BARACUTEY CUBANO

Nota del Blogguista

Fulgencio Batista tuvo a Lázaro Peña y su CTC del 1938 al 1944; posteriormente tuvo a Mujal en su período autoritario de los años 50s. Fidel Castro, después de morir Lázaro Peña, ha tenido a Pedro Ross Leal al frente de la CTC, el cual fue designado por Fidel Castro para organizar el Congreso Obrero donde se eligiría al nuevo Secretario General de la Central de Trabadores de Cuba. Los delegados sindicales cubanos, además de ser buenos entendedores y no tener madera de mártires y si de oportunistas, se dieron cuenta de que Fidel utilizaba el gastado pero eficiente truco de nombrar Organizador de un evento a su elegido para posteriormente presidir la organización política " y de masas" en el país. El hasta entonces desconocido Pedro Ross Leal, fue elegido Secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba; nadie se sorprendió y todo siguió el guión teatral del suicidio o asesinato del movimiento obrero cubano .

Lo que debemos al socialismo que Ross defiende

Por Oscar Sánchez Madan

7 de mayo de 2006


Matanzas – www.PayoLibre.com – El pasado 1ro de mayo, el señor Pedro Ross Leal, funcionario que ejerce, por órdenes del partido comunista, el cargo de secretario general de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba, pronunció un breve, gracias a Dios, y retórico discurso en la Plaza Cívica José Martí, en La Habana, con ocasión de efectuarse el acto político con el que el régimen totalitario de Fidel Castro pretendió, como en otros años, venderle la idea al mundo de que en la isla se celebra a bombo y platillo el Día Internacional de los Trabajadores.

Ante la mirada vigilante de Castro y su policía política, el Sr. Pedro Ross dijo, casi desde el inicio de su alocución, a los partidarios del anacrónico stalinismo tropical, a lo que él llama pueblo, que está determinado a ser irreversible el socialismo.

No sé a que socialismo se refirió el Sr. Ross, si al intolerable y dictatorial que implantó Lenin en Rusia 1917, o al nacional federista y racista de la Alemania nazi de la primera mitad del pasado siglo que persiguió, acosó, torturó y exterminó a millones de judíos y causó la muerte de más de 50 millones de seres humanos en la segunda guerra mundial, por obra de Hitler.

Tal vez se haya referido el presunto líder de la clase obrera cubana a hacer el socialismo que durante más de 7 décadas, empujó, encarceló, y eliminó a docenas de millones de personas en la otrora unión soviética y en otras naciones de Europa Oriental, y combatió y ocupó militarmente a países como Hungría, Checoslovaquia, Polonia y Afganistán, donde los comisarios estalinistas sembraron el odio, la destrucción y la muerte, como lo ha reconocido la actual Europa democrática.

Quién sabe si el señor Ross hizo alusión al socialismo castrista, que en definitiva es el mismo, ese socialismo inhumano y anti-democrático que le ha arrancado la vida en los paredones del crimen a miles de cubanos que se han negado a aceptar la barbarie comunista; el socialismo que le impone ahora mismo a los humildes trabajadores la triste y pesada carga que significa participar en actos de repudio, en los que se les obliga a humillar y agredir a sus compatriotas, y a asaltar sus deterioradas viviendas y a amenazarlos y golpearlos con extremo salvajismo, por el simple hecho de que estos se atreven a defender los derechos básicos de todos los nacionales.

El señor Pedro Ross, según parece, no ha estado nunca en presidio. No conoce tal vez el sadismo de los torturadores, que en nombre de un socialismo mesiánico, y repulsivo, sepultan el amor, la paz y la vida. El no sabe de golpizas, vejaciones, charcos de sangre, auto mutilaciones, suicidios, violaciones, asesinatos e impunidad. Prefiere las dulces tribunas, las calmadas oficinas, las moldeadas reuniones. Estas son más cómodas que una celda putrefacta, con escasa ventilación, decoradas con mosquitos y roedores, y perfumadas con el mal aliento de unos baños turcos.

Es muy fácil defender el socialismo cuando se tiene la despensa llena, la ropa limpia, y la casa bien amueblada. No es difícil hacerlo cuando se desconocen las nefastas entrañas de dicho sistema. ¡Es que acaso el señor pedro Ross las conoce y se las calla! El silencio es un deshonor, cuando quien tiene las riendas de un país, o de un sector de un país, no denuncia los males que afectan al país, sino por lo contrario, se hace cómplice de ello.

La esencia del socialismo totalitario en cualquiera de sus formas fue y sigue siendo criminal. Los centenares de miles de compatriotas que enfrentaron y aun enfrentan las dantescas condiciones del presidio pueden dar fe de ello.

Qué mejor evidencia que el miserable salario de los trabajadores, la escasez de alimento, medio de transporte y medicamentos, la muerte inútil de miles de ciudadanos en guerras fraticidas en África y en otras partes del mundo.

La ausencia de libertad de expresión, reunión y asociación; la división familiar y otras calamidades asombrosas que los cubanos conocemos muy bien.

Todo eso, y mucho más, se lo debemos al socialismo, a ese sistema revuelto y brutal que el señor Pedro Ross se empeña en hacer irreversible y eterno.

El pueblo de Cuba, que lo ha sufrido por más de 47 años, tiene ante sí, la histórica misión de deshacerse de él para siempre. Estoy seguro que lo hará.