miércoles, julio 27, 2022

Entrevista al analista político Doctor Alberto Roteta Dorado: AMÉRICA LATINA: ¿NO TODO ESTÁ PERDIDO? Primera parte.

 


AMÉRICA LATINA: ¿NO TODO ESTÁ PERDIDO? Primera parte. 

(Entrevista al analista político y colaborador de esta web Doctor Alberto Roteta Dorado. Por Guillermo Milán, director de Cuba democracia y vida.org.)

Guillermo Milán: Estimado Doctor Alberto, colaborador de la web Cuba democracia y vida.org, durante varios años usted se dedicó casi de manera exclusiva a los temas políticos y sociales de América Latina, algo que en la actualidad ha cambiado. Sus más recientes escritos están enfocados en asuntos más globales como el preocupante asunto de la guerra entre Rusia y Ucrania, la política española y su inserción en el mundo, etc., sin que deje a un lado el difícil y complicado tema de la política cubana, tema que también siempre ha estado presente en sus análisis políticos. ¿Se pudiera referir al porqué de este cambio en su línea fundamental de trabajo?

Dr. Alberto Roteta: Una vez más le agradezco a Cuba democracia y vida, y de manera particular a usted Guillermo Milán, su director y alma, así como a Eva Belfrage, editora y redactora de la página, siempre al tanto de mis colaboraciones, por permitirme estar con ustedes y por esta oportunidad de llegar a nuestros lectores mediante esta entrevista. No creo que se trate de un cambio en mi línea de trabajo, al menos no es un cambio rotundo, sino una ampliación de mi perspectiva analítica. No es bueno permanecer estáticos en una misma línea durante mucho tiempo; aunque reconozco que tiene sus grandes ventajas. Poder profundizar en temas similares o dentro de una misma temática te convierte con el tiempo en especialista en determinados asuntos, al menos así lo han considerado ustedes, los directores y editores de los medios. No obstante, te confieso que muchas veces me siento decepcionado ante el rumbo que va tomando esta gran región que nosotros – gracias a la genialidad de José Martí, quien se refirió en su ejemplar y monumental ensayo Nuestra América, de esta forma a la extensa zona que va desde el Río Bravo hasta lo más ínfimo de la península de la Patagonia– conocemos como Nuestra América, para el mundo simplemente América Latina, y por desgracia, para muchos solo una parte desconocida, lejana y distante, que no es precisamente lo mismo, del mundo. Justo en esta región, específicamente en Argentina, hay un músico, compositor y cineasta, llamado Fito Páez, que es más conocido en el mundo hispanohablante por una canción llamada “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, en cuyo texto se hace referencia a la idea de que “no todo está perdido”, de manera textual la frase en cuestión dice: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”, algo demasiado poético y alentador, aunque en contraposición con una frase mía, que no recuerdo en que escrito está, que dice que Latinoamérica, por desgracia, está perdida,* expresión de la que no me arrepiento, aunque pudiera ser hiriente y chocante para muchos. No obstante, yo sé porqué lo he dicho o escrito, al igual que ustedes, los encargados de publicarme, y también mis lectores, al menos los que comprenden y profundizan en lo que escribo. Esta idea de la perdida Latinoamérica no debe verse de manera aislada, esto es, descontextualizada, toda vez que entonces si podría parecer demasiado dura y hasta discriminatoria. Yo me refiero al álgido asunto del giro político que ha tomado la región en los últimos meses. Los casos de Chile, con la elección de Gabriel Boric, del Partido Convergencia Social, CS, una agrupación de varios movimientos políticos como el Movimiento Autonomista, la Izquierda Libertaria, Socialismo y Libertad y Nueva Democracia, todos ellos integrantes del llamado Frente Amplio, hasta el momento de su reagrupación como Convergencia Social, en 2018, los que, como te darás cuenta, son todos movimientos de izquierda, socialistas y marxistas a su manera. Este nuevo engendro se autodefine como un partido de carácter socialista, emancipador y feminista, con esto te lo digo todo. ¿Cuál podrá ser el resultado? Una nación gobernada por un líder socialista, y ya sabéis lo que esto presupone, a lo que se añade la escasa experiencia política de un joven de 36 años que solo ha sido dirigente estudiantil, esto sí, siempre en relación con tendencias e ideas de izquierda. Pero a este joven no hay que temerle, al menos por ahora, lo peor es lo que recientemente acaba de suceder en Colombia con la elección de Gustavo Petro, un exguerrillero, de orientación de izquierda radical o extrema, quien presidirá durante cuatro años a una nación que hasta ahora se había logrado salvar de los devastadores efectos del comunismo. Colombia jamás había estado gobernada por un líder comunista, de modo que esto es algo novedoso para este país suramericano, que además de su posición estratégica privilegiada por tener amplias fronteras con cinco naciones de la región: Panamá, Ecuador, Brasil, Perú y Venezuela, es cuna del narcotráfico regional, paradigma de violencia, así como país icónico del legendario conflicto armado protagonizado por las terroríficas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, que por varias décadas hicieron de las suyas, y aún hoy bajo otros ropajes siguen en su insidioso y temerario accionar, toda vez que el grave conflicto jamás se llegó a solucionar del todo a pesar de los acuerdos de paz que durante años se gestionaron nada menos que en La Habana durante el mandato de Juan Manuel Santos. Si a esto le añadimos que países como Bolivia, Argentina y Perú, también retornaron recientemente al Socialismo del siglo XXI, o como le quieran llamar, al final es lo mismo, aunque la tendencia actual es dejar un tanto de lado un término tan mal visto en el mundo – y esto lo sabe muy bien toda la gentuza de la izquierda regional–; en su lugar prefieren autoproclamarse progresistas, tal vez siguiendo la moda política europea. Creo que con este brusco viraje en contra de las manecillas del reloj cualquier se decepciona, de ahí que muchas veces he pensado, y hasta he llegado a escribir, sobre el tema político latinoamericano, algo que bien sabéis me apasiona sobremanera, y al final lo he dejado, o solo lo he subido en las redes sociales como un simple comentario breve. No puedo solidarizarme con la idea del músico argentino con su optimismo desenfrenado respecto a que “no todo está perdido”. Es cierto que no todo está perdido, aún quedan unas pocas naciones, cada vez menos en el continente, en las que prevalecen los principios de la democracia y se encuentran sin la mácula del comunismo, aún cuando la izquierda está al asecho en todas partes. Los escandalosos acontecimientos de hace solo unos días en Ecuador, donde intentaron destituir a Guillermo Lasso, el presidente electo democráticamente, en lo que constituyó un intento golpista protagonizado por el correísmo, es una muestra ejemplar en este sentido.  

Guillermo Milán: Con su amplia respuesta creo que ha llegado a tratar algunos puntos que quería pudiera profundizar también en esta entrevista. Me refiero al tema del paro nacional de Ecuador y al intento golpista fallido del correísmo; pero prefiero dejar este punto para el final y que usted nos ofrezca su opinión en relación con la preocupante situación de Brasil, país donde tendrán lugar dentro de poco sus elecciones presidenciales.  

Dr. Alberto Roteta: La lamentable historia de Colombia con la toma del poder de Petro podría repetirse en breve en Brasil, lo que, de suceder, podría concretarse un panorama similar al que se vivió hace más de una década en el que un grupo de naciones latinoamericanas fueron dominadas por el Socialismo del siglo XXI. Recordemos que con la llegada al poder de Hugo Chávez, y lo peor, con su alianza con el dictador cubano Fidel Castro, se inició una nueva etapa de oscurecimiento sociopolítico en América Latina. Al llamado de Castro y Chávez se sumaron Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia, por lo que el socialismo marxista, en su aparente nueva modalidad de Socialismo del siglo XXI, se apoderó de casi toda América del Sur. El resto de la historia es bien conocida, al menos lo supongo. Algunos países como Ecuador con Lenín Moreno, Brasil con Jair Bolsonaro, Chile con Sebastián Piñera y Argentina con Mauricio Macri lograron recuperar el espíritu de la democracia al desprenderse definitivamente durante sus mandatos de las tendencias socialistas. No obstante, la semilla quedó en estado de latencia y en la espera de un posible renacer, que por desgracia, está teniendo lugar por estos días. Por desgracia, Luiz Inácio Lula da Silva, a sus 76 años ha retornado a la política de Brasil. Actualmente se encuentra en plena campaña electoral a solo tres meses  – los comicios tendrán lugar el próximo 11 de octubre– de celebrarse la primera ronda del proceso eleccionario. Según las últimas encuestas le lleva una ventaja considerable a Jair Bolsonaro, de modo que si en la primera vuelta electoral logra alcanzar la mayoría de votos, pasaría directamente, sin necesidad de balotaje, a la presidencia de Brasil, con lo que la izquierda de la región se anotaría un nuevo voto, en mi opinión el más peligroso, por encima de Gustavo Petro y de AMLO (Andrés Manuel López Obrador) – Alberto Fernández no cuenta para nada en el panorama político regional–.  Recordemos que Lula da Silva, como Rafael Correa, expresidente de Ecuador y prófugo de la justicia de este país, es también un delincuente, con la diferencia respecto al mandatario ecuatoriano, que da Silva si cumplió parte de su condena en prisión, aunque al final, se le dio la libertad, y el resultado lo vemos ahora concretado: el candidato favorito para ocupar la presidencia de Brasil. Esto es muy común en América Latina, esto es, que los expresidiarios y delincuentes ocupen altos cargos, incluyendo la presidencia de la nación, o la vicepresidencia como es el caso de doña Cristina Fernández de Kirchner, la figura política con más cargos judiciales en su contra en la región. Pero así andamos en esta, Nuestra América, al extremo que si el Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí viviera en estos tiempos, tendría que hacer, no un ensayo ejemplar de dedicado al subcontinente que el llamó Nuestra América, sino un enorme tratado en el que los presidentes, expresidentes, vicepresidentes, entre otros políticos, ocuparían el protagonismo como prófugos de la justicia, expresidiarios, exguerrilleros, narcotraficantes, etc. Pero fijemos nuestra atención en el caso específico de Brasil con el peligro que representa para la región la posible victoria de Lula da Silva. Como todos conocen, o deben conocer, este señor será una figura clave y determinante no solo para el fortalecimiento de la izquierda regional, sino para que los focos comunistas del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, actualmente en régimen de supervivencia, se revitalicen. Esto traería graves consecuencias para la democracia latinoamericana, toda vez que estas dos entidades se encuentran en la actualidad en estado de inercia, pero en la espera de la llegada de figuras claves que puedan revitalizarlos, en este caso Lula da Silva, si se logra posesionar en Brasil, como lamentablemente pudiera ocurrir, ya que las encuestas reflejan su ventaja sobre Bolsonaro,** sería determinante para la puesta en marcha de varios proyectos comunistas regionales, entre los que se encuentra la expansión del llamado Socialismo del Siglo XXI, con nuevo ropaje y desde otra perspectiva más actualizada – téngase presente el programa de campaña de Gustavo Petro en el caso de Colombia en el que suprimió todo tipo de términos que se pudieran asociar al comunismo– pero al final, socialismo marxista y expansionista, independientemente del término que se utilice y de la supresión de determinadas fórmulas conceptuales demasiado anquilosadas para estos tiempos que corren. La Izquierda renace y pretende afianzarse en América Latina. El nocivo mal de estos tiempos no pudo ser extirpado de manera definitiva de la región. Por desgracia quedó latente en varias naciones que ya habían probado el “manjar” del llamado progresismo. Las recientes elecciones de Colombia, un país que se había mantenido sin la mácula tenebrosa del comunismo, con el triunfo de Gustavo Petro, el exguerrillero de izquierda radical, constituyen la muestra más paradigmática de la avalancha roja sobre la enorme región que conocemos como Nuestra América. La posible llegada de Lula da Silva al poder podría dar una fuerte dosis de aliento a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, los dos peores focos del comunismo continental junto a la caduca tiranía de Cuba. Es por este motivo que debemos estar muy atentos y seguir de cerca el comportamiento de las encuestas – siempre que sean serias como las que he tomado como referente–, toda vez que si da Silva asumiera la presidencia de Brasil prácticamente toda América del Sur estaría bajo el dominio de la izquierda comunista. Desde el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, se diseminarían, cuales malévolas metástasis cancerígenas, focos comunistas hacia otros puntos de la región. La conquista de Centroamérica sería el siguiente paso, aunque ya tienen un tremendo adelanto en este sentido. Recordemos que AMLO no deja de hacer de las suyas y Xiomara Castro de Zelaya, también simpatizante de la izquierda, pasó a la nómina de los rojos de la región. De Nicaragua es preferible no decir nada porque necesitaríamos otra entrevista para abordar el difícil y tortuoso camino de los nicaragüenses dominados por el binomio Ortega-Murillo.

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*“América Latina está perdida, y por ahora, sin posibilidades de salvación”. Dicha frase pertenece al escrito COLOMBIA ACABA DE CAER EN LAS MALOLIENTES FAUCES DEL COMUNISMO, publicado en esta página. La cita en cuestión es exactamente la siguiente: “América Latina está perdida, y por ahora, sin posibilidades de salvación. Es como si los pueblos de la extensa región, llamada Nuestra América por el sabio cubano José Martí, se pusieran de acuerdo para cumplir a cabalidad las leyes cósmicas que rigen el universo mediante ciclos alternativos de oscilaciones continuas. Etapas de progreso y democracias – con sus limitaciones, errores, y desaciertos, pero democracias– en alternancia con regímenes totalitarios, manipulados por la izquierda continental, aparecen y desaparecen siguiendo ese ciclo oscilante al que me he referido antes”.

** Lula da Silva tuvo un 45% de respaldo para la primera vuelta, una ventaja de 14 puntos porcentuales sobre Bolsonaro, cuyo apoyo subió un punto desde el 30% visto en junio. En la segunda vuelta, el expresidente Lula ganaría con una diferencia más estrecha de 19 puntos porcentuales, con un 53% de los votos frente al 34% de Bolsonaro, según la encuesta de Genial/Quaest. Quaest entrevistó a 2.000 votantes en persona entre el 29 de junio y el 2 de julio. El sondeo tiene un margen de error de 2 puntos porcentuales.


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