LOS CAMBIOS RECIENTES EN EL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA ( PCC)
En las últimas semanas, se han venido produciendo diversos ceses y sustituciones en los órganos directivos del Partido Comunista de Cuba, la única organización política autorizada en la Isla, y que desde hace más de cuatro décadas justifica y da sentido al régimen instaurado por Fidel Castro en 1959. Unos cambios que han sorprendido a los analistas, que vienen observando con interés cómo se mueven las personas sin razones aparentes, y desde luego, con una celeridad y determinación que no evita recordar que el gobierno de Castro ha venido postergando en el tiempo el Congreso del PCC que se tendría que haber realizado en 2002.
Es cierto que dada la estructura política e institucional imperante en la Isla, la vida interna del PCC es un asunto de escasa relevancia e interés para la mayoría de la población, desde hace años, viene mostrando una apatía y desatención hacia las consignas políticas que se ve obligada a cumplir por la fuerza. La “batalla ideológica” emprendida por el régimen es un ejemplo de lo que cuesta mantener el clima de agitación y movilización interna. Sin referentes internacionales, salvo en la empobrecida Corea del Norte o en el lejano Yemen, el comunismo cubano ha tenido que ir definiendo su nuevo modelo político con escaso éxito, como ideología condenada a la extinción. La búsqueda de referentes internacionales en el socialismo o la socialdemocracia no parece que vaya a tener éxito, si se tiene en cuenta que son varias las organizaciones internas de la disidencia que se han ocupado de establecer vínculos estables con esos espacios políticos en el exterior. Por otra parte, Evo Morales o Hugo Chavez no son un ejemplo al que referirse ideológicamente, ni siquiera para Castro. En tales condiciones, y con un abandono notable y amplia desafección en la militancia, ¿qué le queda al PCC, sino morir o transformarse? Quizás por ello, los últimos cambios en los órganos dirigentes de varias provincias y en los comités directivos merecen una cierta atención. Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué estos cambios? Y lo que es más importante aún, ¿para qué estos cambios?
No cabe duda que un primer factor a considerar se encuentra en el envejecimiento de la dirigencia comunista. Castro es un buen ejemplo de ello, pero la clase social y política que le rodea rebasa ampliamente la media de 70 años. La renovación en la clase dirigente es un imperativo de los tiempos que corren y de la necesidad de ir “jubilando” a los revolucionarios que bajaron de Sierra Maestra con Fidel, muchos de ellos ya fallecidos. Entonces, la renovación, ¿pasa sólo por sustituir a los eméritos por los jóvenes? Parece que no. Se está incorporando a los órganos directivos del PCC a una serie de personas de mediana edad, incluso algunos muy jóvenes para los estándares políticos de Cuba, como Julio César García de Camagüey con 38 años, y amplia experiencia política, caracterizados por una trayectoria comunista intachable, es decir, personas con un soporte ideológico a prueba de cualquier “desviación” reformista. No parece que Castro vaya a aceptar debate interno en el PCC que soporta su régimen, y está convencido de que es preciso ganar la “batalla de ideas” dentro de las filas del partido antes de preparar cualquier Congreso. De hecho, estos cambios apuntan a que en próximas fechas este Congreso puede quedar definitivamente postergrado. A tal fin, la rehabilitación del Secretariado, un órgano político creado en los 90, en medio del período especial y de las mayores dificultades para el régimen, es un indicio de que el debate interno va a quedar relegado a una camarilla reducida y próxima al máximo dirigente.
Una segunda razón para explicar estos cambios se encuentra, tal vez, en la necesidad de hacer frente a la disidencia interna, cada vez más amplia y organizada. Cierto es que el número de grupos, organizaciones y personas que se enfrentan públicamente al gobierno de Castro va creciendo de forma continua en todo el país, y por la misma razón, los sectores sociales que conectan con estas nuevas ideas van siendo cada vez mas amplios, en medio de las dificultades que el régimen crea para el ejercicio de las libertades públicas. La desconexión con el partido único, que se ha quedado anclado en el pasado y sin referentes actuales, permite a muchos ciudadanos encontrar propuestas ideológicas renovadas que tienen sus vínculos internacionales precisos y bien definidos. Liberales, socialdemócratas, democristianos se encuentran presentes dentro de la Isla desarrollando sus planteamientos políticos. De acuerdo con esta versión, los cambios en el PCC irían dirigidos a apostar por personas nuevas, con imagen renovada y que conecten con la sociedad, en un intento de frenar a la disidencia desde la base. Yo me inclino en buena medida a pensar que una parte importante de los cambios viene explicada por este aspecto. Esta es la visión oficial transmitida por Granma. No en vano, el gobierno dispone de los mejores estudios de investigación social en Cuba, y en todo momento sabe lo que tiene qué hacer para domeñar las opiniones sociales.
En tercer lugar, los cambios en la cúpula del PCC obedecen a la reacción tardía, pero contundente, del régimen para reproducir en los órganos dirigentes del partido la nueva estructura social de la Isla, donde la población de color es ampliamente mayoritaria.
Cualquiera que haya estudiado detenidamente la composición de la dirigencia castrista y comunista habrá observado que la población blanca ha sido durante décadas mayoritaria. En los últimos años, la población de color ha visto como el acceso al mercado del dólar, donde resulta más fácil adquirir todo tipo de bienes y servicios en la economía semiformal de la Isla, ha sido muy complicado ante la falta de familiares en el exterior, básicamente en Estados Unidos, que enviaran las preciadas remesas mensuales. Muchos de ellos fueron educados en la idea del “paraíso” de igualdad que representaba Cuba para la población de color, frente al enemigo del Norte, donde las desigualdades eran muy notables. Las evidencias son contundentes. Con un acceso limitado al dólar y viviendo exclusivamente del racionamiento del Estado, la población de color en la Isla se ha convertido en los últimos años en uno de los sectores más críticos con el régimen, sobre todo, los de población de edades avanzadas. No en vano, el castrismo los quiere incorporar a la acción del partido único. Ya se verá si también es tarde.
El otro cambio es la incorporación de la mujer. De igual modo, el estudio de la composición de la dirigencia del PCC en Cuba muestra una extraordinaria participación de hombres en detrimento de las mujeres, situación que ahora se pretende corregir. Las Damas de Blanco, con sus protestas cívicas en la calle en defensa de la libertad de sus seres queridos presos en las cárceles, han mostrado el enorme potencial que tienen las mujeres de los disidentes para cuestionar el régimen a nivel internacional, y por ello es preciso producir cuanto antes, líderes femeninos que defiendan al castrismo a ultranza. Tarea ciertamente complicada.
Junio 19, 2006
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