miércoles, abril 19, 2006

LOPEZ OBRADOR Y HUGO CHAVEZ CONTRA ESTADOS UNIDOS

López Obrador y Chávez contra Estados Unidos


por nCarlos Alberto Montaner

CamDick Morris, el ex asesor presidencial de Bill Clinton, teme que los mexicanos elijan a Andrés Manuel López Obrador como próximo presidente de México en las elecciones del 2 de julio. AMLO es un neopopulista de izquierda, visceralmente antinorteamericano, y encabeza todas las encuestas en su país, no obstante su mediocre desempeño como gobernador del Distrito Federal. A Morris le preocupa que haga causa común con Hugo Chávez y entre ambos pongan de rodillas a Estados Unidos en materia energética. México y Venezuela envían cerca de un tercio del petróleo que Estados Unidos necesita importar diariamente.

En mala hora. Aumenta el riesgo de una gran catástrofe en el Medio Oriente, provocada por el espasmo belicista de Irán y su agresivo antisemitismo, y nadie puede garantizar que, si estallara ese conflicto, el petróleo saudí podrá seguir fluyendo hacia las costas americanas. En medio de este ominoso panorama, una alianza entre Hugo Chávez y López Obrador sería terriblemente peligrosa, sea quien fuere el ocupante de la Casa Blanca. Por lo pronto, la prensa mexicana está llena de denuncias sobre la copiosa ayuda de Chávez a la candidatura de López Obrador, como si entre los planes del venezolano estuviera incluir a México dentro de su delirante proyecto revolucionario bolivariano.

El sentido común debería indicarle a cualquier presidente mexicano que su más importante prioridad consiste en llevarse bien con Estados Unidos, su poderosísimo vecino, principal socio comercial y destino de varias decenas de millones de mexicanos, pero la ideología suele ser una mala consejera que distorsiona las percepciones. Al fin y al cabo, a Hugo Chávez también debería interesarle mantener unas buenas relaciones con Estados Unidos, país comprador del ochenta por ciento del petróleo que Venezuela exporta, pero el teniente coronel se dedica sistemáticamente a intentar provocar una crisis entre las dos naciones y no vacila en calificar a George W. Bush de ``asesino, cobarde, genocida y borracho''.

¿Qué papel juega México en las afiebradas fantasías de Hugo Chávez? Tratándose, como es el caso, de una persona mesiánica decidida a reconstruir la historia y la geografía bolivarianas del siglo XIX, lo predecible es que sueñe con recuperar para México los territorios del sur de Estados Unidos arrebatados tras la guerra de 1846. Si Arthur Zimmermann, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, le ofreció al presidente Venustiano Carranza la devolución de esos territorios en 1917 a cambio de atacar a Estados Unidos por el sur y entrar en la Primera Guerra Mundial del lado alemán, lo que precipitó la decisión de Wilson de solicitar al Congreso la declaración formal de hostilidades contra Berlín, nadie debe tener la menor duda de que Hugo Chávez razona de manera similar. Convencido, como está, de que Estados Unidos es un poder en decadencia que caerá por el empuje revolucionario del tercer mundo, ahora bajo su liderazgo, la idea de un México revuelto e insurgido contra Washington, por loca que sea, le provoca el entusiasmo más incontrolable.

Es curiosa la similitud que existe entre la primera parte del siglo XX y los tiempos que vivimos. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la disolución de la URSS en 1991 y el triunfo de Occidente en la guerra fría, parecía que entrábamos en una era de tranquilidad sin riesgos, semejante a la que prevaleció en el mundo en 1918 tras la derrota del Kaiser y el fin de los imperios alemán, turco, austrohúngaro y ruso. Pero entonces, de entre los escombros, surgieron con fuerza las ideologías totalitarias, fascismo y comunismo --variantes del mismo tronco socialista--, y en apenas una generación, de la mano de Hitler y Stalin, aliados para invadir Polonia, volvió a estallar otra guerra mundial, pero con mayor ferocidad y mucha más capacidad destructora que veinte años antes.

Ahora, ¿se dejará llevar México en la dirección que Chávez elucubra? Para contestar esa pregunta suele haber dos respuestas. Hay quienes piensan que, en efecto, AMLO no vacilaría en poner realmente en peligro las relaciones con Estados Unidos si cree que ello le conviene a su imagen de hombre de izquierda. Esos son los pesimistas. Los optimistas suponen que el león no es tan fiero como lo pintan y se limitará a ser una especie de Luis Echevarría II, aquel presidente del PRI (1970-1976), manirroto y corrupto, intensamente populista, que practicaba cierto radicalismo oral en las tribunas internacionales, compensado con fuertes medidas represivas contra esas mismas fuerzas en el orden interno. Cualquiera de los dos comportamientos será desastroso.