viernes, octubre 21, 2022

Raúl Castro debe pedir perdón a los cubanos por la Crisis de Octubre. Roberto Álvarez Quiñones: En 1962, Moscú tenía en Cuba todo un ejército de más de 44.000 efectivos, 24 plataformas para lanzamiento de misiles; 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos Ilyushin IL-28 y 40 aviones MiG-21

 
Tomado de https://diariodecuba.com/

Raúl Castro debe pedir perdón a los cubanos por la Crisis de Octubre

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En 1962, Moscú tenía en Cuba todo un ejército de más de 44.000 efectivos, 24 plataformas para lanzamiento de misiles; 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos Ilyushin IL-28 y 40 aviones MiG-21.

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Miami

20 octubre 2022

Exactamente 60 años después de la Crisis de los Misiles en Cuba, en octubre de 1962, el mundo podría tropezar de nuevo con la misma piedra rusa, en aquel entonces comunista, y hoy sin colores ideológicos, pero tan imperialista y expansionista como a mediados del siglo XX.

La Crisis de Octubre, como se le conoce en Cuba, que puso al mundo al borde de un infierno atómico, humilló a Fidel Castro, que fue ignorado olímpicamente en la negociación entre el presidente John F. Kennedy y el dictador soviético Nikita Jruschov para poner fin a la crisis. Y ambos hicieron el caso del perro a las "condiciones" que puso el dictador cubano para que se pudieran retirar los misiles nucleares de Cuba, que pomposamente denominó "Los Cinco Puntos de la Dignidad".

Sin embargo, la crisis terminó apuntalando a Castro, pues se pudo atornillar más en el poder al amparo de la promesa del presidente John F. Kennedy a Moscú de que no habría invasión a Cuba. Con aquella sombrilla nuclear soviética, abierta desde 7.539 kilómetros de distancia (la más corta entre Rusia y Cuba) el dueto Fidel Castro-Che Guevara llevó impunemente al extremo máximo el montaje del modelo soviético estalinista de los años 30. No obstante, con propósitos políticos se continuaron haciendo constantes movilizaciones militares ante el peligro inminente de una "invasión yanqui".

La solución de la crisis también favoreció a la URSS. La maniobra de colocar misiles nucleares en las narices mismas de EEUU formalmente fracasó, pues los tuvo que retirar, pero a cambio logró que Washington retirara sus armas nucleares del territorio turco, bastante cercano a las fronteras soviéticas. Y, encima, se fortaleció el régimen castrista, su cabeza de playa cubana en América para expandir la influencia geopolítica de la URSS.

Ahora Vladimir Putin pretende hacer lo mismo. Chantajea a Washington con el empleo de armas nucleares en Ucrania para que EEUU deje de apoyar a las fuerzas militares ucranianas con armamento de alta tecnología. Si los generales rusos cumplirán o no la orden de semejante ataque, o si antes sacan del poder al nuevo Iván el Terrible, es cosa que está por verse.

Moscú sabía que Fidel no tenía principios y era usable

Regresemos en el tiempo a los días convulsos de la peor crisis internacional de la historia moderna. Para empezar, detengámonos en la irresponsabilidad anticubana de Fidel Castro.

El Archivo de Seguridad Nacional de EEUU publicó el 14 de octubre de 2022 una traducción de una reunión en el Kremlin el 18 de julio de 1960 entre Nikita Jruschov y Raúl Castro para "tantear la relación de Cuba con EEUU", previendo la situación que se crearía cuando Fidel Castro proclamara el carácter comunista de la "revolución tan cubana como las palmas", lo que ocurrió nueve meses después, en abril de 1961.

Es decir, desde mediados de 1960 ya Moscú sabía que Fidel Castro carecía de los principios patrióticos y humanísticos que aparentaba poseer, y era capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse el poder ad infinitum, y que para ello necesitaría subsidios que solo la URSS podía darle. Y que, por tanto, el tirano cubano estaba dispuesto a permitir armas nucleares en suelo cubano y convertir a Cuba en pieza clave de la Guerra Fría. De manera que Jruschov usó a Castro, y este se dejó usar a gusto.

La conversación Nikita-Raúl en el verano de 1960 explica mejor cómo dos años después, con Cuba ya sovietizada y recibiendo subsidios desde Moscú, Jruschov estableció una "base militar soviética masiva" en la Isla, junto con el "despliegue de armas nucleares", según los documentos secretos ahora dados a conocer en Washington.

En octubre de 1962 el Kremlin instaló en Pinar del Río 42 misiles balísticos de medio alcance (hasta 3.000 kilómetros de distancia) con ojivas nucleares. Y apuntando hacia Washington y Nueva York, como admitió el Che Guevara el 29 de noviembre de 1962, en La Habana, al diario británico Daily Worker (comunista, desde 1966 se llama Morning Star).

En la entrevista el comandante argentino fue más lejos: "Si los misiles hubiesen permanecido en Cuba nosotros los habríamos usado contra el propio corazón de EEUU, incluyendo la ciudad de Nueva York (…) nosotros marcharemos hacia la victoria aun si ello cuesta millones de víctimas en una guerra".

Castro ocultaba el peligro atómico para evitar el rechazo cubano

Fidel Castro estuvo negando todo el tiempo la existencia de armas nucleares en Cuba. Y también Moscú. En la Asamblea General de la ONU el embajador cubano, Mario García Incháustegui, lo negaba "indignado". Insistía en que eran "rumores malintencionados para descreditar a la revolución". El dictador Castro I juraba que los barcos soviéticos no descargaban cohetes en la Isla, sino alimentos.

Fue el 22 de octubre de 1962, cuando el presidente John F. Kennedy presentó al mundo las fotos de los misiles y las rampas de lanzamiento, que los cubanos se enteraron de que sí había armas nucleares en la Isla, y que quien había mentido hasta en la ONU era Cuba y no EEUU.

Pero, una vez descubierta la falacia, Castro hizo creer a los cubanos que aquellos cohetes eran "defensivos", que solo tenían la función de evitar una invasión a la Isla.

También por documentos secretos desclasificados en 1996 se conoció que el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional le hizo dos propuestas al presidente Kennedy: un bloqueo naval o un ataque inmediato a Cuba.

El mandatario eligió el bloqueo naval, llamado "cuarentena", iniciado el 24 de octubre con 16 destructores, tres cruceros, un portaviones y 150 navíos que cerraron el acceso a Cuba, hacia donde se dirigían 25 navíos soviéticos escoltados por submarinos nucleares. Y uno de aquellos submarinos soviéticos estuvo a punto de lanzar un misil nuclear por problemas de comunicación que confundieron al capitán del submarino.

Nadie sospechaba que Moscú tenía en Cuba todo un ejército de ocupación con más de 44.000 efectivos, incluyendo generales y coroneles; 24 plataformas para lanzamiento de misiles; 45 ojivas nucleares; 42 bombarderos Ilyushin IL-28; 40 aviones MiG-21, dos divisiones soviéticas de defensa antiaérea, cuatro regimientos de infantería mecanizada y otras unidades militares.

Fui testigo de todo aquello, y de lo desconectados de la realidad que estábamos, incluyendo las decenas de miles de milicianos movilizados, como este articulista.  

Puedo asegurar que ninguno de mis colegas, que atrincherados en el este de La Habana esperábamos a los "invasores", tenía idea del peligro real en que nos encontrábamos. No había motivos para pensar en una guerra atómica. Viendo la TV y leyendo la prensa castrista nadie podía imaginarse que "sin comerla ni beberla" en cualquier momento todos podíamos desaparecer incinerados en un infierno peor el de La Divina Comedia.

¿Se imaginó alguien a una Cuba hambrienta 60 años después?

Aquel silencio irresponsable del dictador tenía el propósito que la ciudadanía no fuese consciente del peligro inimaginable que él mismo había causado, pues muchos no habrían estado dispuestos a apoyarlo y exigirían el retiro de los cohetes lo antes posible.

Tampoco pudo nadie saber en la Isla que Fidel Castro le propuso a Nikita Jruschov dar el primer golpe nuclear a EEUU si se producía una invasión con tropas terrestres a Cuba. Y no fue una "bola", pues así lo reveló días después el propio líder soviético en el Kremlin a una delegación gubernamental de Checoslovaquia.

Para concluir este breve repaso de aquella crisis mundial nada mejor que en forma de pregunta: ¿Se imaginaron quienes fueron a las trincheras entonces y aún viven, que 60 años después, en octubre de 2022, sus hijos, nietos, y ellos mismos, estarían sumidos en la pobreza extrema, con "hambre vieja", sin medicinas, con apagones de hasta 12 horas, emulando en nivel de vida con ugandeses, etíopes o sudaneses?

Lo menos que debiera hacer hoy Raúl "El Cruel", a propósito de este aniversario sexagésimo, sería pedir perdón al pueblo cubano por la Crisis de Octubre.

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Tomado de https://www.wsj.com

La crisis de los misiles del Vaticano

(Traducción automática usando Google Translate; para leer el original: hacer click encima de donde fue tomado))

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El enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética de octubre de 1962 todavía da forma a la política exterior de la Santa Sede.

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Composición fotográfica del Concilio Vaticano II con las fotos de Juan XXIII a la derecha y la de  su sucesor Pablo VI a la izquierda.

Por George Weigel

13 de octubre de 2022

El Papa Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962. Tres años de trabajo preparatorio sentaron las bases para un desfile extraordinario de cinco horas, cuando 2.500 obispos católicos, cada uno vestido con capa blanca y mitra, entraron en procesión a la basílica del Vaticano. . Se sentaron en gradas tapizadas en gradas que llenaban la vasta nave de San Pedro desde el baldaquino de Bernini sobre el altar mayor hasta el disco de pórfido rojo cerca del nártex en el que el Papa León III coronó a Carlomagno como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El cuerpo legislativo más grande en la historia de la humanidad comenzaría su trabajo formal el 13 de octubre, después de un día de reflexión sobre el discurso de apertura del magistrado de Juan XXIII. En ese discurso en latín de 37 minutos, el Papa desafió a la iglesia a sanar las heridas de un mundo que casi se había destruido a sí mismo en dos guerras mundiales, y a hacerlo proclamando a Jesucristo como la respuesta a la búsqueda de la modernidad por un humanismo auténtico.

Al comenzar el evento de mayor trascendencia en 500 años de la historia católica, otro drama histórico captó la atención del mundo. El 14 de octubre, un día después de que los obispos del Vaticano II frustraran los planes de la Curia romana de controlar los comités de trabajo del consejo, un avión espía U-2 de la Fuerza Aérea de los EE. UU. fotografió nuevas instalaciones militares en toda Cuba. Ocho días después, el presidente John F. Kennedy informó al mundo que la Unión Soviética había instalado misiles balísticos de alcance medio e intermedio a 90 millas de la costa estadounidense, armas capaces de devastar Washington, Nueva York y Chicago. El presidente exigió su remoción e impuso una cuarentena naval a Cuba. Durante los siguientes seis días, el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear. El 28 de octubre, el líder soviético Nikita Khrushchev, a quien Fidel Castro había instado a lanzar un ataque nuclear preventivo, acordó retirar los misiles de la isla.

Esta sorprendente coincidencia suele pasar desapercibida. Pero tuvo consecuencias duraderas que son evidentes hoy. Si, por ejemplo, uno quiere entender por qué el cardenal Pietro Parolin, el secretario de Estado del Vaticano, se dejó someter a una mentira después de la escandalosa mentira del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, sobre la guerra en Ucrania durante su reunión en la Asamblea General de las Naciones Unidas. el mes pasado, los inicios de la respuesta datan de octubre de 1962.

Juan XXIII y los diplomáticos del Vaticano se vieron muy afectados por la crisis de los misiles en Cuba, sobre todo por la amenaza que representaba para el consejo. Entonces, el Vaticano desarrolló un nuevo enfoque hacia Moscú y sus satélites. La iglesia cesó toda condena pública de la persecución comunista. Intensificó las propuestas ecuménicas a la Iglesia Ortodoxa Rusa, aunque su liderazgo estaba estrechamente controlado por la KGB. Y un veterano diplomático del Vaticano, Agostino Casaroli, comenzó a viajar detrás de la Cortina de Hierro, buscando acomodaciones con los regímenes comunistas.

La Ostpolitik de Casaroli, como se denominó esta nueva política, se intensificó bajo el sucesor de Juan XXIII, el Papa Pablo VI. Y mientras a los estudiantes de la Academia Eclesiástica Pontificia, la escuela de posgrado romana para los futuros diplomáticos del Vaticano, se les enseña hoy que la Ostpolitik fue un gran éxito que ayudó a sentar las bases para el colapso no violento del comunismo en Europa Central y Oriental en 1989, esa afirmación es imposible de sostener dada la evidencia documental de los archivos de inteligencia del Pacto de Varsovia.

El clero católico disidente y los activistas católicos de derechos humanos fueron desmoralizados por la Ostpolitik. Algunas jerarquías católicas locales se convirtieron en subsidiarias de facto del Partido Comunista local. Las organizaciones falsamente católicas, aparentemente dedicadas a la paz mundial, se convirtieron en instrumentos de la propaganda soviética. Y aunque la Ostpolitik hizo poco por mejorar la situación de la iglesia perseguida, los servicios de inteligencia del Pacto de Varsovia penetraron tan profundamente en el Vaticano que los diplomáticos y burócratas comunistas sabían exactamente cuál sería la estrategia de negociación de sus interlocutores del Vaticano con respecto a Hungría, Checoslovaquia y Polonia. Al mismo tiempo, los topos y colaboradores del Pacto de Varsovia en Roma difundieron desinformación en el Vaticano II sobre líderes católicos influyentes que los comunistas detestaban, como József Mindszenty de Hungría y Stefan Wyszyński de Polonia.

No fue la Ostpolitik, el hijo desleal de la crisis de los misiles cubanos, lo que empoderó al catolicismo en Europa Central y Oriental para desempeñar un papel importante en la revolución de 1989. Fue la audaz defensa del Papa Juan Pablo II de los derechos humanos y la libertad religiosa. Sin embargo, Ostpolitik 2.0 respalda el enfoque complaciente del Vaticano con los regímenes autoritarios de hoy, como se ve al dar voz al Partido Comunista Chino en el nombramiento de obispos.

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Operación Cobra: La historia desconocida de cómo un oficial de la CIA entrenó a la red de agentes que encontró los misiles soviéticos en Cuba


24 de enero de 2019


El presidente John F. Kennedy, el agente de la CIA Thomas Hewitt, el presidente de Cuba Fidel Castro y el primer ministro de la Unión Soviética Nikita Khrushchev. Pie de foto y créditos en la parte inferior de la página. * (Foto ilustrada: Yahoo Noticias)

La noche del 11 de marzo de 1962, un barco de pesca deportiva se aproximaba a la costa cubana mientras un fuerte viento del sureste azotaba las aguas del Caribe. El Forest Johnson Prowler de casi 30 pies de largo era uno de los barcos de madera disponibles más fuertes y rápidos y su motor era lo suficientemente silencioso como para permitir que los tres miembros de su tripulación se acercaran a una milla de la costa. Aquellos marineros eran algunos de los más experimentados de la pequeña fuerza naval de cubanos expatriados de la CIA, pero ni siquiera ellos pudieron ver los rostros de los dos agentes encapuchados que subieron a bordo por el costado del barco en una canoa de fibra de vidrio de casi 16 pies llena de suministros.

El fuerte oleaje estuvo a punto de dar por concluida la misión de los agentes antes de que empezase, ya que la canoa se volcó tan pronto como subieron y su preciado cargamento de hombres y equipos terminó en el agitado océano. La tripulación se apresuró en recuperar los paquetes, que eran latas impermeabilizadas envueltas en plástico. Con la canoa lista y los equipos recuperados, los dos agentes volvieron a subir y consiguieron mantenerse en equilibrio. Pusieron rumbo hacia la costa y remaron hacia la boca abierta del río San Diego.
La idea de la canoa fue de Tom Hewitt, el oficial a cargo de los agentes en la enorme central de la CIA en Miami, donde esperaba noticias de la misión. Las reglas de la agencia le prohibieron participar en la infiltración del equipo, pero sentía una gran responsabilidad por la pareja, compuesta por un agente principal que había entrenado para dirigir a una red de subagentes y su operador de radio. Dado que regresaban a su país de origen, a partir de ese momento el trabajo de Hewitt consistía en dirigir sus acciones desde la distancia. Hewitt, un veterano que llevaba 10 años en la CIA, había pasado los últimos seis meses enseñándole al agente principal todo lo que sabía sobre cómo dirigir una red de espionaje eficaz, haciendo todo lo posible por mitigar los riesgos sustanciales que el agente tendría que asumir con Fidel Castro en Cuba.

 
(En el artículo no se dice,  pero la persona de esta foto se parece  mucho a Esteban Márquez Novo ¨Plácido¨, quien fue  el gran organizador y Jefe de una de las mayores conspiraciones en contra del Castrismo: el FUO (Frente Unido Occidental) que  se extendía por Pinar del Río, La Habana y Isla de Pinos y tenía 517 integrantes, según el libro 30 años . Historia de la Seguridad del Estado. Las reglas del Juego.  ¨Plácido ¨ fue  localizado por la tiranía Castrista en 1964 por indiscreciones  y la poca experiencia de algunos integrantes de esa red a la hora de reclutar a nuevos agentes  lo cual propició la infiltración  de agentes del Departamento de Seguridad del Estado. Mucha más información sobre el FUO puede leerse en el libro Cuba: Las Garras de los Cuervos Verdes de la expresa política Emelina Núñez Gil, quien una noche estando presa fuera violada a los 16 años por  5 oficiales de la Seguridad del Estado (entre ellos el entonces Capitán Orlando) cuando dicho departamento radicaba en la calle Máximo Gómez donde se ubicaría años después  la Delegación Provincial del Ministerio de la Construcción. ¨Plácido¨ al ser cercado por por las fuerzas del DSE se suicidó pero antes destruyó la documentación que tenía en su poder. Comentario del Bloguista de Baracutey Cubano).

(Emelina Núñez Gil  cuando tenñia 15 ó 16 años)

 La misión del equipo era establecer una red que se pudiera usar para recopilar información y, si fuese necesario, fomentar la contrarrevolución contra el régimen de Castro. Deshacerse de Castro era una gran prioridad para la administración del presidente John F. Kennedy y la CIA. Hewitt sabía que esta era una misión importante, pero no podía imaginar que su equipo pronto desempeñaría un papel vital en la prevención del Armagedón nuclear.

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Cuando los soviéticos introdujeron de forma secreta misiles balísticos de alcance medio e intermedio en Cuba en el verano de 1962, se desencadenó una cadena de eventos que casi llevaron a una guerra nuclear. Se han escrito muchos libros y miles de artículos sobre la crisis de los misiles en Cuba, pero el nombre de Tom Hewitt no aparece en ninguno de ellos. Las fotos de las bases donde se encontraban los misiles que tomó el avión espía U-2 en octubre de ese año casi siempre se presentan como el avance clave de la inteligencia que dio a los Estados Unidos una ventaja inestimable durante el enfrentamiento nuclear. Si buscas en Google “Tom Hewitt, la CIA y la crisis de los misiles cubanos” encontrarás solo una referencia en un libro de uno de sus antiguos jefes de la CIA que menciona su papel en el equipo de “vigilancia vial” durante la guerra secreta de Estados Unidos en Laos, un trabajo que desempeñó después.





 

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