Fulgores de Fulgencio (III)
Tercero de una serie
Por Alejandro González Acosta
Ciudad de México
21/12/2017
El populismo: la enfermedad infantil del izquierdismo
Hoy América ofrece el paradójico panorama donde el “populismo” es más bien una opción que amarillea entre sujetos nostálgicos viejos y maduros, añorantes de otras épocas de sueños siempre frustrados, pero perversamente insistentes. Los más jóvenes —los llamados millennials— piensan con mayor realismo, ajustando sus perspectivas a las posibilidades concretas y las metas que suponen. El populismo ha sido en realidad la enfermedad infantil del izquierdismo, así como este lo fue del comunismo en la memorable —y olvidada— crítica de Lenin. Todas estas utopías han terminado en auténticas pesadillas, pero los pueblos —los electores efectivos— empiezan poco a poco a desperezarse de sus ensueños y asumir una estimulante realidad, aceptando las reglas del mercado y la posibilidad de empoderamiento que brinda el liberalismo económico, regulado por leyes con una esencia social distributiva, aplicadas responsablemente, con equidad y sabiduría. El reciente triunfo de Sebastián Piñera en Chile confirma esta tendencia.
Con su propia legitimidad adquirida como actor nacional de estabilidad y equilibrio, Batista sanciona y consagra la legitimidad de la Constitución de 1940, y la afianza y consolida con su acción. Su magnífico ejemplo de no pretender contender de nuevo en 1944 —a pesar de las demandas de sus colaboradores, bien o mal intencionados, y de que la ley lo prohibía— fue loable, aunque lamentablemente lo olvidó pronto, quizá movido por otras urgencias que todavía desconocemos en detalle y profundidad. Aún permanece como un enigma el motivo de su funesta decisión personal detrás del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. En realidad, aunque las encuestas —sobre todo las de la muy parcializada revista Bohemia, que no dudó nunca en alterar la información para complacer sus intereses particulares y garantizar sus enormes ventas— indican que no estaba entre las primeras preferencias de los votantes, no parece ser sólidamente sustentable en la actualidad: se
sobrevaloró la popularidad de los adversarios de Batista y las cifras de entonces no resultan confiables, según parece aceptar incluso un reticente historiador como Rafael Rojas, nada sospechoso de proclividad batistiana, en su Historia mínima de la revolución cubana.
(En la foto y de píe en un vehículo Batista en un acto de bienvenida a su persona. Batista fue el Senador que más voto obtuvo en las elecciones de 1948 pese a que no hizo campaña electoral de manera personal en Cuba, al estar autoexiliado en Daytona, EE.UU.)
Es quizá ese el instante —fugaz pero brillante y ejemplar— más luminoso y glorioso del constitucionalismo cubano, que terminaría abruptamente el 7 de Febrero 1959[1] (apenas 17 días antes de la fecha cuando hubiera tomado posesión como presidente electo Andrés Rivero Agüero)[2], con la castrista Ley fundamental, signada por el incauto o colaborativo Manuel Urrutia Lleó en su papel asignado como “presidente”, más tarde disfrazada de “constitución” en 1976 como versión calcada de la estalinista soviética de 1936: debe cuestionarse severamente la comúnmente aceptada calificación de esta piedra angular de la represión castrista como una “constitución”, pues no sólo es excesivamente generosa sino injusta: los Constituyentes franceses de 1789 fueron sumamente precisos y terminantes en cuanto a la esencia de una verdadera constitución; la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, emitida por la Asamblea Nacional Constituyente de Francia el 26 de Agosto de 1789, en su artículo XVI precisaba: “Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes determinada, no tiene Constitución”.
Considerar, por tanto, como “constitución” a ese engendro que horma el estrangulador marco jurídico en la desdichada isla desde 1976, y con su antecedente de 1959, es sin duda un generoso acto de piedad obnubilada, digno de mejor causa: en Cuba, desde principios de Enero de 1959, no existen unos verdaderos tres poderes independientes y en perpetuo equilibro –Ejecutivo, Legislativo y Judicial— pues son fingimientos, que se encuentran sometidos a la doctrina de un estado marxista-totalitario, donde se supedita todo el control al omnímodo Partido Comunista, y especialmente a su Comité Central, y más aún, precisamente a su Buró Político, y de forma más efectiva y determinante a su Primer Secretario, quien es al mismo tiempo Jefe de los Consejos de Estado y de Ministros, y el
auténtico Legislador Único y Juez Supremo de todos los habitantes sometidos, los cuales tampoco cuentan real y efectivamente con ningún derecho civil ni político, reprimidos como lacayos y súbditos, más que considerados como auténticos ciudadanos.
(Propaganda electoral a favor de Batista para las elecciones de noviembre de 1954)
Un sistema como el cubano actual, que reúne los tres poderes de forma efectiva en una persona y no ofrece garantía alguna a sus ciudadanos, no puede obtener la calificación de tener una auténtica Constitución, sino sólo una “ley suprema”, o “estatutos de gobierno”, o cualquier otra superchería con el nombre que caprichosamente se le quiera obsequiar. Tratar de afirmar lo contrario es, por activa o por pasiva, un crimen de complicidad con la tiranía, una tontería, o una auténtica pérdida de tiempo y energías intelectuales, de algunos sedientos de reconocimiento y aplauso de las “buenas conciencias” complacientes. Quien pretenda sostener lo contrario, sencillamente se enfrenta con la meridiana definición de los constituyentes franceses de 1789, que no dejaron espacio para dudas ni vacilaciones.
Para colmo de burla y desprecio del raciocinio de los ciudadanos, el Artículo 37 de la “Ley Fundamental” de 1959, que desplazó a la en ese momento de nuevo vigente Constitución de 1940, se autotitulaba como un “régimen de gobierno representativo democrático de la República”, cuando habían sido disueltos previamente los organismos legislativos, y el poder judicial subsistente de la etapa anterior estaba paralizado por el temor, con los juicios sumarísimos, donde pasando por encima de la prohibición explícita en 1940, se había reinstaurado la pena de muerte, con miles de víctimas y un pueblo aterrorizado.
El Golpe de Estado de Batista y sus seguidores en 1952, proviene también de la frustración de las expectativas que crearon los mandatos de Grau y Prío, quienes tuvieron gobiernos escandalosamente fallidos e inmorales. Lo que ganó en prestigio la legalidad cubana entre 1940–1944, lo perdió rápidamente en los ocho años siguientes, con los dos gobiernos “auténticos”, entre 1944-1948-1952. Por eso se explica en ese contexto que el incruento golpe de 1952 fuera no sólo reclamado y demandado, sino aplaudido y apoyado mayoritariamente, con la excepción de algunos sectores muy combativos e intransigentes, con intereses políticos muy marcados y ambiciones económicas muy específicas. Pero aún en medio de la insatisfacción y la franca oposición, se mantenían vías de comunicación e intercambio, subsistía una voluntad de negociación política donde se estructuraran y acomodaran los intereses diversos de los sectores sociales. Eso posibilitó que al mismo tiempo que
una creciente oposición violenta, también se expresaran posiciones de diálogo y negociación de diversa intensidad. Lamentablemente, prevaleció la más terrible y costosa de todas: la guerra civil.
(Fulgencio Batista cuando fue Presidente Constitucional en el período 1940-1944. Fotos y comentarios añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano)
Al expulsar al presidente saliente, Batista, e impedir la toma de posesión del próximo presidente ya electo, Rivero Agüero, obviamente se suprimió toda posibilidad de un tránsito constitucional, que, aunque precario y arduo era quizá la única oportunidad que le quedaba a los cubanos para recuperar plenamente su estropeada y maltrecha democracia. Todo fue borrado porque tenía que ser suprimido, para dar paso al voraz apetito de poder absoluto y perpetuación en el mismo de Fidel Castro. El modelo que impone es el de un Estado todopoderoso, sin límites ni cotas, con un propósito superior intangible que justifica todos los excesos: el pretendido bienestar del pueblo… Nunca se ha explicado lo que significan en dicho modelo “el bienestar” (concepto muy relativo), ni “el pueblo”, ese ente amorfo. Luego, ese concepto de “bienestar” fue sustituido retóricamente poco a poco por la “dignidad y soberanía”, burdos disfraces para ocultar el fracaso.
Cuando un gobernante habla para “el pueblo” en vez de a “los ciudadanos”, algo empieza a descomponerse, pues la estratagema de manipulación es evidente. El “terrible dictador” Batista aceptaba y promovía un sistema de poderes y contrapesos, que su sucesor, el “magnífico líder benéfico” suprimió radicalmente, para llevar adelante su proyecto “bienhechor”, plenamente convencido que la bondad de su causa y la legitimidad de su sueño justificaban cualquier exceso, pues interpretaron muy sesgadamente la afirmación del exaltado Robespierre, cuando dijo que “el
gobierno de la revolución es el despotismo de la libertad contra la tiranía”, y lo reelaboraron convenientemente en el muy discutible principio: “la revolución es fuente de derecho”.
(Fulgencio Batista y su esposa Martha Fernández Miranda cuando fueron a votar en las elecciones de 1958. Batista por la Constitución de 1940 no podía postularse para la reelección y además sus deseos eran de dejar el poder, alejarse de la vida política y partir para vivir en otro país)
[1] Aunque Batista rompió el orden constitucional con su golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, debe recordarse que luego reinstauró plenamente la Constitución de 1940 en febrero de 1955. Esto lo olvidan y ocultan los personeros del régimen castrista, que quieren imponer la falsedad de que en enero de 1959 no había legalidad constitucional en Cuba.
[2] Rivero Agüero triunfó en estas elecciones pluripartidistas con un 70,4 % de votos a favor y un 45,88 de participación popular, frente a otros tres contendientes, en medio de una cruenta guerra civil y las amenazas proferidas por Fidel Castro de perseguir y castigar a quienes votaran. Para señalar sólo un referente cercano, en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos (2016), fuertemente competidas dentro de una situación de normalidad democrática aceptable, se alcanzó apenas el 55,4 % de participación.
© cubaencuentro.com
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En el golpe ¨manu militari ¨ del 10 de marzo de 1952 hubo tres víctimas
mortales, todos militares, dos de parte de los golpistas y uno de la
parte defensora del Palacio Presidencial. El teniente Negrete se
apresuró y sin haber recibido órdenes fue a tomar el Palacio
Presidencial; Negrete fue junto al vigilante Guillermo Escanaverino los
dos muertos por la parte golpista y el sargento Rosendo Hernández por
la parte de los defensores del Palacio Presidencial.
Después
del golpe del 10 de marzo de 1952 se llevaron a cabo elecciones en
1954. Batista y algunos de sus cercanos colaboradores querían convocar a
elecciones lo antes posible para mostrar sus intenciones democráticas;
otros de sus cercanos colaboradores le aconsejaban a Batista que
esperara a que la Oposición política le pidiera convocar a elecciones.
Batista se inclinó por la primera variante y convocó a elecciones para
noviembre de 195A; la oposición al ver que se acercaban las elecciones y
no tenían posibilidad de ganar se fue al retraimiento; Ramón Grau San
Martín fue el último al irse al retraimiento dos días antes de
las elecciones donde no tenía ninguna posibilidad de ganar segun Manuel
Márquez-Sterling que es el historiador de la fuente (2) que veremos en
el siguiente fragmento extraido de Wikipedia. Manuel
Márquez-Sterling está muy lejos de haber
sido, o ser, un simpatizante de Batista, al ser el hijo de Carlos
Márquez Sterling el oponente más fuerte que tenía el candidato
oficialist a Andrés Rivero Agüero en las elecciones del 3 de noviembre
de 1958 y haber sido un crítico y opositor político a Batista .
Los resultados de esas elecciones de 1954 fueron:Tomado de http://es.wikipedia.org
Elecciones presidenciales de Cuba de 1954
Las
elecciones presidenciales de Cuba de 1954 se llevaron a cabo el 1 de
noviembre de ese año (1). Fulgencio Batista fue elegido presidente de la
República para el período 1955-1959.
A
lo largo de 1954 hubo algunos intentos de sabotaje al proceso
electoral, incluyendo un complot organizado por el ex presidente Carlos
Prío Socarrás y su ex Secretario de Educación. Durante la campaña
electoral, Ramón Grau mostraba una importante intención de votos, pero no la suficiente para triunfar (2).
Los
abstencionistas, que en general apoyaban a Prio, los Ortodoxos y los
Comunistas boicoteaban los actos de Grau, irrumpiendo en los mismos con
consignas revolucionarias. Los actos de Batista, por el contrario, se
desarrollaban sin disturbios (2).
El
ex presidente Grau, sospechando que Batista cometería fraude, renunció
a su candidatura dos días antes de los comicios. Batista fue entonces
elegido presidente sin oposición. La participación se redujo a un 52,6%
frente al 79,5% de las elecciones de 1948 (3).
(1)Aquel 30 de septiembre de 1954 Juventud Rebelde, 29 de noviembre de 2009.
(2) Cuba 1952-1959: The True Story of Castro's Rise to Power . Manuel Márquez-Sterling. Páginas 56-57. ISBN 978-0-615-31856-1
(3) Cuba: order and revolution. Jorge I. Domínguez. Página 124. ISBN 0-674-17925-0
***
En el libro ¡25448, No! Roberto Martín Pérez, de Rafael Cerrato Salas
se lee
"Batista
anunció elecciones para noviembre de 1954. Se presentaron a estos
comicios Batista y Grau San Martín, quien se retiró en el último momento
consciente de su derrota, alegando sus partidarios habían sido
aterrorizados. Batista fue elegido presidente con el 45, 1 % de los
votos. Grau recibió sólo el 6, 8 %. A partir de este momento quedaba
restablecida la constitución de 1940."
Este bloguista tiene la opinión que fue un gran error de Batista
postularse en esas elecciones celebradas el 1 de noviembre de 1954.
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LOS GESTORES DEL GOLPE DEL 10 DE MARZO DE 1952. EL APOYO AL GOLPE DE
LOS COMUNISTAS, SU FESTEJO POR EL ACTUAL DICTADOR RAUL CASTRO Y EL
MIEDO CERVAL DE FIDEL CASTRO AL CONOCERSE EL GOLPE
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
10 de marzo de 2015
Es
conocido, hasta por personas medianamente informadas, o desinformadas,
por la parte de la ¨Historia ¨ Castrista no panfletaria, el poco
rechazo que en la población cubana tuvo el Golpe de Estado del 10 de
Marzo de 1952, golpe llevado a cabo por el Senador Rubén Fulgencio
Batista y Zaldivar. Ese golpe de estado fue producto de unas de las tres
conspiraciones que se le puso en las manos a Batista al llegar al país,
después que por la política cordial del Presidente Carlos Prío
Socarrás, se le invitó a entrar al país, ya que Batista había sido el
Senador que más votos alcanzó en las elecciones pese a estar en su
autoexilio en Daytona Beach, EE.UU., y no haber podido hacer
personalmente una campaña electoral ¨in situs¨. Batista se había
postulado por Santa Clara y su elección fue en
absentia.
Hay más de una fuente admiradora y cercana a Batista que plantean que
el Presidente Carlos Prío le pidió a Batista que apoyara al candidato
auténtico Carlos Hevia (a cambio de ser nombrado Ministro de Defensa) o
que le diera un golpe de Estado. En la entrevista
Sadulé, ayudante presidencial se lee:
¨...
Que rompió el orden constitucional… ¿Cuál orden constitucional,
cuando el propio presidente Carlos Prío invitó a Batista a que apoyara
políticamente a Hevia o que organizara un golpe de Estado?¨
Roberto Torrecilla
es más extenso :
¨.
Como ya sabes y te lo adjunto de nuevo, el golpe de estado nunca
fue organizado por Batista. Fueron los tres profesores ortodoxos de la
Escuela Superior de Guerra quienes con la aprobación de Eduardo Chibás
lo organizaron con la ayuda dentro de Columbia del Capt. García Tuñon.
Chibás lo encabezaría como líder populista que los militares necesitaban
para evitar el derramamiento de sangre pero cuando ve que su
popularidad aumenta a nivel electoral, decide no apoyar el golpe y dice a
los tres profesores que lo detengan. Ellos lo hicieron pero García
Tuñón no pudo detenerlo con los oficiales dentro de Columbia y exigieron
se buscara otro líder populista. Escogieron todos ellos a Batista
que rechazó encabezarlo a pesar que Carlos Prío le mandó un mensaje con
el Dr. Juan J. Remos que él estaba listo para entregar su mandato a los
militares por haber perdido autoridad y por la infiltración comunista
dentro del Partido Ortodoxo. En la última visita que García Tuñón
hace a Batista en Kuquine en Febrero de 1952 (después del asesinato del
Dr. Alejo Cossío del Pino), éste le dijo que con él o sin él los
militares darían el golpe. Es ahí donde Batista acepta ponerse al
frente. Es el 7 de marzo de 1952 donde Rubén y yo estamos comiendo en
casa de su hermana Mirta con Batista, cuando llegan tres personas, el
General habla con ellos 5 minutos, y después nos enteramos que ese día
fue que se decidió el golpe el día 10. Nos enteramos después que los
tres visitantes fueron Colacho Pérez, Rodríguez Calderón y García Tuñón.¨
Planteamientos que no son compatibles con planteamientos dados por
Guillermo Alonso Pujol de que Batista estaba conspirando desde antes
del asesinato del Dr. Alejo Cossío del Pino, pero que son compatibles
con el planteamiento de que Batista dió el golpe porque Carlos Prío
daría un autogolpe para que no triunfaran los ortodoxos.
Pero
volvamos al muy débil rechazo al golpe de Estado de Batista del 10 de
marzo de 1952. La propaganda del Partido Ortodoxo exageraba las
máculas de la gestión gubernamental de los dos períodos de gobierno del
Partido Auténtico, entre las que se encontraban la corrupción y el
pandillismo. En particular esa propaganda exageraba las faltas y errores
de los dos últimos años del gobierno del Dr. Carlos Prio Socarrás; realmente
los dos últimos años de Prío con su política de ¨los nuevos rumbos ¨
fueron mucho mejor que sus dos primeros años. Por otra parte, los
ortodoxos habían perdido ostenciblemente fuerzas con la muerte de su
líder Eduardo Chibás ya que el Dr. Agramonte le sucedió, pero no lo
sustituyó. La famosa encuesta de Bohemia sobre los posibles resultados
que tendrían los diferentes candidatos a la Presidencia de la República
en las elecciones de junio de 1952 es
sólo eso: una encuesta, de la cual no sabemos nada de cómo se
seleccionó la muestra encuestada de la población y si efectivamente era
una muestra representativa de la población electoral cubana de ese
momento, para ya no hablar que fuera una burda manipulación de esa
revista, como algunas que se han comprobado, y a las que hace alusión Miguel Ángel Quevedo en su supuesta carta de despedida
antes de suicidarse.
La noticia, cierta o no, de los planes
de Eufemio Fernández de atentar con morteros contra Batista y su
familia en Kuquine y otras noticias y rumores similares, ficticios o
reales, sembraron en el pueblo, dado el culto al caudillismo que
siempre hemos tenido como pueblo, la necesidad de un ¨hombre fuerte
¨que disciplinara o ¨metiera en cintura ¨ al país. Ese hombre para
muchos era Batista, que lo había demostrado ser en la década de los
años 30s, cuando la Revolución del 33 nos había dejado un país con
una abundante presencia de terroristas y pistoleros políticos. Para más
elementos a su favor, Batista había estado de acuerdo en llamar a una
Constituyente y después de haber sido elegido Presidente y ejercido
como tal durante 4 años sin grandes escándalos o críticas a su gestión
de gobierno de 1940 a 1944, había dejado el poder sin objección alguna, a la oposición politica.
Algo que esta muy ocultado en Cuba, es que la primera edición del libro de Blas Roca titulado ¨Los Fundamentos del Socialismo en Cuba,
publicado en 1942, está dedicada a Fulgencio Batista. En las ediciones
posteriores a la imposición del Castrismo en enero de 1959 se suprimió
un párrafo en que se aborda la gran ayuda que dieron los EE.UU. a
Cuba para obtener su independencia y hablar elogiosamente del vigoroso
Estado que surgió al nacer la república cubana en 1902. En el libro Los niños y el tigre,
del autor Luque Escalona, se cita unas palabras de Blas Roca
publicadas en el periódico Hoy a principios de los años 50, a raiz del
cumpleaños de Fulgencio Batista, que en Batista había una de las
mayores reservas de la democracia en Cuba.
En el artículo Cuba: El golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Pedro Simeón escribe:
¨
La Universidad se convirtió en tribuna y centro de fermento
insurreccional. Las asociaciones de banqueros, colonos, hacendados y
otras entidades económicas o sociales ofrecieron respaldo al gobierno de
facto. Los dirigentes políticos, unos se hicieron cómplices del asalto,
algunos esperaron semanas para comprometerse, y muchos otros hicieron
el papel de leales oposicionistas, prestándose a farsas electorales. Los
partidos políticos no tuvieron ni la menor capacidad para erguirse con
dignidad. Algunos activistas se pusieron bajo la protección de
personeros del gobierno de facto y por suerte para su personal destino,
estuvieron a punto de ingresar en un Consejo Consultivo creado por
nombramiento. La presión de amigos lo impidió, lo que les permitió
participar en la lucha insurreccional que se avecinaba de forma
protagónica.
El
partido comunista envió una comisión al campamento militar de Columbia
para entrevistarse con el Gral. Batista, integrada entre otros por Blas
Roca, Salvador García Agüero y Lázaro Peña al objeto de ofrecer la
colaboración del Partido al gobierno golpista. La gestión fue de
inmediato neutralizada por el Embajador Norteamericano que le comunicó
al general que todo acuerdo tendría por consecuencia el no
reconocimiento de su gobierno por Estados Unidos. No obstante el nuevo
régimen, estableció un concordato de tolerancia. Los sindicatos en su
gran mayoría se plegaron en pocas horas al nuevo gobierno. La Iglesia en
la voz del Cardenal Arteaga felicito a Batista por el exitoso asalto.
Los
grandes partidos auténticos y ortodoxos se fraccionaron dedicando sus
energías mayores a la lucha por el liderazgo, más que al enfrentamiento a
la dictadura que surgía. ¨
El pueblo cubano en general no festejó ni bailó por el
Golpe del 10 de Marzo de 1952, pero tampoco se opuso ni creyó que había
que llorar por haberse llevado a cabo ese golpe de estado
anticonstitucional que abriría a mediano plazo las puertas a lo peor de
nuestra historia republicana: el Castrismo, aunque puntualizo que
dicho golpe no fue la causa del Castrismo; fue sólo el motivo.
EL QUE SÍ BAILÓ Y FESTEJÓ POR EL GOLPE DEL 10 DE MARZO FUE EL ACTUAL DICTADOR RAUL CASTRO,
PUES FUE JUNTO A WALDO DÍAZ BALART A FESTEJARLO EN UN LOCAL DEL PARTIDO
BATISTIANO YA QUE LOS COMUNISTAS SE LLEVABAN MUY BIEN CON BATISTA Y
RAUL CASTRO ESTABA EN CAPTACIÓN POR LA JUVENTUD COMUNISTA. FIDEL CASTRO
CUANDO SE ENTERÓ DEL GOLPE ESTUVO PREOCUPADO. SU ENTONCES CUÑADO RAFAEL
DÍAZ BALART LO NARRA ASÍ:
¨Algunos meses después, el 10 de marzo de 1952, en horas de la
madrugada me personé en la casa en que vivían Castro y mi hermana, junto
a mis hermanos Frank y Waldo, Raul Castro y mi abuela paterna. Desperté
a Fidel y le di la noticia. Su reacción fue de resignación y algo de
disgusto por no haber captado esa posibilidad en la entrevista que junto
a mí tuvo con Batista, en la que, como ya he relatado, intentó
convencer al ex-presidente de que promoviera un Golpe de Estado. Pero
seguidamente le dije que no era eso lo más importante para él, sino que
había sido nombrado jefe de la policía el teniente Rafael Salas
Cañizares, y que aunque Batista había dado órdenes estrictas de que no
se produjera represión alguna, yo creía que él, Castro, debía saberlo.
El hombre palideció y me pidió que lo llevara para la casa de una
hermana suya, Lidia, con el fin de esconderse por un tiempo hasta que la
situación se clarificara. Así lo hice, acompañado del hermano de mi
mujer, Juan Caballero Brunet, y de Eduardo Borrel Navarro.¨ (Rafael Díaz-Balart, Cuba: Intrahistoria. Una lucha sin tregua, página 52)
Una observación interesante: los estatutos constitucionales que impuso
Batista inmediatamente después del golpe del 10 de marzo de 1953 fueron
llevados al Tribunal de Garantías Constitucionales y dicho tribunal
emitió un fallo donde desestimó la demanda . El tribunal por mayoría
entendió de que esos estatutos no iban en contra de la Constitución de
1940. En el artículo del Dr. Alberto Luzárraga ( sobresaliente abogado y
banquero cubano) titulado
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y SU ORGANIZACION: UNAPROPUESTA DE REFORMA, se lee:
¨...Aunque sin duda hubo buenas sentencias, aparentemente el tema
constitucional no cobró suficiente importancia en la conciencia popular
ni en el Tribunal en sí. Este efecto se palpó a raíz del 10 de Marzo
cuando por una votación de 10 contra 5 el Tribunal de Garantías (por
sentencia #127 de 17 de Agosto de 1953) desestimó el recurso interpuesto
por 25 ciudadanos contra los Estatutos Constitucionales promulgados por
Batista...¨
Hago la observación de que los miembros de ese tribunal no estaban
supeditados a Batista ni habían sido nombrados por Batista para ejercer
esa responsabilidad. Sería
interesante conocer los argumentos de los que votaron a favor de
desestimar el recurso y los argumentos de los que votaron en contra.
Tampoco he conocido de que Batista haya tomado represalias contra los 5
magistrados que votaron en contra de sus Estatutos.
A
ños despues Fulgencio Batista buscó una salida electoral ante la insurrección armada:
En enero de 1958 Fulgencio Batista había restaurado después de un breve tiempo, las garantías Constitucionales en el país pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del
autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y funcionario del
Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en
los años ochenta del pasado siglo XX, años
en que fue publicado dicho libro en Cuba; libro prologado por Carlos Rafael Rodríguez), Batista hizo ciertos cambios
en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y
extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que
conllevó a una nueva imagen de su
régimen y a una posible solución no violenta a la situación política
del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:
¨…
Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos
de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías
constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el
mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨
En ese libro también se
lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso
al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en
las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó
alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos
padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la
verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder,
sino todo el Poder. En varios países de Latinoamérica han gobernado, y gobiernan hoy, individuos que fueron líderes de la lucha armada en países donde se llevaron a cabo diferentes Procesos de Paz cuando en ellos mandaban regímenes más autoritarios y represivos que el de Fulgencio Batista en Cuba.
¨Para
estar a tono con este clima político, el Episcopado hizo un llamamiento
público a la paz y a la concordia; esta gestión determinó de inmediato,
la constitución de una Comisión de
Concordia Nacional, integrada por distintas personalidades de la época:
la encabezó el ex coronel de la Guerra de Independencia Cosme de la
Torriente; los ex vicepresidentes de la república, doctores Raúl de
Cárdenas y Gustavo Cuervo Rubio; y los también doctores José Manuel
Cortina y Ricardo Núñez Portuondo; Víctor Pedroso, presidente de la
Asociación Nacional de Bancos; y un representante del Episcopado,
Reverendo Pastor González, secundados a su vez por la élite de los hacendados, banqueros y comerciantes. En síntesis esta comisión procuró
lograr un arreglo entre Fidel y Batista, mediante el cual el Ejército
Rebelde depondría las armas, se liberarían a los presos políticos, se
permitiría el regreso de los exiliados, se restablecerían las garantías
constitucionales y se efectuarían elecciones libres con la participación
del Movimiento 26 de Julio como un Partido político tradicional más.
Es evidente el carácter maniobrero y de completo servicio al régimen
que tenía esa gestión de paz. El Comandante Fidel Castro denunció el 9
de marzo de 1958, en carta pública, los objetivos de esa comisión, con
la cual terminó la corta vida de la misma.¨
Pero
volvamos a las elecciones del 1 de junio de 1958. Para evitar que esas
elecciones se efectuaran, el Movimiento 26 de Julio, incrementó sus
sabotajes y asesinatos; el régimen respondió con sus sangrientas
represalias; esto trajo como consecuencia la suspensión en marzo de 1958
de las garantías Constitucionales y el aplazamiento de las elecciones.
Las indicaciones para ese incremento de las acciones por parte del
M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26
de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está
firmado por Faustino Pérez. Por cierto, Fidel en ese manifiesto llama a
la huelga de abril y años después le echa la culpa a otros de haber
llamado a la misma sin darse las condiciones ...
Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling en http://cuba1952-1959.blogspot.com
: que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una
huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde.
Este
manifiesto (lo pueden leer en idioma Inglés AQUÍ)
) prohibia los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde
el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia
previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo,
decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien
hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería
considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto
contrarrevolucionario. A los que
que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los
tribunales se les ordenó a renunciar. A los militares se les advirtió
que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran
al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente
diera su apoyo a la campaña de exterminiar a todos aquellos que
sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de
abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.
La académica Uva de Aragón escribe en su ensayo Fusilamientos de la reputación: la política republicana. Carlos Márquez Sterling y las elecciones de 1958:
¨Carlos Márquez Sterling fue el
principal candidato presidencial de la oposición contra el candidato
oficialista, Andrés Rivero Agüero. Uno de sus lemas de campaña fue «Ni
con botas ni con balas, con votos». Ofreció una amnistía general a los
revolucionarios, garantías para que depusieran las armas y se
organizaran políticamente, y convocar a elecciones generales en dos
años, no cuatro como estaba previsto en la Constitución que durara su
mandato de ganar en las urnas. No aspiraría en dichos comicios. Buscaba
facilitar un gobierno de transición.[1] Muchos fueron los «mensajes» que
recibiera de los revolucionarios y de Castro personalmente durante la
campaña política. Me limito a narrar dos. El primero fue el intento de
apuñalearlo, el 2 de febrero de 1955, durante la irrupción en los
salones de la Artística Gallega de miembros del 26 de Julio cuando se
celebraba la Asamblea del Partido de Pueblo Libre y la proclamación de
su candidatura a los comicios. [2] El otro ejemplo es el mensaje que
Castro envía a Márquez Sterling de que se retire de los comicios, apoye
la Revolución y él lo nombrará Presidente cuando triunfe. Márquez
Sterling le contesta que así no desea llegar a la Presidencia, y que
Castro lo que debe hacer es recomendarle a la ciudadanía que vote en vez
de amenazarla.[3]
El argumento esgrimido contra las elecciones
es que le «hacían el juego a Batista». O sea, que ayudarían a legitimar
la dictadura. Márquez Sterling aseguraba, por el contrario, que un
fraude no se produciría con una votación en masa y en caso de haberlo en
tales circunstancias, confirmaría la falta de buena voluntad del
régimen y surgirían «diez Sierras Maestras». Su fe en que Batista
respetaría las urnas no era infundada. Se basaba, en primer lugar, en
conversaciones con el entonces primer ministro Jorge García Montes,
durante las cuales el alto funcionario se comprometió, en nombre de
Batista, a que se acataría el resultado de las urnas, mientras que
Márquez Sterling daba su palabra de que el Partido del Pueblo Libre no
conspiraría contra el gobierno. Existía también el precedente de que
Batista había llevado a cabo unas elecciones honestas en 1944 y
transferido la presidencia a Ramón Grau San Martín, del Partido
Auténtico. La lógica, además, hacía pensar que Batista comprendería la
imposibilidad de mantenerse en el poder a la fuerza, y que aceptar la
derrota de su partido en los comicios le ofrecía una salida sin sangre
al país.
Sin embargo, como había predicho Márquez Sterling, la
participación en los comicios se vio menguada por el acoso violento, lo
cual facilitó el fraude electoral y la guerra civil cobró mayor auge
tras el fracaso electoral.
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