sábado, enero 05, 2019

Carlos A. Montaner: Sesenta años de la revolución cubana: la tiranía se reinventa para conservar el poder

Algunos comentarios de un tal Manuel dejados en El blog de Montaner

 Manuel 2 January 2019 at 10:45 pm Permalink

no veo el “reinvento”,
El principio; no Martiano, sino Leninista; de “el Partido” dirigiendo todo en la sociedad ha estado presente desde que el 3 de octubre de 1965 fue fundado ese Partido por Fidel. Este tomo todos los hilos del poder, todos los poderes en sus manos en las que continúan más de 53 años después. Era martillado que “el Partido es inmortal”
¿De qué “reinvento” habla CAM?

Es realemente muy decepcionante el analisis de CAM.
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Fínense como el tipo (Lenin) dice que el Partido va alante, con una minoría, y el resto tiene que ser guiada, arrastrada (porque viene detrás), no vienen alando:
“sólo esta minoría consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y llevarlas tras de sí”
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/internacional/congreso2/02.htm
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El Partido de Martí surge para organizar la guerra y hacer a Cuba independiente: el Partido de Fidel nace para hacernos dependientes, de un grupo que abrazaba los postulados Leninistas de contrucción de una sociedad;
un grupo que no se conformaba con ser un partido más en el juego libre donde el derecho de cada cual a formar parte de las organizaciones políticas que quisiera fuera respetados, obligaría a todos a colaborar de algún modo con los objetivos de esa sola organización, objetivo que más de 53 años después siguen logrando;
Se llama Democracia: poder de Todo el pueblo; no, Partidocracia: el poder de un partido.
Demo…, no Partido…
Hijos de Puta.
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Sesenta años de la revolución cubana: la tiranía se reinventa para conservar el poder


 

Por Carlos A. Montaner
2 de enero de 2019

(ABC ) Primero de enero de 1959 a primero de enero de 2019. ¡60 años! Constantemente La Habana repite que no hay marcha atrás. Afirma que todos los cambios importantes se realizaron en aquellos años remotos. Lo reiteró cuando Oswaldo Payá, en 2002, logró presentar once mil firmas –una proeza– solicitando un referéndum para saber el grado de conformidad de los cubanos con el sistema impuesto, o si deseaban sustituirlo, algo que permitía la ley vigente. ¿Qué hizo el régimen ante el reto del Proyecto Varela? La dictadura se apresuró a colocar unos candados constitucionales que supuestamente impedirían cualquier modificación sustancial del modelo colectivista preconizado por el marxismo-leninismo. La Revolución cubana, como el sida, era incurable.

No obstante, el Partido Comunista –la única fuerza política que existe en Cuba– está a punto de parir una nueva Constitución que incorpora la existencia de otras formas de propiedad. Sin embargo, traslada al nuevo texto los candados apresuradamente incorporados tras la petición de Payá. Las autoridades cubanas, en fin, han desarrollado su propio camino al «paraíso de los trabajadores». No es el chino ni el vietnamita. ¿En qué consiste el «capitalismo militar de Estado», como lo llaman muchos cubanos? Se trata de un núcleo duro, propiedad pública, formado por unas 2.500 empresas medianas y grandes (entre las que están todas las que captan divisas), manejado por militares o exmilitares de confianza.
Socios complacientes

El Estado cubano no está interesado en emprendedores autónomos que persigan sus propios objetivos, sino en socios complacientes que colaboren en silencio, no hagan preguntas incómodas, desarrollen los planes creados por el Partido y se dediquen a ganar dinero sin cuestionar los métodos empleados. Generalmente, ese aparato productivo central es administrado por empresas extranjeras que generan dos tipos de beneficios al gobierno: las utilidades propias del negocio y el alquiler de los trabajadores cubanos, por los que la empresa pública que los suministra cobra en dólares o euros, mientras les pagan a los empleados en pesos casi totalmente devaluados. En esa sencilla operación les roban a los trabajadores de las empresas públicas entre el 80 y el 90% de la plusvalía.

El sector «privado» lo integran más de 500.000 cuentapropistas, «grosso modo» el 13% de la población activa. Los trabajadores por cuenta propia sólo pueden desarrollar determinadas actividades previstas por la ley (exactamente 130, incluidas las de «payasos en fiestas infantiles» o «forrar botones»), pero bajo la estricta vigilancia de un gobierno empeñado en que no acumulen riquezas ni se diversifiquen. Objetivos que el régimen logra con una combinación de altos impuestos, regulaciones y acoso constante en los medios de comunicación, especialmente a los que alquilan habitaciones a los turistas como a las paladares(pequeños restaurantes), generalmente familiares.

Como es obvio, la cúpula dirigente cubana se niega a admitir el feliz hallazgo de Deng Xiaoping, «enriquecerse es glorioso», y pretende conseguir el desarrollo con lo peor de los dos sistemas: un socialismo sin subsidios y un capitalismo sin incentivos. Sin embargo, siguen de cerca el modelo chino en lo que les conviene: el culto a las leyendas de la revolución –Mao en China y Fidel en Cuba–, y en el hecho de que la única fuerza vigente y permitida es el Partido Comunista.

Ya existe, pues, suficiente distancia temporal para entender el enorme error de Barack Obama anunciado el 17 de diciembre de 2014. Fue entonces cuando el expresidente de Estados Unidos, tras mentirle repetidas veces a la opinión pública, alegando que jamás haría concesiones a la dictadura cubana mientras ésta no diera muestras claras de dar pasos hacia la democracia, se lanzó a hacer exactamente lo contrario: reanudó relaciones y alivió algunas restricciones del embargo sin que el gobierno cubano hiciera la menor apertura. Ese cambio de política ignoró el espíritu de la ley Helms-Burton (una codificación de diversas medidas antidictatoriales) firmada en 1996 por Bill Clinton, otro presidente demócrata. Y para añadir sal a la herida, dejó la ejecución de semejante pifia en las manos inexpertas e ingenuas del escritor Ben Rhodes, su redactor de discursos, en un momento en que La Habana articulaba y respaldaba a las dictaduras enmarcadas en el socialismo del siglo XXI.
El ejemplo de Tiananmen

Es cierto que Obama, casi al final de su mandato, fue a Cuba y pronunció un discurso vibrante a favor de la libertad que aún se recuerda con emoción, pero no es verdad que las dictaduras se ablanden y cambien por el éxito de una combinación entre la propiedad privada y el mercado. Esa es una tontería mayúscula en la que parece estar incurriendo Donald Trump tras ceder a la demanda de los exportadores agrícolas norteamericanos con relación a Cuba.

La dictadura china mató a miles de personas en Tiananmen cuando estaba creciendo al 9% anual gracias a las reformas «procapitalistas». Fue la crisis lo que desmanteló el comunismo en Europa, no la prosperidad. La crisis, combinada con la existencia de un sector reformista que en Cuba no consigue levantar la cabeza porque se la cortan quienes creen y practican el capitalismo militar de Estado.
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El B Los Aldeanos
Published on Dec 31, 2018

1ro de enero/ El B


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Tomado de https://www.youtube.com/
Actualidad Chile
Published on Jan 1, 2019
Luis Almagro [Secretario General de la OEA]: "Aquí exponemos las razones principales por las que no debe haber más dictadura en Cuba".
Fuente y créditos: Red social de Almagro, Fecha 01 de Enero de 2019


Luis Almagro [Sec. General OEA] sobre los 60 años de la dictadura totalitaria Castrista




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