jueves, enero 28, 2021

Alberto Roteta Dorado: JOSÉ MARTÍ, EL PARADIGMA DE HOMBRE-HÉROE.

 JOSÉ MARTÍ, EL PARADIGMA DE HOMBRE-HÉROE.

Por. Dr. Alberto Roteta Dorado.

28 de enero, 2021

Santa Cruz de Tenerife. España.- La repetida idea de que José Martí es el más universal de los cubanos no admite discusión; sin duda, el inmortal hombre de Dos Ríos, que cual ángel tutelar de Cuba y de América, alcanzó su trascendencia más allá de la transitoriedad terrena en plena lucha emancipadora, aquel histórico lugar, es el más grande de los cubanos, el bendito, el más puro de la raza, el presidente, el Arcángel, el Santo de América. 

La trascendencia de su legado es la mejor y mayor prueba que nos demuestra la veracidad de tal planteamiento, que sin poder precisar una exactitud respecto al autor, o al menos a quien fue el primero en afirmarlo, amén de una exacta ubicación en el tiempo, es sin duda, todo un referente en nuestros tiempos. Efectivamente, es José Martí, no solo el más universal, sino el más colosal, genuino, trascendental y paradigmático cubano de todo los tiempos. 

Razones sobran para poder demostrar tales afirmaciones. Si nos limitamos a su labor en pos de la causa emancipadora de Cuba, fundamentalmente su labor aglutinadora desde el exilio y su importante desempeño en la creación de los fundamentos teóricos del Partido Revolucionario Cubano, resulta incuestionable que estamos ante la figura clave de la gesta independentista de 1895, independientemente a la destacada labor de otros líderes como Máximo Gómez y Antonio Maceo. 

No obstante, resulta imposible limitarnos – si de Martí se trata– a su labor política práctica, toda vez que no se puede desvincular su pensamiento político expresado a través de una considerable obra escrita (ensayos, artículos periodísticos, estatutos, y un amplio epistolario) y pronunciada (innumerables discursos) de su loable labor práctica en este sentido. Martí, además de haber sido el extraordinario teórico por excelencia en todo sentido – algo que tampoco admite discusión alguna–, fue un hombre práctico que dejando a un lado sus aspiraciones filosóficas, proyectos literarios, y hasta su propia familia, se entregó con firmeza a la labor en pos de aglutinar a los cubanos dispersos y debilitados ante el fracaso de la guerra de los 10 años.   

Las Bases del Partido Revolucionario Cubano, organización política fundada por José Martí, constituyen el más sólido argumento que justifica la grandeza de su pensamiento político. La precisión y exactitud de cada uno de sus artículos nos muestran a un hombre con un sentido exquisito de una necesaria praxis, sin olvidar jamás que, como ya expresé antes, estamos en presencia de un teórico por excelencia, lo que le sirvió para lograr esa visión contextual tan amplia de la necesaria y urgente gesta del final del siglo XIX en Cuba.    

Pero si bien el colosal hombre de Dos Ríos resulta trascendente por su extraordinario legado político, ya sea en un sentido práctico como teórico, su universalidad la alcanzó no solo por este aspecto tan conocido de su vida. Su obra literaria, sin ser amplia – me refiero solo a la obra literaria propiamente dicha y no a la recopilación de todos sus escritos periodísticos, su epistolario, etc. –, es otra muestra irrefutable que justifica su bien merecido calificativo del más universal de los cubanos. 

Su poesía sentó pautas dentro del movimiento literario conocido como modernismo. Martí, junto al también cubano Julián del Casal, el mexicano Gutiérrez Nájera y el colombiano José Asunción Silva, fue el precursor de dicha tendencia dentro de las letras hispanoamericanas. Su estilo – lo que el propio Martí llamó esencia–  resulta impecable, algo que demuestra en más de una veintena de ensayos ejemplares como pocos se han escrito en nuestro idioma. 

Con la llegada del siglo XX la figura de José Martí adquiere una mayor dimensión a partir de los primeros intentos de organizar su obra, la que, a pesar de estar demasiado dispersa, pudo recopilarse y publicarse siguiendo las recomendaciones que el propio autor de Versos Libres había sugerido en su carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui (1 de abril de 1895), documento conocido como Testamento Literario. Desde las primeras ediciones realizadas en la primera mitad del siglo XX hasta nuestros días las obras completas de Martí se han ido ampliando gracias al descubrimiento y donativos de documentos, amén de la labor de investigación de un grupo de estudiosos del pensamiento martiano, algo que adquirió colosales dimensiones durante la primera mitad del pasado siglo, esto es, antes de 1959; aunque el régimen comunista de la patria de Martí se ha empeñado en ocultar, borrar y minimizar el legado de aquellos que con sabiduría y amor por el llamado Apóstol desde entonces, se encargaron de mostrar a los cubanos la genialidad de un ser que aún se estaba descubriendo para unos y redescubriendo para otros.      

LA MANIPULACIÓN DE SU PENSAMIENTO Y LA TERGIVERSACIÓN DE SU ENSEÑANZA. 

Por desgracia en la segunda mitad del pasado siglo el curso de la historia de Cuba experimentó un viraje radical en su contra. La instauración de un régimen dictatorial no solo presupuso la eliminación de la libertad de expresión, la unificación de todos los poderes, la modificación de la constitución, etc., sino la manipulación del pensamiento del más colosal hombre de la historia de Cuba. 

Precediendo al satánico acto de la toma del poder político, en 1959, el dictador Fidel Castro, líder de la llamada revolución cubana, ya había utilizado, muy a su manera, la enseñanza de Martí para legitimar sus acciones terroristas al asaltar los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el oriente de Cuba. 

José Martí es el símbolo de la nación cubana y cualquier asociación con los sucesos que precedieron o han tenido lugar durante las más de seis décadas del socialismo en Cuba constituye un agravio al más colosal de los cubanos. Deberá suprimirse de una vez y para siempre la asociación que el delirante dictador Fidel Castro impuso entre el aglutinador de los luchadores cubanos del fin del siglo XIX y cualquier suceso en relación con los hechos sucedidos a partir de 1959, o que de manera previa, como es el caso de los asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en 1953, estuvieran en relación con la revolución castrista (por la absurda y delirante idea de Fidel Castro de declarar al Maestro como autor intelectual de sus acciones terroristas). Los fracasados asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fueron acciones de carácter terrorista que no deben manchar la inmaculada imagen del Apóstol cubano.

Durante el kilométrico escrito conocido como La Historia me absolverá el dictador, que en aquel tiempo aún no había tomado el poder político de Cuba por la fuerza, se empeñó en citar reiteradamente al Maestro. Con su habitual desfachatez fue capaz de afirmar: 

(José Martí, mayo 1894)

“Que hable por mí el Apóstol: “Hay un límite al llanto sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la patria y a la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abata ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”.

Al no sentir saciadas sus palabras en barricada ante su “defensa” durante el juicio por sus fechorías terroríficas fue capaz de seguirse adueñando del pensamiento del gran noble ser. Una cita asumida de uno de sus ensayos magistrales de La Edad de Oro adquiere una vigencia como nunca en estos miserables tiempos en que los cubanos están sometidos a las más crueles y represoras leyes dictatoriales. 

“Escribió el Apóstol en su libro La Edad de Oro: "Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. [...] En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Ésos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana..."

Como todos sabéis, unos años más, el mismo engendro monstruoso que fue capaz de citar al bendito se encargó de hacer obedecer a los cubanos de manera sumisa mediante el adoctrinamiento excesivo, por la fuerza, o por la alevosía. Se encargó de extinguir la luz de una nación que se destacaba en medio de un continente, sin olvidar que siguió los pasos del maldito guerrillero argentino en su experimento de hombre-nuevo, con lo que se aniquilaba esa dignidad humana a la que se refirió Martí. 

En 1973, a solo catorce años de que Fidel Castro hubiera llegado al poder, y a doce años de haber declarado – sin contar con su pueblo– el carácter socialista de la llamada revolución cubana, el infame dictador hizo dos planteamientos en torno a la imagen y al legado de José Martí, los que ejercieron una influencia negativa en las multitudes manipuladas, quienes cambiaron la percepción que hasta entonces se había tenido del considerado por todos los cubanos como su Apóstol.

El primero de ellos fue haciendo referencia a las acciones terroristas de sus asaltos a los cuarteles del oriente del país en 1953. Veinte años después, durante su discurso en el acto del 26 de julio de 1973, dijo: 

“En su prédica revolucionaria (refiriéndose a Martí) estaba el fundamento moral y la legitimidad histórica de nuestra acción armada. Por eso dijimos que él fue el autor intelectual del 26 de Julio”.

Con lo que retomó su absurda hipótesis que cual delirante idea estuvo en su pensamiento desde su defensa, cuando el juicio del Moncada, y durante el proceso previo a su sentencia. Para Fidel Castro, José Martí fue el autor intelectual del Moncada, y como él lo consideró así, todos tenían que aceptarlo, de ahí que la repetición de la idea devino en verdadero mantra como elemento subliminal de aquel adoctrinamiento que comenzó desde los años iniciales de la llamada revolución cubana. 

El segundo planteamiento hecho por Fidel Castro en 1973 pretende legitimar la no existencia en Cuba del pluripartidismo; algo que también lo atribuyó injustamente a José Martí. Al rendir homenaje a Ignacio Agramonte por motivo del centenario de su muerte afirmó que el “precedente más honroso y más legítimo del glorioso partido que hoy dirige nuestra Revolución” era el Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí, lo que constituye un sacrilegio a la memoria del extraordinario hombre que nada tiene que ver con las ideas comunistas que se profesan en la dogmática y anquilosada organización encargada de regir los designios del pueblo cubano.  

Esta utilización premeditada de su pensamiento para legitimar los absurdos de un sistema que carece de sentido desde todo punto de vista es motivo suficiente para motivarnos a redescubrir al genial hombre-héroe por excelencia en su real dimensión, desprovisto de ese matiz político con marcado énfasis comunista que le han pretendido dar aquellos que se han encargado de adulterar su enseñanza.  

Algún día volverá a exponerse su inmaculada enseñanza como lo hicieron los que con decoro profundizaron en su inmortal obra. Esta será la mejor manera de honrar al Maestro, al que, no por el azar, se ganó el calificativo de Apóstol.  

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