jueves, enero 30, 2025

Alberto Roteta Dorado: José Martí, la necesidad de redescubrir su enseñanza en el actual contexto sociopolítico de la nación cubana. Video de Pepe Forte: ¿Es MARÍA MANTILLA hija de JOSÉ MARTÍ?

 José Martí, la necesidad de redescubrir su enseñanza en el actual contexto sociopolítico de la nación cubana

Por: Dr. Alberto Roteta Dorado

28 de enero, 2025

“Tengo el derecho de buscar la razón de lo vago por un camino racional. No fijaré lo que no sepa, pero investigaré lo que no sé. La razón buena no conoce la cobardía filosófica: analiza todo lo que siente: estudia todo lo que ve”.

José Martí. 

En una angosta calle de la vieja Habana hay una humilde casa que se ha logrado conservar a través del tiempo. En medio de un ambiente húmedo; aunque cálido, reina la sutileza de la pequeñez. Tal vez la asociación con lo que ha nacido, y con una niñez no muy explorada, nos conducen a la percepción inmediata de lo diminuto; pero lo sutil se transmuta en grandeza ante la presencia eterna de la inmensidad, inmensidad perceptible, no solo al dejarnos arrastrar por la emoción; sino como realidad viviente ante la invisible custodia del bendito. 

Aún sobreviven ciertos muebles y objetos de la época, todo muy sencillo; sin lugar para la ostentación y la opulencia en la pequeña morada, la casa del Alibi, cual legendaria vivienda, destinada a acoger en su seno al excelso ser pleno de santidad que vino a la manifestación terrenal un día como hoy, 28 de enero, a pocos años del comienzo de la segunda mitad del siglo XIX. Los grandes nacen y viven inicialmente en condiciones similares. Nuestro hombre bendito, no es pues la excepción, por lo que supo de necesidades y restricciones, de austeridades y penurias.  



En la foto Doña Leonor Pérez, Carmen Zayas -Bazán y su hijo José Francisco Martí  Zayas-Bazán  y una hermana de José Martí. Ese mismo día 

Un nacimiento resulta siempre motivo de júbilo; pero cuando el que nace se convierte en un ser excepcional, el nacimiento de transmuta en hecho trascendental. Aquel 28 de enero de 1853 el suelo patrio de los cubanos quedaba bendecido ante el advenimiento de la figura más grande de su historia: José Martí. 

Fue una chilena la que mejor supo captar el verdadero significado de su paso por la tierra. La poetisa y ensayista Gabriela Mistral (1889-1957), premio Nobel de Literatura en 1945, lo definió como: “el mejor hombre de nuestra raza”. Su pasión por aquel, al que llamó su maestro y guía, y a quien consideró entre los más grandes de las letras hispanas de todos los tiempos, la llevó a que sobredimensionara al humilde pero enorme hombre. Su célebre frase lo envolvió para siempre en el misterio, lo que determinó su mitificación a través de los años. La imagen del hombre, que, aunque cuasi santo, fue un hombre, no puede desprenderse de aquella aureola que la apasionada mujer chilena le colocó para siempre.

Anduvo de prisa entre sus semejantes, su corta existencia en lo terrenal fue un misterio, como su muerte un hecho imperdonable; pero dejó imborrables huellas que demuestran la veracidad de la citada frase de la apasionada poetisa; la que henchida de amor lo vio, tal vez, más allá de su propia realidad; pero supo lo que decía y porqué lo decía cuando se refirió a la idea del mejor hombre de la raza; frase aún no del todo explorada, solo parcialmente tratada, o lo peor, ignorada por multitudes que se han dispersado demasiado al abordar el tema de la investigación en torno a la figura de José Martí. 

Aunque parezca increíble, han pasado 172 años de aquel fausto día en que los ángeles recibían en aquella humilde morada a un alma pura y noble; aunque también viril y enérgica. Tal vez la idea del hombre santo, del mejor hombre de la raza, del más universal de los cubanos, del príncipe del castellano, del apóstol, del maestro, entre otros tantos elementos simbólicos con los que se asocia al hombre-héroe, además de la trascendencia de su obra, han contribuido a que permanezca siempre entre nosotros, cual ángel tutelar de la nación cubana. 

Hoy apenas se recuerda al Padre de la Patria que en heroico gesto emancipador inició la contienda de los diez años. El heroísmo del valeroso titán quedó disperso y sumergido en el olvido. Se entona la Bayamesa, devenido en himno de la nación, pero se ignora a su autor. Los nombres de aquellos enérgicos héroes del final del diecinueve solo son evocaciones de un remoto pasado que intenta perpetuarse; pero que en realidad no encuentra su sustento. Sin embargo, la excelsa figura del héroe de Dos Ríos renace triunfante desde las colosales luces de lo angélico, para acercarse cíclicamente a sus hijos e impregnarles de su gracia, como necesidad referencial a la que es necesario acudir cuando se quebranta nuestra fe en el futuro.

Su perpetuidad es tal, que su ausencia entre los mortales no resulta perceptible. Su presencia eterna no está dada solo por la constante evocación de su mensaje, sino porque jamás hemos aceptado su muerte como una realidad. Aún, cuando han pasado 172 años del día de su advenimiento a la manifestación, y 129 años del desprendimiento de sus carnales vestiduras, los cubanos que le amamos, hemos de proponernos acercarnos a su inigualable enseñanza para honrarle con dignidad. Es esta la mejor forma de rendir tributo a aquel que se inmoló en heroico gesto por todos nosotros.

Su obra, escrita en un castellano envidiable, con insuperable estilo, y la exquisitez de un aristócrata, a pesar de su humildad, es digna de aparecer en las más renombradas bibliotecas del mundo. Su incursión en la poesía, la novelística, el teatro, la traducción, la crítica literaria y de arte, el periodismo, y de manera especial, en la ensayística, lo convierten en el polifacético escritor de talla excepcional, que, sin saberlo, revolucionaba con su poesía las letras hispanas al ser un poeta de vanguardia, introductor junto al cubano Julián del Casal, el colombiano José Asunción Silva y el mexicano Gutiérrez Nájera, del modernismo como movimiento literario.

Sus “encrespados Versos Libres”, constituyen un modelo desde el punto de vista formal —lo que Martí sabiamente llamó “esencia”— para la poesía de su tiempo, los que junto a “Ismaelillo” y “Versos sencillos”, integran sus más importantes poemarios, versos que son evocados en nuestros días y figuran en las más importantes antologías de la poesía mundial. Su única novela, “Amistad Funesta” o “Lucía Jerez”, sin ser excepcional, es su novela, escrita con sinceridad y la pasión del hombre joven. Su pequeña obra para teatro “Amor con amor se paga”, logró ser representada con éxito en México en presencia de su autor. 

Como periodista, recordemos que llegó a ser publicado en más de veinte diarios de América. La noticia y la crónica adquirieron elevados matices en sus textos. El crítico y ensayista Pedro Henríquez Ureña, llegó a decir que Martí hizo un “periodismo elevado a un nivel artístico como jamás se ha visto en español, y probablemente en ningún otro idioma”.1 Mantuvo columnas y secciones en prestigiosas publicaciones como: El Partido Liberal de México, La Opinión Nacional y la Revista Venezolana, ambas de Venezuela, La Ofrenda de Oro de New York, La Pluma de Colombia, La Nación de Argentina, La República, de Honduras y de manera especial su joya: “La edad de oro”, la que a pesar de su efímera vida y de su dedicación especialmente para niños y jóvenes, reúne en sus páginas extraordinarios textos dignos de imitar por su estilo.   


Como ensayista nos dejó trabajos hasta hoy inigualables por su forma, esto es, por su estilo, lo que el propio Martí definió como esencia. Recordemos sus enormes ensayos dedicados a figuras de la ciencia, de las letras, la religión o de la filosofía: Darwin, Whitman, Henri Ward Beecher, Edward McGlynn y especialmente Emerson, amén de los artículos: “Ruinas Indias”, “El Padre Las Casas”, “Tres héroes” y “Un paseo por la tierra de los anamitas”, pertenecientes a “La Edad de Oro”, y por supuesto, “Nuestra América”, —de los más grandes— y “Lectura en Steck Hall”, considerados verdaderos paradigmas de este género, no solo en lo formal o estilístico, sino como muestra de una vastedad cultural más allá de cualquier posible pretensión, y de una erudición inigualable, de la que hacía un derroche, lo mismo al describir los detalles constructivos de los antiguos palacetes, de la torre Eiffel o de las viviendas indígenas primitivas, que al abordar las características del teatro vietnamita y la utilización de los instrumentos musicales típicos del lejano oriente, que al referirse a los últimos avances de su tiempo en el campo de la ciencia, la literatura, la política, la pintura y la música.

La veracidad de su enseñanza y la grandeza de su misión solo podrán ser descubiertas directamente a partir de sus obras. La utilización de ciertas frases aisladas y sacadas de su contexto histórico pueden ser utilizarlas por conveniencia de algunos, que, sin haber logrado la real comprensión de la enseñanza del maestro, en ocasiones las presentan a las multitudes, lo que muchas veces origina cierta incomprensión que no beneficia al verdadero estudio de su obra. Utilizarle para la justificación de ciertas doctrinas y la puesta en marcha de ciertos proyectos constituye un sacrilegio, algo que, lamentablemente se hace por parte de la cruel dictadura comunista de Cuba. Como bien sabéis han sido Capaces de crear programas y proyectos, que han llamado martianos, para reinterpretar muy a su manera la enseñanza del colosal hombre de Dos Ríos. 

Es cierto que sabía de todo y escribió sobre todo, desde las complejidades de la política de su época, hasta de la ternura de la niña enferma en la playa; pero utilizarle despiadadamente es un error. No todas las aristas de la vida, ni todos los aspectos del saber fueron abordados por el genial hombre de Dos Ríos. 

Basta de declararle responsable de hechos que lo separan en espacio y tiempo de la realidad contextual de estos tiempos. No resulta inteligente que se le compare con otras figuras de la historia de la nación cubana; por cuanto, su excelsitud no lo admite. Establecer paralelos entre su colosal enseñanza y enigmática vida con la de figuras muy distantes en tiempo y en pensamiento, solo termina estableciendo apresuradas conclusiones forzadas, las que originan confusión en los menos versados en su enseñanza. 

Solo cuando logramos familiarizarnos con su colosal obra percibiremos el verdadero sentido de su mensaje, pleno de amor, de bondad, de verdad, de preocupación por el bien de todos, carente de odios y rencores, sin lugar para la venganza, la traición y el engaño. No hay lugar para sentimientos de esta naturaleza en el pensamiento de aquel que creía firmemente en la utilidad de la virtud y el mejoramiento humano.  

Los conceptos de nacionalismo, identidad, deber patrio, libertad y democracia que aparecen en su obra, inspirados en los ideales liberales y democráticos del Iluminismo francés, son verdaderos paradigmas a los que hemos de acercarnos; pero directamente en sus textos. El estudio de sus documentos de naturaleza política resulta imprescindible en este sentido. 

La idea y sentido de la identidad ocupa un lugar preferencial en la amplia obra del Apóstol de las Américas. Identidad expresada desde el orden patrio hasta el continental, lo que no significa que el maestro rechace los valores universales resultantes del desarrollo de cualquier nación o continente, algo que se aprecia en discursos trascendentales en los que expresó: “la admiración justa y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el estudio sin cristales de présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador, y santo de lo propio”; pero siempre le dio una supremacía a todo lo relacionado con su América, con “Nuestra América”, y con su “Patria”, nuestra patria. 

Su ejemplar ensayo “Nuestra América”, publicado en 1891, constituye una lección de lo que es el sentido de una identidad verdadera, exenta de adornos y concepciones triviales de una superficial y exótica americanización. La enseñanza de Nuestra América va más allá de lo que somos capaces de asimilar. Martí se nos presenta en su plenitud de creador y acude a todos los recursos expresivos, no solo en el contexto del análisis político y social de un continente, sino desde el punto de vista formal, al explotar al máximo las concepciones estilísticas del ensayo como género. Desde el llamado inicial para conocernos con prontitud: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”, hasta la célebre frase tan difundida con exceso en nuestros tiempos: “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, utilizada de manera premeditada y sacada del contexto de su tiempo, se vislumbra esa percepción cuasi mística de una necesidad de unión continental y de un despertar de conciencia unitaria.

Martí fue capaz de aplicar sus concepciones filosóficas al terreno político. En su carta a Ramón Emeterio Betances fechada en 1886 expresó: “La guerra es inevitable, es necesario vigorizar una guerra que no podemos evitar para acabarla pronto”. Este acabar pronto la guerra inevitable recuerda sobremanera la idea del político y filósofo francés Montesquieu (1689-1755), el que se refirió a hacerse el menor mal posible cuando la guerra era declarada. Martí ve en la guerra un procedimiento político, un proceder necesario para poner fin a lo injusto y alcanzar la independencia. Su concepción de la guerra no admitía odios y rencores, lo que demuestro al acudir a esta frase de Nuestras Ideas, texto que data de 1892, tiempo de preludio de la contienda del noventa y cinco: “La guerra no ha de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario de los que se oponen a su dicha”.

Las Bases del Partido Revolucionario Cubano constituyen un documento imprescindible para valorar la grandeza del pensamiento político de José Martí desde su postura ética y sus concepciones filosóficas. En su artículo octavo, acápite quinto expresó: “Establecer discretamente con los pueblos amigos relaciones que tiendan a acelerar, con la menor sangre y sacrificios posibles, el éxito de la guerra y la fundación de la nueva república indispensable al equilibrio americano”. 

Siendo muy joven se opuso enérgicamente a la pena de muerte. Su declaración está respaldada por un profundo análisis de carácter filosófico y ético, lo que resulta patente al cuestionarse la imposibilidad de que lo que no es creador, y no ha dado, no puede destruir aquello que no es el fruto de su acción. Para Martí la sociedad no es quien debe asumir una actitud de esa naturaleza: “La sociedad no anima cuerpos, no crea cuerpos, no tiene sangre que darles”. 

Esta postura ética de hacer siempre el bien de acuerdo con el principio de la justicia marca la concepción ética martiana a través de su vida. Cuando el joven se convierte en líder de la insurrección mantuvo esta convicción, que puede percibirse aún en documentos puramente políticos como las Bases del Partido Revolucionario Cubano, por el creado, como justificada entidad para la guerra de mil ochocientos noventa y cinco, entidad que no guarda relación de continuidad con otras organizaciones partidistas posteriores como se ha pretendido, ni tuvo jamás matices de carácter socialista. 

José Martí estudió las licenciaturas en Derecho Civil y Canónico, y de Filosofía y Letras. Entre 1871 y 1874 cursó ambas carreras, primero en la Universidad Central de Madrid y luego en la de Zaragoza, donde se graduó. Esta etapa de su vida en España fue determinante para la formación de su pensamiento filosófico, algo que aún permanece poco explorado. Recordemos que la adopción de una modalidad socialista de sistema social por el gobierno cubano hizo que muchas investigaciones apartadas de los cánones marxistas-leninistas quedaran sepultadas para siempre, por lo que los aportes de Jorge Mañach, Medardo Vitier, Luis Rodríguez Embil, Rodríguez Palacios y Félix Lizaso, quedaron limitados a ciertos círculos intelectuales, pero son desconocidos por las generaciones de cubanos que crecieron después de la declaración del carácter socialista de la revolución cubana en 1961. 

José Martí en Ybor City, Tampa, Florida

La no utilización de citas referenciales en torno a su agudeza filosófica, de tendencia eminentemente idealista, en contraposición al materialismo y a los planteamientos marxistas,  que de manera oficial  se establecieron como formas de ideología, fue determinante para que el aspecto filosófico del hombre genial de Cuba, quedara a un lado, o lo peor, que muchas veces se le cambiara su sentido al pretender relacionarlo con la llamada filosofía marxista, tendencia de enseñanza obligatoria en Cuba a partir de los inicios de la década del sesenta, en que se cambiaron los designios del pueblo cubano en todos los sentidos, y el pensamiento, no pudo escapar de este mal.

Acudir a la enseñanza del Maestro, leerlo, estudiarlo, comprenderlo y asimilarlo nos hará verdaderamente libres en pensamiento y espíritu. La evocación de su mensaje a través del estudio de su obra es una necesidad urgente para un pueblo que merece estar a la altura de aquel que bien ha merecido el calificativo de apóstol, santo y maestro. Redescubrirle es un reto devenido en sagrado deber si es que queremos mantener su perpetuidad, y que su mensaje, de dimensiones excepcionales, se alce triunfante ante nosotros y ante el mundo.

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José Martí y la pequeña María Mantilla viendo un juego de pelotas en Long Island; para identificar a las otras personas  entrar a la revista Bohemia del 1 de febrero de 1953  y leer la entrevista que Félix Lizaso  le hizo a María Mantilla  cuando  visitó Cuba por la celebración del centenario del nacimiento de José Martí.




Video de Pepe Forte: ¿Es MARÍA MANTILLA hija de JOSÉ MARTÍ?



Fragmentos tomados de http://laislaylaespina.blogspot.com/

“¡Figúrate qué haré de mi vida sin Martí, el afecto más grande de mi vida, toda mi felicidad se ha ido con él: ya para mí el cielo se eclipsó y viviré en eterna tiniebla […]”.[33]

[9] Nydia Sarabia: La patriota del silencio, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990

33] Nydia Sarabia: Op.cit., p.70. Carta de Carmen Miyares a Irene Pintó desde Central Valley, junio 19 de 1895.

¨... Nydia Sarabia recoge otro testimonio formidable, el de María Teresa Bances,[46] viuda de Pepito Martí Afirma la periodista que le dio esas declaraciones bajo promesa de que no se publicarían mientras ella viviera. La aseveración cuenta las impresiones del banquete presidencial al que asiste en enero de 1953, en conmemoración del centenario del natalicio de Martí:

Cuál no sería mi sorpresa al anunciar la llegada de María Mantilla. Cuando la vi por primera vez en persona y bastante cerca, me impresionó el parecido que tenía con Pepe Martí, mi esposo, ya fallecido.No podía creer que ese parecido físico guardara relación con Pepe. A medida que la veía conversar con los que la rodeaban me percataba que en sus ademanes, su sonrisa, su forma hasta de sentarse, aparte del parecido físico, como la cara, las manos, eran tan iguales a las de Pepe Martí, que no pude por menos que  convencerme que existía un parentesco entre ambos.[47]¨

[47] Nydia Sarabia: Op. cit., p. 96.

José Francisco Martí y Zayas-Bazán

José Francisco Martí y Zayas-Bazán y su esposa  María Teresa Bances  y Fernández Criado (¨Teté¨ Bances); poco antes de morir el primero. 

La joven María Mantilla y José Martí  respectivamente en su adolescencia y temprana juventud

Estudio antropométrico del historiador, Doctor en Medicina y antropólogo Ercilio Vento Canosa 

Otras fotos de María Mantilla 


María Mantilla se casó con César Julio Romero quien fuera Comandante  del Ejército Libertador y posteriormente empresario del azúca; tuvieron cuatro hijos, César Julio, Eduardo Salvador, María Teresa y Graciela. 




Fragmento de la carta de María Mantilla a su hijo  el actor César Romero,  diciéndole que ella es hija de José Martí y que su madre, Carmen Miyares, se lo había dicho; María Mantilla  no estaba senil cuando escribió  esa carta pues sólo tenía 54 años de edad. En la entrevista que le hizo Félix Lizaso  en 1953 en su visita a Cuba; entrevista que se encuentra en la revista Bohemia del 1 de febrero de  1953





María Mantilla siendo entrevistada por Félix Lizaso  para la revista Bohemia del 1 de febrero de 1953 cuando visitó Cuba por las celebraciones por el centenario del nacimiento de José Martí. María Mantilla   asistió pese a que  aún no estaba totalmente restablecida  de una fractura de un tobillo y cierto descontrol en su diabetis.



Video sobre el actor César Romero donde en los primeros  minutos se habla de María Mantilla

Cesar Romero: In A Class By Himself (Documentary)





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