Juan Antonio Blanco sobre Cuba: De 'gusanos' a 'comunitarios', ¿y ahora a 'connacionales'? Según se vaticina, los 'connacionales' podrán invertir en aquellos renglones que convengan a la elite de poder de Cuba
Tomado de https://diariodecuba.com/
De 'gusanos' a 'comunitarios', ¿y ahora a 'connacionales'?
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Según se vaticina, los 'connacionales' podrán invertir en aquellos renglones que convengan a la elite de poder de Cuba
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Por Juan Antonio Blanco
Miami 21 Nov 2023
A los llamados gusanos, que desde 1959 hasta 1979 se opusieron a la instauración de un régimen totalitario, creyeron haberlos liquidado con el paredón, la cárcel, el exilio y el despojo total de sus propiedades y capital financiero. Aquellos que pudieron escapar de la Isla se llevaron lo más valioso en sus cabezas y libretas telefónicas: capital humano y capital social. Con ellos reconstruyeron sus vidas y alcanzaron niveles de éxito insospechados por sus perseguidores. Con sus conocimientos y relaciones sociales previas a enero de 1959 erigieron una capital alternativa en Miami y se destacaron en las ciencias, artes, letras, empresas y política en muchos países.
Irónicamente, la prohibición de tener contactos con sus familiares en Cuba, enviarles dinero o paquetes e incluso de escribirles o visitarlos, a la larga permitió a aquellas primeras olas de exiliados poder concentrarse en su propia prosperidad, al ahorrar y emprender negocios en el país de acogida.
Así, a mediados de los años 80 y sobre todo en la década de los 90, cuando ya había caído la URSS, se transformaron de gusanos en comunitarios. Los dólares ganados con su talento en libertad ahora eran codiciados por una clase burocrática improductiva que durante décadas se había mostrado incapaz de generarlos.
Los comunitarios podían por unas pocas semanas visitar la Isla —si recibían permiso para ello, porque miles siguieron hasta hoy en las listas negras de destierro permanente— a fin de que pudieran gastarse sus ahorros en Cuba. Después de la explosión social en el Malecón habanero se descriminalizó la tenencia de dólares y se abrió la puerta para que los recién estrenados comunitarios —antes gusanos— pudieran enviar remesas mientras los burócratas buscaban nuevos mecenas extranjeros. El ascenso del chavismo al poder en Venezuela les dio un respiro, pero la dependencia del capital financiero de la diáspora también creció.
Pero 30 años después de nombrarlos amablemente comunitarios, ni ellos —aunque ahora los llamen connacionales— ni los nuevos oligarcas rusos se apresuran a invertir en la Isla.
La apertura que le ofreció el presidente Obama a Raúl Castro para que pudiera reformar estructuralmente la economía cubana la ningunearon y así terminaron en un hoyo más profundo que el que ya habitaban antes. El presidente Trump no se dejó seducir por la verborrea procedente de La Habana, ni por las de sus amigos internacionales, ni por las canciones infantiles de La Colmenita. Las concesiones de la Administración Biden resultan insuficientes para salvar el Titanic del régimen cubano, que el 11 de julio de 2021 chocó con un curioso témpano tropical: la mayor rebelión popular de toda la historia de Cuba. Desde entonces la nave sigue hundiéndose cada vez con mayor rapidez.
La oligarquía, angustiada con la crisis sistémica y multisectorial que enfrenta, así como con la volatilidad de la sociedad cubana, pivoteó hacia sus exitosos desterrados. Había llegado de nuevo la hora de vender a los gusanos/comunitarios una nueva "concesión". Podrían pasar de su categoría de comunitarios a otra supuestamente mejor: la de connacionales. Todo por un precio, claro está.
El nuevo modelo de explotación de los "connacionales"
Los connacionales, según vaticinan, podrán invertir en aquellos renglones que convengan a la elite de poder siempre que sean autorizados, caso a caso, por el Gobierno. En nombre de las buenas costumbres humanitarias también se facilitarán las cosas para que puedan hacerse cargo de sus familiares en Cuba de manera más amplia y estable que hasta hoy.
En lo adelante, con ahorros y salarios ganados duramente en el exterior, tendrán que garantizar alimentos e incluso asistencia médica por medio de ofertas de las recién creadas MIPYMES cercanas y/o leales al nuevo régimen oligárquico. Al final, todo el dinero gastado en tiendas de GAESA y MIPYMES o enviado como remesas irá a parar a la misma caja contadora de la oligarquía cubana.
El mercado cubano es singular. Tiene en Cuba su demanda, pero los compradores están fuera y es según el nivel de ingresos de estos (no de los que están en la Isla) que se ajustan los precios. Precios de Nueva York y Madrid impuestos en Mayabeque y Cacarajícara a productos de primera necesidad ofertados directamente por GAESA o indirectamente por medio de algunas de las nuevas MIPYMES conectadas a esa oligarquía. Para garantizar el éxito de semejante abuso cuentan con el escudo humano de una población rehén que gana menos que el nivel de ingresos que define la pobreza según el Banco Mundial, pero que tiene muchos "connacionales" que La Habana manipula sentimentalmente para que la mantenga después de darles la espalda a sus necesidades básicas.
Mientras tanto, la llave de entrada al país sigue en las manos de las autoridades que a su capricho y antojo destierran y excluyen a miles de personas (que siguen clasificando como gusanos). Las mismas que también "regulan" (bloquean) la salida al exterior de cualquier ciudadano que se les antoje peligroso.
Con esas limitaciones al Artículo 13 de la Declaración de DDHH es que seleccionaron a los invitados a la recién celebrada Conferencia de la Nación y la Emigración, y bajo esas condiciones es que aquellos aceptaron acudir al cónclave con los mismos verdugos que nunca han pedido perdón. Los mismos que siguen presentando cada paso atrás que se han visto obligados a dar en su política anticubana como una generosa dádiva a sus víctimas.
En las circunstancias actuales hay otro problema adicional. La nueva modalidad de someter a cada vez mayor penuria a los rehenes de la Isla y obligar a sus familiares a sostenerlos obstaculiza y ralentiza el progreso en el exterior de las más recientes olas migratorias cubanas, al dificultarse el que puedan ahorrar lo suficiente para poder invertir en sus propios negocios en el nuevo país de acogida.
Se les impone de facto la obligación de sostener simultáneamente a sus familiares en el exterior y a las familias que quedaron atrás de rehenes de la oligarquía cubana con salarios de miseria y precios del Primer Mundo. Y a ellas, por otra parte, se les bloquea la posibilidad de prosperar por sus propios medios para no depender de sus familiares en el exterior.
Aplicando ese modelo de explotación, las remesas y paquetes de los excluidos ayudan a financiar la estabilidad política interna porque con ello permiten a una parte considerable de la población subsistir, aunque no vivir, sin que el régimen de gobernanza tenga que ser realmente cambiado.
Los salarios de los recién llegados a duras penas alcanzan para sostener dos familias e invertir en el progreso del núcleo familiar en el nuevo país de acogida. La oligarquía cubana los nombra ahora connacionales para vampirizar sus salarios e impedir su progreso fuera de Cuba. De esa manera también procuran que no puedan incrementar su influencia política en los países de acogida. No habrá prosperidad sino solo supervivencia para los familiares que están en Cuba y no pueden valerse por sí mismos por continuar negándoseles derechos y libertades económicas, civiles y políticas.
La única manera de liberar y hacer progresar a los cubanos dentro y fuera
A menos que se dé un vuelco radical a esa situación las nuevas generaciones de cubanos en el exterior seguirán estando irónicamente bajo el control de un Estado que los ha excluido y desterrado a su antojo. Los exprimirá a distancia y ralentizará su progreso en los países de acogida al echarles encima el fardo de sostener, casi íntegramente, a sus familiares dentro de Cuba.
Bajar la cabeza y adaptarse a las nuevas regulaciones presentadas ahora a los flamantes "connacionales" es una opción, pero no la única. Es también posible decir basta. Hoy eso es factible porque la rueda ha dado una vuelta completa. Ahora, como explicara el economista Emilio Morales "sin gusanos no hay país".
El exilio creció y se esparció por todo el mundo hasta transformarse en una genuina diáspora. Su creciente entramado de relaciones y la interdependencia entre ellas han hecho de las dos partes de la nación una sola entidad transnacional. Hoy somos un solo pueblo transnacional cuyo constante quehacer multidimensional (económico, político y cultural) sobrepasa de facto, día a día, las fronteras territoriales de jure cubanas. La nación es una sola y sus verdugos siguen siendo los mismos que la esparcieron por todo el planeta.
En el siglo XXI este pueblo sin fronteras tiene todo el capital humano, social y financiero necesarios para emprender con éxito un proyecto común de prosperidad en libertad. Solo en libertad se logrará de forma acelerada y estable un proceso de prosperidad que, en muy breve tiempo, de un vuelco a la vida cotidiana en la Isla.
La nueva Cuba del siglo XXI ha tardado en hacerse presente, pero, quizás por primera vez en más de seis décadas, su materialización no es solo una posibilidad real, sino una probabilidad creciente.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
A Cuba antes de 1959 se le llamaba la azucarera del mundo por su gran capacidad de exportar azúcar de caña dada su pequeña población; me explico: otros paíse producían más azúcar, ya fuera de remolacha o de la caña de azúcar, pero eran países poseían una población de muchos millones de habitantes y tenían que satisfacer al mercado interno con esa produción. En ese período la agricultura cañera no era de las mejores del mundo pero sí la industria azucarera pues se llegaron a alcanzar hasta 13 de recobrado, que es el porciento (%) de azúcar que se le saca a 100 partes de la caña que llega al central.
La caña de azúcar es un recurso renovable (el petróleo nolo es) del cual, además de azúcar, se extrae: ¨miel de purga¨ para la alimentación animal; madera (del bagazo) para muebles; alcohol para bebidas de consumo humano (el ingreso de la marca Bacardí es superior al PIB de la Cuba Castrista); etanol para combustible de automóviles. El azúcar es un ingrediente fundamental para la fabricación de confituras (bombones, caramelos, africanas, galletas finas, dulces finos, etc.) y dulces en conservas ya que el azúcar es un gran conservante. No olvidar que los centrales azucareros contribuían a la generación de electricidad y la aportaban a la red nacional. Ya sabemos lo que ocurrió (por la voluntad de Fidel Castro Ruz y la sumisa cúpula Castrista) con la mitad o la mitad del número de centrales en Cuba.
Observemos, en la siguiente slide show, por años cómo los países incrementaeon su producción de azúcar nientras que en Cuba se reducía alegando que los precios del mercado mundial hacían de la industria azucarera una industria no rentable. Tomado de https://www.facebook.com
Los Países que Más Azúcar Producen en el Mundo
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Los Ángeles
29 de Noviembre de 2016
"Sin azúcar no hay país", decía una muy popular frase en Cuba, atribuida al hacendado cubano José Manuel Casanova. Siempre pensé que era una exageración, un decir. Pero estaba equivocado, Fidel Castro demostró que era verdad.
Hoy en la Isla no hay azúcar, y tampoco país, pues, ya en ruinas, suelta los pedazos y es el fantasma de la otrora próspera nación que llevamos en la memoria quienes vimos al barbudo comandante entrar en La Habana en 1959.
Pretender abarcar en un solo trabajo periodístico el devastador legado económico del Führer cubano, ya definitivamente fuera del escenario político, no es viable. Me limitaré a la industria azucarera, la espina dorsal de la economía cubana desde fines del siglo XVIII.
De entrada, Castro convirtió a nuestro país en importador de azúcar, luego de haber sido el mayor productor y exportador mundial durante más de un siglo y medio. La producción azucarera cayó al mismo nivel de 1894, cuando la Isla era colonia de España.
En 2002 Fidel tuvo una "perreta" debido a la ineficiencia azucarera y, sin convocar al Consejo de Ministros o al Buró Político del Partido, ordenó desmantelar 95 de los 156 centrales azucareros del país y reducir la superficie cañera de dos millones de hectáreas a 750.000. Luego se desmantelaron otras cinco fábricas. Quedaron en pie 56.
Y él declaró por la televisión: "el azúcar es la ruina del país". Calificó de "disparate" la actividad azucarera. Todo ello cuando el precio mundial del azúcar comenzaba a repuntar por la escasez de oferta. Desde el 2000, antes de la rabieta de Fidel, el precio aumentó en un 8,8% anual, y de seis centavos la libra llegó a 31 centavos en 2010, récord en 32 años. Luego ha oscilado en torno a los 20 centavos. Hace unos días, el 28 de noviembre, el azúcar se cotizó a 19,98 centavos en el mercado de Nueva York.
Parte de la cultura nacional
El azúcar se enraizó en la cultura y el paisaje cubanos por casi 200 años. Recuerdo que de niño cuando yo dibujaba un bohío de guano, alguna vaca pastando y palmeras, siempre incluía una espigada chimenea a lo lejos echando humo. Los centrales azucareros eran una constante en la imaginería infantil isleña.
El azúcar comenzó a obtenerse en forma sólida hace 2.500 años en la India y en Persia. La caña de azúcar ya se conocía en Nueva Guinea hace 8.000 años. La palabra azúcar viene del vocablo árabe hispano "assukkar", que se origina del árabe clásico "sukkar", a su vez tomada del griego "sakjar", derivada de la palabra persa "sakar".
A España la caña la llevaron los árabes, Cristóbal Colón la introdujo en La Española en su tercer viaje, en 1498, y Diego Velázquez la llevó a Cuba en 1523. Haití, con mano de obra esclava era ya en 1750 el mayor productor y exportador mundial de azúcar. Pero en 1791, aprovechando el caos resultante de la Revolución Francesa, estalló la insurrección liderada por Toussaint L'Ouverture y los esclavos haitianos destruyeron los ingenios en los que eran explotados.
Ello propició una colosal expansión en Cuba, convertida en la azucarera del planeta.
Este auge lo aceleró la llegada de la Revolución Industrial a la Isla. En 1819 se introdujo en el ingenio Cambre, de Pedro Diago, en Güines, la primera máquina de vapor en el mundo que sustituyó a los bueyes para mover los molinos. En 1850 se instaló por primera vez a nivel mundial, en el ingenio Amistad, de Joaquín Ayestarán, también en Güines, la primera centrífuga, que sustituyó el sistema de purgar el azúcar con barro.
Ya con el más alto nivel tecnológico en materia azucarera, el 19 de noviembre de 1837 Cuba se convirtió en el primer país de Latinoamérica con ferrocarril, segundo del continente luego de EEUU (Albany, 1831), y el séptimo en el mundo, 11 años antes que en España (aún hay quienes dicen que el primer ferrocarril en territorio español fue el de Barcelona a Mataró, en 1848), y sólo 12 años después de estrenarse el primer tren de la historia entre Stockton y Darlington, Inglaterra.
Para que las carretas de caña tiradas por bueyes no se atascaran (muchas no llegaban al ingenio) con las lluvias, se construyó un primer "camino de hierro" de 50 kilómetros entre Güines y La Habana, cuando muchas naciones europeas aún lo no tenían, y antes que los mayores países latinoamericanos: México (en 1850), Brasil (1854) y Argentina (1857).
También los habaneros viajaban en cómodos coches "con ventanillas corredizas, el techo cubierto con cuero muy fuerte, cojines de paño en los asientos, molduras y manijas de bronce",segúnlas crónicas de la época.
Cuba fue la azucarera del mundo durante más de 160 años. En 1894 la Isla alcanzó el millón de toneladas métricas (1,1 millones), un tercio de toda el azúcar producida globalmente. Con la guerra de independencia la producción cayó, pero en 1905 se produjeron 1,3 millones de toneladas métricas en 174 ingenios. Y en 1925 la zafra llegó a 5,1 millones de toneladas métricas. Una de cada cuatro libras de azúcar producidas en el mundo era cubana.
En 1940 Cuba devino el productor de azúcar de caña más eficiente mundialmente al registrar un 13,17% de rendimiento industrial: por cada 100 partes de peso verde de la caña se extrajo más de 13 partes de azúcar. Algo nunca visto. En los años 50 la Isla exportaba la mitad de toda el azúcar mundial, con una producción entre 5,3 y 7,1 millones de toneladas métricas, en 161 fábricas y un rendimiento industrial promedio de 12,7%, el mayor del planeta.
Desde 1934 hasta 1959 las exportaciones cubanas de azúcar hacia EEUU se rigieron por un sistema de cuotas de importación fijadas por Washington, que pagaba un precio superior al del mercado mundial. Era ese el Mercado Preferencial Azucarero de EEUU para Cuba y otros países azucareros. Por entonces la Isla exportaba a EEUU más de tres millones de toneladas métricas anuales.
La plaga Castro-Guevara
Algo que la propaganda fidelista distorsionó es que si bien en la primera mitad del siglo XX el grueso del capital invertido en la industria azucarera era estadounidense, para mediados de la centuria eso había cambiado con el avance de lo que Manuel Moreno Fraginals llamó la "sacarocracia criolla".
En 1939 eran propiedad de hacendados cubanos 56 centrales, que producían el 22% del azúcar. Pero en 1958, con 121 de los 161 centrales (36 eran de capital norteamericano y otros cuatro de otras naciones), los industriales cubanos producían el 67% del azúcar. Ese porcentaje habría seguido subiendo en los años sucesivos.
Pero llegó Castro y, asesorado por el Che Guevara, a fines de 1960 estatizó toda la industria azucarera. En solo dos años la producción se derrumbó de 6,8 millones de toneladas métricas a 3,8 millones en la zafra 1962-1963.
El "genial" dueto Castro-Guevara consideró que Cuba no podía depender más del azúcar y que había que industrializar el país. El 23 de febrero de 1961 el dictador creó el Ministerio de Industrias y puso de ministro al Che —hasta entonces presidente del Banco Nacional de Cuba—, a cargo de las industrias del país nacionalizadas cuatro meses antes.
Mostrando su ignorancia olímpica en economía, Castro y el Che no advirtieron que solo exportando azúcar podrían obtener las divisas para instalar fábricas. El ministro argentino viajó por el mundo y gastó cientos de millones de dólares en la compra de plantas completas , casi todas obsoletas tecnológicamente. Y se desmantelaron 130.000 hectáreas de caña.
La plaga Castro-Guevara se propuso realizar buena parte de la cosecha cañera con trabajo voluntario para forjar la "conciencia revolucionaria" y crear el "hombre nuevo" comunista.
Con la consigna "Que no quede una caña en pie", desde 1961 los cañaverales fueron invadidos por oficinistas, médicos, ingenieros, obreros, profesores, artistas, y otros profesionales que machete en mano cortaban la gramínea cómo podían en jornadas extenuantes.
Fue implantada la "emulación socialista". Las brigadas de macheteros —habituales o "voluntarios"—, compulsadas a ganar la banderita de la emulación (los estímulos monetarios estaban prohibidos), arrojaban resultados desastrosos. Al cortar las cañas dejaban unos tronquitos de hasta tres pulgadas en la parte baja, que es la más rica en sacarosa. Esa azúcar se perdía y obligaba a emplear equipos pesados para arrasar los campos y sembrar caña nueva para la siguiente cosecha, lo cual elevaba los costos.
También el corte inadecuado arriba dejaba caña en el cogollo (parte verde de donde salen las hojas y que no contiene azúcar), o quedaba cogollo en la caña que iba para el central. Eso bajaba el rendimiento industrial.
Costaba más transportar, albergar, avituallar y alimentar a aquellos improvisados macheteros citadinos —que seguían cobrando su salario normal— que el dinero que generaban con su trabajo. Los costos por libra de azúcar superaban el precio en el mercado mundial.
"Los diez millones van"
La zafra solo se recuperó a fines de los años 60 cuando la Unión Soviética, interesada en tener en Cuba una "cabeza de playa" político-ideológica para expandirse hacia Latinoamérica, comenzó a subsidiar las zafras, incluyendo los camiones, equipos, fertilizantes, pesticidas, etc.
La URSS enviaba el algodón que en Ariguanabo y otras textileras se transformaba en tela dura para ropa de trabajo. Las camisas y pantalones "de salir" casi desaparecieron y la industria del calzado casi solo producía botas y zapatos "de trabajo". De paso, Castro prohibió celebrar la Nochebuena, Navidad, Fin de Año, Año Nuevo y el Día de Reyes, porque interferían con la zafra.
En el delirium tremens de su megalomanía, el caudillo quiso realizar en 1970 la mayor producción azucarera lograda jamás en la historia universal: 10 millones de toneladas métricas. Fueron virtualmente paralizadas las restantes industrias al compás de la febril consigna "Los diez millones van". El músico Juan Formell se lo creyó y creó la orquesta de Los Van Van.
Ni había caña suficiente, ni capacidad industrial para ello. El ministro del ramo, Orlando Borrego, se lo dijo a Fidel y fue destituido al instante. Además, una gran producción derrumbaría el precio del azúcar, pues Moscú compraría solo 3,5 o cuatro millones de toneladas métricas y el resto aumentaría la sobreoferta que ya había internacionalmente. Se produjeron 8,5 millones de toneladas métricas a un costo tan alto que el país entró en una recesión de varios años.
Durante 30 años, hasta su desintegración en 1991, la URSS gastó miles de millones de dólares para mantener y ampliar la producción azucarera cubana (que alcanzó nuevamente ocho millones en 1990), y construyó seis grandes fábricas. Y pagaba a Castro 45 centavos por libra de azúcar cubana, mientras en el mercado mundial estaba a cinco centavos o menos. Un subsidio fabuloso que se multiplicaba con la reexportación de parte del petróleo soviético gratis "asignado" por Moscú. Al desintegrarse la URSS la zafra se hundió, hasta el día de hoy.
Logro fidelista: importar azúcar
Si a Julio Lobo, Pepe Gómez Mena, los Falla Gutiérrez o los Fanjul (los productores cubanos de azúcar más poderosos en los años 50) les hubiesen dicho que Cuba tendría que importar azúcar para cubrir el consumo y cumplir sus compromisos de exportación (que ahora prácticamente se reducen a 400.000 toneladas métricas destinadas a China), se habrían desternillado de la risa.
Pero lo absurdo devino realidad. A fines de 2001 los cubanos vieron sorprendidos que procedían de Brasil las cinco libras mensuales de azúcar sin refinar que les entregaban mediante la "libreta". Según el Gobierno brasileño, entre 2001 y 2006 esa nación exportó a Cuba 384.204 toneladas métricas de azúcar. Y Colombia le exportó 425.609 toneladas métricas de azúcar refino entre 2002 y 2006. En 2005 Bielorrusia exportó a Cuba 50.000 toneladas métricas de azúcar de remolacha. Y también de República Dominicana y hasta de EEUU (el colmo) Cuba ha importado azúcar.
Por otra parte, desde 1967 los rendimientos cubanos de caña por hectárea son los más bajos de las Américas y probablemente del mundo. Luego de 1960 nunca los cañaverales cubanos han llegado siquiera a las 69-72 toneladas de caña por hectárea del promedio mundial. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), desde 2002 el promedio cubano ha oscilado entre 24 y 41 toneladas por hectárea.
En Perú, Guatemala y Colombia obtienen entre 93 y 120 toneladas; Brasil entre 80 y 90; El Salvador, 82; Honduras, 70; México 75-85 toneladas. Antes del castrismo ninguna nación latinoamericana superaba a Cuba en rendimientos cañeros. Y en la industria, la dictadura admite que la eficiencia hoy apenas supera el 10% de obtención de azúcar por cada 100 partes de caña verde.
Sin azúcar, ni etanol
En la última zafra, la de 2015-2016, la producción azucarera no llegó a los 1,6 millones de toneladas métricas, de las cuales unas 700.000 corresponden al consumo nacional. O sea este año se produjo tres veces menos que en 1925.
Y ello ocurre cuando el precio mundial del azúcar ha subido a su mayor nivel en los últimos cuatro años. La Organización Internacional del Azúcar (OIA) prevé un déficit de azúcar de 6,7 millones de toneladas métricas y que no habrá azúcar suficiente para cubrir la demanda global a corto plazo. Y cualquier precio superior a los 20 centavos la libra supera los costos de producción y da ganancia, según los expertos.
Si Fidel no hubiese destruido la industria azucarera y Cuba en 2016 hubiese producido seis millones de toneladas, la Isla habría podido exportar 5,3 millones de toneladas, por valor de 2.332 millones de dólares, tres veces más que los ingresos netos por el turismo.
Además, Cuba podría ser un importante exportador de biocombustibles. Con un millón de hectáreas de caña (la mitad de las que había en 2002) destinadas a producir solamente etanol, con un rendimiento como el de Brasil, de 7.500 litros por hectárea, la Isla podría producir 7.500 millones de litros de etanol, que a 1,60 dólares el litro habrían significado probablemente unos 12.000 millones de dólares, seis veces el ingreso por turismo.
Pero el comandante calificó de "monstruosidad" producir biocombustibles con alimentos como la caña y el maíz.
Cuba podría también desarrollar una gran industria de derivados de la caña para producir y exportar papel, madera de bagazo para la construcción y muebles, electricidad, fertilizantes, medicamentos y alimento animal. Una sólida industria de la caña podría generar hasta 13.000 millones de dólares anuales.
Hoy los cubanos que viven en la Isla no tienen idea de que los hermanos Fanjul, industriales azucareros cubanos despojados de todos sus bienes por Fidel Castro, producen actualmente más de siete millones de toneladas de azúcar en sus fábricas de EEUU, México, República Dominicana, Canadá, Gran Bretaña y Portugal.
La catástrofe azucarera es solo un capítulo dentro del cataclismo causado a Cuba por el dictador que más tiempo ha gobernado en la historia moderna. Pero solo por haber destrozado el ancestral "sueldo" de Cuba, lejos de ser absuelto por la historia el dictador mayor fue ya condenado y enviado por los cubanos al noveno círculo del infierno, ese que Dante Alighieri reservó para los peores tiranos.
Para expresar el cataclismo económico causado por Fidel Castro le doy la palabra, con tristeza, a Luis de Góngora: "ayer maravilla fui/ y hoy sombra de mí no soy".
Etiquetas: chantaje, civiles, comunitarios, connacionales, cuba, cubano, económicas, élite, explotación, gobernanza, gusanos, inversiones, libertad, libertades, modelo, poder, políticas, régimen, remesas, salarios
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