miércoles, agosto 08, 2018

Nicolás Águila sobre Sumner Welles y Orestes Ferrara en La Habana en 1933 y la salida del Presidente Machado del poder

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Sumner Welles trató de ayudar  a darle una salida lo menos traumática  a la situación en Cuba pues los EE.UU. , como en el 1906, no querían intervenir en Cuba y querían estabilidad en Cuba.  Según la Constitución vigente  le correspondía al Secretario de Estado sustituir al Presidente de la República cuando este faltara por una  licencia de vacaciones, etc., pero en esos días Ferrara todavía estaba en Europa y cuando regresó ya era muy tarde; además, el  traspaso también llevaba su tiempo para poder aplicarlo. Hubo que nombrar Secretario de Estado  al  entonces jefe del Ejército,  Alberto Herrera,   Presidente (para ello hubo que cambiar las normas establecidas)  y este traspasó el poder inmediatamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, quien era una persona  que conocía muy bien la situación cubana pues había ocupado varios altos cargos en diferentes gobierno y, si mal no recuerdo haberleido, peleó hasta por la Independencia de Cuba; esto esto se llevó a cabo con la aprobación de Gerardo Machado, hasta entonces Presidente elegido constitucional y democráticamente. 

Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria cubana en su segundo matrimonio,  era el individuo ideal para un gobierno de transición, pues no tenía ambiciones de poder, era honesto, capaz, conciliador, etc., pero la prensa (la misma que aduló a Machado)  lo  tildaba, injustamente,  como una persona  débil pues querian ver resultados de  la noche a la mañana; por otra parte, el revolucionarismo, solamente experto en formar revueltas,  poner bombas y hacer atentados, querian en el poder a un hombre fuerte que les diera cuotas de poder en la estructura política del país.


 Sucesión de Presidentes y gobiernos no elegidos en elecciones en 1933: General Alberto Herrera Bianchi convertido en un ´santiamén¨ Secretario de Estado para poder ser nombrado Presidente, Presidencia que le traspasó inmediatanamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, el cual fue depuesto por militares y estudiantes, le sucedió la Pentarquía (José M. Irisari, Porfirio Franca, Guillermo Portela, Ramon Grau, y Sergio Carbó; a Batista, que en la foto sin recortar está al lado de Carbó, se le invitó a pertenecer a la Pentarquía pero el declinó esa invitación )  y Ramón Grau San Martín, quién ocupó ese cargo porque los restantes miembros de la pentarquía fueron renunciando y Grau argumentó que cómo el Directorio Estudiantil no se había retirado de  la junta  de organizaciones de la revolución  que conformaron a la Pentarquía el se quedaba al frente del Gobierno. A los aproximadamente  126 días de su ¨gobierno de los 100 días¨  el Directorio Estudiantil se autodisolvió  en una reunión en la Universidad de La Habana y Grau, ante esa situación, tuvo que dejar  la Presidencia.
 
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Tomado de https://www.facebook.com

Sumner Welles en La Habana


 Al centro, Orestes Ferrara  oficial del Ejército Libertador

 
 Orestes Ferrara   joven en la ya República de Cuba


Por Nicolás Águila
7 de agosto de 2018

El mes de mayo de 1933 anunciaba un verano caliente, tormentoso, explosivo. Fue, en ese contexto, que Benjamin Sumner Welles arribó a la Isla como mediador en la crisis de gobernabilidad que marcó el fin del machadato. Welles venía en calidad de embajador, no de enviado especial del presidente Roosevelt, como tantas veces se ha dicho erróneamente.

Orestes Ferrara, nombrado el año anterior, casi in extremis, para el cargo de secretario de Estado (equivalente a ministro del Exterior), dejó claro que si Mr. Welles llegaba como enviado presidencial, y no con credenciales de embajador, sería devuelto en el mismo barco que lo trajera.

Sin embargo, días después de su arribo el embajador Welles pudo sentirse a sus anchas, libre de controles institucionales por parte de la Secretaría de Estado. Ferrara tuvo que partir para Londres con la inútil misión de renegociar los precios deprimidos del azúcar. La recesión mundial había asestado un duro golpe a la economía cubana, monoexportadora y dependiente del mercado azucarero.

(El Presidente Gerardo Machado y Morales y a su lado Orestes Ferrara)

La situación se había deteriorado hasta niveles de depauperación. El hambre y la miseria campeaban por su respeto lo mismo en el campo que en la ciudad. Como en el resto del mundo, dicho sea en justicia, incluyendo a los propios Estados Unidos. Fueron años de recesión mundial y de la Gran Depresión norteamericana posterior al crac bursátil y financiero de 1929.

En tanto que la violencia opositora aumentaba en relación directa con la represión policial, y a la inversa también, el presupuesto oficial del Gobierno cubano no alcanzaba ni para pagarles el magro sueldo a los empleados públicos y los militares. El descontento general del pueblo ya era abiertamente compartido por funcionarios y soldados. Los cuarteles se habían convertido en avisperos de revolucionarios en potencia, al acecho de su gran oportunidad, que pronto les llegaría. En dos palabras, rebeldía popular y sedición entre la soldadesca eran los dos platos fuertes del menú criollo, a lo que se sumó la convocatoria a una huelga general que paralizaría el país. Puntillazo final que Machado no pudo evitar a pesar de contar con la cooperación cainita del PCC para desconvocarla, tras un pacto de última hora con los comunistas a cambio de legalizarles su partido.

(Sumner Wells)

A todas estas, Ferrara se hallaba ausente de Cuba, dedicando sus mejores energías en Inglaterra a una distante conferencia condenada al fracaso, mientras que Welles seguía en La Habana intrigando y haciendo de las suyas. El elegante diplomático graduado de Harvard se dedicó a conspirar abiertamente con los altos mandos militares y con los representantes de la organización terrorista conocida como ABC. Welles se había transformado de mediador en la indiscutible cabeza rectora de la 'revolución' o golpe de Estado del 12 de agosto de 1933.

Ferrara volvió a Cuba el 9 de agosto, tras un llamado urgente de Machado que le hizo abreviar su escala en Washington. Mas ya el guion conspirativo de cara al posmachadato estaba en marcha. Solo le quedaba un estrecho margen para evitar que se produjera un vacío de poder —como ocurrió en 1906 tras la renuncia de Tomás Estrada Palma— que precipitara el desembarco de los marines. Eso al menos lo logró y a riesgo de su propia vida.

En la turbulenta jornada del 12 de agosto, mientras las principales figuras del machadato huían del país, Ferrara fue el último en salir del Palacio Presidencial, ya con las turbas rodeando el edificio sede del Ejecutivo. Luego se dirigió a la residencia en L y 23 del general Alberto Herrera, designado presidente interino, con el fin de entregarle toda la documentación en regla sobre el traspaso de poderes. Pero, oh sorpresa, fue Sumner Welles quien lo recibió en la puerta de la casa.

(General Alberto Herrera)

Como el chofer oficial, comprensiblemente asustado, se negó a seguir, Ferrara prosiguió su camino a pie, acompañado de un sobrino, sin inmutarse por los disparos por parte de los estudiantes desde la acera de enfrente, en el antiguo hospital Mercedes (hoy heladería Coppelia). El indómito coronel mambí subió con la frente alta y el paso firme por toda la calle L hasta su residencia al costado de la Universidad de La Habana, donde hoy radica el Museo Napoleónico. En el día más agitado de toda la historia nacional, Ferrara se portó como un auténtico estadista. Y con un par...