lunes, agosto 13, 2018

Miguel Sales Figueroa: Cuba: El costo de las medallas


Cuba: El costo de las medallas

 
Por Miguel Sales 
 Málaga
13 de agosto de 2018

Durante muchos años el gobierno de Cuba ha proclamado que el crecimiento continuo de la esperanza de vida en la Isla es uno de los principales logros del régimen castrista. Esos resultados positivos se deberían, según los voceros de La Habana, a la mejor atención sanitaria (léase vacunación masiva, médicos de familia, etc.) y la mayor calidad y equidad de la alimentación (léase libreta de racionamiento, tilapia transgénica, etc.), aportadas por la revolución de 1959.

Existen fundadas sospechas sobre la fiabilidad de los datos que sustentan esta pretensión. Las estadísticas cubanas suelen estar maquilladas con fines propagandísticos y, por ejemplo, nunca tienen en cuenta los índices de abortos, suicidios y otros factores que inciden en el desarrollo demográfico. Pero a efectos de este artículo, cabe aceptar que la esperanza media de vida en Cuba es hoy de unos 80 años. Según la Oficina Nacional de Estadística (ONEI), la cifra sería algo superior para las mujeres y ligeramente inferior para los hombres.

También se sabe que los deportistas de primer nivel, mimados por el sistema, reciben durante toda su carrera mejor alimentación y más cuidados médicos que cualquier cubano de a pie, y que sus condiciones materiales de subsistencia (alojamiento, transporte, ropa, zapatos, etc.) superan con creces a las del ciudadano común. A lo que cabría añadir que la disciplina inherente al entrenamiento diario contribuye también a que los atletas lleven una vida más sana.

A la luz de todo lo anterior, resulta cuando menos insólito que tantos ex campeones cubanos mueran prematuramente. Muchos de ellos ni siquiera alcanzaron a cumplir los 60 años, es decir, que han vivido un 25% menos que la media de la población en conjunto.

La prensa nacional no suele ofrecer detalles sobre las causas de estos fallecimientos. Por lo general los periódicos enumeran los triunfos olímpicos y mundiales del finado y se limitan a consignar un “padecimiento súbito” o “una larga enfermedad”, sin entrar en descripciones clínicas. En la lista que aparece a continuación, figuran los nombres de algunos deportistas prominentes que han muerto por enfermedad desde principios de siglo, con la fecha del óbito, la edad que tenían en ese momento y la especialidad deportiva en la que descollaron.

1.    (2002) - Enrique Regüeiferos – 54 años. Boxeo.
2.    (2007) - Ernesto Martínez – 57 años – Voleibol.
3.    (2008) – Pablo Montes – 62 años - Atletismo.
4.    (2010) – Roberto Caminero (“Chocolatico Pérez”) – 65 años. Boxeo
5.    (2012) – Teófilo Stevenson – 60 años - Boxeo
6.    (2012)- Arnaldo Mesa – 45 años – Boxeo
7.    (2012) - Osmani Tamayo – 30 años – Boxeo
8.    (2013)- Juan Pérez Pérez – 62 años – Béisbol
9.    (2013)- Walfrido Ruiz – 67 años – Béisbol
10.    (2014)- Félix Betancourt – 68 años – Boxeo
11.    (2014)- José Modesto Darcourt – 56 años – Béisbol.
12.    (2015) – Pedro Roque Favier – 47 años – Lucha
13.    (2016) – Yerandi Fuentes – 19 años – Boxeo
14.    (2016)- Candelario Duvergel – 53 años – Boxeo
15.    (2016) – Adolfo Horta – 59 años – Boxeo
16.    (2017) – Rubén Camino – 58 años – Atletismo
17.    (2017) – Ángel Espinosa – 50 años – Boxeo
18.    (2018) – Bárbaro Morgan – 66 años- Lucha
19.    (2018) – Douglas Rodríguez – 61 años – Boxeo.
20.    (2018) – Pedro Pérez Dueñas – 66 años- Atletismo

La lista no es exhaustiva, porque la prensa cubana sólo suele mencionar a quienes ganaron medallas en los Juegos Olímpicos, Panamericanos o Centroamericanos, o impusieron marcas mundiales. Los atletas de segundo nivel o los gregarios de equipos menos laureados fallecen en el anonimato y rara vez el suceso trasciende el ámbito familiar.

¿Podría haber, más allá de la genética, la alimentación y los cuidados médicos, algún otro factor que incidiera en la longevidad de personas que, según toda lógica, deberían de tener más probabilidades de superar los 80 años de vida que de morir a los 60?


La respuesta apunta a un aspecto de la cuestión que el régimen cubano ha tratado de minimizar y ocultar durante largo tiempo: el dopaje. El uso de sustancias químicas –prohibidas o no, según el momento- para potenciar el rendimiento corporal de los atletas ha sido hasta hoy una práctica generalizada en la alta competición. Ningún país y ninguna especialidad han quedado al margen de esa superchería. Pero únicamente en el mundo comunista el dopaje se convirtió en política de Estado. Primero la República Democrática Alemana (RDA) y luego la Unión Soviética lo practicaron masivamente para estimular la conquista de medallas, a mayor gloria del socialismo real. De hecho, el sistema estaba tan arraigado, que todavía hoy Rusia sigue suspendida por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) tras la publicación en 2015 de un informe de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que expuso un programa de dopaje generalizado bajo los auspicios del Estado.

En la RDA un programa análogo se conoció oficialmente como Plan Estatal 14.25. Su aplicación, que se producía con o sin el consentimiento de los atletas, se tradujo en numerosos triunfos y nuevos records en torneos internacionales. Con apenas 17 millones de habitantes, Alemania Oriental llegó a ser la tercera potencia olímpica en las décadas de 1970 y 1980, sólo superada por Estados Unidos y la URSS.

Por esa época los sistemas de control eran todavía muy rudimentarios, de modo que casi nunca pudieron comprobarse las sospechas de dopaje que pesaban sobre las autoridades germanoorientales. De hecho, la única atleta de la RDA sancionada oficialmente fue la lanzadora de peso Ilona Slupianek, que en 1977 dio positivo por esteroides anabólicos en el Campeonato Europeo de Helsinki. Por entonces el dictadorzuelo Erich Honecker (a quien los cubanos llamaban ‘Jonequito’ en atención a su corta estatura) rechazó las acusaciones y declaró ante la prensa internacional: “El milagro del que se habla en todo el mundo respecto a nuestros deportistas se llama socialismo”.

Tras la caída del comunismo en 1989 y la fusión de las dos Alemanias, salieron a la luz los archivos de las instituciones deportivas y de la policía política (Stasi), que revelaron con lujo de detalles las características del Plan Estatal 14.25.

Hoy se sabe que al menos 10.000 atletas estuvieron involucrados en el programa de dopaje y que los efectos sobre su salud han sido devastadores. Más de mil deportistas, en particular atletas adolescentes, sufrieron daños físicos y psicológicos, graves y permanentes, por el uso de esteroides anabolizantes, testosterona, anfetaminas y otras drogas. Entre las consecuencias más frecuentes de esta práctica están la aparición prematura de enfermedades como el cáncer y la diabetes, trastornos cardíacos y circulatorios, daños hepáticos y renales, desequilibrios hormonales, y la esterilidad y virilización de las mujeres. Cientos de deportistas de la extinta RDA demandaron a las antiguas autoridades comunistas por los daños recibidos. Algunos responsables fueron condenados y sus víctimas obtuvieron indemnizaciones en los tribunales federales.

Casualmente, fueron entrenadores de la URSS y Alemania del Este los pilares del sistema deportivo cubano en las décadas de 1960 a 1990. La aplicación de los métodos rusos y alemanes al deporte de la Isla se tradujo en una notable progresión de resultados en competiciones internacionales. Entre los Juegos Olímpicos de Tokio (1964) y los de Moscú (1980) la cosecha de medallas pasó de una a veinte. (Tokio 1; México 4; Munich 8; Montreal 13; Moscú 20).
   
A partir de 1990, cuando se revelaron los detalles del Plan Estatal 14.25 de la RDA, se incrementaron los controles antidopaje en las competiciones internacionales. Las Olimpiadas de Barcelona (1992) marcaron el punto de partida de una mejora constante de los métodos de detección y un aumento de las sanciones por consumo de estimulantes.
   
Pues bien, con la leve excepción de Sidney ‘2000, desde Barcelona ‘92 los resultados olímpicos de Cuba fueron disminuyendo cada cuatro años, a medida que aumentaban los controles. La cosecha de medallas ha pasado así de 31 a 11 (Barcelona 31; Atlanta 25; Sidney 29; Atenas 27; Pekín 23; Londres 15; Río de Janeiro 11).
   
Sin duda en la sequía progresiva de medallas olímpicas que Cuba padece inciden también factores extradeportivos. Pero esta involución de resultados, la influencia soviético-alemana en el deporte cubano y las muertes y los padecimientos prematuros de numerosos campeones constituyen otros tantos indicios de utilización delictiva de sustancias prohibidas.
   
El gobierno cubano siempre ha negado que el dopaje fuera una práctica sistemática entre los atletas nacionales. Al igual que la extinta RDA, Cuba ha reconocido pocos casos de uso ilícito de fármacos para potenciar el rendimiento deportivo. El más sonado fue el del campeón mundial y olímpico de salto alto, Javier Sotomayor, que en 1999, en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, dio positivo por cocaína y tuvo que devolver la medalla de oro que había ganado. Otro tanto les ocurrió a los pesistas William Vargas y Rolando Delgado, ganadores también de preseas doradas y sancionados por haber usado nandrolona.
   
En esa ocasión la reacción de las autoridades cubanas rayó en la histeria colectiva. El propio Fidel Castro compareció en televisión dos veces para proclamar la inocencia de sus deportistas y acusar a los organizadores, los médicos, los laboratorios, la prensa internacional y, por supuesto, al imperialismo yanqui de haber urdido un complot contra Cuba. Sólo le faltó citar a Honecker y afirmar que el “milagro” deportivo cubano se llamaba socialismo.
   
Apenas dos años después de la indignada filípica de Castro, que dio la vuelta al mundo, Javier Sotomayor volvió a dar positivo, esa vez por nandrolona, durante la Reunión Internacional de Atletismo de Tenerife, celebrada en julio de 2001, y recibió una suspensión vitalicia. En esa ocasión el dictador prefirió evitar el ridículo y mantuvo un silencio estruendoso sobre el asunto
.
   
Ese mismo año se inauguró en La Habana el primer laboratorio antidopaje construido en la isla. El centro permitiría ``prevenir las trampas y los errores que se puedan cometer con los deportistas”, dijo Castro, en alusión a la postura oficial de que los atletas cubanos no se dopaban. Desde entonces, la actitud del gobierno ha cambiado un poco, aunque todavía trata de que las informaciones al respecto no trasciendan demasiado.
   
“En Cuba no se difunden los casos de dopaje, no es un escándalo mediático como ocurre en otras partes del mundo, pero sí hay casos de dopaje”, señalaba en 2017 el Dr. Ronny Montes de Oca, director del laboratorio. Según Montes de Oca, en 2015 hubo siete casos de dopaje detectados por la institución y en promedio se registran cuatro o cinco cada año.
   
El Laboratorio Antidoping de La Habana, y el Instituto de Medicina del Deporte son las primeras instituciones interesadas en que las autoridades deportivas internacionales no descubran nuevos casos de dopaje entre los atletas cubanos. En ese sentido, realizan ahora una labor de prevención y reducción de riesgos.
   
Pero nunca llevarán a cabo una investigación exhaustiva sobre el más que probable suministro sistemático de drogas a los deportistas que se formaron en las décadas de 1960 a 1990. Esos son los ex atletas que ahora rondan los 60 años de edad y que, según todos los síntomas, padecen las consecuencias físicas y psíquicas de aquella política de obtención de medallas a toda costa y a cualquier precio.
   
Los investigadores alemanes que desclasificaron los documentos de la Stasi relativos al Plan Estatal 14.25 llegaron a la conclusión de que “los éxitos deportivos de la RDA no se debieron sólo a las drogas, pero tampoco se habrían alcanzado sin ellas”. Otro tanto podría decirse de los triunfos olímpicos de Cuba: no habrían sido tantos ni tan brillantes sin el dopaje. Pero el costo humano de esa estrategia propagandística ha sido enorme y sin duda seguirá aumentando en el futuro próximo.





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1 Comments:

At 3:07 p. m., Blogger Carlos said...

Muy buen comentario pero no totalmente de acuerdo. La malloria de los atletas fallecidos que aparecen en esta lista murieron por alcoholismo y no por los efectos de los esteroides que pudieron haber consulado.Solo por poner un ejemplo Stevenson tenia cierrosis hepatica y murio por complicaciones cardiovasculares,el mismo cuadro tenian Douglas Rodriguez,Arnaldo Mesa,Pedro Roque,Adolfo Horta,Sixto Soria y muchos mas

 

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