lunes, agosto 13, 2018

Armando de Armas: 12 de agosto de 1933 en Cuba: ¿caída de Machado o caída de la República?



12 de agosto de 1933 en Cuba: ¿caída de Machado o caída de la República?

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Hace 85 años sucedía así una fractura insalvable en la historia nacional cuyas consecuencias alcanzan hasta el presente. De la República nacionalista pasamos rápidamente a la República social, primero, y a la socialista después.
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Por Armando de Armas
Agosto 12, 2018

Un día doce de agosto como hoy, pero de 1933, fue testigo del dramático fin del Gobierno del general Gerardo Machado a consecuencia de la Revolución del 33 y una huelga que paralizó el país, dando como resultado que a partir de entonces los destinos de la isla dejarían de ser regidos por los hombres que hicieron las guerras de independencia para pasar a manos de las nuevas generaciones de doctores devenidos ingenieros sociales.

Hace 85 años sucedía así una fractura insalvable en la historia nacional cuyas consecuencias alcanzan hasta el presente. De la República nacionalista pasamos rápidamente a la República social, primero, y a la socialista después. De la Constitución libertaria de 1901, fruto de la intervención y la influencia estadounidense, pasamos a la Constitución gregarista de 1940, hija de la revolución del 33.

Machado (1869-1939), como anticipo del destino de muchos cubanos debido a esa infausta fractura, descansa aún hoy en el Cementerio Norte del Parque Woodlawn, en Miami.

Gerardo Machado en su juventud

Tras los acontecimientos, el embajador estadounidense Sumner Welles intentó mediar sin éxito pues EE.UU. no estaba interesado en la desestabilización de un país que había alcanzado finalmente su independencia de España (tras tres desgastadoras guerras) apenas 30 años atrás gracias a su intervención militar a favor de los cubanos, en 1898, y en el que después habían tenido que intervenir militarmente tan temprano como en el 1906.



Para ocupar el vacío de poder dejado por Machado fue nombrado presidente el jefe del Ejército, el general Alberto Herrera, quien enseguida traspasó el poder a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, hijo del primer presidente de la República en Armas e iniciador de la Guerra de 1868, Carlos Manuel de Céspedes.

Tras el Tratado de París en 1899, luego de la victoria de las armas estadounidenses sobre la españolas, y mientras Cuba en 1901 elaboraba su 1ª Constitución, el Senado de Estados Unidos vota una enmienda que será incluida en la Constitución cubana: la Enmienda Platt.

Tan pronto como el 29 de mayo de 1934, bajo la breve presidencia de Carlos Mendieta (1934-1935), y como consecuencia directa de la caída de Machado, fue abolida la denostada Enmienda Platt. No por gusto la misma revolución del 33 marcó un hito en lo que algunos pomposamente llaman la mayoría de edad de la República. Cuando, patriotismo aparte, lo cierto es que existen indicios para creer que más bien podría haber marcado un hito en el inicio o el agravamiento de los problemas sin solución para la República.

Por otra parte, si verdaderamente esa fecha marcó la mayoría de edad de la República: ¿Qué clase de uso dieron los cubanos a los deberes y derechos que se adquieren con la mayoría de edad? ¿Es que fueron los cubanos unos adultos irresponsables, puesto que los hechos históricos muestran que a poco de ser mayores perdieron o entregaron alegremente la República?

Por otro lado, si esa mayoría de edad a lo que se refiere es a la derogación de la Enmienda Platt como la más importante consecuencia de la revolución del 33, ¿fue por consiguiente tan negativa para Cuba la Enmieda Platt como pretenden tirios y troyanos? ¿No ayudaría la Enmieda Platt más bien a preservar, a trancas y barrancas es cierto, pero a preservar en definitiva, a esa República? ¿De haber existido la Enmienda Platt en 1959 habría llegado al poder un Fidel Castro? ¿Se hubiese implantado un régimen comunista en la isla? ¿Es en definitiva el exilio cubano, y el que los restos de Machado estén enterrados en Miami, la consecuencia última de la derogación de la Enmienda Platt?

La Enmienda Platt tenía tres puntos importantes: la cesión de terrenos para el establecimiento de bases militares estadounidenses en suelo cubano, la prohibición al Gobierno de Cuba para firmar tratados o contraer préstamos con poderes extranjeros que pudieran menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna obtener por colonización o para propósitos militares asiento o control sobre ninguna porción de la isla, y el derecho que daba a Estados Unidos para intervenir con sus Fuerzas Armadas en Cuba con vista a proteger "las vidas, las propiedades o las libertades individuales".

Ninguno de los prolegómenos principales de la Enmieda Platt dejaba un espacio para la llegada, y menos para la permanencia en el poder, de Fidel Castro en 1959 y la posterior implantación de una tiranía comunista en la isla.

 (Retrato de Gastón Baquero.)

El poeta más grande de Cuba en el siglo XX, Gastón Baquero, aseguraba que los problemas sin solución para la isla comenzaron no con la presidencia de Machado sino, contrario a lo que el común cree, con la revolución de 1933 que lo derrota y exilia, por lo que en entrevista con la escritora Nedda G. de Anhalt, para el libro Dile que pienso en ella, el también jefe de redacción del influyente y conservador Diario de la Marina, dice: “La Universidad de La Habana era una de las mejores de América. Se eclipsó con la caída de Machado (…) A Cuba se le rompió la columna vertebral con esa caída y nunca más pudo marchar el país”.

Pero más importante que el declive de la universidad a manos del revolucionarismo (Castro no inventó aquello de la Universidad es para los revolucionarios, pues ya a partir de 1933 las cátedras universitarias eran ocupadas en la isla no por los intelectualmente más dotados sino por los más revolucionarios) fue el declive del Ejército de la República que, como consecuencia directa de la caída de Machado, se convirtió poco a poco en un Ejército de revolucionarios en que, como en el caso de Fulgencio Batista, se podía pasar de la noche a la mañana de sargento a coronel sin haber pasado no ya por una academia militar sino sin ganar, o siquiera participar, en ninguna batalla.

( Gerardo Machado en la Guerra de Independencia.)

Así durante la revolución de finales de los cincuenta en Cuba lo que se daría es una lucha armada entre bandas de revolucionarios en el poder, Batista y los suyos, y bandas de revolucionarios que querían el poder, Fidel Castro y los suyos.

Los castristas nunca hubiesen triunfado contra un Ejército verdaderamente profesional: imaginemos por un momento, por ejemplo, a los famélicos e infames guerrilleros del Movimiento 26 de julio enfrentados a las tropas del general José Miguel Gómez, quien fuerra un auténtico prusiano de academia y de acción en el campo de batalla.

Quizá por todo ello sea lícito discurrir que la revolución que triunfa en 1959 es la misma que se inicia en 1933, y que, sin la caída de Machado no hubiese habido ascenso y permanencia de Castro en la regencia de los destinos patrios por más de medio siglo. 
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En el documental  ¡Viva la República! , del director de cine  Pastor Vega (conformada mediante documentales robados a principios de la Robolución al afamado cineasta Alonso ) se vilipendia a la República de Cuba; uno de los guionista de ese documental fue Jesús Díaz.  quién posteriormente funda en España la revista Encuentro de la Cultura Cubana. Años después de escribir el guión de dicho documentalJesús Díaz cambió totalmente su perspectiva sobre la República de Cuba y eso  se puede verificar en el número 24 de dicha revista que es un homenaje a la República de Cuba por su centenario. Un fragmento escrito por Jesús Díaz dice:

¨Más allá de sombras, contradicciones y tensiones cuentan los resultados. Y locierto es que la República partió de una realidad terrible en 1902 y que, como prueban varios de los trabajos que publicamos, en 1959 la Cuba republicana estaba situada no solo entre los primeros países de América Latina en muchos de los principales indicadores de desarrollo económico, social y cultural, sino que tam- bién superaba en algunos de ellos a países europeos como España, Portugal, Gre- cia o la propia Italia. La Cuba republicana era una nación que acogía inmigrantes —españoles, chinos, judíos, árabes, italianos, jamaiquinos, haitianos—; la Cuba actual, en cambio, es desde hace años y años una fuente inagotable de exiliados que emigran hacia los más diversos países con la esperanza de encontrar en ellos lo que el nuestro les niega¨
 
 En el libro La verdadera República de Cuba, escrito por el Dr. Andrés Cao Mendiguren,  uno de los  mejores libros sobre la república cubana (1902-1958 ) que se ja escrito (quizás el mejor de los que  he leido en mi vida),  incluyendo la monumental obra en 10 tomos Historia de la Nación Cubana, aunque este último incluye el período colonial y llega hasta el año 1952, se lee:

 ¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad  porque esa nación  se alcanzó muy pronto  en décadas posteriores,  aunque en 1959  fue demolida por los que  usurparon el poder, y ha sido vilipendeada  por una oleada de intelectuales comprometidos o  mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba  las primeras posiciones  en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas  para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros  tan destacados  no se hubieran podido conseguir  si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores,  no hubieran tenido interés  y acierto para  resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran  dado una legislación avanzada  y moderna, o si el  pueblo cubano no hubiera estudiado  y trabajado  para superarse. El pueblo cubano era exigente  y siempre aspiraba  a lo mejor, pero tenemos  que acusarnos  de un pecado,  y es que  cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar  los fallos  y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)


Lo que sucedió en Cuba fue lo que ya había advertido la Comisión Truslow en las conclusiones de su informe al hacer un estudio, a petición del Presidente Prío Socarrás, para la dinamización de la economía cubana; veamos:

En 1950 la Misión Truslow, comisión internacional solicitada al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) por el gobierno presidido por el Dr. Carlos Prío Socarrás para que hiciera un diagnóstico de la economía cubana y recomendara medidas para dinamizarla, planteó, entre otras cosas, que Cuba debía diversificar su economía teniendo al azúcar como punto de partida y que Cuba poseía los recursos humanos, financieros y materiales necesarios para ello salvo el combustible; alertó que la prosperidad bélica (II Guerra Mundial y Guerra de Corea) había propiciado nuevos niveles de vida para muchas personas y que el actual crecimiento económico no satisfacía las necesidades de su creciente población y que si la economía era incapaz de sostener ese nivel en tiempos menos prósperos, sobrevendría una gran tirantez política (Zuaznábar, 19 y 20). Como elemento conclusivo planteó:

¨Si los líderes se han descuidado en prever esta posibilidad, la opinión pública los inculpará. Y si ello ocurriera, el control podría pasar a manos subversivas y engañosas, como ha ocurrido en otros países donde los líderes no se han dado cuenta de las corrientes de estos tiempos. ¨ (Zuaznábar, 20)
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 Tomado de https://www.facebook.com/nicolas.aguila.f

Ferrara ante la historia
Por Nicolás Águila
13 de agosto de 2018

El secretario de Estado Orestes Ferrara se dirigió al embajador de EE. UU., el muy liberal Benjamin Sumner Welles, con fecha 9 de agosto de 1933, para expresar su rechazo y malestar ante la torpe interferencia del Departamento de Estado de Estados Unidos en los asuntos cubanos:

“¿Con qué derecho y a qué título hace usted estas gestiones? Porque sus demandas no se las autoriza el Derecho Internacional, a pesar de sus innumerables abstracciones, ni la Enmienda Platt, a pesar de que nos fue impuesta, ni la Doctrina Monroe, noble expresión de libertad unilateralmente puesta en práctica, ni ningún otro precepto o principio político internacional”.

Y luego los detractores de Ferrara lo acusan de haber sido proyanqui. Pues todo lo contrario, era antiplattista. Su misión en Washington como embajador, antes de ser nombrado canciller en 1932, tenía como objetivo número uno la abolición de la Enmienda Platt. Lo cual, visto con la perspectiva de 85 años, fue el mayor error de Machado y Ferrara. De haber continuado vigente la tan demonizada Enmienda Platt, no habríamos sufrido estas seis décadas de esclavitud castrista.

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Tomado de http://www.vitral.org/vitral/vitral48/cent.htm

ENMIENDA PLATT Y REPÚBLICA

(Fragmento)

Sabiduría vs imposición

La República nació con su independencia y soberanía limitadas en cuanto a principios se refiere; eso es un hecho innegable en nuestra historia. Los cubanos más preclaros se decidieron por la opción de aceptar por el momento la mencionada enmienda ante la alternativa de la ocupación indefinida de Cuba por las tropas norteamericanas y que la misma pudiera desencadenar una inútil guerra de guerrillas contra el Gobierno Interventor norteamericano que destruyera, más aun, al ya devastado país. El Mayor General Calixto García después de concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana había dicho:

"Yo creo que los Estados Unidos no faltarán a su palabra empeñada; pero si así fuera siempre habría tiempo para morir, ya que no para vencer" ( Rodríguez, 44 y 45)

La sabia estrategia planteada desde los mismos inicios de la República por Don Juan Gualberto Gómez, y otros patriotas, y que está expuesta en las siguientes palabras, demostró ser la más adecuada para la joven república.

"Declaración solemne del propósito de que mientras ese tratado esté vigente, será escrupulosa y lealmente observado por el pueblo cubano y por su gobierno; sin perjuicio de que el Gobierno de la República de Cuba aproveche cualquier oportunidad favorable que pueda presentarse en el porvenir para influir cerca del Gobierno de los Estados Unidos, a fin de obtener por mutuo acuerdo, la modificación de aquellas cláusulas del Tratado en que el pueblo cubano encuentra limitada su independencia y mermada su soberanía." (Ibarra, 245)

Los contenidos más lesivos de la Enmienda Platt en contra de la plena soberanía cubana fueron abrogados en 1934.

Balance controversial de la Enmienda Platt

El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:

1) Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.

2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.

3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.

Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:
1) Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.
2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.
La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.

Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:
"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.

Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (Ibarra, 312)

He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:

Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.

El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.

Un caso concreto de la aplicación de la Enmienda Platt

Por otra parte, debemos admitir que en general, en el caso cubano, los gobiernos norteamericanos no se inclinaron en hacer un uso indiscriminado o exagerado de la prerrogativa que les daba la Enmienda Platt. El proceder del presidente Teodoro Roosevelt durante "la guerrita de agosto" de 1906 así lo atestigua, pues tanto el presidente Estrada Palma como los alzados contra él, pidieron la intervención norteamericana y fue el presidente Roosevelt el que trató de que la misma no se produjera. La carta de Roosevelt al embajador cubano Gonzalo de Quesada del 14 de septiembre de 1906 y su telegrama a Estrada Palma del 25 de septiembre de ese mismo año así lo muestran. Algunos fragmentos de la mencionada carta son:

" Solemnemente conjuro a todos los patriotas cubanos a unirse estrechamente para que olviden sus diferencias, todas sus ambiciones personales, y recuerden que el único medio de conservar la independencia de su república es evitar, a todo trance, que surja la necesidad de una intervención exterior para salvarla de la anarquía y de la guerra civil.
Espero ardientemente que estas palabras de apelación, pronunciadas en nombre del pueblo americano, por el amigo más firme de Cuba y el mejor intencionado hacia ella que pueda existir en el Mundo, serán interpretadas rectamente, meditadas seriamente y que se procederá de acuerdo con ellas, en la seguridad de que, si así se hiciere, la independencia permanente de Cuba y su éxito como República se asegurarán." (Pichardo, 283)

En el telegrama de Roosevelt a Estrada Palma del 25 de septiembre, éste le escribe en un tono invocatorio y suplicante:
" Bajo su gobierno y durante cuatro años, ha sido Cuba República independiente. Yo le conjuro, en bien de su propia fama de justo, a que no se conduzca de tal suerte que la responsabilidad por la muerte de la República, si tal cosa sucediere, pueda ser arrojada sobre su nombre. Le suplico proceda de manera tal, que aparezca que Ud. por lo menos, se ha sacrificado por su país y que lo deja aún libre cuando abandone su cargo." (Pichardo, 285)

Estrada Palma permaneció intransigente y convocó al Congreso para renunciar pese a que los sublevados no pedían su renuncia. Se creó una comisión para convencerlo que retirara la renuncia pero el resultado fue negativo. No pudieron obtener arreglo alguno con Estrada Palma, el cual, para colmo, le pidió al Vicepresidente que también renunciara, dejando así acéfala a la república.
El país quedó sin presidente y con una sublevación en sus entrañas que deseaba también la intervención extranjera. La intervención se produjo y como la anterior intervención militar, no hubo oposición armada a la misma.

El Subsecretario de Estado Bacon, según el historiador Howard Hill, citado por Ibarra, le dijo contrito a Taft:
" Me avergonzaré de mirar a mister Root a la cara. Esta intervención es contraria a su política y a todo lo que él ha estado predicando en América del Sur" (Ibarra, 294)
Elihu Root, el padre de la Enmienda Platt, era en ese momento Secretario de Estado.

Según algunos historiadores cubanos de nuestros días, la renuencia del gobierno norteamericano a intervenir se debió a que podía afectarse la imagen del nuevo modelo neocolonial que se estaba experimentando en Cuba y que deseaba llevar a otros países latinoamericanos. Considero que esa explicación no es compatible con la imagen del gobierno cuyo presidente públicamente dio a conocer la política del Gran Garrote y de las Cañoneras. Esta ocasión no fue la única en la que el gobierno de los E.U. invocó la Enmienda Platt para intervenir en Cuba, pero sí fue la única en la que la intervención verdaderamente se llevó a cabo; las otras invocaciones (algunas veces precedidas de intentos por reconciliar a las partes cubanas beligerantes) se limitaron a amagos de intervención y a algún que otro desembarco en determinadas regiones lejanas del país, cercanas a la Base de Guantánamo o dentro de ella y en Santiago de Cuba, las cuales ayudaron a que se apaciguaran los ánimos de los cubanos que contendían entre sí. El artículo tercero de la Enmienda Platt se aplicó, o estuvo a punto de aplicarse, solamente en momentos en los que se habían producido enfrentamientos armados en el país y el gobierno democráticamente elegido había perdido o estaba perdiendo ostensiblemente el control del país. Esta situación se puede ilustrar también con el siguiente fragmento de la nota del Secretario de Estado norteamericano P.S. Knox, el 16 de enero de 1912, al Presidente José Miguel Gómez: "evitaran una situación peligrosa que pudiera obligar al Gobierno de los Estados Unidos, contra sus propios deseos, a considerar las medidas que debe tomar en función de sus obligaciones con respecto a las relaciones con Cuba"(Alzugaray, 29).

El artículo tercero de la Enmienda Platt nunca se aplicó cuando los objetivos políticos, sociales, obreros y de la mujer se buscaban pacíficamente. La anterior república cubana, pese a los defectos, deficiencias y males que tuvo, ocupó comparativamente una posición privilegiada en América Latina en cuanto a las conquistas políticas, sociales, laborales y de la mujer que en ella se alcanzaron.

No conozco que en esas intervenciones o amagos se haya producido algún enfrentamiento armado entre las fuerzas norteamericanas y alguna fuerza cubana.

Un hecho polémico no sujeto a esquemas

La intervención norteamericana en los asuntos cubanos en las postrimerías del antepasado siglo XIX y en los inicios del pasado siglo XX ha sido un hecho histórico muy polémico de nuestra historia. Para que se tenga una idea de lo controvertida que ha sido la apreciación cubana sobre la intervención norteamericana después de finalizada la guerra de independencia contra España diré, que en contra de todo esquema simplista, podemos encontrar desde burgueses cubanos admiradores de los E.U. opinar duramente en contra de ella, hasta a un destacado político de izquierda defender, en cierta medida y en la década del 40, la presencia norteamericana en los primeros años de independencia de España, pues esta aceleraba el desarrollo del capitalismo en Cuba y con ello, según la filosofía marxista clásica, la instauración del socialismo en Cuba.

La Enmienda Platt no fue abrogada en 1934 por poseer la república cubana en esa fecha, un gobierno fuerte que respondiera a los intereses del gobierno norteamericano, pues todos sabemos lo convulsa que fue en nuestro país la década del 30 del pasado siglo XX; tampoco se abrogó por ser una demanda del sentimiento nacionalista antinorteamericano que había en determinados estratos de la población cubana de los años veinte y treinta (también existían sentimientos antiespañol, antijudio, antihaitiano, antijamaicano, etc), sentimiento que después de 1940 y hasta 1959 disminuyó grandemente (Domínguez, 244). Fueron varios los factores que motivaron esa decisión entre los que, por supuesto, también se encontraban esa corriente y ese sentimiento nacionalista, pero no se pueden obviar tampoco: el trabajo paciente, tenaz y sabio de nuestros diplomáticos, las relaciones de amistad entre Cuba y Estados Unidos, la política del Buen Vecino de Franklyn D. Roosevelt, y finalmente, la percepción norteamericana de los cambios que se habían producido en las relaciones internacionales de las otras potencias con los países de nuestro continente.

Por último, deseo observar que el nuevo tratado sobre las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos que se firmó en esos años, nunca tuvo en su haber, un período norteamericano de ocupación de nuestro país pese a la inestabilidad política y de oposición armada que presentaron algunos gobiernos cubanos antes del primero de enero de 1959.
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