SIGLO XIX. LA PROBLEMÁTICA DE LA ANEXIÓN Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA DE ESPAÑA. ALGUNAS POSICIONES DENTRO DE LOS ESPECTROS POLÍTICOS DE: EE.UU., DE ALGUNOS PATRIOTAS DE LA ISLA Y DE ALGUNAS REPUBLICAS IBEROAMERICANAS
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
José Martí dijo:
¨ La independencia de un pueblo consiste en el respeto que los poderes públicos demuestren a cada uno de sus hijos.¨
y observen que los poderes públicos pueden ser foráneos o no y que el respeto es hacia cada uno de sus ciudadanos y no a una parte.
Por cierto José Martí dijo:
¨Y no quiero a mi patria ¡no! víctima de capataces. La prefiero esclava de los demás a verla esclava de sus hijos.¨, palabras citadas por la relevante historiadora Hortensia Pichardo en su libro José Martí-Lecturas para los niños, en su capítulo Mi Patria y en la página 189 de la edición publicada en Cuba en 1990 por el Combinado Poligráfico de Guantánamo.
Lo cual es compatible con lo escrito en su carta a Máximo Gómez, al escribirle al dominicano su determinación de:
¨no contribuir en un ápice por el amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo¨ (Tomo 1, 177)
Soy también una persona que no me gusta quedarme en los conocimientos que me han dado, ni repetirlos tal como me los enseñaron, pues hay muchas personas manipuladoras por ahí. No creo tener la verdad absoluta y mucho menos me gusta imponerle mis criterios a alguien, pero me gusta mostrar lo que otros esconden pese a que no soy un exhibicionista :-)
La Comisión creada en la Asamblea de Guáímaro para estudiar el problema de la anexión de Cuba a los Estados Unidos dio sus conclusiones unánimes de carácter afirmativo a la anexión. El Presidente Carlos Manuel de Céspedes la firmó ( ciertamente sin mucho entusiasmo pero la firmó obedeciendo el mandato popular y el de la comisión) y la envió al representante cubano Morales Lemus. Morales Lemus entregó la carta pero el Secretario de Estado Hamilton Fish (el mayor opositor a la independencia cubana del gabinete del Presidente Grant) no le puso los sellos de haberla recibido pues el Presidente Grant no la aceptó ENTRE OTRAS COSAS por cumplir el pedido de su amigo Rawlings, excompañero de armas y exmiembro del gabinete, que moribundo de tuberculosis le pidió la independencia cubana ya que era algo que los EE.UU. le debía a Cuba; Rawlings era un ferviente admirador de la Independencia cubana sin tener motivos racistas para desearla, como si los tuvieron otros norteamericanos que eran partidarios de la independencia cubana por ideas racistas; Rawlings, ese gran norteamericano, ha sido desterrado de la Historia cubana como tantos otros. Otros, como Teodoro Roosevelt, han sido vilipendeados pese a estos criterios de dos grandes cubanos:
Manuel Sanguily y Enrique José Varona declararon respectivamente, a raíz del deceso de Teodoro Roosevelt, al Heraldo de Cuba el siete de enero del 1919: “ ... ocurrió fatalmente la intervención de los americanos por culpas que no fueron suyas, pues que, al contrario, procuró cuando estuvo en sus manos, evitarlas ...” y “ ... nos dio su consejo sano y desapasionado en momentos de prueba para la nueva nación ...”.
" Solemnemente conjuro a todos los patriotas cubanos a unirse estrechamente para que olviden sus diferencias, todas sus ambiciones personales, y recuerden que el único medio de conservar la independencia de su república es evitar, a todo trance, que surja la necesidad de una intervención exterior para salvarla de la anarquía y de la guerra civil.
Espero ardientemente que estas palabras de apelación, pronunciadas en nombre del pueblo americano, por el amigo más firme de Cuba y el mejor intencionado hacia ella que pueda existir en el Mundo, serán interpretadas rectamente, meditadas seriamente y que se procederá de acuerdo con ellas, en la seguridad de que, si así se hiciere, la independencia permanente de Cuba y su éxito como República se asegurarán." (Pichardo, Documentos para el estudio de la Historia de Cuba 283)
En el telegrama de Teodoro Roosevelt a Estrada Palma del 25 de septiembre, éste le escribe en un tono invocatorio y suplicante:
" Bajo su gobierno y durante cuatro años, ha sido Cuba República independiente. Yo le conjuro, en bien de su propia fama de justo, a que no se conduzca de tal suerte que la responsabilidad por la muerte de la República, si tal cosa sucediere, pueda ser arrojada sobre su nombre. Le suplico proceda de manera tal, que aparezca que Ud. por lo menos, se ha sacrificado por su país y que lo deja aún libre cuando abandone su cargo." (Pichardo, 285)
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Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
En el estudio del anexionismo cubano se ignoran muy frecuentemente las cartas proanexionistas de Carlos Manuel de Céspedes y de Ignacio Agramonte y se centraliza esa ideología en la figura de Narciso López. Algunos fragmentos de algunas de esas cartas de Céspedes se exponen a continuación:
1) A William Seward, secretario de Estado de los Estados Unidos del gobierno de Andrew Johnson, 24 de octubre 1868. Firmada por Céspedes, Pedro Figueredo, Bartolomé Masó y Francisco Maceo Osorio entre otros:
al acordarnos de que hay en América una nación grande y generosa, a la cual nos ligan importantísimas relaciones de comercio y grandes simpatías por sus sabias instituciones republicanas que nos han de servir de norma para formar las nuestras, no hemos dudado un solo momento en dirigirnos a ella, por conducto de su Ministro de Estado, a fin de que nos preste sus auxilios y nos ayude con su influencia para conquistar nuestra libertad, que no será dudoso ni extraño que después de habernos constituido en nación independiente formemos más tarde o más temprano una parte integrante de tan poderosos Estados, porque los pueblos de América están llamados a formar una sola nación y a ser la admiración y el asombro del mundo entero.68
2) Al agente del Gobierno en Armas en Estados Unidos, el 2 de enero de 1869:
V. comprenderá que en la mente de la mayoría de los cubanos, de los que se precian de conocer nuestra situación social, esta siempre fija la idea de esa anexión como último recurso para no caer en el abismo de males en que según ellos nos lanzaría una encarnizada guerra de razas; y como a eso agregan, que conocen la índole y el carácter de los dependientes de España, nacidos en América y tan dados a formar partidos y a sostener ambiciones, argumento que tiene aquí muchos partidarios que lo apoyan, es conveniente indagar el espíritu de ese Gobierno sobre el particular para poder dirigir en todo caso la marcha de los acontecimientos.69
Según Leuchsenring, en la página 120 de la obra citada, al día siguiente Céspedes demandó del Presidente Grant ayuda para arrancar la Isla de la dominación española e incorporarla como un estado más de la Unión Norteamericana .
3) Circular a los mandos, con motivo del nombramiento de Thomas Jordan, como jefe de operaciones de Camagüey; mediados de 1869.
[Cuento con] que usted con su conocimiento y su voluntad coadyuvará por cuantos medios le sugiera su amor a la patria, a que llevemos a feliz término la consolidación de nuestro gobierno, haciendo conservar el necesario equilibrio de los diferentes poderes que lo constituyen, para que mañana podamos ser dignos de entrar a formar parte de la Gran República Americana que hemos tomado por modelo, y a la cual hemos propuesto ya nuestra anexión...70
La proposición de la que se habla en el fragmento anterior es el acuerdo de la Cámara de Representantes, acuerdo aprobado por unanimidad (y posteriormente firmado por Céspedes), que planteaba:
Hacer presente al Gobierno y al pueblo de los Estados Unidos, que este es realmente, en su entender, el voto unánime de los cubanos y que si la guerra actual permitiese que se acudiera al sufragio universal, único medio de que la anexión legítimamente se verificara, esta se realizaría sin demora.71
Algunos historiadores dicen que este acuerdo no le fue entregado por José Morales Lemus, ministro de la República en Armas en Estados Unidos, al presidente Grant; otros historiadores dicen que lo entregó pero que Hamilton Fish, Secretario de Estado,no le puso los sellos necesarios para certificar u oficializar que lo había recibido. No obstante, no se puede inferir, en cualquiera de esas dos situaciones, que Grant desconoció de esas intenciones del Gobierno en Armas.
Existieron antecedentes de este acuerdo muy cercanos en el tiempo: las cartas de la Asamblea del Centro al presidente Grant y al general Banks del 6 de abril de 1869. De estas cartas mostraremos respectivamente un fragmento:
Parece que la Providencia ha hecho coincidir estos acontecimientos con la exaltación al Poder del partido radical que representáis, porque sin el apoyo que de ese partido aguardamos, puestos en lucha los cubanos con un enemigo sanguinario, feroz, desesperado y fuerte, si se consideran nuestros recursos para la guerra vencerán ( los cubanos ) si, que siempre vence el que prefiere la muerte a la servidumbre, pero Cuba quedara desolada, asesinados nuestros hijos y nuestras mujeres por el infame gobierno que combatimos, y cuando según el deseo bien manifiesto de nuestro pueblo, la estrella solitaria que hoy nos sirve de bandera, fuera a colocarse entre las que resplandecen en la de los Estados Unidos, sería una estrella pálida y sin valor.72
Después de agradecer a Banks la resolución presentada por él en el Congreso, la cual autorizaba al Presidente de los Estados Unidos a reconocer la independencia de Cuba, se lee:
Cuba desea después de conseguir su libertad, figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo interpretando el sentimiento general . Puede Ud. estar seguro que si los E.U. no se apresuran a proporcionarnos sus valiosos auxilios, una larga guerra mantenida con un enemigo que conociendo su impotencia tala y destruye los campos que ya no volverá a poseer, ha de cubrir de ruinas nuestro hermoso país. A la gran República, como defensora de la libertad, como Nación a cuyos brazos nos lanzaremos terminada la guerra, y como protectora de los destinos de América, le corresponde en rigor, dar con su influjo un término inmediato a esta terrible contienda.73
No obstante el contenido de las cartas citadas de Céspedes, es preciso y justo decir que el Padre de la Patria no fue un ferviente defensor de la anexión a ultranza, pero plantear, que esos planteamientos fueron bien de carácter coyuntural por algunas situaciones en el desarrollo de la guerra o producto de un sentido de integración de toda la América en un estado, o como resultado de las mayoritarias fuerzas anexionistas camagüeyanas presentes en la Asamblea de Guáimaro es hablando popular y gráficamente: " tratar de tapar el sol con un dedo"; para ya no opinar sobre el criterio de que esas fueron veleidades. Un argumento más sólido en contra de la sinceridad de los escritos de Céspedes a favor de la anexión puede ser el siguiente fragmento, escrito por Céspedes en 1869 a la emigración cubana en E.U., citado por Ramiro Guerra en su obra La Guerra de los Diez Años :
Todo se pierde si ustedes no me ayudan con un esfuerzo poderoso. Vengan Yanquis, vengan demonios, venga el infierno entero en nuestra ayuda, con tal que de que venga alguien. Después haremos con los que nos ayuden lo que ahora hacemos con los españoles.
El anexionismo de esos años es un anexionismo liberal democrático y no esclavista como del que había sido portador años antes el general venezolano Narciso López, el histórico chivo expiatorio del movimiento anexionista, por sus relaciones conspirativas con los esclavistas de los estados sureños de Norteamérica; aunque debo de aclarar, que ya desde los tiempos de Narciso López, el núcleo anexionista de Puerto Príncipe, el cual tenía ramificaciones en Oriente y era uno de los tres más importantes del país, estaba francamente inclinado por el modelo demo-republicano, capitalista y antiesclavista de los estados del Norte de la Unión Americana.
¿En cuál de estos escritos de Céspedes se muestra su real posición con respecto a la anexión en esos dos primeros años de la guerra ?. Quizás el siguiente párrafo, extraído de una entrevista realizada años después por un corresponsal extranjero a Céspedes y publicada en La Independencia, nos ayude a ganar en claridad sobre este punto:
Al estallar la guerra había indudablemente una gran mayoría del pueblo en favor de la anexión de la isla a los Estados Unidos. Nunca fui muy partidario de esta medida aunque nunca me opuse a ella; pero yo soy uno entre muchos centenares de miles. El pueblo y el ejército en un tiempo hicieron en el Camagüey una demostración con el objeto de ventilar la doctrina de la anexión. Se adoptaron resoluciones, se apoyaron y se enviaron a la Cámara de Diputados que se hallaba allí en sesión. La Cámara adoptó unánimemente la resolución en favor de la anexión. El documento que inmediatamente se llenó de más de mil firmas del pueblo se envió a Nueva York para que se remitiera a Washington...74
El desprecio y el rechazo a esas intenciones cubanas por parte del Presidente norteamericano Ulises S. Grant, serían la razón fundamental de que en el futuro se descartara esa opción por muchos luchadores cubanos y de manera particular en Céspedes. José Martí tomaría muy en cuentas estas experiencias en la estrategia de preparación y desarrollo de la Guerra Necesaria.
Las razones que motivaron la solicitud y aprobación de la resolución en favor de la anexión podemos encontrarla en el tipo de gobierno que tenía España sobre Cuba y el prestigio que gozaban entre los cubanos, el gobierno y la sociedad norteamericana. El historiador Pedro Pablo Rodríguez plantea sobre esto lo siguiente:
Cuba fue probablemente uno de los primeros países hispanoamericanos, y de lo que hoy llamamos el Tercer mundo, en establecer un vínculo identificador de la modernidad con el modelo social estadounidense, al extremo de que -según avanzó el siglo pasado, y a diferencia de muchas de las naciones de la América española- las modernas sociedades europeas apenas fueron tomadas, en rigor, como los ejemplos por seguir75
Para los criollos, según el historiador Pedro Pablo Rodríguez, desde fines del siglo XVIII estaba muy claro que España, por su precario desarrollo fabril y los lastres remanentes del feudalismo en su vida y sicología social, no era un modelo de modernidad; al abordar el momento en que fueron desechados por los criollos los más avanzados modelos europeos de sociedad, el mencionado historiador plantea:
... hasta mediados del siglo [ siglo XIX ], Gran Bretaña y Francia -y en alguna medida ,Alemania- continuaron siendo los modelos de desarrollo, mientras que la España desgarrada por las discordias internas seguía viéndose como un país a la zaga de la propia colonia.76
y posteriormente señala que desde principios del siglo XIX ya los Estados Unidos eran observados con interés por los propietarios e intelectuales criollos:
.. en ambos sectores, de manera creciente y continua, la república norteamericana se fue convirtiendo en el horizonte común. La intelectualidad liberal se fue entusiasmando con el sistema político basado en el ejercicio de la democracia electoral, lo que, a su juicio, explicaba la estabilidad social y política del país del Norte en comparación con la América hispana, dividida y caudillesca. Por otra parte, mientras aumentaban las relaciones económicas entre Cuba y los Estados Unidos, la sacarocracia se iba interesando no solo por aquel mercado, sino por preparar allí mismo los cuadros que condujesen sus negocios.
Mientras en el decenio de los años 20 solo una pequeña minoría de exiliados, enemigos de absolutismo, residía en los Estados Unidos, para los años 40 era frecuente que la gente pudiente enviara algunos de sus hijos a estudiar ingeniería o comercio al país norteño. De este modo, los Estados Unidos devenían un importante mercado consumidor de las producciones agrícolas de los terratenientes cubanos, a la vez que modelo de eficiencia y de desarrollo mercantil, industrial y tecnológico....77
La esclavitud en los estados del sur de los Estados Unidos era la única mancha del modelo y sistema norteamericano para los liberales de Cuba de esa época, pero ésta desaparece al vencer los estados del norte a los estados del sur en la guerra civil o Guerra de Secesión.
La abolición de la esclavitud en Norteamérica, con la Guerra de Secesión, conmovió la atenta mirada de los liberales cubanos, e incluso levantó las esperanzas de los patriotas, durante los primeros tiempos de la Guerra de los Diez Años, en los beneficios de la anexión o de la independencia asegurada por los Estados Unidos.78
Deseo hacer la siguiente observación: la aceptación de la esclavitud en el Sur (pese al avansadísimo Bill of Rights) por las colonias norteamericanas del Norte, se produjo porque era el único camino para que la aún endeble unión de los de las Trece Colonias no desapareciera. Muchos años después surgiría, según narra José Martí, el Partido Republicano con el objetivo de eliminar ese baldón.
Los fichajes de la bibliografía y mucho más que lo que hay en este post se encuentra en mi libro La Historia de Cuba que te ocultaron y otros temas (Spanish Edition) Paperback – March 28, 2022
Sobre la causa independentista cubana en el siglo XIX , yo me quedo con la sinceridad de John Aaron Rawlins y no con la actitud de Simón Bolivar. Valoren ustedes.
El presidente Grant le prometió inicialmente ayuda a los insurgentes cubanos en una entrevista extraoficial brindada a Morales Lemus, pero en general, fue notoria la posición de Grant en contra de la lucha cubana. Esta actitud fue abiertamente adoptada después de la muerte, 5 de septiembre de 1869, del Secretario de Guerra John A. Rawlins, su amigo y ex compañero de armas. Grant reconoció inicialmente la beligerancia de los cubanos y como consecuencia de ello se habían obtenido ciertas ventajas para la causa cubana en territorio norteamericano; aunque, el historiador Rolando Rodríguez plantea en la obra citada, que el Secretario de Estado Hamilton Fish recibió el reconocimiento pero no le colocó los sellos que lo legalizaban87.
Estas diferentes posiciones adoptadas por personalidades pertenecientes a un gobierno norteamericano, es un ejemplo de la situación general, de que en los diferentes gobiernos norteamericanos han existido personalidades que han adoptado diferentes posiciones con respecto a la causa cubana. No era la misma posición la que ocupaba con respecto a Cuba el Secretario de Guerra Rawlins, de grandes simpatías hacia la causa cubana y llamado "nobilísimo" por el indiscutible historiador antimperialista cubano Emilio Roig de Leuchsenring88, que la posición representada en ese mismo gobierno por el Secretario de Estado Fish.
(John Aaron Rawlins (February 13, 1831 – September 6, 1869) was an United States Army general during the American Civil War, a confidant of Ulysses S. Grant, and later U.S. Secretary of War.)
Poco antes de morir de tuberculosis, el Secretario de Guerra Rawlins le expresó en su lecho de muerte a Creswell, su amigo y compañero de gabinete:
Deseo que le prestéis vuestro apoyo. Cuba debe ser libre. Su tiránico enemigo debe ser aniquilado. Esta República es responsable de ello. Juntos hemos trabajado.89
El historiador Abdala Pupo hace una cita más extensa de las palabras del moribundo Rawlins:
Allí está Cuba, la pobre Cuba que lucha. Quiero que Ud. defienda a los cubanos. Cuba tiene que ser libre. Su tiránico enemigo tiene que ser aplastado. Y no sólo debe ser libre Cuba, sino que deben serlo todas sus islas hermanas. Nuestra República es responsable de su libertad. Yo desapareceré, pero Ud. tiene que tomar a pecho esta cuestión. Por ella hemos trabajado juntos. Ahora le incumbe a Ud. solo velar por Cuba.90
(John Aaron Rawlins cuando era militar)
La imagen de un gobierno norteamericano monolítico y constante en su posición con respecto a Cuba, va en contra del análisis histórico dialéctico de cualquier hecho histórico. Después de comenzada la Guerra de los Diez Años, se presentaron en los Estados Unidos varios proyectos de ley, mociones y resoluciones que reconocían la independencia cubana. El senador Sherman presentó una resolución que autorizaba a Grant a reconocer la independencia, tan pronto considerase que los beligerantes cubanos tenían un gobierno de facto91. Hubo también una proposición que planteaba la anexión.
El presidente Grant con el reconocimiento que inicialmente le dio a la lucha cubana, debido a Rawlins, y su posterior cambio a una posición francamente anticubana, debida a Fish, es una muestra clara de las diferentes posiciones que asumió el gobierno norteamericano en todo el siglo XIX e inicios del XX.
EXPANSIONISMO NORTEAMERICANO Y MEJICANO
El particularizar la posición norteamericana en contra del reconocimiento de la beligerancia cubana, sin plantear la posición oficial que asumieron muchos de los gobiernos de nuestras hermanas repúblicas latinoamericanas en esa guerra, es un error rayano con la manipulación. No plantear esa situación es obviar un necesario análisis dentro del contexto histórico de la región; paradójicamente es muy frecuente mencionar incuestionables episodios expansionistas o imperialistas de E.U. como fueron: la apropiación y colonización del oeste norteamericano y la anexión de una parte del territorio mejicano por Estados Unidos. Pero se omite, o se desconoce, por ejemplo, la ocupación de la región de Yucatán por el Gobierno Mexicano y la guerra de guerrillas que éste tuvo que enfrentar por parte de la población yucateca opuesta a la mencionada ocupación. En otras palabras: se habla mucho (¡ y peor aún: se generaliza !) sobre las reales ambiciones imperiales del presidente norteamericano James Knox Polk, pero se calla, o se desconoce, que el ya mencionado general mejicano Santa Anna, gobernante mexicano en esos mismos años, se ¨anexó ¨ también a Yucatán y para colmo, vendió y deportó como esclavos a Cuba muchos indios yucatecos que se habían opuesto a la ocupación y que habían sobrevivido a la fuerte represión de su gobierno.
(James Knox Polk)
Sobre la anexión de Tejas es necesario profundizar en la historia. Tejas era una región prácticamente abandonada por el gobierno mexicano, lo cual fue aprovechado por muchos colonizadores norteamericanos para asentarse en dicho territorio. El general mexicano Santa Anna sitió entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 1836 a los tejanos en El Álamo, en San Antonio. La guarnición fue totalmente asesinada. La independencia de Tejas fue declarada el 2 de marzo de ese año y el 21 de abril, en San Jacinto, los tejanos derrotaron las tropas del gobierno mexicano.
Es preciso señalar que la población de la República de Tejas, en número ampliamente mayoritario, deseaba la anexión a los Estados Unidos, pero no fue hasta el 4 de julio de 1845 (casi 9 años después y 8 pedidos de anexión rechazados por el Congreso de los EE.UU.) que el Congreso votó por la anexión de Tejas a los Estados Unidos, el cual en ese momento estaba gobernado por John Tyler, el cual firmó la resolución de anexión de Tejas como su último acto como presidente.
(Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (21 Febrero 1794 – 21 Junio 1876), frecuentemente conocido como Santa Anna o López de Santa Anna, en 1847)
Es frecuente equiparar, y hasta confundir, la anexión de Tejas con la de los territorios mexicanos apropiados por los Estados Unidos después de la Guerra Mejicana que sostuvo los E.U. con ese país y que le trajo como consecuencias a Méjico, la pérdida de California y otros territorios, aunque es cierto, que fueron sucesos ocurridos en las tierras tejanas los que la desataron. Esta guerra fue provocada realmente por las ya mencionadas ambiciones imperiales del presidente Polk, aunque es interesante saber que en California una parte de la población quería independizarse del gobierno mexicano.
En resumen: es una falta grave y frecuente el omitir u obviar, el proceso histórico de conquistas, expansionismo, escisión, desgajamiento, etc., que conformaron nuestras actuales repúblicas latinoamericanas y sus fronteras, a la vez, que se expone de manera muy desinformada, parcial y tendenciosa, algunos episodios expansionistas o imperialistas de los Estados Unidos.
LAS REPUBLICAS IBEROAMERICANAS Y LA PROBLEMATICA CUBANA
En la Guerra de los Diez Años la posición que asumieron las repúblicas latinoamericanas fue muy moderada y en algunos casos muy parecida a la del gobierno de Grant. En el artículo " 1895 y José Martí. Cómo respondió América Latina " de Héctor García Quintana92 se puede leer como solamente nueve gobiernos latinoamericanos dieron su reconocimiento oficial a la beligerancia cubana y algunos de ellos bastante tardíamente: En 1869 México, Chile, Venezuela, Bolivia y Perú; Colombia en 1870; El Salvador y Brasil en 1871 y Guatemala en 1875. En el libro " Memorias de la Guerra" del General Enrique Loynaz del Castillo se pueden leer fuertes críticas a la falta de solidaridad oficial de los gobiernos latinoamericanos durante la Guerra de Independencia de 1895. Ramiro Guerra resumiendo el comportamiento de los gobiernos hispanoamericanos con relación a la Guerra de Independencia de 1895 escribió:
La guerra cubana de 1895 produjo, por una de las constantes paradojas de la historia de Cuba, resultados diametralmente opuestos a los imaginados por Martí. Las Repúblicas hispanoamericanas se abstuvieron de mezclarse en la lucha .93
Pero esta situación era de esperarse si analizamos determinados antecedentes históricos sobre la ayuda de otros gobiernos hacia los criollos de la mayor de las Antillas, veámoslos:
Philip S. Foner hablando del estímulo internacional a la independencia cubana en la década de los años veinte plantea:
... El principal estímulo a la independencia de Cuba vino de Colombia y México. Aparte del hecho de que se sentían en deuda con los patriotas cubanos que habían combatido en sus ejércitos y esperaban pagar esa deuda ayudando a liberar a Cuba de España, los caudillos revolucionarios sabían que mientras la isla permaneciese en manos españolas seguirían siendo un peligro para la causa emancipadora. Porque Cuba era la base en América desde donde proyectaba Fernando VII reconquistar los nuevos estados independientes. Por eso, no es de extrañar que, durante este período, Colombia y México procurasen fomentar en Cuba la rebelión contra España. 94
y mucho más adelante señala:
En 1830, la década de esfuerzos intensos por la independencia de Cuba se había cerrado. Las autoridades españolas seguían acusando a Colombia y México de proseguir su plan de invadir la isla, pero tal acusación tenía muy poca base real: la oposición de Estados Unidos había resuelto definitivamente la cuestión. Además, con la caída del reaccionario gobierno borbónico en Francia y el ascenso de Luis Felipe al trono de 1830, Fernando VII había perdido toda posibilidad de ayuda francesa para reconquistar sus antiguas colonias. México y Colombia, libres ya de la amenaza de España, dejaron de prestar ayuda a las actividades independentistas en Cuba, y el reconocimiento formal, por parte de España, de las repúblicas hispanoamericanas, que ocurrió en 1836, acabó con todas las esperanzas cubanas de auxilio procedente de aquellos países.95
(Simón Bolivar)
Pero es mi criterio que las verdaderas razones del cese de las promesas de ayuda hacia Cuba por parte de las repúblicas hispanoamericanas podemos encontrarlas en el siguiente fragmento de una carta personal (es decir, sin la finalidad que su contenido se conociera públicamente ) de Bolivar del 20 de diciembre de 1824 al general Santander:
¨Me parece bien que el gobierno de Colombia, por los medios que juzgase a propósito, intimase a España que si en tanto tiempo no reconocía la independencia de Colombia y hacía la paz, estas mismas tropas irían inmediatamente a La Habana y Puerto Rico. Más cuenta nos tiene la paz que libertar esas dos islas: J’ai ma politique a moi. La Habana independiente nos daría mucho que hacer, la amenaza nos valdría más que la insurrección. Yo tengo mi política. Este negocio bien conducido puede producir un gran efecto. Si los españoles se obstinaren, Sucre puede ir a una parte, y Páez a otra, porque ambos están animados del mismo deseo ...¨ 96
Tomado de http://primaveradigital.org
Hamilton Fish el Fouché estadounidense
Por Frank Cosme Valdés Quintana
Santos Suárez, La Habana (PD) La historia de un país siempre está precedida de hechos que influyen negativa o positivamente en los posteriores acontecimientos de esa nación. Así siempre ha sido siempre y siempre será. Cuba no es la excepción; es más, esa ha sido la regla en estos últimos 143 años.
No se puede desligar la historia cubana de la presencia "constante" de dos naciones, España y Estados Unidos, que tanto ayer como hoy y de acuerdo a la situación internacional, intereses e intrigas de ciertos personajes influyentes que manejan la política a altos niveles en esos países, han perjudicado más que favorecido la causa de la independencia o la libertad de esta isla de las Antillas.
La siguiente anécdota, muchas veces pasada por alto, como tantas otras, ilustra lo que afirmamos.
Hamilton Fish era Secretario de Estado de los Estados Unidos siendo presidente el General Ulyses S. Grant, de memorable actuación en la Guerra de Secesión.
Fue la época en que los cubanos cansados ya del bla, bla, bla sobre autonomismo y reformismo decidieron que el único camino era el separatismo, la independencia.
El General Grant había declarado públicamente que "el deseo de independencia de los cubanos es una legítima y natural aspiración", y que esa independencia constituía "una necesidad manifiesta de los intereses propios de los cubanos y del resto de América, incluyendo los Estados Unidos".
(José Morales Lemus)
Sin embargo, en diciembre de 1874 la prensa de Nueva York anunció un cambio de posición en la política de este presidente. El Sr. Grant, en otro mensaje al Congreso, dejaba traslucir que el gobierno de EU se daba por satisfecho con una solución que dejando a Cuba nominalmente sujeta a España, le diese prácticamente facultad de gobernarse por sí sola.
Visto a secas, cualquiera se preguntaría ¿cómo es posible que el máximo representante de una nación pueda ser tan obtuso para declarar una cosa y después contradecirse? Por la otra mano, cabría preguntarse quién o quiénes están detrás de estas declaraciones, a todas luces sucias jugarretas políticas para quedar aparentemente bien con todos, no solucionar nada y dejarlo todo en el mismo lugar.
Los Joseph Fouché han estado presentes en las historias de todas las naciones. Los Fouché de esta fueron Hamilton Fish, ex-banquero y Secretario de Estado, y su yerno, el abogado Sydney Webster, su consejero, defensor del gobierno español. Eran ellos quienes en la penumbra movían los invisibles hilos de la tramoya anti-cubana.
Los cubanos, confiados como siempre, creían disponer de la indulgencia de los políticos estadounidenses hasta que un desastre ruidoso y de fatales consecuencias los despertó a la realidad.
Hamilton Fish y su yerno se hallaban detrás de todos estos desastres. La hostilidad de estos hacia los mambises detenía el generoso primer impulso del General Grant, hábil en estrategias militares pero ignorante e inexperto en estas sucias maniobras diplomáticas que sus influyentes asesores lograban llevar a su ánimo.
Los fracasos y ruidosos desastres siempre han hallado explicación satisfactoria en algunos historiadores dada la rivalidad que siempre existió entre los grupos cubanos que luchaban por la independencia, rivalidad que siempre ha existido desde que el mundo es mundo en otras asociaciones que han luchado por algo, pero el nivel de intrigas a que han sido sometidos los cubanos, ha sido siempre pasado por alto. Invariablemente, estas intrigas terminaban por dividir aún más a estos grupos que se acusaban mutuamente de los fracasos.
(Hamilton Fish)
Y allá iban tozudamente, cada cual por su lado, a reunir de nuevo en colectas populares los elementos para equipar una nueva expedición, un nuevo buque y... un nuevo fracaso. Nuevo éxito de bufete de Sydney Webster, brazo ejecutor de Fish, este Fouché estadounidense.
Pero siempre hay alguien que hace valer aquellas proféticas palabras de Cristo de "que no hay nada oculto que no llegue a saberse". José A. Echeverría, a la sazón comisionado del gobierno en armas de Cuba en los EU, después del fallecimiento de Morales Lemus, se lo hizo saber al propio Hamilton en una carta donde le desenmascara y la cito textualmente: "Es responsabilidad de la política de su gobierno, que por una parte estimula a los cubanos con su declaración de principios a no ceder en la lucha contra sus opresores, y por otra se encierra en una actitud expectante de los sucesos que en cierta manera uds mismos provocan. El pueblo de Cuba desea la paz y está dispuesto a aceptarla en condiciones honrosas, según propone ahora S.E. el presidente de EU a instancias suyas: más, para un pueblo como el de Cuba, que se ha impuesto sacrificios tan sangrientos por su libertad, no puede haber paz honrosa que no tenga por base su independencia."
En junio de 1898, 22 años después de dada a conocer al público esta carta por el periódico La Independencia en Nueva York, al comenzar las operaciones militares de EU tras la explosión del Maine, un sargento de los Rough Riders, regimiento de caballería comandado por Theodore Roosevelt, cayó muerto en la primera batalla, la de las Guásimas, que sostienen contra las tropas españolas. Fue el primer soldado estadounidense muerto en esta guerra. Su nombre, Hamilton Fish, hijo de Nicolas Fish, primogénito del antiguo Secretario de Estado".
Un nieto pues, con su mismo nombre, resultó ser la primera víctima de esta guerra liberadora de Cuba que tanto el abuelo hizo por evitar.
glofran263@yahoo.com
El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:
1) Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.
2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.
3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.
Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:
1) Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.
2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.
La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.
Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:
"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.
Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (Ibarra, 312)
He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:
Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.
El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.
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