miércoles, noviembre 13, 2019

“HAIGA”. Esteban Fernández sobre la palabra ¨haiga¨


“HAIGA”

Por Esteban Fernández 
13 de noviembre de 2019

A mi sinceramente no me molestan las personas analfabetas o semi analfabetas. Es más, me dan pena los que a veces me dicen: “Chico, yo quisiera comentar tus escritos, pero tengo miedo que la gente se vaya a burlar de mi pobre español”.

Evito rectificarle a casi nadie en público cualquier error gramatical. Pero, hay una palabra que a mi me saca de mis casillas y es “Haiga”.

Desde el momento en que yo voy a un viaje y alguien me suelta: “¡Coño, chico, espero que la HAIGAS pasado bien!” ya “se me sube el changó con chancleta plástica” como diría mi amiga Josefina.

Créanme que ahí -para mí- la mala palabra no es “COÑO” sino “HAIGA”  Y lo terrible que tiene esa expresión y la convierte en la PEOR DE LAS PALABRAS es que es prácticamente imposible rectificársela a nadie.

Haga la prueba dígale a alguien 20 veces “Compadre, no se dice HAIGA se dice HAYA” y usted verá que mete la pata otras 20 veces más.

Tuve un compañero de trabajo guatemalteco que cada vez que yo le rectificaba el “haiga” me respondía: “Sí, ya sé que se dice HAYA, pero créame que en mi entorno si yo digo HAYA me mirarán raro y me dirán que estoy equivocado”.

Me tuve que reír un día en que me dijo: “Sr. Esteban, le dije a mi esposa HAYA y me dijo: “Ya ese jefe cubano te está cambiando hasta el idioma”.

El problema para los escritores es que las computadoras no rectifican el “HAIGA” porque en realidad la palabra “Haiga” si existe,  y significa ‘automóvil grande y ostentoso’.

Mi gran amigo Mario Byrne que era un hombre extremadamente culto conoció a una bella guajira de las afueras de Marcané en una fiesta en La Cofradía de La Caridad del Cobre, la invitó a cenar al restaurante francés TAIX de la calle Sunset, y después le pregunté “¿Cómo te fue?”

Me dijo “Chico bien, pero cuando le trajeron el menú y le dije que pidiera lo que quisiera sin importarle el precio, me respondió: “Espérate, ¿tú crees que aquí haiga potaje, arroz y boniato “?.

Yo pensaba que ahí mismo mi amigo se iba a desencantar, pero Mario Byrne no era un hombre que se amedrentara tan fácilmente, y le pregunté: “Bueno y ¿qué hiciste?” y me repondió:  “Le dije puede que ‘Haiga’ un lugar más apropiado para ti”. “Y… me la llevé a El Criollo de William Sera”.