martes, septiembre 01, 2020

Roberto Álvarez Quiñones sobre Cuba: ¿No habrá colapso económico en Cuba si gana Biden? 'El optimismo castrista con respecto al dueto Biden-Harris sirve también para sacarle presión al creciente descontento popular.'



Tomado de https://diariodecuba.com/

¿No habrá colapso económico en Cuba si gana Biden?

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'El optimismo castrista con respecto al dueto Biden-Harris sirve también para sacarle presión al creciente descontento popular.'

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Los Ángeles

31 Ago 2020

Cuba está cada vez  más cerca de un colapso de la economía que podría desatar una hambruna como quizás no la ha habido desde la criminal "reconcentración"  de personas realizada por el gobernador colonial  español Valeriano Weyler en 1896.

Por no liberar las fuerzas productivas (campo y ciudad), ya de hecho los cubanos de a pie pasan hambre con apenas una sola y escasa comida al día, carente del valor proteico, calórico y vitamínico necesario.

Pero a Raúl Castro, que vive a todo dar, eso le importa un pito. Por eso las últimas medidas económicas anunciadas se quedaron a  años luz de abrir la economía a la iniciativa privada. Sigue el inmovilismo del dictador, negado a excarcelar a la gallina de los huevos de oro, que eso es la libre empresa en todo país normal.

Al general y toda la cúpula dictatorial solo les interesa captar muchos dólares de Miami y aguardar esperanzados que Donald Trump pierda en noviembre ante Joe Biden y la izquierdista candidata a vicepresidenta Kamala Harris, para que todo empiece a… ¿mejorar?

Biden y Harris se encargan de alimentar el optimismo castrista. Dicen que volverán a la política de acercamiento al régimen militar que practicó Barack Obama, lo cual significa que seguramente serán derogadas las sanciones impuestas por la Administración Trump, y que presionarán al Congreso para que levante el embargo a Cuba.

El régimen cubano felicitó a Biden y Harris

Algo que expresa con elocuencia el embullo de la cúpula castrista por una eventual victoria del dueto Biden-Harris es la sorprendente felicitación de Randy Alonso, presentador de la Mesa Redonda y director del sitio oficialista Cubadebate: "Muchas felicidades para Joe Biden y su compañera Kamala Harris, la victoria en noviembre es de ustedes para continuar el legado de Obama y las relaciones con nuestra Revolución". No se recuerda nada parecido en los 61 años de castrismo.

Con respecto al embargo, el 11 de agosto último el diario Tampa Bay Times, de Florida, volvió a publicar la respuesta sobre el embargo a Cuba que dio Kamala Harris a un cuestionario enviado a fines de 2019 por ese diario a los aspirantes del Partido Demócrata a la presidencia.

"Debemos poner fin al embargo comercial fallido —dijo Harris— y adoptar un enfoque más inteligente que empodere a la sociedad civil cubana y a la comunidad cubanoamericana para impulsar el progreso y determinar libremente su propio futuro".

Además, la entidad Engage Cuba, una coalición que realiza lobby en Washington a favor de levantar el embargo recordó que Kamala Harris en 2017, ya como senadora, apoyó eliminar las restricciones de viajes a Cuba.

O sea, todo indica que de ser electo Biden va a repetir el error-fracaso de Obama, a quien los dos Castro le mordieron la mano cuando les hizo concesiones sin lograr nada a cambio. Se burlaron de él y el general Castro dio marcha atrás a medidas económicas positivas e incrementó la represión política.

El optimismo castrista con respecto al dueto Biden-Harris sirve también para sacarle presión al creciente descontento popular. Fidel Castro convirtió en cultura nacional la aberración de que los cubanos tiendan a culpar de su malvivir a un gobierno extranjero y no al suyo propio.

Varios errores de cálculo

Pero Castro II y su equipo cometen al menos tres errores de cálculo: 1) nadie puede asegurar que Biden va a ganar las elecciones, o que el Partido Demócrata obtendrá la mayoría en ambas cámaras y que levantará el embargo; 2) en EEUU hay economía de mercado y jamás regalará nada a Cuba; 3) la crisis económica que azota a la Isla no es coyuntural, sino terminal, la fase final del modelo estalinista centralizador.

Ciertamente, la devastación económica en Venezuela agravó la crisis económica crónica, y el Covid-19 la agudizó, pero el meollo del problema es el parasitismo de la economía cubana, que sin subsidios extranjeros no es capaz de sustentarse a sí misma.

Se han desplomado las fuentes de divisas: turismo, remesas, explotación de los médicos en el extranjero y la exportación de bienes, ahora en su más bajo nivel en toda la historia del castrismo.

Sin sanciones de Washington los viajes turísticos desde EEUU (y de otros países) a Cuba no aumentarán mucho hasta que el Covid-19  sea controlado. No crecerán a corto plazo las remesas, pues la crisis económica ocasionada por la pandemia ha dejado sin empleo a muchos cubanos de la diáspora, o ganan menos.

Tampoco Venezuela podría regalarle a Cuba miles de millones de dólares y los 110.000 barriles diarios de petróleo que le obsequió durante 15 años, Y Cuba sin el "bloqueo" no tendría casi nada que venderle a EEUU, o solo en cantidades insignificantes. Produce ya muy poco.   

El régimen cubano no paga ni las deudas ya renegociadas

Y de recibir créditos, ni hablar. Cuba no tiene credibilidad internacional  como cliente. Ya no paga ni el monto mínimo anual que acordó con sus acreedores cuando le perdonaron el 77% de la deuda total.

En 2015 el Club de París le condonó a Cuba 8.500 millones de dólares de su deuda de 11.100 millones. La redujo a 2.600 millones con pagos anuales bajísimos hasta 2033, y sin pagar intereses durante cinco años. En 2013 México le había condonado a Cuba 341 millones de una deuda de 487 millones, y en 2014 Rusia le perdonó el 90% de 35.000 millones.

Sin embargo, La Habana no paga ni un centavo. Hace unos días el izquierdista Gobierno de España le solicitó al Club de París que exija a La Habana pagar los 201 millones correspondientes a 2019 y 2020, de una deuda total con Madrid de 2.000 millones.

El también izquierdista Gobierno de Argentina acaba de reclamarle a Cuba el pago de los 2.700 millones que le debe desde hace 46 años. La deuda se originó cuando el presidente Perón autorizó la venta a Cuba (con garantías de su Gobierno) de miles de vehículos marca Fiat, Peugeot, Chevrolet, Ford, Citroen, Dodge, y Renault, que llegaron a la Isla en 1974 y 1975.

Cuba no cumple requisitos para captar capitales

No hay en Cuba leyes que protejan al capital extranjero. No hay una adecuada infraestructura en carreteras, puertos, aeropuertos, acueductos, transporte, servicios bancarios, ni en las telecomunicaciones. Se les prohíbe a los emprendedores crear capital e invertirlo y tampoco pueden relacionarse con empresarios extranjeros. Estos solo pueden negociar con los militares que controlan la economía.  

El país no tiene un mercado nacional propiamente, pues el salario promedio es de solo 44 dólares mensuales. Y no lo habrá hasta que se unifiquen las dos monedas y los salarios se tripliquen o cuadrupliquen, cosa ya casi imposible si no se eleva la bajísima productividad de las destartaladas industrias estatales, algo no factible con el modelo estalinista.

Además, Cuba sin "bloqueo" no cumple las tres condiciones mínimas que se requieren para captar capitales en grande: 1) garantías legales a la propiedad y libertad de la compañía para operar; 2) seguridad de que se obtendrá un rápido retorno en ingresos que cubran el monto de la inversión; y 3) una aceptable infraestructura, y un mercado, interno o externo, que prometa ganancias.

Cuatro consecuencias negativas

En resumen, con un eventual regreso a una luna de miel con el castrismo para que no sea "tan malito", y que apoye el empoderamiento vía "yanqui" de los cuentapropistas, habría cuatro consecuencias negativas:

1) Sería un espaldarazo político al castrismo cuando es más débil que nunca antes. Ello daría un golpe bajo a la causa de la libertad del pueblo cubano.

2) Solo se empoderarían los militares que controlan la economía, no los cuentapropistas.

3) No se impediría el colapso de la economía, que se producirá si no se liberan las fuerzas productivas y se crean pequeñas y medianas empresas privadas.

4) Para Washington, tropezar con la misma piedra esta vez sería hacer el ridículo, causado por la presión de la izquierda radical eventualmente incrustada en la nueva administración demócrata.

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