lunes, noviembre 27, 2023

Roberto Álvarez Quiñones: ¿Café cubano? Sí, platanillo acabadito de colar. El "Programa de Desarrollo Cafetalero" consiste en lograr 30.000 toneladas de café en 2030. O sea, 70 años después, producir ¡la mitad! que en 1960.


¿Café cubano? Sí, platanillo acabadito de colar

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'Esto podría estar ocurriendo ahora mismo en algún lugar de Cuba, donde a falta de café la gente prepara infusiones calientes de platanillo para hacerse la idea.'

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Fotos de cafeterias en Cuba antes de 1959

Por Roberto Álvarez Quiñones

Miami

23 noviembre 2023 

Un buchito de café tempranito en la mañana, o a cualquier hora, se enraizó hace siglos en la cultura cubana. Una humeante y aromática tacita del "néctar negro" era ya expresión de cubanía. Y lo sigue siendo donde quiera haya cubanos, lo mismo en Finlandia, que en las Islas Maldivas.

El más grande cubano de todos, José Martí, con su bellísima prosa poética así definió al café, que tanto le gustaba: "Jugo rico, fuego suave, sin llama y sin ardor, aviva y acelera toda la ágil sangre de mis venas. El café tiene un misterioso comercio con el alma; dispone los miembros a la batalla y a la carrera; limpia de humanidad el espíritu; aguza y adereza las potencias; ilumina las profundidades interiores y las envía a fogosos y preciosos conceptos a los labios".

Pero regresemos en el tiempo a la Cuba de hoy y veamos un hipotético diálogo, que puede tener lugar en verdad en cualquier parte de la Isla:

"Ah, Felipe, que oportuno llegaste, te voy a traer una tacita de platanillo que acabo de colar", le dice Teresa a su tío, que la ha venido a visitar. ¿Platanillo? pregunta él. "Bueno, mira, en la bodega hace tiempo que no dan café, y hay que inventar, tú sabes, para engañar al estómago y hacernos la idea de que tomamos café", responde la resignada sobrina anfitriona.

Esto podría estar ocurriendo ahora mismo en algún lugar de Cuba, sobre todo en Holguín, donde a falta de café la gente prepara infusiones calientes de platanillo para hacerse la idea, como dice la ficticia Teresa.

¿Qué es el platanillo? Un arbusto silvestre de color verde amarillento abundante en toda la Isla, que huele a pimienta y da unas vainas con unas frutillas pequeñitas. Su nombre científico es Piper ossanum. En la Isla abunda desde Pinar del Río hasta Camagüey. En Oriente hay otra variedad llamada Piper aduncum.

Se da en casi toda Latinoamérica y lo mismo se aplica para aliviar las hemorroides, como ocurre en Brasil, Perú, Colombia, México, Jamaica, o Guatemala, que para teñir ropa. Y ahora en Cuba socialista también es "café".

Periodistas holguineros independientes narran que para obtener ese singular café se abre la vaina, se sacan los granos y se ponen a secar al sol. Luego se ponen al fogón, se tuestan, se muelen, y a hacerse ideas se ha dicho.

Desayuno de platanillo "a los niños para puedan ir a la escuela"

Luisa Martínez Silva, residente en el municipio holguinero de Antilla, destacó indignada: "Eso es lo que le estamos dando de desayuno a los niños para que puedan ir a la escuela". Ah, el platanillo se da silvestre, pero Luisa para ir al seguro lo cultiva en el patio de su casa.

Leamos ahora este párrafo de una crónica desde Sancti Spíritus publicada por el diario 14yMedio después de conversar con Lismary, una espirituana de 32 años.

"Una vecina me avisó —explicó la joven— y fui corriendo para la bodega, pero nada más ver el color del polvo me dio ya mala espina (…) se veía muy negro, como si estuviera requemado, cuando abrí el paquete (…) no olía a nada, si acaso cierto tufo a corteza quemada (…) mi abuela estaba loca por tomarse un buchito y cuando se lo di enseguida soltó que eso 'no sabe a café, ni huele a café'".

Las quejas van contra la estatal Torrefactora de Cabaiguán."¿Qué le están añadiendo al café en la tierra del Yayabo? ¿Carbón, leña seca, cáscara de coco quemada?", escribió Luis Ernesto en internet, otro espirituano. Nadie sabe qué rayos le están echando, pero sabe a rayo. ¿No será platanillo?

El café cubano lo compra Lavazza y GAESA gana millones

Mientras Luisa cultiva platanillo para hacerse la idea de que toma café, Lavazza, la marca italiana de café que como Starbucks, o Folgers es una de las principales del mundo, acaba de presentar en Madrid La Reserva de ¡Tierra! Cuba, "un café premium orgánico cubano de calidad sostenible (…) que será distribuido exclusivamente por Espressa Coffee & More (…) contiene granos cultivados por 170 agricultores de las provincias de Santiago de Cuba y Granma".

Así lo informó la prensa desde la capital española. Es decir, los cubanos no pueden tomar el delicioso café cubano, pero GAESA exporta lo poco que se produce y engrosa sus cuentas bancarias millonarias en ultramar.

Eso ocurre en un país que en 1830 era el mayor exportador de café del mundo, y en el que desde entonces el café devino casi un ritual, como lo es el té para los ingleses, solo que en la Isla se toma varias veces al día y sin mucha ceremonia.

Ah, y lo toman, o lo tomaban, todos los cubanos sin excepción, no importaba si ricos o pobres. Ya lo dice la sabrosa tango-conga de Eliseo Grenet que cantaba como nadie Rita Montaner: "Ay Mamá Inés, todos los negros tomamos café". Quién lo diría, los cubanos en su país ya no lo toman.

El café fue descubierto por casualidad hace unos 1.200 años en Etiopía. Unos monjes observaron que las cabras se alborotaban y saltaban cuando comían unas pequeñitas frutillas parecidas a las cerezas, y por eso la llamaron "frutilla del Diablo".

Cuba, después de ser introducido el café en 1748 por el francés José A. Gelabert en la zona habanera del Wajay, y hasta los primeros años del castrismo, exportó un café de alta calidad muy codiciado en el mercado mundial. Sobre todo, el "arábigo suave Bourbon", de aroma y sabor incomparables, cosechado en la Sierra Cristal, donde un microclima especial favorece la producción de un grano de exclusivísima calidad.

A propósito, la UNESCO en el año 2000 clasificó como Patrimonio de la Humanidad al "paisaje arqueológico de las primeras plantaciones de café de Cuba".  

Desde mayo hasta octubre no hubo chícharo-café en las bodegas

Volviendo a la Cuba de hoy, desde mayo de 2023, hasta mediados de octubre, no se entregó el chícharo tostado con café de la canasta familiar por la libreta. Por cierto, la Organización Internacional del Café (OIC) establece que no es café el que tenga más de un 5% de mezcla con otros granos. En Cuba se mezcla con 50% de chícharos, y nadie sabe si con un porcentaje mayor.

El colmo es que ya ni ese mejunje pueden tomar los cubanos de a pie. Porque no "viene" a la bodega, o en las shopping una bolsita de 115 gramos de café Cubita cuesta demasiado, y en el mercado negro una libra engulle medio salario mínimo.

Qué contraste. En 1958 los padres y abuelos de los cubanos de hoy tomaban, como promedio, 828 gramos de café mensuales, según el Ministerio de Agricultura. O sea, casi dos libras. Y una tacita de aquel aromático y delicioso café en cualquier esquina de barrio (recuerdo la marca Oquendo), costaba ¡tres centavos!

Hoy por la libreta cada consumidor "tiene derecho" a consumir la octava parte de una libra, pues son 57 gramos de café y lo que resta de los 115 gramos son chícharo, o vaya usted a saber qué otra cosa.

El rendimiento cafetalero en Cuba es tal vez el más bajo del mundo

Antes del castrismo Cuba producía cerca de 60.000 toneladas de café. Al imponerse el comunismo se derrumbó la producción. Hoy el país produce, entre 7.000 y 10.000 toneladas anuales y el consumo nacional racionado es de 24.000 toneladas. No hay divisas para importar y cubrir ese déficit, ni siquiera la mitad.

Una de las causas primarias de esto es netamente "revolucionaria". El rendimiento en las plantaciones cafetaleras de la Isla es ridículo: 0,18 toneladas de café por hectárea, cuando el promedio mundial no baja de una tonelada por hectárea.

Es decir, Cuba, otrora potencia cafetalera hoy produce por hectárea menos de la quinta parte de lo que obtienen los países cafeteros del orbe. No creo que pueda haber en el planeta un peor rendimiento cafetalero que el castrista.

Ah, para evaluar mejor este desastre vale este detalle: el propagandizado "Programa de Desarrollo Cafetalero" del régimen castrista consiste en lograr 30.000 toneladas de café en 2030. O sea, 70 años después, producir ¡la mitad! que en 1960. ¡Por favor!

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 LLENANDO PLANILLAS CON PEDRO GAVIÑA

Por Esteban Fernández
Julio 1 de 2016


Ya les dije hace unos días que primero quise buscar unos campamentos donde entrenarme para ir a pelear a Cuba, después me fui para New York a trabajar en una fábrica de ventanas de aluminio junto a Máximo Gómez Valdivia en New Jersey, de ahí nos fuimos para el U.S. Army y acto seguido llegamos a Los Ángeles. De nuevo para Miami e integrarme al JURE junto a Vicente Méndez, Edel Montiel y Jorge Riopedre. Y el próximo paso fue volver para California. Y a llenar planillas de trabajo se ha dicho.

Al llegar aquí fue en realidad donde me di cuenta de que había que morder el cordobán y trabajar. Fue mi novia Rina -quien después se convirtió en esposa y ex esposa- la que me dijo que todos debíamos presentar los taxes en abril. Y de paso me explicó el tedioso proceso de buscar empleo. Me informó que había que decir: “I am looking for a job” y acto seguido llenar un cuestionario.

¡Qué pesado me cayó eso! Habían sectores de la ciudad que eran considerados “comerciales”, llenos de oficinas y fábricas, y ahí había que ir de puerta en puerta donde nos recibían individuos sentados en unos escritorios que daban la sensación de ser “muy importantes” porque tenían el trabajo de darnos a llenar UNA PLANILLA o decirnos que “En este momento no estamos agarrando a nadie”.  Por unos segundos tenían nuestros futuros en sus manos y actuaban acorde.

Al principio llenaba la planilla en forma honesta-como siempre he acostumbrado a hacer las cosas- y desde luego cuando ponía que jamás había trabajado con anterioridad no me daban empleo. Después los pícaros a mí alrededor me enseñaron a mentir y a exagerar. Me decían “Pon que trabajaste en La Antillana de Acero en Cuba por un montón de años”. Y tampoco me daban el empleo porque yo solamente tenía 18 años de vida y era imposible que hubiera trabajado en mi país por  toda la década de los 50’s.

Lo cómico era que si nos daban el empleo al poco tiempo de estar trabajando nos dábamos cuenta que “ese ser importante y superior” que estaba en la puerta recibiéndonos era un pobre diablo que llevaba sólo unos meses trabajando ahí. Y segundo: nos enterábamos que el motivo por el cual decía que “No estamos “agarrando” personal” era porque para el resto de los latinos en California “coger” es una mala palabra.

(Pedro Gaviña)

Uno de los primeros lugares donde apliqué para trabajo fue en la Packard Bell y ahí en el lobby de la empresa llenando una planilla había un joven llamado Pedro Gaviña. No nos dieron empleo pero meses después comencé a trabajar en la Essick Manufacturing Company -una fabrica de aires acondicionados- y ahí de nuevo me encontré con Pedro Gaviña.

Todos en California saben que Pedro Gaviña y su familia han levantado una tremenda empresa y un sólido capital vendiendo café. Pero bajo ningún concepto eso es lo que me hace estimarlo ni considerarlo un buen amigo, ni mencionarlo hoy aquí, sino que al llegar a la Essick Manufacturing le conté que no iba a quedarme trabajando ahí porque no tenía transportación para llegar al lugar y entonces él –diariamente- se despertaba más temprano, hacía un desvío, y me recogía en un hotelucho de mala muerte en la Western y la Santa Mónica llamado “El Palomar” y después me llevaba de regreso. Los  millones de dólares acumulados después me son antiflogitínicos, lo que vale son los gestos cuando nos estábamos comiendo un cable.

La última planilla llenada fue en la Pacific Bell. Había mil aplicantes. Y una dama mexicana -encargada de escoger el nuevo personal- llamada Carmen Olguín (así sin H.) cuando se enteró que ni mi esposa ni yo teníamos trabajos y que nos había nacido una niña hacía varios meses me pasó por encima de 999 interesados en el trabajo. Fallecida desde hace muchos años todavía le agradezco mucho el gesto de haberme tirado un cabo cuando me estaba ahogando.

En el mismo instante en que puso mi planilla encima de todas las demás traté de darle las gracias y me dijo: “Olvídalo, solamente ten presente que todos los niños vienen con un pan debajo del brazo”.

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Tomado de http://www.gavina.com


Coffee Is a Family Tradition

 

 Francisco Gaviña en Cuba

 
 Familia Gaviña

The history of our coffee company is a story about family. Brothers José María and Ramón Gaviña began this quest well over a century ago in 1870 when they left their native Basque region of Spain in search of a better life. They settled in the fertile mountains of southern Cuba and planted the seeds of what would become Gaviña Gourmet Coffee.

Our father, Francisco, was born on the family coffee estate, Hacienda Buenos Aires. As a boy, he worked in the fields with his own father, watching and learning the secrets of growing quality coffee. He spent hours upon hours helping sow the seeds and urging the little plants to grow.

Ever since, there have been Gaviñas running our coffee business - from our coffee growing roots in 1870 to our coffee roasting business in Los Angeles founded in 1967. Today, we carry on the dream in our state-of-the-art coffee roasting facility just a few blocks from our original building.

We are Francisco’s sons, Paco, Pedro and José, and his daughter, Leonor Gaviña-Valls. Like our father, we grew up on the plantation and learned about coffee in the fields. Along with our own children, we still personally select beans, cup samples as they arrive and oversee the specialty coffee roasting and production every day. We do all of this so that your customers and guests can be ensured a wonderful cup of coffee every time, from first sip to final drop.

Continuing the Dream of José María & Ramón
It’s rare to find a company today that’s managed by people born and raised in an artful profession, who remain as passionate as ever about their product. We are fortunate that our family and our brand have stood the test of time, but the story is far from over. We look forward to our children and future generations of Gaviñas making us just as proud by continuing the tradition begun by Don Francisco many decades ago—the simple pleasure of a delicious, finely roasted cup of coffee.

The Gaviña Family Includes You
Why does our family legacy matter? Because we see our customers as extended family—and that relationship is built on trust. We believe you deserve the full benefit of our family’s expertise and passion for quality. The immense knowledge and wisdom passed down from our father, Francisco, are at the core of our business to this day.
  •     We offer the highest grade of coffee at the best value
  •     We purchase only the finest quality coffee beans from around the world
  •     We personally cup each sample to ensure that it meets our standards
  •     We provide an unmatched commitment to personal service
  •     We use modern coffee roasting technology and packaging to guarantee outstanding quality
Our name is our brand, and you’ll find it on every product we sell. We put our love of coffee into everything we do.
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