viernes, marzo 05, 2021

Osmel Ramírez Álvarez desde Cuba: 'Clandestina y carísima': la carne de cerdo se vende ahora en Cuba como si fuera droga


 Tomado de https://diariodecuba.com/

'Clandestina y carísima': la carne de cerdo se vende ahora en Cuba como si fuera droga

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Los corrales están vacíos. 'No da negocio echarle maíz o boniato a un cerdo', si la gente necesita esos productos para comer y 'paga lo que sea', explica un campesino.

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Por Osmel Ramírez Álvarez

Holguín

05 Mar 2021

Ya es historia el verso de la canción del popular dúo oficialista Buena Fe que decía que "el puerco es el mamífero nacional" de Cuba. Fue más o menos así hasta que llegó la "coyuntura" de Miguel Díaz-Canel hace casi tres años, que ha devenido en "fase superior" del socialismo en Cuba y ha sorprendido hasta a los más fatalistas vaticinadores. Al igual que el manatí, ahora el cerdo parece en peligro de extinción.

"La carne de puerco se vende carísima y furtiva, como si fuera droga. Hace como diez días estaba a 70 pesos, la semana pasada a 80 y ahora a 100. Ojalá pare ahí, porque si no será imposible pagarla", dice José Antonio, un joven proveedor que vive con sus padres jubilados y enfermos en Mayarí, al este de Holguín.

"Pasé varios días llamando a contactos y por fin anoche me trajeron una pierna hasta la casa, sigilosamente, en una motorina. Tremendo misterio, parecía que era droga o carne de vaca lo que traían. Los vendedores temen a las multas de 5.000 pesos y al decomiso de la carne", añade.

"La compré carísima, a 100 pesos la libra, pero resolví. Estoy obligado a comprarla porque mi padre no puede comer frijoles de tarde y tengo que hacerle un bistecito. Gracias a mi hermano que está fuera y ayuda pude pagarla, porque con lo que uno gana aquí, imposible", concluyó.

La oferta de carne de cerdo era estable y mucho más accesible para la mayoría de los cubanos antes de "la coyuntura". En los mercados estatales se expendía con cierta regularidad a 17 pesos y en los puntos del sector privado no faltaba a 23 pesos. Pero fue desapareciendo paulatinamente entre 2019 y 2020, hasta alcanzar en febrero pasado el umbral de los 100 pesos la libra con una oferta pública nula y una privada muy reducida y escondida.

Los precios topados solo permiten vender la carne a 35 pesos, lo cual es inviable en el contexto de una producción deprimida y donde "en pie" (el animal vivo) el cerdo se tiene que comercializar a 60 pesos para que sea costeable. Es por esta razón que ha surgido un nuevo delito: el comercio ilegal de carne de cerdo, que es perseguido por la Policía.

"Por donde vive mi hija, en el reparto 26 de Julio, una persona que compró carne a 100 pesos denunció al vendedor y la Policía fue, le quitó la carne y le puso una multa grandísima, de miles de pesos", comenta a DIARIO DE CUBA Caridad Torres, jubilada del Ministerio de Comercio Interior.

"Pobre hombre que ni era negociante ni nada, sino que llevaba meses criando el puerco, comprando comida carísima, hasta a 500 pesos una lata de maíz. Quiso recuperar la inversión para seguir criando, pero lo jodieron", agrega.

El Gobierno asume que el que vende a ese precio se hace rico con el sufrimiento del pueblo, pero no es así en la mayoría de los casos. Casi no se gana nada con la venta porque es mucha la inversión en comida (piensos y cualquier otro alimento sustituto) a precios estratosféricos.

"Por eso cada vez menos gente se dedica en estos momentos a criar puercos, y pronto nadie querrá si a la hora de vender el animal o una parte te decomisan lo tuyo y además te multan. Te vuelves un delincuente y trabajas para perder, nadie quiere eso", advierte Caridad.

Yanier, un trabajador de la construcción que tiene un corral con capacidad para dos cerdos, recuerda que "aquí (en Mayarí) casi en todas las casas se criaban puercos. Había quien criaba uno solo, pero otros tenían varios".

"Tener un corral en el patio de la casa, en el campo y en el pueblo, ha sido una forma de completar el salario o garantizar el plato fuerte. Pero ahora los corrales están vacíos. No se puede criar porque no hay comida, no aparece ni para la gente dígame usted para los puercos", lamenta.

Por otro lado, los campesinos, aunque no sean criadores porcinos siempre han tenido a pequeña escala crianzas de cerdos. Pero hay razones para creer que esa masa también ha mermado debido al precio elevado de las viandas y granos con que se alimenta a esos animales, y su gran demanda en la población para el consumo humano.

"No da negocio echarle un quintal de maíz a un puerco, ni un saco de boniato, si la gente anda pagando lo que sea y te lo arrebata de las manos", dice Ramón, un pequeño agricultor del barrio de Guayabo.

En este contexto de prolongadísima crisis, la producción y comercialización de carne de cerdo ha tenido la misma suerte de la industria azucarera y cafetalera: el desmantelamiento.

Los tiempos en que se exhibían los perniles, barrigadas y lomos de carne de puerco en los puntos de ventas de cada cuadra, esperando a los clientes, han quedado atrás.

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 La lógica autista de Raúl Castro


Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
15 de Agosto de 2019


Con el "Periodo Especial II", que en su fase inicial ya agobia a los cubanos de a pie, esta vez viene de la mano un fantasma que le da características nuevas, dramáticas: la crisis socioeconómica en esta ocasión es terminal. No tiene solución a menos que se desmantele el estatismo estalinista, a lo que se niega el dictador Raúl Castro.

Y es que no hay en el horizonte internacional ningún otro posible "paganini" (mecenas dadivoso) dispuesto a hacerse cargo de mantener la economía más parasitaria del mundo, absolutamente incapaz de autosustentarse.

La única solución posible es liberar las fuerzas productivas, pero la alta burocracia comunista, coordinada por Díaz-Canel, lejos de dar más espacio y libertades al sector privado para que haya más alimentos, bienes y servicios de todo tipo y poner fin a la pobreza  —ya de dimensión africana—, lo que hace es acosarlo con más trabas, controles y prohibiciones.

Desde el 1 de agosto están en vigor topes de precios y nuevos impuestos sobre el salario.  En La Habana y otras provincias rigen techos máximos para los precios de las cervezas, refrescos, maltas; jugo, néctares y zumos, aguas, precisamente los productos que aportan el grueso de sus ingresos a decenas de miles de cuentapropistas, según dijo Víctor Manuel, uno de ellos, quien aseguró: "De esto no vamos a recuperarnos". 

Para la emprendedora Rebeca Monzó  el propósito del tope de precios es "acabar con los negocios privados", porque"tienen más éxito que los negocios estatales".

A la intransigencia jurásica de la cúpula "histórica" se suma la ineptitud e ignorancia de los burócratas más jóvenes. Los fundadores de la "revolución" mataron a mediados del siglo XX  la gallina de los huevos de oro, la economía de mercado. Desde entonces hay en la Isla un desconocimiento tal de las leyes económicas que ya pasó al ADN del castrismo.

Así, Díaz-Canel asegura que el tope de precios para el sector privado evitará que se dispare la inflación luego de haber lanzado a la calle 7.000 millones de pesos adicionales en un aumento de salarios. Por no haber en Cuba una verdadera cultura económica, la "burguesa", muchos creen que el aumento de salarios, si es acompañado de un tope de precios, mejorará su nivel de vida. Craso error. Será al revés, empeorará el "Periodo Especial II", porque agravará la escasez al reducir la oferta de todo. Y los precios en general subirán, en el mercado negro o informal y  también en el formal.

Con tope de precios el tiro sale por la culata

Lo explicó muy gráficamente un productor privado de carne de cerdo en Holguín llamado José Ramón, al periodista de DIARIO DE CUBA Osmel Ramírez. Él tiene ahora un tope de precio para vender, pero "la comida de los animales sigue carísima. Si no nos da negocio, cómo vamos a seguir criando".  Elemental, si no hay ganancia para quien la produce habrá cada vez menos carne de puerco, y encima más cara.

Es simple, los productores privados de alimentos, y de cualquier cosa, al ver caer sus ganancias por el tope de precios producen menos, o no producen, o colocan lo producido en el mercado negro, pero obviamente más caro, para cubrir sus costos al pagar más al Estado por los insumos y equipos, y por el riesgo que corren al comerciar clandestinamente sin pagar impuestos.

O sea, la medida "anti-inflacionaria" del Gobierno socialista lo que va a conseguir es más inflación. Todos los productos, y particularmente los alimentos, serán más caros que antes de que se impusieran los topes de precios. Aquí el tiro sale por la culata, para decirlo en buen criollo.

(Autopistas en Hanoi. (VOV))

Y lo peor, la inevitable subida paulatina de los precios no solo engullirá los aumentos de salarios, sino que reducirá los ingresos reales familiares a niveles más bajos que antes de haber sido aumentados, pues el exceso de dinero en circulación, sin un aumento de la producción y los servicios, devaluará la moneda. Caerá  el poder de compra del CUP y del CUC. Todos serán más pobres aún. Y habrá que  más por menos.

Nadie, salvo que sea un  prisionero ideológico de la izquierda dogmática, puede entender por qué La Habana no ha seguido a Pekín y Hanoi con el llamado "socialismo de mercado". En China y en Vietnam gobiernan las mismas implacables dictaduras de los partidos comunistas de Mao y Ho Chi Minh, solo que allí fueron liberadas las fuerzas productivas y salieron de la pobreza cientos de millones de personas.

En Vietnam antes de la guerra (1955-1975) todas las tierras eran estatales, estaba prohibida la propiedad privada. Por eso al terminar el conflicto bélico, en el que murieron tres millones de personas, el hambre siguió matando a miles de vietnamitas, pues la agricultura comunista era incapaz de alimentar al país.

El mismo año en que Gorbachov lanzó su perestroika (1986), en Vietnam los líderes de la vieja guardia estalinista de los tiempos de Ho Chi Minh fueron obligados a renunciar. Se iniciaron reformas económicas de mercado que llamaron Doi Moi (renovación) y se restableció la propiedad privada.

Lo primero que hicieron los reformistas de Hanoi fue precisamente eliminar los topes de precios de los que se jacta Díaz-Canel. Y entregaron las tierras a quienes las querían trabajar, sin regulaciones. Campesinos, cooperativistas y arrendatarios empezaron a producir lo que querían y a vender en el mercado sus cosechas, a importar y exportar, y a obtener créditos de fuentes estatales o privadas, nacionales o extranjeras.

Se permitió que los vietnamitas acumulasen capital y creasen medianas y grandes empresas privadas en todas las ramas económicas,  autorizadas a importar y exportar, y a contratar a sus empleados. El país se abrió al capital extranjero.  Para que se tenga una idea, Vietnam en 2018 recibió 35.460 millones de dólares en inversiones extranjeras, según datos oficiales, incluidas cuantiosas inversiones de los vietnamitas "gusanos" residentes en el extranjero, que además aportan su valioso know-how.

Los militares no dejan crecer al sector privado

¿Resultado? Se acabó el hambre y Vietnam devino potencia mundial exportadora de arroz y de café, al punto de que superó a Colombia y es hoy el segundo exportador mundial cafetero luego de Brasil. Antes de las reformas capitalistas el 80% de los vietnamitas era muy pobre y el 70% padecía hambre. Pero a principios de 2016 solo el 5,7 % de los vietnamitas era muy pobre y el hambre desapareció. Hoy de las 500.000 empresas que hay en Vietnam el 96,7% son privadas y generan el 60% del PIB.

¿Por qué Castro II y su Junta Militar no hacen lo mismo? Una de las principales razones es que los militares, dueños ya del grueso de la economía cubana, consideran a los negocios privados independientes como competidores que obstaculizan sus planes de monopolizar toda la economía y avanzar en el modelo de capitalismo de Estado al servicio solo de ellos. Mantienen el sector privado, pero como complemento accesorio muy controlado para que no crezca.

Los generales y comandantes históricos, ya muy ancianos, quieren dejar bien posicionados en el poder económico a sus hijos, nietos y hasta biznietos. No quieren que un creciente sector privado independiente los aplaste, lo cual podría ocurrir si permiten que se desarrolle. O sea, son ellos quienes obstruyen toda vía posible de desarrollo del sector privado.

Esta es la lógica autista y antinacional del general Castro y de su claque cívico-militar, que retarda  irresponsablemente, de espaldas a su pueblo, lo que inevitablemente va a ocurrir en Cuba: el resurgimiento de una libre empresa masiva y  pujante, la única que puede sacar al país de la crisis y la pobreza, y que  necesariamente será  la que reconstruirá la devastada economía cubana.

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