28 de enero de 1909. Este fue el primer Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba, y del mundo. ¨(Álvarez, 2)
En las dos primeras décadas la labor con respecto a la salud pública fue tal que:
"El país es uno de los más sanos del mundo, como lo demuestran, los datos del último censo, que consignan la proporción de 14,2 de fallecimientos por cada 1 000 habitantes y los publicados por la Cámara de Comercio Americana de la Habana, en su folleto de fines de 1924, que consigna sólo el 12, 54" (Estos últimos años Tomo I, 410)

En 1931 la esperanza de vida de los habitantes de Cuba era de aproximadamente 42 años (Atlas Demográfico de Cuba, 57)

En 1958 había aproximadamente 97 unidades hospitalarias, de ellas, 47 prestaban servicios en zonas rurales (Abreu, 40), y 52 casas de socorro municipales además de alguna que otra instalación a cargo del estado y 242 clínicas mutualistas, de ellas 96 en la capital (Anuario Estadístico, 565 y 566 y Álvarez, 2). Las clínicas mutualistas, uno de los representantes de la salud rentada (la otra representante eran las consultas particulares o privadas), eran instituciones que por una módica mensualidad se tenía derecho a consulta, ingreso y cirugía así como a medicamentos; las había de poco más de 2 pesos mensuales, que eran la mayoría, hasta algunas de 10 pesos. En los años cincuenta, aproximadamente millón y medio de personas estaban asociados a las clínicas mutualistas:

¨ Desde la primera mitad del siglo XIX comienzan a fundarse casas de salud privadas y, en la segunda mitad, las asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fundan, también, casas de salud mutualistas; ambas consolidan su labor en el presente siglo. Estos dos llamados sistemas de salud (privado y mutualista) tendrían a su cargo, con el SNS estatal (Sistema Nacional de Salud), la atención médica de la población cubana ..." (Álvarez,2)

La Salud en la República, al igual que la Educación, Sistema Judicial, Seguridad Social, Sistema Tributario, Sistema Electoral (salvo en las elecciones de 1901), Sindicalismo, etc., tuvieron siempre su identidad propia, diferenciándose mucho de sus homólogos norteamericanos, lo cual avala la identidad propia que tuvo la República cubana nacida en 1902. Es mi criterio personal que el antiguo Sistema de Salud cubano tenía algunas características muy superiores al Sistema de Salud norteamericano.


En 1958 la tasa bruta de mortalidad de la población era del 6,4 por cada mil habitantes (Zuaznábar, 1) pese a la situación política y de confrontación armada que existía en el país; en 1953 había sido de 6,3 por cada mil habitantes. Esa tasa ubicaba a Cuba entre los países de menor tasa de América Latina y con índices que solamente alcanzaron muchas de sus repúblicas hermanas iberoamericanas veinte años después (Anuario Estadístico de 1988,629 ). La esperanza de vida al nacer era de 58.8 años y la mortalidad infantil en menores de un año era de 32,5 por cada mil nacidos vivos, la cual desde principios de siglo seguía una tendencia decreciente (Zuaznábar, 1) pese al existente rechazo social al recurso del aborto, rechazo que existía hasta en casos en que se presentaran malformaciones fetales en el embarazo, y la no invención todavía en el mundo de algunas pruebas de análisis de laboratorio clínico o algunos instrumentos de la electromedicina(como es, por ejemplo, el equipo de ultrasonido) los cuales permiten detectar tempranamente problemas serios en el embarazo. La esperanza de vida de 58.8 años era superior en esa época a la de muchos países de América Latina y el Caribe, y mayor que las que alcanzaron veinte años después todos los países de África, salvo Argelia y Túnez (Anuario Estadístico 1988, 627). La cifra de mortalidad infantil cubana de 32,5 correspondiente a 1958 era todavía en la primera mitad de los años ochenta mejor que la de muchos países de Latinoamérica en esos años: Paraguay (45,0), Ecuador (69,5), Brasil (70,6), Méjico (53), Colombia (50), Bolivia (124,4), Honduras (82), Perú (98,6), Argentina (35,3), El Salvador (35,1) y Guyana (36,2) (Anuario Estadístico de 1988, 629). América Latina en su conjunto presentó aún en el año 2001 la cifra de 32 (Granma, 5). Cuba en estos dos últimos parámetros tenía índices pertenecientes al Primer Mundo de esos años según los datos de la UNICEF que aparecen en la Tabla de la página 16 del Material de Estudio Nro. 3 del Ministerio de Educación; los valores de Cuba en 1958 en estos dos parámetros con respecto de los Países en Desarrollo y Países menos Desarrollados fueron similares o mejores que los que ellos presentaron en 1992:
En China y Vietnam la mortalidad infantil en 1996 era respectivamente de 34 y 40 por mil nacidos vivos (Robaina, 35).

La población cubana en 1958 era de aproximadamente 6 763 736 habitantes y había en el país 6 286 médicos ( sin incluir estomatólogos ) y un total de 32 501 camas y de ellas 28 536 de asistencia médica (Anuario Estadístico de 1988, 564 y 569). Del total de camas de servicio hospitalario 10 643 pertenecían al servicio estatal, servicio en el cual laboraban 1 125 médicos (Zuaznábar, 5). El 51% de las camas de los hospitales estaban situadas en la capital del país (Abreu, 40). Los números de habitantes por cama (237) y de habitantes por médico (1076) en 1958 eran mejores que los de la mayoría de los países latinoamericanos en esa época y más aún, que los que tuvieron esos países aproximadamente 20 años después como se puede comprobar observando la página 675 del Anuario Estadístico de 1988. Observando las cifras de aproximadamente el año 1980 diré, que solamente Puerto Rico (789), Argentina (521), Uruguay (533) y Venezuela (888) tuvieron mejores índices de habitantes por médico que el que tuvo Cuba en 1958; el resto lo tuvieron peor. Al comparar las cifras de aproximadamente el año 1980 con relación al número de habitantes por camas diré que solamente Argentina (176 ), Puerto Rico (229) y Guyana (215) tuvieron mejores índices que el que tuvo Cuba en 1958; el resto de los países latinoamericanos todavía en el año 1980 presentaron índices peores que el que presentó Cuba en 1958. En la Cuba de 1958 el número de camas de asistencia médica por cada 100 000 habitantes era de 422, En América Latina en su conjunto y en estos momentos es solamente de 220 camas (Granma, 5).

La prevalencia de la Lepra en 1958 era de 0,7 por cada mil habitantes (Informe Anual 1976, Anexo p. 46). Las tasas de morbilidad por cada 100 000 habitantes de muchas enfermedades en la Cuba de finales de los años cincuenta eran también mejores que las de muchos países latinoamericanos: Tuberculosis (18,2); Difteria (2,4); Escarlatina (0,1). No se habían presentado casos de Fiebre Amarilla, Tifoidea y Peste Bubónica; al comenzar la República, la Tifoidea, por ejemplo, había presentado una morbilidad de 5,1 por mil habitantes. Las cifras de morbilidad de Viruela, Tifus, Tosferina, Sarampión, Sífilis y Hidrofobia eran de las mejores en América Latina. Las siguientes tasas de muerte por 100 000 habitantes en el año 1958, salvo que se especifique otro año, apoyan lo anterior: Fiebre Tifoidea (0,4); Tétanos (3,0); Tuberculosis en 1959 (16,6); Poliomielitis aguda (0,1); Sarampión (0,4); Meningitis no meningococcica (2,1); Paludismo (0,4); Difteria en 1959 (0,9); suicidio o lesiones autoinfligidas (13,9); accidentes de vehiculo de motor y otros accidentes de transporte (7,2); defunciones maternas (125,3) y defunciones maternas por aborto (9,3). Las dos últimas tasas son por cada 100 000 nacidos vivos. (Informe Anual de 1976, Anexos 36-43). La tasa de mortalidad materna de Cuba en 1958 de 125,3 era mejor que las que aún aparecen en el año 1992 para Países en Desarrollo (350) y Países menos Desarrollados (590) en la Tabla mencionada del Material de Estudio del MINED..


Todo esto debemos de enmarcarlo en el desarrollo incipiente que existía de las vacunas y, en general, del desarrollo de las Ciencias Médicas en esa época a nivel mundial (por ejemplo, la vacuna antipoliomielítica que se aplica en Cuba desde hace cuatro décadas fue creada por Albert Sabin a principios de la década de los sesenta), aunque debo recordar que en esos años los niños de entonces recibimos de manera masiva y gratuita en las escuelas, yo era alumno de escuela pública, las vacunas contra el tétanos y el tifus. Existen cifras de una muy citada encuesta de 1957 de la Agrupación Católica Universitaria realizada a una muestra de 2 500 familias de obreros agrícolas que difieren mucho de esos índices (Pino, 119-120) y que a mí personalmente, me hacen cuestionar la representatividad de la muestra o la fiabilidad de las fuentes indirectas por mí consultadas sobre esa investigación, aunque conozca que en el ambiente rural las cifras de morbilidad y mortalidad de muchas enfermedades eran muy superiores a las que se presentaban en el entorno urbano. La prostitución, de la que se habla en el Análisis Globalizador, se había reducido extraordinariamente pese a la propaganda de algunas agencias de viajes extranjeras, publicadas también en algunas revistas extranjeras, que promocionaban a Cuba como el burdel de América. El bajo índice de enfermedades venéreas que presentaba el país y la información aparecida en el periódico El Mundo del 14 de febrero de 1958 que plantea, que aproximadamente 11 000 personas vivían de la prostitución, hablan del bajo índice de prostitución del país. Debo aclarar que en esa cifra se encuentran: los dueños de casas, burdeles y bares, las matronas, los proxenetas, el personal de servicio y limpieza, los policías corruptos, etc. y los llamados inversionistas, que eran los que echaban a andar el negocio (Abreu, 49). Esa actividad se llevaba a cabo generalmente en zonas muy específicas y era criticada y rechazada socialmente.

En 1958 los gastos del presupuesto del Estado para la salud pública fueron el 5,3% (18 millones) del total de gastos del presupuesto nacional para ese año (Zuaznábar, 107).


Los tres sistemas nacionales de salud (estatal, privado y mutualista) existentes al triunfo de la Revolución de 1959, no cubrían las zonas rurales más apartadas del país. En 1959 se inició la construcción acelerada de 50 hospitales rurales (Informe Anual 1976, 22). A finales de la década de los cincuenta, la muerte por enfermedades diarréicas agudas, muertes fácilmente evitables, ocupaba el tercer lugar entre las causas de muerte para todos los grupos de edades y en primer lugar para los menores de un año (Informe Anual 1976, 45); esta situación continuó hasta 1963 en que ocupó el quinto lugar con el 6,0% del total de defunciones del país. La corrupción administrativa en el sistema nacional de salud estatal provocaba que se dieran tristes situaciones como, por ejemplo, la del hospital psiquiátrico ubicado en la localidad de Mazorra; otra mácula en ese sistema de salud estatal es que frecuentemente se utilizó la asistencia médica (en particular los ingresos hospitalarios) con fines políticos dada la existencia de un sistema pluripartidista con elecciones periódicas y el oportunismo de algunas personas.


Los costos para estudiar medicina en Cuba en la década de los años 50 de pasado siglo XX en la prestigiosa Universidad de La Habana era de $45 + $ 5 = $ 50 dólares ANUALES  y que se podían hacer  en tres pagos. No obstante, más del 25% de la matrúla de la Universidad de La Habana era ¨matrícula gratis¨, la cual se otorgaba mediante una carta explicando las razones por las cuales no podían pagar la matrícula. Un artículo muy ilustrativo del lugar privilegiado que tenía la salud  en Cuba en esa década y su desarrollo histórico  es La Sanidad Silenciada, del cual les dejo este fragmento; su autor es el Dr. Antonio Guedes.
 
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