lunes, septiembre 17, 2018

Ricardo Santiago: Cuba es un enorme cementerio donde los cubanos entierran los sueños, las ilusiones y la vida.

Cuba: Un enorme cementerio donde los cubanos entierran los sueños, las ilusiones y la vida.

 
Por Ricardo Santiago
Septiembre 12, 2018

Parte el alma, la descuajeringa en “menudos pedazos”, la tritura, la desconchinfla y la cachicambea en millones de lágrimas tristes pero el cubano, el cubano que vive en Cuba, ese que no tiene de dónde sacar un carísimo dólar, que se enemistó a muerte con su familia “gusana del Norte” defendiendo una “revolución” que nunca fue suya, que largó la vida y las uñas de los pies cumpliendo las pajas mentales de fidel castro para “derrotar al capitalismo”, que sacrificó su librita de arroz “subvencionado” para matarle el hambre a “otros pobres” de la tierra, que permitió que sus hijos fueran por el comunismo y terminaran montados en balsas a la deriva, que gritó a todo pulmón socialismo o muerte…, ese cubano, ese, se atraganta hoy con la desilusión más lacerante del mundo porque al final de su existencia ni socialismo, ni librita de arroz, ni familia en el Norte, ni revolución, ni fidel castro con sus mentiras y mucho menos, pero muchísimo menos, la cacareada igualdad social, la prosperidad por la libre rodando por las calles, la barriga llena y el corazón contento, el huesito de pollo pa’ mi perrito y la vida, esa vida prometida por la que entregó altruistamente hasta la última gota de sangre, perdida en cañaverales, trincheras apestosas, surcos improductivos, ruinas para amantes sin plata, guardias mea postes, colas pa’ comprar la miseria y reuniones, más reuniones, bulto de reuniones para recordarles compañeros que tenemos que salvar la revolución, a fidel y al socialismo aunque la patria nos quede hecha una porquería.

Dice mi amiga la cínica que se jodan, que yo soy medio melodramático pero que al final ese cubano tiene lo que se merece por pendejo, por atrofiado ideológico y por comunista, porque hay que ser muy imbécil para no entender que toda esa mierda de la revolución castrista hace más de cincuenta años que no existe y que lo que hay en Cuba es una pandilla de delincuentes robando a las dos manos y engañando a cuanto tonto se les cruza en su camino con el cuentecito de que los castro también comen la asquerosa “masa cárnica” que le venden al pueblo por la libreta de racionamiento.

Yo respeto mucho la opinión ajena y cuando está bien fundamentada, o las personas se esfuerzan en documentarla, aunque no la comparta, más todavía, porque, como yo siempre digo, el castrismo fue muy inteligente y convenció a los cubanos, a la mayoría del pueblo humilde de Cuba, que las “riquezas” iban a ser repartidas fifty-fifty, que nadie comería nunca picadillo de soya, que se reinstauraría la democracia de 1940, que la libertad estaría sata en cada esquina, que fidel castro no era un dictador y que en elecciones libres eligiríamos a un presidente para mantener y amplificar la bonanza económica que se disfrutaba, antes de 1959, en nuestro país.

El tema fue que la falsa historia de la revolución triunfante de los obreros y campesinos fue muy bien vendida y se hizo muy difícil que, con tantos “fuegos artificiales” estallándonos en la cara, nadie creyera en “el fututo pertenece por entero al socialismo”.

El castrismo jugó magistralmente con la inocencia nacional y a principio mismo de los años 60s sustituyó la ingenuidad colectiva, la de cerveza fría y pan con lechón a todas horas, por el comprometimiento revolucionario de que había que ajusticiar, eliminar, matar, paredón, paredón, paredón, a todo aquel que se opusiera a, vuelvo y repito, que las riquezas se iban a compartir a partes iguales entre los castro y el pueblo cubano.

Muchos tuvieron la lucidez, la inteligencia, el valor y el honor de quitarle la careta al descarado de fidel castro y desmentir su “manantial” de aguas putrefactas, pero la mayoría del pueblo no, los cubanos nos montamos apretujados y colgando de las ventanillas y las puertas en la carroza de la revolución del picadillo y cuando vinimos a despertar el trecho recorrido era tan largo que ya nadie tenía que explicarnos qué carajo significaba esa mierda de socialismo o muerte.

Mas de tres millones de nosotros nos desperdigamos por el mundo cargando con el tiempo perdido, doce millones quedaron en Cuba debatiéndose entre salvar esa maldita revolución, oponerse, disentir y luchar contra ella, “resolver” el vasito de leche diario pa’ los muchachos o rogarle al cielo que hoy estemos aquí y mañana estemos en cualquier parte porque esta desgracia del tarjetón de la farmacia no hay quien la aguante.

El castrismo convirtió a Cuba en un cementerio gigante donde el cubano, piense como piense, entierra cada día parte de su alma…