martes, febrero 20, 2018

. Eugenio Yáñez: LOS SUCESORES DE RAÚL CASTRO

Tomado de http://www.cubanalisis.com             


Por    Dr. Eugenio Yáñez, Estados Unidos
20 de febrero de 2018

LOS SUCESORES DE RAÚL CASTRO

Es muy difícil hacer pronósticos, sobre todo cuando se trata del futuro.
Proverbio chino

Faltan dos meses para la solemne y ridícula ceremonia de “elección” de un nuevo presidente en la Cuba de los hermanos Castro y, como de costumbre, el secretismo sigue imperando y no queda más remedio que pretender imaginarse los escenarios y variantes más probables, porque de las fuentes del castrismo donde se cocinan estos mejunjes no se originan ni señales de humo.

Esto deja a los analistas intentando descifrar tanto lo que pudiera leerse entre líneas de las publicaciones oficiales o escucharse entre palabras de las pocas declaraciones públicas que no sean la repetición de las cantaletas habituales: de hecho, tareas tan complejas y difíciles, cuando menos, como intentar seriamente leer el futuro en las hojas de te o adivinar las señales que envían los caracoles lanzados sobre una mesa.

Así que Cuba es posiblemente hoy el único país del mundo donde a sesenta días de unas supuestas “elecciones” presidenciales, no solamente no se puede discernir sensatamente quién podría ser el futuro gobernante y quienes ostentarían otros cargos electivos, sino ni siquiera quién o quiénes son los candidatos para ocupar tales cargos y otros de relativa importancia gubernamental que deberán ser ocupados por designación.

Para los otros tipos de análisis, esos que no son serios en ningún sentido, pero abundan tanto, la falta de información oficial no es un problema, sino todo lo contrario, porque representa una oportunidad maravillosa para hablar disparates sin tener necesidad de justificar lo que se presenta como conclusiones cuando en realidad son puntos de partida a los que se les trata de anexar “hechos” que permitan llegar a resultados que no tendrán que ver con la realidad ni pronosticarán nada coherente, pero que por lo menos puedan generar titulares, alborotos, o al menos algún tipo de entretenimiento, y quién sabe hasta si, por alguna casualidad, esos quince minutos de fama tan necesarios para cualquier ego, y más aun para los que no han destacado anteriormente por criterios ponderados.

Para quienes se preocupaban inventando “explicaciones” conspirativas y supuestas luchas de poder entre diferentes “facciones” dentro del castrismo como causa de la demora desde el 24 de febrero hasta el 19 de abril para la entrega de los cargos formales a los sucesores, ténganse en cuenta que la fecha de febrero, inicio de la guerra de independencia cubana en 1895, es acontecimiento histórico que el castrismo subestima, mientras que la de abril celebra pomposamente “la primera derrota del imperialismo en América Latina” en 1961, que la dictadura sublimiza.

Pero además, existe otra realidad práctica y actual relacionada con las “elecciones” presidenciales en Venezuela, manipuladas y controladas por el chavismo con absoluto desprecio de la oposición, que se realizarán el 22 de abril del 2018, lo que deja claro que ambas fechas no son casuales ni mucho menos, y que de hecho en una semana se producirán las “elecciones” de los gobernantes en la isla y en la colonia suramericana, donde surgirán “nuevos” equipos directivos que llevarán el día a día de ambas dictaduras, siempre bajo el control y la vigilancia del “gran hermano” desde la oficina del primer secretario del partido comunista en La Habana y los procónsules cubanos de turno en Caracas.

Y súmese, además, que el 13 y 14 de abril se celebrará en Lima, Perú, la Cumbre de Las Américas, adonde, por definiciones de protocolo y por ser el jefe de Estado cubano, correspondería asistir al veterano dictador (¡que paradójicamente es invitado a participar en una cumbre de países democráticos!), y no al delfín designado, que tendría que asumir su pomposo cargo de sucesor de los hermanos Castro menos de una semana después de haber finalizado la cumbre en territorio peruano. No garantiza esto que será el general sin batallas el que asista, pero al menos facilita la posibilidad de que el nuevo encumbrado del régimen no tenga su primer evento de alto nivel entre tantos jefes de Estado, y donde, al menos como corresponde por su cargo, podría asistir Donald Trump. De no asistir Raúl Castro a esa Cumbre, entonces conocer quién asiste como representante cubano a ese evento podría ayudar a dar pistas sobre el sucesor, aunque fuera una semana antes de las “elecciones” en Cuba.

Y finalmente, aunque no menos importante, no hay que olvidar que para el mes de marzo Raúl Castro anunció que se celebraría un Pleno del Comité Central del Partido Comunista que será donde realmente, aunque nunca se va a decir explícitamente, se discutirán los temas principales y se comunicarán las decisiones finales que se tomaron anteriormente en el Buró Político del partido, y que serán las que “guiarán” a los diputados que deberán refrendar con su aprobación casi unánime, cual focas amaestradas, las nuevas autoridades del país para la “democracia” más perfecta, justa y sin deficiencias de todo el universo.

Después de estas precisiones, intentaremos descifrar, hasta donde sea posible, quiénes podrían ser los sucesores de Raúl Castro en los cargos formales del Estado y el gobierno, teniendo en cuenta que desde el verdadero poder, el que emana de la oficina de Raúl Castro y de su cargo de primer secretario del partido comunista, no se prevén modificaciones de ningún tipo en el actual proceso de “elecciones”.

Y hagámoslo, entre otras cosas, porque, lamentablemente, determinados opositores cubanos y una parte de los exiliados no le dedican demasiado tiempo a tratar de entender aspectos tan importantes para el futuro inmediato de nuestro país, porque lastimosamente en demasiadas ocasiones prefieren desgastarse en estériles polémicas y acusaciones fraticidas sobre temas muchas veces en realidad del tipo de que si son galgos o son podencos, y en una rebatiña absurda por protagonismo, mientras la dictadura afina los mecanismos de la transmisión de mandos formales bajo los disfraces de “cambios” y “reformas” que una parte del mundo, por candidez o comodidad, acepta como valederos, y se prepara para presentarse con un maquillaje diferente, gatopardista, con la intención de que parezca que todo está cambiando para que en realidad nada cambie.

Así que, sin más largas al asunto, entremos en detalle en el análisis sobre quienes podrían ser los sucesores de Raúl Castro en los cargos formales del Estado y el gobierno. Y para intentar hacerlo de la manera más exacta y precisa que podamos, comencemos con dejar perfectamente claro algo que hace algún tiempo anda dando vueltas y confundiendo en publicaciones digitales y escritas, y en algunas transmisiones de televisión y radio, tanto fuera de Cuba como dentro de ella.

El mito de que existe una Junta Militar en Cuba

En Cuba no existe ni gobierna una junta militar, ni lo ha hecho en algún momento de las larguísimas seis décadas de dictadura castrista.

En los últimos tiempos, algunas personas que escriben sobre el tema cubano, tanto fuera de la isla como dentro, han comenzado a referirse al gobierno cubano como una “Junta Militar”, a partir del hecho de que existen militares ocupando posiciones de poder.

Con ese criterio, demuestran dos cosas a la vez: que no entienden exactamente qué cosa es una Junta Militar, y que tampoco conocen cómo funcionan muchas cosas en Cuba.

Si en Cuba existiera realmente una Junta Militar, cómo las que en su momento existieron en las dictaduras militares de Argentina y Chile entre los años setenta y ochenta del siglo pasado, y en cierto sentido en Perú, los jefes de la marina de guerra, de la aviación, y de las instituciones encargadas del orden interior (que serían el equivalente de la policía o los carabineros) tendrían papeles decisivos en las decisiones de gobierno, por ser precisamente los jefes de esas instituciones armadas, que tomaban decisiones colegiadas.

Pero en la Cuba castrista no tienen ni tendrán esos papeles decisivos al máximo nivel, sobre todos los jefes de la marina de guerra y de la fuerza aérea (ambas entidades cada vez más débiles y raquíticas en los últimos años, desde que terminó el financiamiento soviético tras el “desmerengamiento” de 1991), aunque en el caso cubano el ministro del interior, aunque no se trate de una junta militar, ocupa un cargo de verdadero poder a los más altos niveles políticos y gubernamentales.

Las tres “regiones estratégicas” (occidental, central y oriental), dirigida cada una por un general de tres estrellas, conformadas por Raúl Castro tras al paso del huracán Irma por la devastación que dejó a causa del abandono de las infraestructuras del país y las viviendas durante tanto tiempo, además de por errores de previsión producto de la desorganización y la intromisión del partido en todo lo que no debería entrometerse, ha sido una decisión de emergencia para dirigir en tiempos de crisis, supuestamente con carácter provisional, y sobre algunos aspectos del funcionamiento de cada una de esas tres “regiones”, pero en ningún caso podría equipararse a lo que constituiría una junta militar “clásica”, tal como ese criterio se acepta en el mundo.

No existe entonces tal junta militar cubana más allá de las fantasías o especulaciones de esos “analistas” que por tal de “aportar” algo nuevo recurren a expedientes confusos y oscurantistas, y aparentemente consideran que repitiéndolos sistemáticamente podrán convertirlos en verdades, aunque no tengan nada que ver con la realidad, o al menos en ilusiones que algunas personas compartan.

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