BARACUTEY CUBANO

'Zoeños de la razón' - Mitos del antiexilio - Armando de Armas

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Tomado de http://otrolunes.com/

Mitos del antiexilio, libro de  Armando de Armas

Editorial El Almendro

Adolecen los estudios sobre esa materia tan esponjosa que es la realidad cubana de un mal endémico en los hemos habitado (y nacido) en esa isla del Caribe: la parcialización. Desde ese punto, y apoyados únicamente en ese punto, son cosa del día a día las divisiones entre las orillas, las tendencias, los límites, las costas anegadas y las aguas cenagosas de nuestra vida social.

Mitos del antiexilio, libro de ensayos del narrador y periodista cubano Armando de Armas, se constituye, por ello, en uno de los escasos espacios de diálogo de refundación que se han escrito hasta hoy sobre estos asuntos.

Quizás el lector se engañe con respecto a la libertad bajo la cual ha sido escrito este libro cuando vea que la nota de presentación (con fragmento incluido en la nota de contraportada) pertenece al congresista cubano-americano Lincoln Díaz Balart, que ha sido, también, uno de los nombres más atacados en los escenarios de la política doméstica (tanto por parte del gobierno cubano como por parte de algunos sectores del exilio) debido a sus posiciones con respecto a cuestiones vitales del eterno conflicto Washington vs La Habana.

Es uno de los aciertos de la edición de este libro (aún cuando, en mi concepto, hubiera sido necesaria una nota más profunda, "ensayísticamente" hablando), precisamente porque establece una estrategia desde el mismo inicio: Armando de Armas, con el uso del más absoluto respeto a la opinión ajena, con el más claro apego a la comprensión de la necesidad del diálogo, va a poner ciertos puntos escabrosos sobre ciertas íes escabrosas, entre las cuales está la pluralidad que hemos invisibilizado hasta provocar su desaparición de las confrontaciones de pensamiento sobre nuestra isla y nuestra sociedad. ¿Por qué Lincoln Díaz Balart no puede hacer unas palabras introductorias a un libro sin que ello implique un posicionamiento del autor al lado de las ideas del más conocido de los Díaz Balart?

Queda claro, eso sí, que el autor no siente ninguna complacencia por el régimen que impera en la isla, y mucho menos por quienes lo dirigen. Léase el comentario de solapa sobre la vida de este narrador y la primera impresión será: "vaya, se habla más de la carrera política que de la obra literaria misma", con lo cual es clara la posición desde la cual se escriben estos ensayos.

(Armando de Armas)

Pero no hay que llamarse a engaños: no hay parcializaciones en ninguno de los seis ensayos, o capítulos ensayísticos de Mitos del antiexilio. Hay, sí, la defensa de la multiplicidad de análisis, el desenmascaramiento de cómo las parcelaciones han dividido los escenarios de la cultura, la política y la vida social en sitios estancos donde se ceban los odios, alimentados por quienes han hecho esas divisiones parcelarias. Es un libro donde se pide a gritos que se abandone el odio, donde se dice "cuidado, el odio genera odios y ya hemos tenido demasiado", donde se extienden brazos para ayudar al que está justo al otro lado de la parcela, supuestamente esperando que, en vez de un brazo, le estiremos una daga.

Intenta el escritor, y lo logra con una argumentación directa y sencilla basada en la reflexión sobre asuntos cotidianos del exilio y de la vida insular, preguntarnos (y respondernos, o que nos respondamos) sobre qué es lo políticamente correcto en el entorno del destierro cubano, y para ello acude, también, a preguntas totalmente sencillas, en apariencias simples: ¿es el exilio cubano prioritariamente de derecha?, ¿es el exilio cubano un caldo de odios irreconciliables?, ¿es el exilio cubano el enemigo número uno del cubano de la isla?, ¿cómo ha contribuido la izquierda intelectual internacional a la fundación de un monstruo mítico llamado "exilio cubano"?, ¿qué parte de culpa tienen los distintos sectores de ese monstruo mítico en que la idea de su maléfica condición se haya perpetuado hasta hoy?, ¿por qué en el futuro de la isla se cuenta solamente con los cubanos de allá y con soluciones que vengan desde dentro, excluyendo al exilio y sus propuestas, también pacíficas, enriquecedoras y patrióticas?, ¿quiénes tienen más derecho sobre Cuba entre los distintos sectores del exilio y quiénes en Cuba deben participar en el futuro?, ¿qué ha impedido la unidad del exilio cubano en su pretensión de llevar cambios a la isla?, ¿es cierto que existe una mentalidad de ghetto entre los exiliados cubanos?

Mitos del antiexilio es, ciertamente, como dice el congresista en su raquítico prólogo a un libro enjundioso, "uno de los más refrescantes trabajos contra la grave falta de sentido común existente en círculos supuestamente intelectuales de Occidente". Es, y tiene razón, una aportación a la cual la historiografía cubana tendrá mucho que agradecer.