LA ANOMALIA CUBANA
Los latinoamericanos no nos respetamos.
Lo ‘importante’ en su análisis es que López Obrador es su amigo (y no “una especie de Chávez Mexicano”) que tendrá que luchar con una larga “frontera porosa”, que linda con territorios de EUA “que fueron mexicanos”. Definitivamente, no hay ombligo más grande que el de cada cual.
Sin embargo, y como corresponde a la defensa de la diferencia, quiero resaltar aspectos que subyacen en la mencionada “anomalía cubana”, pretendiendo analizar lo que pudiera estar siendo incubado para el futuro de Cuba tras la burda simplificación ‘anómala’.
Si para latinoamericanos informados que analizan políticamente lo sucedido en el mundo durante un año Cuba es una simple ‘anomalía’, ¿qué no será para dirigentes del Primer Mundo? ocupados con los graves problemas que aquejan sus propias Naciones, sobre todo para aquellos que pueden ayudar a los demócratas cubanos a superar el accidente ‘anómalo’.
En lo que a Europa y Estados Unidos respecta (los dos polos externos que más influyen en la política cubana) hay realmente muy poco que esperar en sentido democrático.
Europa está traumatizada por ataques terroristas; España fue la primera y reaccionó abandonado el campo de batalla en Irak; explosiones y muertes de civiles en las calles de Londres; quema de autos en Francia, que se extendieron peligrosamente a varias ciudades europeas; y ahora, vacilación ante absurdas exigencias musulmanas por la simple publicación de caricaturas, mientras ellos se jactan en televisar mundialmente –como si nada-- sangrientas decapitaciones de occidentales inocentes como algo natural. Todos son síntomas de un drama de identidad por el que atraviesa el Viejo Continente, que no le permite reaccionar siquiera ante la inminente posesión del arma atómica por parte del cercano Irán, ni de un sorprendente triunfo terrorista por la vía de las urnas en Palestina. Muchos problemas en las inmediaciones de sus fronteras como para pensar en una lejana --y para ellos más que aceptable-- ‘anomalía’.
En lo que a Cuba respecta, Europa --agobiada con sus problemas externos-- ha cedido a España la salvaguarda de la política común. Nada tan contrario a la libertad de los cubanos, ya que el interés inmediato de la “madre patria” en la isla es hacerle pagar a los norteamericanos (los cubanos no les importan mucho) el trago amargo que le hicieron tomar en la guerra hispano-cubana-americana del 1895. Lo que para Cuba representó su independencia, para España fue un trauma que ahora se compensa con esta ‘anomalía’. Una burda revancha.
Estados Unidos por su parte, que enfrenta corajosamente el problema terrorista yendo a darle batalla en su madriguera irakí (y por eso no ha sufrido ataques en su territorio desde el 11 de Septiembre) sortea además los riesgos nucleares de Irán y Corea del Norte y comparte con Europa además el candente problema palestino-israelí. Internamente sin embargo se debate en una inédita confrontación bipartidista sin precedentes en su historia, que limita la capacidad gubernamental de acción en cualquier frente y crea una oposición ficticia a cuanto acto gubernamental trascendente se programe. Este fenómeno termina perjudicando a Cuba.
Una parte no despreciable de esta lucha partidaria se manifiesta como el interés de “ciertos sectores” norteamericanos para comerciar con la dictadura, consiguiendo el nada despreciable galardón de haber colocado a EUA como el primer socio comercial cubano en lo que a la venta de alimentos respecta, obteniendo adicionalmente la aprobación de leyes y reglamentos que autorizan tales procedimientos de acercamiento. Hasta ahí, no había habido nada definitivo.
Pero los objetivos comerciales, hasta ahora humanitarios (comercio de alimentos y medicinas) de pronto se han convertido en un objetivo estratégico: el petróleo de la costa norte de la isla.
No es ocioso decir que el crudo pudiera convertirse –si ya no lo ha logrado en estos dos años desde que fue enunciado-- en el factor que unirá las voluntades dentro de EUA para comenzar a observar la ‘anomalía’ castrista con un viso de unanimidad, pasando por encima de la mencionada y corrosiva lucha por el poder a toda costa (y a todo costo), sobre todo porque en el sillón presidencial se sienta un hombre sensible a los problemas petroleros de EUA. Era todo lo que nos faltaba: Estados Unidos negociando inversiones petroleras con la Cuba de Castro.
Si la óptica de Carlos Fuentes fuera la que cualquier observador externo informado tiene sobre la isla, de la manera más honesta posible (si se puede hablar de honestidad en este caso) no hay dudas que cualquier dirigente norteamericano –demócrata o republicano-- no dudaría en ensayar un acercamiento con la dictadura (que como simple anomalía algún día será resuelta) para asociarse a ella en un problema económico (no político porque políticamente, para demócratas y republicanos, Cuba quizá también sea una simple ‘anomalía’) negociando para extraer petróleo en aguas cubanas en beneficio mutuo. Si Carlos Fuentes lo piensa, con la profundidad de su intelecto, ¿porqué no los pragmáticos capitalistas norteamericanos?
Los negociadores estadounidenses se defienden diciendo que el petróleo que hoy entra en EUA procede de fuentes “conflictivas e inestables”: el Medio Oriente y Venezuela, como si Cuba no fuera nada de eso, sino esa simple ‘anomalía’ definida por Carlos Fuentes. Ayudar financieramente a Fidel Castro a fortalecerse con el petróleo cubano (no del gobierno comunista, sino de toda la Nación cubana) es una insensatez que pudiera pagarse cara.
Sin embargo, ¿quién dijo que todo está perdido?; la jugada del petróleo que el dictador ensaya con los EUA, pudiera constituirse en la última “cartada” de un juego que para los cubanos ha costado un precio que ningún otro país latinoamericano ha pagado en toda su historia republicana. El petróleo, que el dictador considera estratégico, lo es mucho más para los EUA.
Y aunque en el campo político se emiten señales de confrontación, al extremo de hablarse de ruptura diplomática (Castro recientemente se refirió al respecto, irritado por el cartel lumínico norteamericano colocado en la Oficina de Intereses de EUA en la Habana) en el campo económico nunca antes hubo tal comprensión y acercamiento entre ambos contendientes.
Casi siempre (por no decir siempre) el acercamiento político es precedido por el entendimiento económico; y nada más revelador en este caso que el socio político principal del dictador cubano, Hugo Chávez, sea a su vez el socio principal de EUA en el área de suministro de petróleo en Latinoamérica; precisamente el tema que ahora despierta las sospechas de un entendimiento económico entre EUA y la isla. Este acuerdo petrolero pudiera constituirse en la base de un futuro entendimiento político entre ambos, abarcando además el tema de las supuestas garantías dadas por Raúl Castro para el control de la inmigración incontrolada desde Cuba a la muerte del dictador, todo a espaldas de los intereses democráticos de los cubanos, pero perfectamente en fase con la actual agenda de intereses norteamericanos y castristas.
A diferencia de lo ocurrido en circunstancias anteriores, a fines del siglo XIX, esta vez no habrá tratados en París. Las negociaciones fueron en México y se continuarán en la Habana y Washington con la mayor discreción, como corresponde a asuntos de estado, no importa que arrecien por un tiempo los fuegos artificiales con carteles lumínicos y campos de banderas.
Sorpresivamente y yendo en la misma dirección, ya salió de Washington un emisario de alto nivel a negociar con la Unión Europea un entendimiento respecto a Cuba (con un retraso de 47 años) y que seguramente lleva en su cartera, el control estadounidense del petróleo irakí (motivo de conocidas diferencias por estar más cerca de Europa) para poder entenderse mejor.
El jugo geopolítico entre EUA y Cuba, que ya dura más de 47 años, está a punto de terminar. La definición final no será la que quiere el dictador para el futuro de una isla que considera suya, pero tampoco será --de momento-- la que desea la oposición democrática cubana. Como siempre, habrá compromisos basados en intereses, no necesariamente los de la patria cubana.
Sin embargo, a medio y largo plazo, lo mejor del espíritu nacional cubano emergerá de sus mejores hijos en un proceso irreversible --ojalá que no sea violentamente-- y entonces no habrá intereses que puedan mediatizar las ansias de libertad que todos los cubanos llevamos dentro.
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