jueves, abril 25, 2024

El Comandante Higinio “Nino” Díaz, quien fuera Jefe del Batallón Especial de la Brigada 2506, testimonia sobre algunos de los asesinatos de Raúl Castro Ruz en el II Frente Oriental Frank País. Pedro Roig Esq sobre EL BATALLÓN ESPECIAL DE LA BRIGADA 2506

 


Páginas 66 y 67 del libro  Memorias de un Combatiente Nacionalista Cubano



Páginas 147 a la 151



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Tomado de http://www.lanuevanacion.com/

y

https://cubastrategicstudies.com/

EL BATALLÓN ESPECIAL DE LA BRIGADA 2506

Por Pedro Roig Esq.

23 abril 2024

 ¿Por qué escribo sobre este tema? Recientemente amigos santiagueros, me sugirieron documentar una monografía sobre el Batallón Especial en el contexto estratégico de la Brigada 2506. De forma que les presento esta síntesis histórica con datos inéditos sobre la Operación Marte, nombre que la CIA le dió a la mission militar de nuestro batallón.

Han pasado 61 años desde que junto a queridos hermanos de lucha, integramos el Batallón Especial de la Brigada 2506, que tuvo como misión de combate, desembarcar por el sur de Oriente tres días antes de Bahía de Cochinos. El factor esencial del plan era la presencia del Grupo de Recepción para identificar, mediante contraseñas, la pequeña playa. Luego del desembarco serían los guías del batallón, hasta el campamento.

EL COMIENZO Y LA MISIÓN

El plan tenía como meta estratégica, desembarcar una fuerza de combate, por el diminuto surgidero del río Macambo, entre Guantánamo y Baracoa. El Batallón Especial incluía numerosos veteranos en acciones de guerrilla.  Al frente estaba el comandante Higinio “Nino” Díaz. El propósito era establecer en las montañas, bases de operaciones para hacer frecuentes ataques a objetivos de oportunidad como puentes, infraestructura ferroviaria y  sistema de energía eléctrica, creando confusión en los mandos enemigos tres días antes del desembarco principal por Bahía de Cochinos. Yo tuve el privilegio de formar parte  del Batallón Especial.

El Batallón Especial (para guerra de guerrilla) fue entrenado en el campamento Beauregard, instalación militar del ejército de los Estados Unidos en Louisiana. La base tiene una enorme extensión de tierra y fue utilizada en numerosas ocasiones durante las dos guerras mundiales, para ejercicios de grandes unidades de combate incluyendo tanques y artillería de alto calibre.

(¨hombres ranas¨ de la Brigada 2506)

El área reservada para preparar las unidades de exiliados cubanos estaba perfectamente aislada. Allí se entrenaron los “Hombres Ranas”, que con enorme riesgo, marcaron en medio de la noche, las playas por donde desembarcaron en Bahía de Cochinos, los batallones de la Brigada. También se entrenaron miembros de los grupos de infiltración, el Batallón Especial y hombres que fueron trasladados a Guatemala donde formaron parte del Quinto Batallón de la Brigada.

ENTRENAMIENTO

Para los que integramos el Batallón Especial de la Brigada, el punto de partida para la base de entrenamiento en Louisiana fue el aeropuerto de Opa-Locka en Miami.  El vuelo duró varias horas. En la base nos montaron en camiones militares que tenían la vista al exterior cerrada con lonas.  Después de un buen rato llegamos a lo que sería nuestra base de entrenamiento.  En el campamento tuve la enorme alegría de poder abrazar a queridos amigos de mi infancia y juventud en Santiago de Cuba.

Nos recibieron los instructores de la CIA, y nos acomodaron en las viejas instalaciones del campamento. El entrenamiento físico fue intenso, aplicado a fortalecer la resistencia muscular, el sistema cardiovascular, y la velocidad.  Claramente diseñado para pelear en las montañas como fuerza de guerrilla.

La tropa se entrenó en el manejo de varios tipos de armas, incontables y largas marchas, camuflaje de posiciones defensivas y tácticas de combate. El tiempo era limitado y los instructores se empeñaron en hacer un buen trabajo.  Uno de los entrenamientos más efectivos para preparar psicológicamente al batallón guerrillero fue arrastrarse una distancia de 100 metros, pasando por debajo de alambres de púa, colocados a un pie del suelo, con ametralladoras calibre 30 mm, disparando sobre la cabeza de la tropa, mientras hacían detonar en los alrededores cargas de explosivos para hacer el efecto de un violento combate.

El hecho de que la tropa estaba en su mayoría integrada por jóvenes estudiantes, profesionales y militares, contribuyó a acelerar el entrenamiento físico y adquirir los conocimientos y el manejo de las armas.  El batallón se estructuró en tres compañías de fusileros, una compañía de armas pesadas y una compañía de jefatura, más el grupo de recepción en Cuba.

JEFATURA

Jefe del Batallón: Higinio “Nino” Díaz

S1 – Jefe de Personal: Mariano Regalado Acosta

S2 – Jefe de Inteligencia: Rodrigo Portuondo Taquechel

S4 – Jefe de Logística: Ernesto Alomá Sabas

S5 – Jefe de Orden Cívico-Militar: Sergio Rojas Santamarina

Juez: Osvaldo Soto

Médico: Guillermo (Willy) Salazar Hernandez

Oficial Ejecutivo: Eduardo Fernandez Uriarte

JEFES DE COMPAÑÍAS

Compañía 1: Antonio Crespi Larralde

Compañía 2: Ramón Corona Villar

Compañía 3: Ramón Cubenas Conde.

Compañía de Armas: Emilio Posada Gómez

Integraban el vital grupo de recepción: Ramón Machado, Rodolfo Hernández Herrera (Seafury), José Betancourt López, Enrique Márquez Suárez, Pedro Lozano, Rubén C. Hernández y Félix Ruiz.

Más de un tercio de los miembros del batallón eran “santiagueros” con estrechos vínculos de amistad y familia.  Entre los que señalamos a Jorge Más Canosa, Antonio Calatayud, Jose A. Ortiz y yo, que juntos forjamos  fuertes vínculos de lucha por el resto de nuestras vidas.

INFORMACIÓN SOBRE LA CAPACIDAD MILITAR DEL ENEMIGO EN ORIENTE

De acuerdo con informes de inteligencia de la CIA, las fuerzas armadas enemigas, estaban a las órdenes de Raúl Castro, con su cuartel general en Palma Soriano.

AVIACIÓN

El aeropuerto Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, es el campo de aterrizaje principal en la zona. Este aeropuerto sirve de base para tres aviones de combate, incluyendo un T-33, dos C-47, un C-45, y dos helicópteros.

Patrullas regulares emprenden vuelo desde el Cabo Cruz (cerca de Niquero), dirigiéndose al Cabo Maisí, la vigilancia termina al anochecer.  No se han recibido informes de que tengan  capacidad  para vuelos nocturnos.

MARINA DE GUERRA

Santiago es el cuartel general para el distrito naval oriental.  Estaciones navales menores están situadas en Manzanillo, Caimanera, Baracoa, Gibara, y Puerto Padre.

Los buques normalmente estacionados en Santiago incluyen la fragata Antonio Maceo (F-302), los buques guardacostas GC-34 y GC-13, y las lanchas patrulleras.

FUERZAS TERRESTRES

La Fuerza Táctica de Combate de Oriente tiene 7,000 elementos en la provincia, integrados en 7 batallones de infantería, 2 de artillería, y 1 de tanques. Dos batallones de infantería están destacados en Guantánamo. El batallón de tanques queda en Palma Soriano.

LA MILICIA

Hay entre 40,000 y 80,000 milicianos en la provincia de Oriente dependiendo del grado de movilización y entrenamiento.

De ellos hay entre 5,000 y 10,000 milicianos en la zona de Guantánamo. Pequeñas unidades de la milicia local están destacadas entre el poblado de Imías al este del surgidero del río Macambo y San Antonio del Sur, al oeste.  Estos poblados se comunican por un estrecho camino que corre entre la costa y las montañas.

FUERZAS AMIGAS EN ORIENTE.

En las montañas entre Guantánamo-Mayarí y Baracoa se han identificado cuatro pequeños grupos de guerrillas (entre 50 y 100 hombres) muy activos en combates con fuerzas de la milicia de Castro pobremente entrenados.

Informes de jefes de la Resistencia en Oriente indican que el comandante “Nino” Díaz es muy respetado en la zona de Guantánamo, donde por muchos años su familia tuvo cafetales y “Nino” Diaz peleó en estas montañas en la lucha guerrillera contra Batista.

RUMBO A CUBA

Al atardecer del día 11 de abril, se nos informó que había llegado la hora y que saldríamos esa noche para embarcar rumbo a Cuba.  Emoción y alegría se dejó ver en el grupo que promediaba 24 años de edad. Se nos dió una deliciosa cena.  Armando Ramos Serrano, con su chispa oportuna comentó: “Espero que se repita”. Jorge Más Canosa, Osvaldo Soto, Dionisio Suárez y Antonio “Tony” Calatayud improvisaron palabras cargadas de emoción patriótica.

Camiones cerrados con lona, nos llevaron a la pista junto a los aviones que volaron a la base naval de Cayo Hueso y directo al muelle donde alrededor de la media noche embarcamos en el Santa Ana.   Un oficial naval escribe en su Diario abordo: “Abril 12 – 1 AM. La tropa se instala en la bodega de proa, los hombres lucen cansados del viaje del campo de entrenamiento al barco pero alegres y confiados… A las 3 PM la tropa hizo prácticas de tiro de fusil y ametralladora”.

En los primeros días con agua y alimentos disponibles, se hacían ejercicios y algunos optimistas trataban de correr por la cubierta. Luego de 60 años recuerdo en esas encomiables faenas a “Guille” Fernández Mascaró, “Raulin” Gramatges, José  “Pepín” Mustelier, Pepín Bacardí, Paco Torres de Navarra, “Willy” Salazar, Gustavo Carol, Alfredo Oliva, Alberto de Cárdenas y Oscar Mestre.

PLAN DE DESEMBARCO Y EL GRUPO DE RECEPCIÓN

El reporte de la CIA señala: Aproximadamente a 5 millas al oeste del pueblo de Baitiquirí (060545) se encuentran 11 hombres bastante bien armados que penetrarán la zona del surgidero de Macambo (201569) y erigirán obstrucciones en las carreteras en los puntos (183584) y (222573) antes del desembarco del Batallón, deteniendo de esta forma todo el tráfico.

El grupo mantiene comunicaciones radiotelegráficas con la Base de Apoyo de Retaguardia y otros grupos en la zona. Cuando se haya realizado el desembarco los hombres del grupo de recepción servirán de guías y dirigirán al Batallón desde la playa de desembarco a las colinas al norte de la misma, en donde el Batallón puede establecer su Cuartel General inicialmente.

El 9 de abril el grupo de recepción sufrió un grave accidente con explosivos y su jefe se debatía entre la vida y la muerte en un hospital en la Base Naval de Guantánamo.

CONTRASEÑAS  VISUALES ASIGNADAS POR LA CIA

Desde la Playa.    Entre las horas 2200R y 2400R del 14 de abril, el Grupo de Recepción emitirá la siguiente contraseña o bien con una linterna eléctrica de bolsillo o con una lámpara de petróleo cada 15 minutos: GUIÓN  PUNTO  GUIÓN. El guión será de 3 segundos de duración y el punto de un segundo.

Desde el Navío: Se acusa recepción de esta contraseña consistiendo de un GUIÓN emitido por una linterna eléctrica de bolsillo en el puente de navío. El GUIÓN será de 3 segundos de duración.

Si la operación falla el 14 de abril debido al mal tiempo o por falta de presencia por parte del destacamento de recepción en tierra, se realizará la operación nuevamente en la noche del 15 de abril. En el caso que la operación aborte el 15 de abril la Nave procederá a una posición pre-designada, el navío se comunicará con la base de apoyo de retaguardia y aguardará instrucciones.

OBSERVACIÓN: Cada lancha remolca dos balsas en cada viaje entre la playa y el navío, y viceversa. Las lanchas “Power Kat” con motores silenciosos.: la idea era hacer el menor ruido posible para no alertar al enemigo.

LA NOCHE DEL 14 DE ABRIL

Al atardecer del día señalado para el desembarco, el Santa Ana se aproxima a la costa. A las 8 pm se sitúa en el punto indicado para iniciar la operación. Pero el Grupo de Recepción estaba herido y fuera de combate. En el Santa Ana nadie fue informado que no habría recepción.

Por lo tanto las contraseñas acordadas no fueron recibidas. Ante esta difícil situación, Renato Díaz, jefe naval de la operación, “Nino” Díaz, y los Jefes de Compañía deciden buscar el surgidero del río Macambo en las pequeñas lanchas a bordo.

En la Santa Ana, la tropa ocupó las áreas asignadas en cubierta para facilitar el momento de abordar las pequeñas lanchas  y las balsas. De repente se escuchó  un enorme y prolongado  ruido. Provenía de la grúa de abordo  que levantaba la lancha para colocarla junto al Santa Ana. El estruendo  estremeció el silencio de la noche.

“Sandy” Rousseau, el más joven del batallón y ayudante del mortero de 60mm, con su natural picardía dijo: “Señores, creo que despertamos a medio Guantánamo”, a lo que Roberto del Rosal, operador del mortero, con sabia precisión dijo: “Pero por Dios, ¿no lo pudieron engrasar?”.

Así las cosas, una lancha con motor silencioso salió a buscar la desembocadura del pequeño río. Motivados por la urgencia de encontrar el sitio, otra lancha se incorporó a la búsqueda. Los hombres de las lanchas hicieron un extraordinario esfuerzo, pero sin señales de tierra la misión fue infructuosa.

El Diario de abordo señala; “Por fin a las 12:20AM regresa una de las lanchas que ha recorrido más de 2 kms de costa del este y oeste y no han encontrado la playa, solo hay acantilados en todo el litoral.  Cinco minutos más tarde regresa la otra lancha.  Tampoco había encontrado la playa”.  Se decidió alejarse de la costa y regresar la noche del 15, para encontrar el surgidero del río y desembarcar la tropa.

Tomando rumbo sur, Renato Díaz ordenó subir las lanchas y las balsas que estaban amarradas al costado de la nave.  En el proceso se zafaron 2 balsas que no se pudieron recoger. Durante la larga espera la tropa demostró sólida moral y disciplina.

El Diario de abordo dice: “La tropa está rendida de sueños por tres días de navegación, confinada a la bodega, mal alimentada y con mucho sueño”.  A las 9AM el Padre José González Rubio, capellán del Batallón, ofreció una misa. A las 2:45, “Nino” Diaz desde el Puente de mando, anuncia que al amanecer del día 15, aviones de la Fuerza Aérea de Liberación, habían bombardeado los aeropuertos de Santiago de Cuba, San Antonio y Columbia.  El entusiasmo de la tropa y los marineros fue extraordinario.

LA NOCHE DEL 15 DE ABRIL

Continúa el Diario de abordo: “A las 2:55 pm (dia 15) se escucha a un vigía que grita “Avión a popa”.  Era un avión de reconocimiento, voló muy bajo. Era el avión No 208 de la F.A.R que pudo haberlo visto todo pero no hubo reacción del enemigo. Al menos no lo supimos nosotros.” Nino Díaz y los jefes de  Compañías dan la orden de desembarcar  la noche del 15. “Nino” que es un  patriota tenaz y valiente, se muestra  activo en su puesto de mando, mientras “Moncito” Corona, recorre la cubierta alentando a todos con su sereno coraje.  Sus raíces mambisas tomaron presencia en aquel llamado de heroísmo para la desigual pelea.

El batallón sabía que se había perdido  el factor sorpresa, que el enemigo nos estaría esperando. Nadie dudaba del enorme peligro. Los más experimentados aconsejaban llevar en las mochilas lo esencial: peines de balas, comida seca y agua.  Alrededor de las 7 pm, con las armas  de combate, fuimos a las áreas designadas para desplazarnos a las lanchas de desembarco. El Batallón estaba listo. Aquella noche de  trepidante incertidumbre sentimos  el infinito orgullo de ser soldados de la libertad y en compañía de  entrañables amigos, enfrentar  la insondable cita con el destino.  

Diario de abordo: “6:30 p.m. Ya estamos cerca de nuestro punto. Tenemos la impresión de que habrá buques de guerra comunistas esperándonos.

“Por fin a las 9:45 p.m., se arrió una lancha con Moreno al frente de la patrulla de reconocimiento.  A bordo va Maximino Torres, el último alcalde de Santiago de Cuba, quien tiene más de 15 años de experiencia de navegación en las costas de Oriente. El barco está a 8 millas de la costa.

“A las 10:35 p.m., recibimos el primer mensaje de la lancha que informó la presencia de un guardacosta de Castro. Moreno maniobra y lo evade. A las 11:00 p.m. Moreno nos dice que al acercarse a tierra la corriente lo tiró contra el coral y rompió la propela. A las 12:00 salió la otra lancha en busca de la playa y la lancha de Moreno.

“La segunda lancha llegó a la orilla (del Macambo), informando que habían visto perfectamente el movimiento de tropas enemigas en la zona de desembarco. De regreso, se encuentra con la lancha de Moreno, que remolca hasta la Santa Ana.

“Ante el inminente peligro “Nino” Díaz y el Capitán Renato Diaz deciden alejarse mar afuera.. A la 1:30 am (16 de Abril) salimos del lugar con rumbo Sur”. Al amanecer se da la impresión de que regresamos a Cayo Hueso.

Es obvio que la Jefatura de Retaguardia de la CIA no tenía un plan alterno para el Batallón Especial y que este desembarco, desde que fue concebido, no era viable.  En primer término el río Macambo era un pésimo sitio para una operación anfibia y el  gravísimo accidente con la explosión de una caja de detonadores, que hirió a los miembros del Grupo de Recepción incluyendo a su jefe Ramón Machado, ocurrió el 9 de abril, cuando el batallón aún estaba en la base de entrenamiento. ¿Por qué después del accidente, con  bajísimo margen de éxito, no se canceló el desembarco?

El excelente investigador histórico, Vicente Blanco Capote, veterano de la Brigada 2506,  me facilitó una entrevista con Ramón Machado, que además disfruta, con  sus 80 años (como casi todos los que quedamos en pié) de una prodigiosa memoria y capacidad de análisis.

Machado, que estuvo entre la vida y la muerte, me precisó la gravedad del accidente y lo muy difícil que sería el desembarco por el pequeño surgidero del río  Macambo. El valeroso combatiente  publicó un libro titulado “Cuba: My (twice) Betrayed Generation”, con documentos sobre este y otros temas sobre la heroica generación que enfrentó la tiranía marxista-leninista de Fidel Castro.

Al amanecer del 17 de abril se ordenó al Santa Ana, regresar al Sur de Cuba.  El Diario de abordo dice: “Ya habíamos navegado muchas horas  hacía Stock Island (Cayo Hueso) y nos encontramos bastante al norte de la provincia de Oriente,”

¿Por qué este cambio de 180 grados,  navegando de nuevo por donde habíamos estado unas horas antes? Esta sería la tercera vez que pasamos frente a Baracoa y a la Punta de Maisí.  En  realidad había un extendido  y profundo descontento en la tropa. Más tarde oímos por radio la noticia de un desembarco por la costa del sur de Cuba que resultó ser la Bahía de Cochinos.

¿UN VIEJO BARCO CON SUERTE?

Cerca de Guantánamo, un DC3 de la FAR, se nos acerca y muy próximo al Santa Ana, nos da dos vueltas y se aleja rumbo Oeste. Se sabe que Raúl Castro ordenó al T33 que sobrevivió en Santiago de Cuba  al ataque aéreo de abril 15, para que destruyera al barco identificado como enemigo. A los pocos minutos el T 33 estalló en pleno vuelo, pereciendo su piloto Orestes Acosta. ¿Por qué el avión destinado a destruirnos, repleto de explosivos, se desintegró en el mar? El régimen lo atribuye a fallas mecánicas. Lo cierto es que la Santa Ana comenzaba a dar señales de ser un viejo barco  con suerte.

El Diario de abordo del día 18 dice: “A la 1:29  de la tarde  nos acercamos a varios buques que navegan en un convoy”. Pensamos equivocadamente, que era una segunda expedición que se dirigia a Cuba. En efecto eran los barcos de transporte, Caribe y Atlántico, que habían recibido órdenes de abandonar Bahía de Cochinos. (adónde nunca regresaron). En el área navegaba el Blagar (LCI), buque artillado de la brigada, al mando de mi viejo amigo, el capitán Juan Cosculluela.

En ese momento nos dimos cuenta que se había creado una peligrosa crisis de identidad. ¿Quiénes eran esos hombres armados, con uniforme verde olivo que se aproximaban a los barcos de transporte?  El Blagar se nos acercó con actitud hostil. El LCI, Barbara J, nos había visto minutos antes y reportado la presencia de un navío desconocido en el área. Los mandos de Retaguardia no habían informado que el Santa Ana, repleto de armas y explosivos tenía órdenes de ir a Girón. La confusión se tornó muy peligrosa.  Minutos antes de un posible desenlace trágico, miembros de la tripulación del Blagar, reconocieron a marineros y amigos en la Santa Ana.

Así fue como, gracias a un golpe de suerte, otro problema, que pudo haber sido fatal, quedó resuelto. Esa noche una barcaza nos pudo dar petróleo, agua y alimentos (incluyendo docenas de latas de ravioli). También nos informaron que la aviación de Castro tenía absoluto control del espacio aéreo sobre Bahía de Cochinos. El desastre de la invasión era inevitable.

En nuestra tropa el daño emocional fue desbastador. Estrechos vínculos de familia y amistad nos unen con los que luchaban y morían traicionados. Aquella fue una noche infinitamente dolorosa y triste. Tres días después, el 22 de abril, nos transbordan a dos destructores de la marina de EE.UU. Noventa hombres a bordo del 931 y sesenta y ocho a borde del 757. Nos llevaron a la Base Naval de Vieques en Puerto Rico desde donde, días después, regresamos a Miami en aviones de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Fin de la historia.


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