viernes, febrero 18, 2022

Luis Cino desde Cuba: César Portillo de la Luz, el genio sin estatua. Este año se cumple el centenario del nacimiento de César Portillo de la Luz, uno de los compositores cubanos cuyas canciones han sido más versionadas internacionalmente

 
Tomado de https://www.cubanet.org/

César Portillo de la Luz, el genio sin estatua

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Este año se cumple el centenario del nacimiento de César Portillo de la Luz, uno de los compositores cubanos cuyas canciones han sido más versionadas internacionalmente

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César Portillo de la Luz

Por Luis Cino

17 de febrero, 2022

LA HABANA, Cuba. — Este año se cumple el centenario del nacimiento de César Portillo de la Luz (1922-2013), uno de los compositores cubanos cuyas canciones han sido más versionadas internacionalmente.

Portillo de la Luz y José Antonio Méndez, ambos destacados guitarristas, son los más importantes compositores del filin, un género creado por ellos en la segunda mitad de la década de 1940, donde incorporaban armonías del jazz al bolero.

Los temas de amor de ambos compositores han sido interpretados por los mejores cantantes de Iberoamérica, sobre todo Contigo en la distancia, de Portillo, que ha sido cantada por Elena Burke, Pedro Infante, Plácido Domingo, Lucho Gatica, Olga Guillot, Cristina Aguilera, José Feliciano, José José, Caetano Veloso y Luis Miguel, entre otros.

En cuanto a ser versionado internacionalmente por destacados intérpretes, José Antonio Méndez no se queda atrás.

En lo personal, prefiero mucho más a José Antonio Méndez —con su ronquera y todo— que a Portillo de la Luz. Y bien es sabido que en un cantautor lo de menos es la voz, miren el caso de Bob Dylan.

Portillo de la Luz —ustedes me perdonarán la franqueza— me caía bastante mal. Era muy autosuficiente. Al extremo que solía asegurar que nadie era capaz de cantar sus canciones mejor que él. Nadie. Ni Elena Burke, Omara Portuondo, Plácido Domingo, José José o Luis Miguel. ¡Tremendas ínfulas tenía el señor!

Cuando lo entrevistaban, daba soberanas muestras de prepotencia e intolerancia. Uno se preguntaba cómo alguien así fue capaz de escribir canciones tan bellas como Contigo en la distancia o Tú mi delirio.

En una entrevista en el año 2007, Portillo, en plan de salvador de la cultura nacional, expresó su disgusto y preocupación por lo que calificó de “concomitancia con el movimiento hippie” (¡!). En reclamo de censura, porque en su mente persistía el síndrome de la prohibición, se interesó por conocer quién monitoreaba la programación recreativa de la televisión cubana.



Portillo de la Luz, pese a haber sido influido por el jazz en sus composiciones, detestaba la música pop norteamericana e inglesa posterior al advenimiento del rock and roll. Para él era “cosa de hippies” y había que prohibirla, o, al menos, limitar su consumo a los cubanos.

En aquel mismo programa, Portillo dijo que prefería vender un Goya que un Picasso y presumió de poder comprar cuadros de pintores famosos gracias a lo que ganaba en derechos de autor. Y verdad que eran cuantiosos sus ingresos, tanto que pudo donar miles de dólares al régimen castrista.

A Portillo le disgustaba que le hubiesen erigido en La Habana una estatua a John Lennon. Decía que si Benny Moré no tenía estatua por qué iba a tenerla John. Lástima que no reclamó también una estatua para Celia Cruz. Pero como él era tan partidario de las prohibiciones, seguramente entendía los motivos de los mandamases para proscribir a Celia.

Sucede que la estatua que le hicieron a Lennon en un parque del Vedado no fue por “concomitancia con los hippies”, sino para ver si lo utilizaban para la causa ñángara y lograban que se olvidara la prohibición de la música de los Beatles, que seguramente a Portillo le pareció muy bien en su época.

Lo más probable es que Portillo de la Luz no tenga estatua. No se la harán ni en su centenario, que probablemente pase sin mucho destaque, no tanto porque no tuvo suficientes méritos políticos —y a los mandamases los méritos artísticos no le importan demasiado —, sino porque en Cuba se perdona cualquier cosa, excepto caer pesado. Y Portillo de la Luz lo era en demasía.

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