Dos hechos apenas conocidos hoy en Cuba: 1) de cómo el Coronel Fulgencio Batista intentó salvarle la vida a Antonio Guiteras Holmes. 2) El Morrillo y el río Canimar fueron testigos, en 1980, de una verdadera masacre ejecutada por fuerzas militares
Sobre el carácter terrorista de las dos organizaciones guiteristas pueden leer las capturas de pantallas de dos libros (Batista, el ídolo del pueblo, de Alejandro Prieto Blanco, y Fulgencio Batista: The Making of a Dictator, de Frank Argote-Freyre) que aparecen en el post: Lo que no se dice ni se escribe en Cuba sobre Antonio Guiteras y su muerte el 8 de mayo de 1935.
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La muerte de Antonio Guiteras. Una entrevista con Ignacio Galíndez. Versión de Rutillo Ramos
(Bohemia del 25 de agosto de 1946: https://dloc.com/UF00029010/02161/pdf )
(La transcripción del texto del artículo de la revista Bohemia es de Pedro Pablo Arencibia Cardoso, fundador y editor del blog Baracutey Cubano)
(Foto añadida al artículo por el Bloguista de Baracutey Cubano)
Por Jorge Quintana
ARTÍCULO CUARTO
Tal vez a nuestros lectores les parezca que alteramos un poco el orden de esta serie de artículos. Y así es en efecto. Disculpemos ello en homenaje a lo sensacional que un buen periodista busca siempre en toda información.
La entrevista que el día 6 de mayo de 1935 hubieron de sostener el doctor Antonio Guiteras y el entonces teniente coronel Ignacio Galíndez es sin duda alguna, un tema sensacional.
Cuando se habla con los hombres y mujeres que fueron hechos prisioneros en ¨El Morrillo¨, ninguno soslaya la conversación del señor Galíndez en presencia de ellos y de los altos oficiales del Ejército y la Marina que le acompañaban, con el señor Muñoa, en la que le mencionó esta entrevista - en la que Muñoa era testigo presencial- y que todos conocían por referencias. Cuando se investigan estos hechos y se habla con todos los que en una forma u otra intervinieron en la preparación de la salida del doctor Guiteras por ¨El Morrillo¨, la alusión a esta entrevista es constante. Guiteras habló de ella con casi todos, contándoles sus impresiones. De ahí que venga a resultar, en el curso de estas investigaciones, la entrevista entre el doctor Guiteras y Galíndez un tema de extraordinaria importancia. Y la misma habrá de subrayarse con más énfasis, cuando advirtamos que el único de los participantes en la misma que queda vivo es el señor Galíndez. Los demás – Guiteras, Casariego y Muñoa – están ya muertos. Su versión, tiene, pues, un valor indiscutible.
(Teniente Coronel Ignacio Galíndez)
- ¿Dónde celebró usted la entrevista con el doctor Guiteras? ¿La fecha del 7 de mayo de 1935 es correcta?
- Un buen revolucionario - que no es precisamente el Dr. Santiago Álvarez, como usted sospecha - conocido del doctor Guiteras y mío me hizo saber el día seis de mayo de 1935 que éste deseaba sostener una entrevista conmigo. Recuerdo que en aquellos días el doctor Guiteras permanecía oculto en la casa del doctor José B. del Cueto. Acepté, sometiéndome a las condiciones que se me imponían de que fuera solo, vestido de paisano y sin armas.
A la una de la tarde del día 7 de mayo de 1935 llegué al lugar de la cita, altos, de la calle de Industria número 5, lugar donde residía una joven llamada Mary Trinchería. Allí me esperaba el Sr. Miguel Muñoa Selva, que dijo tener instrucciones para llevarme al lugar de la reunión. Tras de una pequeña espera y varias llamadas telefónicas del Sr. Muñoa llegaron a ese lugar el Dr. Antonio Guiteras y el Sr. Juan Antonio Casariego. Ninguno ocultaba su identidad. Guiteras usaba solamente unos espejuelos ahumados. Ambos llevaban armas ocultas entre periódicos.
Tras los abrazos de salutación nos encaminamos a una habitación de otro piso superior de la casa y una vez dentro, yo me senté en una silla, mientras Guiteras y Casariego lo hacían al borde de una cama. Muñoa Selva permanecía de guardia a la puerta de la habitación y el revolucionario que se encargó de establecer el contacto, bajó a la calle a vigilar.
De manera que la entrevista tuvo efecto en Industria No. 5, altos, y la fecha fué la del 7 de mayo de 1935 a la una de la tarde.
- ¿Usted celebró esa entrevista con el conocimiento y la autorización del entonces Jefe del Ejército coronel Fulgencio Batista?
- Teniendo en cuenta la situación en que se encontraba el doctor Guiteras, yo estimé oportuno pedir autorización a mi jefe el coronel Batista, quien no solamente la autorizó, sino que creyó ver en la misma la posibilidad de un acuerdo entre él y el doctor Guiteras, lo cual hubiera trascendido en un extraordinario beneficio para la patria y su desenvolvimiento dentro del plano revolucionario. El coronel Batista me hizo saber que tenía conocimiento de la salida del río Almendares de un yate que sería el encargado de recoger al doctor Guiteras y sus acompañantes en un punto de la costa Norte, autorizándome para que se lo hiciese saber así, a fin de que éste se convenciera del conocimiento de sus intenciones.
- ¿Es cierto que usted le propuso al doctor Guiteras que desistiera de embarcarse, asegurándole que el Estado Mayor del Ejército tenía noticias de todos sus pasos en ese sentido?
- Es muy cierto. Después de tratar varios asuntos de los que le hablo más adelante, le dije lo que me había comunicado el coronel Batista, a lo cual me respondió Guiteras que nada de eso se podía creer, porque era su propósito no embarcarse de ninguna manera.
- ¿Usted le propuso al Dr. Guiteras llegar a un entendimiento para derrocar el gobierno de Mendieta, con el que, en esos días, tenían los líderes militares algunas dificultades y compartir el poder con los revolucionarios, lo cual no se llegó a acordar?
- En la entrevista se habló casi durante dos horas de la situación que imperaba en la República. Yo propuse un entendimiento entre el doctor Guiteras y el Jefe del Ejército, para que una vez puestos de acuerdo ambos tomar las medidas necesarias a fin de que el Gobierno se encauzara dentro de un plano revolucionario. No se habló de si el alcance de esas medidas llegaría a incluir el derrocamiento del Presidente Mendieta. Lo que sí aseguré al doctor Guiteras, poniendo mi vida como garantía, el cumplimiento por el Ejército de los acuerdos que se tomaran. El Dr. Guiteras manifestó no aceptar el plan propuesto, pero sí estuvo acorde en cuanto a celebrar nuevas entrevistas al objeto de llegar a un entendimiento. Otras varias proposiciones tuvieron el mismo resultado
- ¿Es cierto que ante la negativa del doctor Guiteras de llegar a un entendimiento con los líderes militares, usted le aconsejó finalmente que no se embarcara por Matanzas porque estaba entregado?
- Al despedirme del doctor Guiteras, después de haber rechazado éste, como anteriormente le dije todas las proposiciones, le comuniqué todo lo que el coronel Batista me había informado en relación con las noticias de su salida. El doctor Guiteras me respondió: - ¨Puedes estar seguro que no me embarqué y pronto te avisaré para volvernos a reunir¨. ¨Te creo, le respondí, y espero tu aviso, pero si cambias de idea te ruego cambies también de embarque por si acaso; recuerda que a mayor precaución mayor seguridad¨
Tras algunos comentarios más sin importancia, de acuerdo en volvernos a ver y después de tomar algunas medidas de seguridad, salieron el doctor Guiteras acompañado de Casariego y Muñoa. De acuerdo a lo pactado yo lo hice diez minutos después con el revolucionario que había concertado la entrevista y me acompañaba en esa ocasión.
(El Secretario de Gobernación y de Guerra y Marina Antonio Guiteras Holmes y el Jefe del Ejército Coronel Fulgencio Batista Zaldivar durante el mal llamado ¨gobierno de los 100 días¨; gobierno inconstitucional que no fue elegido por el pueblo, que al no adoptar una constitución que limitara los derechos y los deberes del Gobierno y del pueblo, trajo al país gran inestabilidad y enfrentamientos armados algunos de los cuales pueden leerse en este blog. Fotos y comentarios añadidas por el Bloguista del blog Baracutey Cubano)
El coronel Batista tuvo conocimiento aquella misma tarde del desenvolvimiento de la entrevista. Me manifestó su desagrado por no haber podido obtener un acuerdo con el doctor Guiteras, pero escuchó con visible contento mi aseveración, creyendo firmemente lo que se me había dicho por el propio Dr. Guiteras, que no se embarcaría. Entre otras cosas recuerdo que me dijo:
-¨Ojalá tengas razón, pero los datos que tengo indican lo contrario...¨
- ¿Qué sabe usted de la actuación de los oficiales de la Marina, Carmelo González y Rafael Díaz Joglar en relación con estos hechos?
- En lo que se refiere a Rafael Díaz Joglar no conozco nada. En cuanto a Carmelo González hay un hecho que se desarrolló en el Castillo de San Severino la tarde del 8 de mayo de 1935 que pudiera arrojar alguna luz sobre su actuación.
El capitán Carmelo González se encontraba en el Castillo cuando llegamos el coronel Batista y yo. Dirigiéndonos al lugar donde se encontraba Muñoa Selva le increpé diciéndole: - ¨Ustedes tienen parte de culpa. ¿Por qué no me hicieron caso ayer?¨ Muñoa me respondió: - ¨Tiene usted razón, ojalá hubiéramos seguido sus consejos... ¨¨
Más calmado le dije a Muñoa: ¨Trataré por todos los medios de hacer algo por Juan Antonio y por usted. Esté tranquilo y confíe. ¿Necesita algo ahora? ¨¨Ha muerto el doctor, me contestó con un tono de tristeza Muñoa, y por tanto lo único que yo necesito es morir también. Muchas gracias.¨ (Este pasaje se lo incluyo porque es digno de aparecer en cualquier cosa que se escriba sobre el doctor Guiteras, ya que ofrece una idea exacta de la veneración que siente o al menos sentía en aquella oportunidad. Muñoa Selva por él. Y después continuó igual, porque hasta hace unos tres años que mantuve correspondencia con él, siempre me hablaba del Dr. Guiteras en el mismo sentido. Las últimas noticias que tuve de él lo situaban como pesador de caña en el central ¨Francisco¨, Camagüey.)
Carmelo González escuchó esa conversación. A los pocos momentos respondió a mi saludo de ¨Hola Carmelo¨ con un frio movimiento de mano a la usanza reglamentaria. Ante mi asombro que trata de averiguar la razón de aquel desafecto, lo llamé al orden, interviniendo el coronel Batista, quien hizo saber a Carmelo González que yo merecía un saludo además de su admiración y respeto. Esto lógicamente me hace suponer, sin que pueda asegurárselo, que el mencionado marino tenía conocimiento, en alguna forma, de mi intervención en el problema. Seguramente por el propio doctor Guiteras conocería de mis consejos de que no se embarcara.¨
Hasta aquí la entrevista a distancia que hubimos de hacerle al señor Ignacio Galíndez, utilizando el correo. Es bueno antes de concluir aclarar convenientemente algunos particulares.
En primer lugar, el ¨revolucionario¨ a quien se refiere el señor Galíndez es el señor Rutillo Ramos que había sido soldado y era, a la sazón, hombre de toda confianza. En lo que se refiere a la casa de Industria número 5 nos pareció siempre que había un error que el propio RR, como veremos más adelante, hubo de aclararnos convenientemente. También hay un error en lo que a la fecha se refiere. La entrevista no se celebró el día 7 como el señor Galíndez asegura, sino el 6, pues el 7, es de todos los amigos de Antonio Guiteras sabido, que lo pasó, íntegramente, en la casa de la Dra. Delia Echeverría, de donde salió a las cinco de la tarde, para ¨El Morrillo¨.
Versión de Rutillo Ramos
Cuando recibimos la anterior carta del Sr. Ignacio Galíndez, nos dirigimos en una amplia carta al señor Rutillo Ramos, preso en el Presidio Modelo de Isla de Pinos. Como conocíamos los trámites del penal, por haber sido varias veces preso político en época de Machado y Batista, decidimos escribirle una carta al señor José M. González, a la sazón director del Presidio Modelo, pidiéndole autorizara al señor Ramos a contestarnos la carta que aparte le enviamos.
El señor González primero, envió la carta a un militar que la devolvió opinando que había que consultar con el Ministro de Gobernación. Dicha resolución no me fue nunca comunicada. Una nueva carta mía replanteó el problema, pero ya, afortunadamente, no estaba el señor González en la dirección del Presidio Modelo, sino el ingeniero Benito Herrera, Jefe de la Policía Secreta Nacional y un revolucionario íntegro y ejemplar, que comprendió en seguida que no era para poner trabas a una investigación de tipo histórico sobre una figura como Antonio Guiteras, sino para facilitarla y autorizó la respuesta de la carta en cuestión.
Rutillo Ramos no quiso ofrecernos detalle alguno por carta y nos pidió que le visitáramos para ofrecernos todos los detalles solicitados.
Durante una semana estuvimos tratando de obtener en el Ministerio de Gobernación el permiso. Aún no atinamos a explicarnos por qué razones el señor José Manuel Casado se obstinó en negárnoslo. Inútiles fueron las gestiones de todo orden que en ese sentido hicimos. Siempre se nos respondió con evasivas y súplicas de que aplazáramos el viaje a Isla de Pinos.
Al fin decidimos ir, echando a un lado esos ruegos muy amables, pero poco convincentes, máximo cuando el motivo de la solicitud era para allanar todas las dificultades, nunca para entorpecerlas. Nuestra condición de periodista nos abriría las puertas sin necesidad de que el Ministro nos diese una autorización.
Ya en Isla de Pinos nos encontramos que el director interino del Penal, con los antecedentes que obraban en el expediente y la autorización concedida por el ingeniero Herrera, no tuvo inconveniente en permitirnos hablar durante dos horas con Rutillo Ramos. He aquí su versión de la entrevista entre el Dr. Antonio Guiteras y el señor Ignacio Galíndez.
Enfundado en un uniforme blanco de los que en el penal se dan a los presos, Rutillo Ramos, sentado en un pequeño banco frente a mí, teniendo por fondo el paisaje incomparable de las montañas de mármoles de Isla de Pinos, comenzó a relatarme todo lo que conocía del hecho que estábamos investigando.
- En los primeros días del mes de mayo de 1935, los señores Miguel Muñoa y Roberto Casals me visitaron- nos dijo- para decirme que tenían noticias de que el entonces teniente coronel Ignacio Galíndez estaba interesado en hablar con el doctor Antonio Guiteras y que ellos deseaban, por mi conducto, hacerle saber al señor Galíndez que por la parte del doctor Guiteras no había inconveniente alguno para esa entrevista. Mi amistad con Galíndez databa de muchos años. Ya en época de Machado yo había sido preso en Columbia por conspirar con Mendieta. Había perdido mi posición en el Ejército y no quise recuperarla al ser derrocada la tiranía, en espera de una cosa mejor. Al organizarse la Policía Técnica se me nombró para una plaza de simple detective. Un día vi a Galíndez y éste me propuso que pasara a sus órdenes para que me librara del servicio diario. Así lo hice y fué, de esta manera, como volví a verme casi a diario con él, convirtiéndome en uno de sus hombres de confianza.
Accedí a la petición de mis amigos Muñoa y Casals y comuniqué al teniente coronel Galíndez el recado.
Éste, extrañándose, me dijo que él no había solicitado ninguna entrevista con el doctor Guiteras, máxime cuando sabía que se le estaba chequeando en esos días ya que se tenían noticias de que iba a salir de la Isla y casi seguro que se le daría muerte atacándose a la embarcación en que iba a salir.
Con esas noticias localicé inmediatamente a los señores Casals y Muñoa y le avisé lo que me habían informado. Muñoa habló por teléfono con Guiteras, diciéndome después que era éste quien ahora tenía interés en hablar con Galíndez.
Nuevamente vi al teniente coronel Galíndez y le informé de lo que me habían pedido Muñoa y Casals. Galíndez accedió. Yo acordé con Muñoa y Casals que Galíndez iría a mi casa en la calle de San Nicolás 36 entre Ánimas y Virtudes. De allí se le llevaría después para el lugar donde estaba Guiteras esperando. Cuando estábamos en mi casa Galíndez, Muñoa y yo, aguardando el aviso de Guiteras, éste hubo de aparecerse con Juan Antonio Casariego.
La entrevista fue larga. Yo no la presencié porque estaba afuera vigilando en evitación de cualquier cosa. Cómo a las nueve de la mañana llegó Galíndez. Era más de la una de la tarde cuando nos fuimos. Guiteras, Casariego y Muñoa salieron diez minutos antes que nosotros. Nunca se me dijo lo que allí se había tratado.
Rutillo Ramos se ha quedado silencioso. No sabe nada más. Nosotros atinamos a preguntarle entonces:
- Y de la actuación del capitán Carmelo González y del teniente Rafael Díaz Joglar, ¿usted sabe algo?
- Sí, Galíndez me dijo que Carmelo González y Díaz Joglar eran los contactos entre Guiteras, el Estado Mayor de la Marina y el Estado Mayor del Ejército, razón por la cual ellos estaban enterados de todos los planes de salida del jefe de la ¨Joven Cuba ¨. También me habló de que había órdenes de bombardearlos por el aire con la aviación o de cañonearlos en el mar si es que lograban salir, Eso fue todo¨.
El hombre que hace tres años ganara notoriedad con una fuga sensacional, aprovecha la oportunidad para hablarnos de su causa. RR, con un énfasis de convencido, proclama su inocencia y aún cuando nuestras leyes no concedan la revisión de su proceso, el insiste en afirmar que no aspira al indulto sino a la aceptación por los tribunales de la tesis de que él es una víctima de un error judicial.
Nos despedimos. En el Presidio Modelo en esos días había un poco de agitación, muestra manifiesta de una gran indisciplina. El cambio de director, las circunstancias nada más que obligaron a las autoridades a adoptar esa actitud, todo ello mantenía en el Penal una situación de intranquilidad que ojalá a la hora en que escribimos estas líneas, se haya resuelto favorablemente.
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Fragmento del testimonio del guiterista Olimpo Luna del Castillo donde se corrobora lo que expresó Ignacio Galíndez sobre su conversación con Antonio Guiteras Holmes, de donde se infiere claramente el interés de Fulgencio Batista y de él, Ignacio Galíndez, de salvarle la vida a Guiteras. El fragmento se encuentra en la página 35 de la Bohemia del 22 de septiembre de 1946 . En ese fragmento creo haber leido:
¨Los primeros pasos los dió Guiteras estableciendo contacto con el capitán Carmelo González de la Marina de Guerra . Yo lo acompañé en todas sus entrevistas en una casa de la calle San Rafael. Guiteras tenía plena confianza en CG, llegando al extremo de molestarse cuando alguien le observaba que éste podía traicionarle.
El día 6 de mayo de 1935 fue la entrevista con el entonces teniente coronel Ignacio Galíndez . Este le propuso a Guiteras un entendimiento con Batista. Al no poderse llegar a un acuerdo Galíndez le advirtió a Guiteras que no debería salir del territorio nacional pues todos sus pasos estaban siendo observados por el Estado Mayor del Ejército que los conocía en sus más íntimos detalles.
El día 7 de mayo Guiteras me dio instrucciones ya que ¿XXX XXXXX? a embarcar . Yo pasé toda esa mañana haciendo gestiones. Por la tarde llevé a Xiomara O'Hallorans que había regresado a La Habana a ver a su hijo y a Rafael Crespo Tamayo para Matanzas.
Nos concentramos en diferentes casas y poco a poco fuimos trasladan-¨
Foto de la Bohemia del 22 de septiembre de 1946,número de la revista en la que se encuentra la versión de Fermín Sangra, Julio Ayala y Olimpo Luna del Castillo (comienza en la página 34) de lo ocurrido ese día. En la foto Olimpo Luna del Castillo está en la extrema derecha de la foto.
Foto del juicio o Concejo de Guerra por los sucesos ocurridos en El Morrillo
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(De los sentados, de izquierda a derecha y a partir del tercero: Antonio Guiteras, Fulgencio Batista, Ramón Grau San Martín, Pablo Rodríguez y Sergio Carbó)
En las siguientes capturas de pantalla del libro Fulgencio Batista: The Making of a Dictator, de Frank Argote-Freyre, se narra cómo fue el enfrentamiento ( donde mueren y son heridas personas de ambos bamdos y hasta personas ajenas al enfrentamiento) donde mueren Antonio Guiteras Holmes y el comunista venezolano Carlos Aponte. En el libro Batista, el ídolo del pueblo, de Alejandro Prieto Blanco, se dice que la persona que empezó el enfrentamiento armado fue el guiterista Paulino Pérez Blanco con su (sub)ametraladora; quién logró escapar del lugar.
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SIN EMBARGO: ESTA VERDADERA MASACRE LLEVADA A CABO POR EL CASTRISMO APENAS SE CONOCE:
. Publicado en Baracutey Cubano en julio del 2009 -
LA MASACRE DEL RÍO CANÍMAR.
A poca distancia de las playas de Varadero, el 6 de julio de 1980, tres jóvenes secuestraron una embarcación con capacidad para casi 100 pasajeros, el "XX Aniversario", que hacía excursiones en ese río.
Los hermanos Silvio y Sergio Águila Yanes, de 18 y 19 años, junto con Ramón Cabeiro, de 15 años, se apoderaron del barco con la intención de huir de Cuba rumbo a los Estados Unidos. Sergio, que cumplía el servicio militar obligatorio, había sustraído armas de fuego para la operación.
Al apoderarse de la embarcación, los jóvenes gritaron "A Miami" en medio de los gritos de aprobación por parte de muchos de los sorprendidos pasajeros. Uno de los guardias de seguridad resistió, disparando contra los jóvenes. Quedó herido cuando éstos devolvieron el fuego. Preocupados

Julián Rizo Álvarez, secretario del partido comunista de la provincia de Matanzas, se hizo cargo de la persecución. Según cuenta en su libro "Los Hijos del Enemigo" el escritor Norberto Fuentes, excolaborador de Fidel Castro, Rizo convirtió un restaurante local en puesto de mando con teléfonos directos a la oficina central del Partido y a Fidel Castro, que le dió órdenes explícitas de que no se podía permitir que el barco se escapara “bajo ninguna circunstancia”. Despachó dos lanchas rápidas de la patrulla de la Marina con órdenes de evitar la fuga y hundir la embarcación si fuera necesario. Las lanchas patrulleras abrieron fuego contra el "XX Aniversario" y los jóvenes respondieron. Como resultaba difícil hundir la embarcación, que estaba hecha de fibra de cemento, las patrullas se retiraron. En cubierta quedaron varios pasajeros muertos y heridos. Entonces, un avión de la Fuerza Aérea sobrevoló la nave. Algunos padres cargaron en alto a sus hijos con la esperanza de evitar un ataque, pero éste regresó y abrió fuego, hiriendo y matando a más personas.
Apareció entonces un enorme barco, de uso industrial, que embistió el "XX Aniversario". Poco antes de llegar a las aguas internacionales, los agresores lograron hundirlo y continuaron disparando contra los sobrevivientes que habían caído al mar, repleto de tiburones atraídos por la sangre. Silvio Águila Yanes se tiró al agua para ayudar a los sobrevivientes que se estaban ahogando. Según las informaciones recopiladas, sólo llegaron a tierra diez sobrevivientes.
Hay dudas sobre la suerte que corrió Sergio Águila. Según Norberto Fuentes, se suicidó después de gritar: "Los comunistas no me cogerán vivo nunca". Sin embargo, otras fuentes aseguran que la tripulación de las lanchas de la Marina lo sacó del agua, posiblemente con vida aún. Silvio Águila y Ramón Cabeiro recibieron una sentencia de 30 años de cárcel. Cumplieron una larga condena en la cárcel habanera Combinado del Este, donde testigos informaron que se les sometió a tortura con drogas psicotrópicas. Con el tiempo ambos fueron puestos en libertad y viven ahora en el exilio. Otros tres jóvenes que sabían del plan o ayudaron a planificar la fuga recibieron sentencias de dos a tres años de cárcel. Además, a los cinco jóvenes se les confiscó todos sus bienes.
La dictadura cubana alega que el hundimiento fué un "accidente" que ocurrió cuando la embarcación chocó con el barco más grande debido a la fuerza del oleaje. No se sabe si se recuperaron cadáveres, ya que ninguno fué devuelto a los familiares.
Murieron 56 personas, pero nunca hubo una declaración oficial sobre el número de víctimas. Entre los niños asesinados se encuentran Lilián González López, de 3 años, Marisol Martínez Aragonés, de 17, Osmanly Rosales Valdés, de 9, y Marisel San Juan Aragonés, de 11.
A los sobrevivientes se les ordenó guardar silencio y se les prohibió reunirse, bajo amenaza de someterlos a juicio como cómplices del secuestro. Por años, los agentes de la seguridad del estado vigilaron sus actividades, mientras se les ofrecían televisores y otros electrodomésticos generalmente reservados para altos funcionarios del gobierno.
ASESINOS !!!

ErnestoMiami
5 de abril, 2025
El barco que Fidel Castro ordenó hundir durante el éxodo del Mariel. La masacre del rio Canímar

Etiquetas: aniversario, Antonio Guiteras, barco. masacre, Batista, cuba, el morrillo, entrevista, Fulgencio Batista, Guiteras, Ignacio Galíndez, intento Bohemia, muere, muerte, río canimar, salvar, turismo, XX Aniversario
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