Tomado de
http://elmontonero.pe/
CUBA Y ODEBRECHT
20 de Enero del 2017
Mientras el caso de corrupción en torno a las empresas brasileñas —incluida Odebrecht— denominado Lava Jato ha ido jaqueando a los gobiernos de los países donde tuvieron participación, en Cuba parece que no sucede nada. El régimen castrista ejecutó varios proyectos millonarios con la empresa brasileña y con los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, pero hoy es una misión imposible que se investiguen por una sola razón: no existe libertad de prensa. En las democracias la prensa es independiente a los gobiernos de turno y se convierte en una de las principales garantías contra el
abuso del poder. En las dictaduras y autoritarismos ni la prensa ni los ciudadanos pueden disentir con el régimen. Así de simple.
(Empresa brasileña ejecutó obras en Cuba por US$ 250 millones)
El caso de Cuba y Odebrecht es el siguiente. Como Cuba es una economía cerrada y planificada, el 80% está controlado por una corporación militar denominada GAESA, cuyos jerarcas deben por obligación ser fieles al régimen y cuyo presidente es nada menos que Raúl Castro. La referida corporación militar maneja la economía cubana sin ninguna transparencia. GAESA ha desarrollado varios proyectos junto a la empresa Odebrecht; entre los más importantes está el puerto de Mariel, cuyo valor es de más de US$ 680 millones. El puerto de Mariel está ubicado en la Zona Económica Especial de Mariel, un experimento económico puesto en marcha por el régimen para incentivar las inversiones privadas, a semejanza de lo ocurrido en China. El financiamiento del puerto de Mariel estuvo a cargo del Banco Nacional de Desenvolvimento Económico e Social (BNDES), el brazo financiero del gobierno brasileño y entidad que financió diez de los veinte megaproyectos que ejecutó Odebrecht.
El asunto es que hasta ahora, luego de que la operación Lava Jato develara la trama de corrupción entre el gobierno brasileño y la empresa Odebrecht en once países distintos (sobornando a políticos y funcionarios de primera línea), los distintos gobiernos han reaccionado, de una u otra manera. Sin embargo en Cuba no parece ocurrir nada. Lo peor de todo es que una publicación periodística independiente comparó la construcción del puerto de Mariel con otro puerto erigido por la empresa TCM, llamado Moín-Limón (en Costa Rica), y cuyos volúmenes constructivos y de equipamientos de la terminal de contenedores son similares.
Mientras que Mariel costó US$ 972 millones (US$ 682 millones más otro préstamo por US$ 290 millones) el puerto en Costa Rica costó US$ 400 millones. Pero lo sorprendente es que ¡el puerto de Mariel aún no funciona! Inaugurado por Raúl Castro y Dilma Rousseff en el 2014, Mariel es un elefante blanco, un reflejo del experimento mercantilista de un régimen socialista que desborda corrupción. Además Odebrecht ejecutó otras obras en Cuba, por un monto superior a los US$ 250 millones, y en el 2015 se firmó un acuerdo para remodelar otros puertos por más de US$ 200 millones.
La economía cubana está en serios aprietos y el contexto internacional no le es favorable. Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados Unidos, detendrá el proceso del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Además Cuba se va quedando sin socios ideológicos, salvo Venezuela que está en un caos económico y social. En el 2016 el PBI cubano cayó en 0.9% y se estima que para el próximo año retrocederá en 2%, cifras nada auspiciosas para el régimen.
El escándalo de Odebrecht es el sepulturero de los regímenes de izquierda en América Latina, desde la Cuba castrista hasta los gobiernos autoritarios, como el chavismo en Venezuela. Ahora que sabemos que la corrupción era el modus operandi de la empresa en once países (incluido el continente africano) y políticos, empresarios y burócratas desfilan por los tribunales.
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