miércoles, febrero 07, 2018

Marlene Azor Hernández sobre Cuba: ¿Cuál institucionalidad, leyes y políticas públicas hay en Cuba? (I)


¿Cuál institucionalidad, leyes y políticas públicas? (I)

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Ni la Rusia medioeval, ni la China de mandarines, ni el Vietnam represivo
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Por Marlene Azor Hernández
Ciudad de México
06/02/2018

Uno revisa todos los discursos de los dirigentes partidistas, estatales y militares del país y constata muy bajo nivel de instrucción e información sobre el propio país[1] y sobre el mundo. Enfrascados en la “lucha contra el imperialismo y la CIA”, el país vive en permanente estado de emergencia, —sin declarar—, y un discurso de enfrentamiento y guerra, como el de Sucelys Morfa González en “el acto de repudio” en la Cumbre de las Américas del 2015, pura vulgar crispación y/o un llamado a los tiempos difíciles, —que son todos los años de los últimos 60 años— en el que hay que seguir “luchando”.[2] Todo el andamiaje ideológico y político del país está montado sobre “el estado de guerra permanente” para producir bienes materiales y/o servicios o para enfrentarse a la CIA, da lo mismo. La élite política y militar cubana no da señales de tener voluntad de reestructurar ni la economía, ni eliminar la represión, o querer cambiar la institucionalidad soviética y las leyes, ni las políticas públicas reaccionarias y retrógradas de la exURSS que dejaron una abrumadora pobreza en el país, una ciudadanía sin derechos y sólo se conocieron después del derrumbe.

Por eso la iconografía “revolucionaria” son pensadores congelados del siglo XIX como Marx, Engels, Lenin y, José Martí, sólo se menciona para la guerra y el partido de la guerra y la denuncia del imperialismo decimonónico. No hay sosiego[3].

En cuanto a la iconografía y culto a la personalidad de Fidel Castro y el Che Guevara lo mismo, la guerra, y las tácticas de guerra. La maquinaria del culto a la personalidad en Cuba es embrutecedora y da nauseas de las idioteces que exalta.[4] Siempre hemos estado en guerra, desde la guerra de independencia, y seguimos en guerra y el futuro es la guerra. Según el discurso oficial y los intelectuales e historiadores que se suman a la historia única oficial.

También están los funcionarios de los ministerios que repiten las mismas incompetencias y el mismo desconocimiento sobre la realidad del país y sobre las políticas públicas implementadas y su evaluación. Que el aplicador de los Lineamientos en el país, Marino Murillo, diga recientemente que “no sabía lo complejo del proceso” de implementar los Lineamientos, expresa el nivel de desconocimiento que tienen las autoridades públicas, del país que ¿dirigen? Que no se sepa en el país el nivel de pobreza o el nivel de violencia contra la mujer, que no se sepan los niveles de desigualdad social, los niveles de delincuencia e ilegalidad que existen en el país, que se haya mantenido los salarios y las pensiones más bajas de las Américas durante 27 años, que se desconozcan los datos sobre la discriminación racial, los problemas ambientales, que no se evalúe la calidad de los sistemas de salud y educación con estándares internacionales,[5] que no exista evaluación sobre la institucionalidad soviética copiada, las leyes y las políticas públicas, no es motivo de asombro es motivo para aterrarse y preguntar: ¿Pero en manos de quién estamos?

Con una élite partidaria estatal y militar tan desinformada y aferrada a la institucionalidad, “estilo de dirección” y leyes copiadas de la ex URSS, nuestro destino parece ser Honduras, Guatemala, Haití o Uganda. Los funcionarios de segundo nivel son iguales o peores de incompetentes si han sido formados en Cuba o en el antiguo CAME: sólo han conocido el sistema institucional soviético que es el que existe en el país desde 1975 y la Escuela Superior del Partido imparte el marxismo leninismo soviético aderezado con palmeras, sin mencionarlo, y con la opacidad que le permite seguir embruteciendo a los “cuadros”.[6] ¿Qué hacen los militares controlando la economía y la política si su lugar son los cuarteles?

Estamos en la misma situación de crisis estructural que se dio en la ex Unión Soviética y con los mismos cuadros partidarios estatales y militares estalinistas y medievales, analfabetos de la gestión pública eficiente, que luego formaron las mafias del poder y los nuevos millonarios rusos, incluido su presidente.

No queremos las instituciones, ni las leyes, ni las políticas públicas de la Rusia “medieval”. Los servicios públicos rusos de educación y salud no han mejorado los pésimos índices de la era soviética, —que se ocultaban e inflaban—, ni en infraestructura ni en calidad, tampoco los salarios ni las pensiones. El índice de corrupción es alto, y el Índice de Desarrollo Humano muy bajo de acuerdo a su potencial de recursos económicos. Rusia sigue siendo un país muy desigual según los criterios del Índice de Gini y el de Palma, y presenta en 2016, casi 20 millones de personas por debajo del umbral de pobreza. Los gastos de “Defensa” son superiores a los gastos en educación y en salud.[7] Rusia no está entre los primeros 33 lugares en los rendimientos del examen PISA, para estudiantes de 15 años en matemáticas, ciencias, y habilidad de lectura. En noviembre del 2016 cerró la oficina de Amnistía Internacional en Moscú luego de 20 años de presencia en el país. Según el informe de Amnistía Internacional en la Federación Rusa (2016-2017):

“Se intensificaron las restricciones del derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. Continuaron los procesos judiciales de quienes habían participado en protestas contra el gobierno en la plaza de Bolotnaya, lo que suscitó mayor preocupación aún por el respeto a las normas sobre juicios justos. Los defensores y defensoras de los derechos humanos se exponían a ser sancionados con multas o procesados por sus actividades. Se inició el primer proceso penal por incumplimiento de la ley sobre “agentes extranjeros”. Varias personas fueron acusadas en aplicación de la legislación contra el extremismo por criticar políticas gubernamentales y por poseer o mostrar en público material supuestamente extremista. Hubo denuncias de tortura y otros malos tratos en instituciones penitenciarias, y la falta de atención médica adecuada en las cárceles ponía en peligro la vida de las personas recluidas en ellas. Continuaron denunciándose graves violaciones de derechos humanos cometidas en el contexto de las operaciones de seguridad en el Cáucaso Septentrional. En Chechenia, quienes criticaban a las autoridades se exponían a ser procesados y a sufrir agresiones físicas a manos de agentes no estatales, que acosaban también a los defensores y defensoras de los derechos humanos que informaban desde la región. Rusia fue objeto de críticas internacionales en relación con las denuncias de crímenes de guerra cometidos por sus tropas en Siria. La Corte Penal Internacional continuó su examen preliminar de la situación en Ucrania, que incluía los delitos cometidos en el este del país y Crimea. Rusia no respetaba los derechos de las personas refugiadas y solicitantes de asilo.”[8]

Si cambiamos los nombres de los territorios y eliminamos la intervención en Siria, se repiten las mismas violaciones en el caso de Cuba de los derechos jurídicos, civiles y políticos. Los derechos económicos, laborales, sociales y culturales son también violados en la Federación como en la era soviética. Los Derechos Humanos, todos, siguen siendo en Rusia, una asignatura pendiente. Por eso, Rusia, no es el referente para los cubanos.

[1] La reciente encuesta sobre igualdad de género lo primero que constata es que el gobierno no ha monitoreado la violencia contra la mujer en Cuba. Por ahora, estudian las percepciones con una prensa y unas Ciencias Sociales amordazadas. El femicidio y la represión y golpizas a las mujeres por las propias autoridades sigue ignorado.

[2] A esto se refieren todos los artistas e intelectuales y todos los opositores políticos cubanos cuando piden y sueñan con un país “normal”. Las permanentes y sistemáticas campañas para cualquier cosa y para casi todo, nos tiene a los cubanos agotados, desfallecidos, frustrados y sin alicientes, por vivir en un país en guerra simbólica y represión real todos los días de los últimos 60 años. ¡No queremos vivir en un estado de emergencia permanente!

[3] La propaganda en Cuba oculta el pensamiento político de Martí como demócrata republicano, lo cual implicaba ya en su época un Estado de Derecho, probidad pública, pluripartidismo y propiedad privada, también una importancia notable de la educación como sus contemporáneos latinoamericanos. Cuando no tienen qué informar entonces hablan de su poesía para ocultar la notable diferencia entre una dictadura estalinista y un pensamiento político demócrata republicano.

[4] ¡Las estrategias y tácticas del combate de la guerra! y/o las emociones plañideras que exaltan a los “guerreros”. También muy cursis. En todo este discurso no hay nada concreto para sacar del “hueco” al país.

[5] El gobierno de Cuba no se somete a ninguna evaluación estandarizada internacional de la calidad de sus sistemas de salud y educación. Sólo expone algunos datos de relevancia internacional, pero no es evaluado por ningún sistema estandarizado nacional o internacional de calidad. La “solidaridad” con otros países se hace a costa de pauperizar la atención primaria y secundaria de salud en Cuba y lo mismo pasa con el sistema de educación para alfabetizar en otros lugares. La cobertura es casi universal, no la calidad.

[6] Al igual que la Escuela Superior del Partido del PCUS. ¿Qué se imparte en esa escuela que no sea propaganda del PCUS adaptada a Cuba? No veo a ningún funcionario público conocedor de las políticas públicas ni del funcionamiento de las instituciones, sino torpes y sesgadas intervenciones en los que se constata si se cumplió y sobre todo que no se cumplió “el plan” y para el año próximo seguro se cumple. ¿? Con revisar toda la prensa nacional se constata el bajo nivel de “los cuadros” partidarios y estatales.


[8] El Informe es más extenso y se puede encontrar AQUÍ.
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