viernes, noviembre 10, 2017

Julio M. Shiling sobre el Comunismo: Más de 100 millones de muertos y contando

Tomado de https://patriademarti.com/

Más de 100 millones de muertos y contando

Por Julio M. Shiling *
10 de noviembre de 2017

Ya el concepto generalizado se había ejercitado y fracasó. Robert Owens y Charles Fourier probaron que la colectivización radical sólo conducía a la miseria material y el nihilismo moral.

Eso no detuvo la insistencia de teóricos elitistas en pensar que fuerzas mortales podrían rehacer el mundo y materializar un inmanentismo, un “paraíso en la tierra”, sí sólo se cambiara las variables.

El comunismo ha sido la máxima expresión de ese delirio constituido en modelo sociopolítico y a su 100 años de activación, cuál pensante crítico y libre, no podría sino maravillarse al preguntarse cómo algo tan carente de racionalidad, tan abundante en errores empíricos y tan causante de tanto destrozo humano, podría haber llegado tan lejos y, peor aún, seguir siendo una fuerza que perturba el mundo.

Friedrich Engels, el inventor de la religión política que es el marxismo, vivió lo suficiente para ver las premisas principales que su colaborador entrañable, Karl Marx, y él habían elaboradas, ser falsificadas. Nada de eso importó. La secta que prevaleció en la contienda internacional por la hegemonía del socialismo en el siglo XIX, se le puede atribuir su éxito más a la argumentación genial de vilipendiar a sus rivales como “utópicos”, que de ninguna demostración de validez “científica” como estos pretendían. El capital, la obra magna de Marx y la percibida como estelar del movimiento, no convirtió a nadie en comunista. Fue Engels con escritos como “Socialismo: Científico y utópico”, un trabajo de 40 páginas, quien logró sintetizar y acaramelar lo que Marx quiso decir o lo que él quiso que Marx dijera, lo que aportó a forjar, intelectualmente, a comunistas.

Naturalmente, sin un Estado esto sería una simple mentalización banal. Le tocaría a Vladimir I. Lenin conquistar el poder político, desafiando la montaña de evidencia que contradecía todas las predicciones en las cuales dependía la justificativa de implantar un régimen comunista. Con un golpe de Estado audaz, el grupúsculo de la izquierda radical rusa llamado los bolcheviques, evitaron los errores de los jacobinos y lograron con los avances de la revolución industrial que trajo el capitalismo, incrustar una institucionalización del terror, como nunca había experimentado el mundo.

La miseria entre la clase trabajadora no incrementó, ni la revolución que de ahí tenía que surgir, según el dogma marxista, se vislumbró. La Primera Guerra Mundial se ocupó de aplastar otra predicción comunista. Los obreros no lucharon por su clase social, sino por sus respectivas naciones. Nuevas teorías surgirían entre los comunistas para intentar rescatar el fracaso claro de la base intelectual que sustentaba el comunismo. Lenin, Trotsky, Bernstein, Luxumburgo y sobre todo, Gramsci, buscaron otras explicativas para salvar al marxismo de la ridiculez filosófica.

La reconsideración del papel que la propiedad y los medios productivos podrían tener en el esquema comunista, muy rápido se llevó a cabo. Vladimir I. Lenin, el fundador del primer Estado marxista, fue el primer hereje con su Nueva Política Económica. A través de los 100 años de la tragedia roja, la economía ha tenido un repaso integral, dejando lo fundamental: el Estado/Partido omnipotente en el curso dictatorial. Los chinos y los vietnamitas han dado muestras de ese proceso de perfeccionamiento absolutista.

Marxistas alemanes se reunieron en la década de los 1920’s y 1930’s para forjar una institución llamada la Escuela de Frankfurt y profundizaron sobre la noción de Antonio Gramsci de darle primacía a la cultura como fenómeno de cambio. Su traslado a los EE UU sirvió para radicalizar los preceptos que la cultura pesaba más que la economía. Inventaron la postura de la teoría crítica, una mezcla extraña de marxismo con freudismo, y el producto ha sido un nuevo mecanismo de subversión llamado el marxismo cultural.

La caída del comunismo soviético logró pasar la hoja de una etapa. Esto, sin embargo, no ha sido el fin del macabro proyecto. Modificaciones del modelo económico para adaptarse a los mercados y la amoralidad del ámbito comercial globalizado, ya se concretó.

El marxismo cultural operando impunemente en el mundo libre y ahora en camaradería con el islamismo radical, demuestra la debilidad de los sensores democráticos al no repelar esta campaña liberticida. Dictaduras neocomunistas con votaciones sin elecciones y “opositores” leales, han servido para completar un cuadro alarmante del fenómeno que tomó el poder político hace 100 años en Rusia y hoy se mueve aún entre nosotros. Más de 100 millones de muertos y contando.
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* Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y Director del foro político y la publicación digital, Patria de Martí. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Norteamericana de Ciencias Políticas”), el International Political Science Association (“La Asociación Internacional de Ciencias Políticas”) y el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio.
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