lunes, febrero 05, 2024

Orlando Freire Santana desde Cuba: Dos escritores latinoamericanos que emplazaron a Fidel Castro. En 1988 Octavio Paz y Mario Vargas Llosa le solicitaron a Fidel Castro la realización de un plebiscito para que los cubanos pudieran decidir su destino político

 
Tomado de https://www.cubanet.org/

Dos escritores latinoamericanos que emplazaron a Fidel Castro

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En 1988 Octavio Paz y Mario Vargas Llosa le solicitaron a Fidel Castro la realización de un plebiscito para que los cubanos pudieran decidir su destino político

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Por Orlando Freire Santana

4 de febrero, 2024

LA HABANA, Cuba. – Es frecuente observar la lamentable presencia de  escritores e intelectuales latinoamericanos que profesan ideas de izquierda, y se fanatizan de tal modo que no son capaces de apreciar las manchas de los gobiernos de ese signo político. Casi siempre son críticos implacables de los gobiernos de derecha, pero cierran los ojos ante los desmanes del castrismo, el chavismo y el sandinismo de la pareja Ortega-Murillo. 

Sin embargo, dos escritores latinoamericanos han mantenido la honestidad perdida por muchos de sus colegas, y han insistido en la defensa de la democracia por encima de cualquier ideología. Son ellos el novelista peruano Mario Vargas Llosa y el ya fallecido poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. 

Ambos, en su juventud, coquetearon con las ideas de izquierda. Simpatizaron en los tempranos años 60 con la Revolución Cubana y mantuvieron durante esa época frecuentes contactos con la Casa de las Américas, de cuyo premio literario llegaron a ser jurados. 

No obstante, fueron capaces de conservar la condición de conciencia crítica de todo intelectual verdadero, y no se sometieron a los dictados del castrismo una vez que la maquinaria del poder la emprendió contra algunos escritores contestatarios. 

El mejor ejemplo de lo anterior aconteció a raíz del encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en 1971. Tanto Vargas Llosa como Octavio Paz se sumaron a la carta abierta que un numeroso grupo de intelectuales le enviaron a Fidel Castro condenando ese hecho. Fue un suceso que marcó la ruptura oficial de ambos escritores con el castrismo, aunque desde algunos años antes su relación con los gobernantes cubanos no era la mejor. En ese sentido sobresale una carta que Paz le enviara en 1967 a Roberto Fernández Retamar, en la que expresaba que simpatizaba con Cuba por lo que tenía de Martí, pero no por lo que recogía del legado leninista. 

Así las cosas, el año 1988 significó mucho para la democracia en la América Latina. En Chile, Augusto Pinochet accedió a realizar un plebiscito para que sus connacionales se pronunciaran a favor o en contra del mantenimiento de su gobierno. La votación popular, que aconteció en un ambiente de total democracia, arrojó un 55,99% de rechazo a Pinochet, y en consecuencia este permitió el establecimiento de plazos para restablecer  un sistema democrático en Chile. 

Lo anterior, sin dudas, alentó a un grupo de intelectuales, casi todos europeos, a dirigir una carta abierta a Fidel Castro a fin de que imitara al dictador chileno y permitiera que el pueblo cubano expresara su voluntad en las urnas. Dos escritores latinoamericanos se unieron a sus colegas europeos y firmaron dicha carta. Eran Mario Vargas Llosa y Octavio Paz. 

Según cuenta el escritor mexicano Fernando Vizcaíno en el libro Biografía Política de Octavio Paz o La Razón Ardiente (Editorial Algazara 1993, pag. 175), eran cuatro las condiciones que se exigían para que la consulta popular tuviese credibilidad. Eran ellas la creación de un comité internacional para la supervisión del plebiscito; la liberación de todos los presos políticos, y el establecimiento de la libertad de expresión; que pudieran regresar a la isla los exiliados, y que junto al resto de los opositores pudiesen hacer campaña política en los medios de comunicación; y que se legalizaran los comités de derechos humanos en Cuba.  

Por supuesto que el castrismo prestó oídos sordos ante este reclamo. En ese sentido, y comparando la aceptación de un plebiscito parecido por parte de Pinochet, algunas voces comenzaron a expresar que en Chile había existido una “dictablanda”, y que en Cuba había una dictadura con todas las de la ley. 

Todo lo antes expuesto explica el poco entusiasmo con que la propaganda castrista acogió el otorgamiento de los Premios Nobel de Literatura a Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, en 1990 y 2010, respectivamente. Ello contrastaba con el regocijo mostrado por la cultura oficial cubana ante un galardón similar que recibiera en 1982 Gabriel García Márquez, ese gran amigo de Fidel Castro. 

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