NI RAYOS, NI SOLES DE BOLIVAR
Fidel Castro con el poder y la ascendencia que ha tenido durante casi medio siglo en la pol'itica cubana ha tenido, y todav'ia tiene, los medios para evitar una transici'on traum'atica y tr'agica para nuestra Patria, pero a Fidel eso no le ha interesado nunca . El inter'es y objetivo de Fidel Castro es perpetuar mediante la sucesi'on el r'egimen que 'el impuso e implement'o en el pa'is con la ayuda de sus c'omplices, y de eso no ser posible, entonces la transici'on violenta , la revoluci'on, la insurrecci'on, la invasi'on, o lo que sea, que anegue en sangre a la Isla para que algunos tontos anoren los tiempos en que su presencia y mando manten'ia mediante un estado policial y una disciplina cuartelaria " el orden " en la mayor de Las Antillas.
El padre F'elix Varela en el n'umero 2 de " El Habanero ", publica " Tranquilidad de la isla de Cuba " y en ese escrito se lee:
" ... Si por desgracia se diere lugar a la invasi'on de tropas colombianas o mexicanas, es menester unirse a ellas; no tomar la defensa de un gobierno que solo pide sacrificios in'utiles; cambiar el orden de cosas, y despedir prontamente los hu'espedes con las indemnizaciones que fueren justas y con las pruebas de la mas sincera amistad y gratitud. Cualquier otro partido que se tome, es in'util, es absurdo, y destructor del pa'is. "
NI RAYOS, NI SOLES DE BOLIVAR
Editorial
La Nueva Cuba
Julio 17, 2006
A comienzos del siglo XIX entre los cubanos que buscaban el cese de la dominación española en Isla existían quienes veían en una intervención militar directa de efectivos "bolivarianos", procedentes del continente sudamericano, una alternativa o salida a los problemas de Cuba. La idea no dejaba de ser atractiva para los no cubanos, ya que en Sudamérica estaba clara la idea de que la "Llave de las Américas" representaba una especie de plataforma que la metrópolis podía utilizar para defender sus intereses en el continente sur y amenazar los incipientes aires independentistas. De hecho, esa opción llegó a generar conspiraciones de cierta importancia como la de Los Soles y Rayos de Bolívar (1823). También provocó la oposición de cubanos que como el Padre Félix Varela pudieron claramente prever lo desafortunado de las consecuencias para los cubanos de que aceptáramos el concurso de aquellas fuerzas "solidarias".
Para nadie han pasado inadvertidas las recientes declaraciones de Hugo Chávez Frías en el contexto de la aprobación dada por el presidente George W. Bush a un proyecto estadounidense de apoyo a la transición democrática en Cuba. Sus intenciones, las manifiestas y las ocultas, urgen a la reflexión.
<-- Bandera de la conspiraci'on de Los Soles y Rayos de Bolivar Las implicaciones de las declaraciones del golpista coronel venezolano son de largo alcance y añaden nuevos elementos de preocupación dentro y fuera de la Isla, entre opositores, disidentes, en el seno de las fuerzas armadas cubanas, en funcionarios del actual régimen y entre los exiliados desperdigados por todo mundo, sobre el impacto potencial que se incuba en los desvaríos megalomaníacos de este inepto aprendiz de dictador. Desde hace largo tiempo en La Nueva Cuba hemos apuntado sobre el "factor Chávez" y como el mismo puede influenciar e incidir en múltiples potenciales escenarios -tras la muerte o incapacitación del dictador cubano-, todos sin excepción fatales para los destinos de Cuba. La muerte de Castro, a pesar de la agenda que ya está en marcha para garantizar los intereses de la reducida cúpula de la nomenklatura cubana que controla el poder económico y político, abrirá una nueva era en la historia cubana y nadie es capaz de prever o determinar el carácter o los efectos del desencadenamiento de esos eventos. Elementos dentro del aparato del Estado cubano, enfrascados en el implacable ajedrez de la "Batalla de Sucesión", miran hacia Caracas como la palanca de apoyo para sus ambiciones personales. Chávez es percibido por algunos en La Habana, como el factor que compensaría sus carencias de apoyo entre los altos mandos de las fuerzas armadas cubanas. Y están dispuestos hasta las últimas consecuencias para lograr sus propósitos.
La cúpula militar en Cuba tiene las manos llenas con las "complicaciones" lógicas que sobrevendrán tras la muerte de Fidel Castro. Es la muerte más anunciada, más deseada, pero también la que viene plasmada de ansiedades infinitas; por todo lo que está en juego, de no salir bien cada fase de la agenda calculada. El ejército cubano no es la fuerza coherente, absolutamente aterrada, compacta e ideológicamente dogmática que la propaganda oficial nos pretende vender. Cuba no es ni mucho menos siquiera un amago de una Corea del Norte.
Existen los generales corporativos, los de las campañas africanas, los mandos de las unidades alejadas de los centros de ebullición "mercantil", dejados fuera del reparto de las jugosas ganancias y muchos oficiales jóvenes en los mandos medios e inferiores que no conocieron ni los días de las tomas del Poder, ni las guerras extranjeras ni han tenido una oportunidad de aproximarse al mundo de la moneda convertible. Estos últimos continúan siendo la gran interrogante. Las relaciones de Hugo Chávez con los generales empresarios y su cabeza visible, Raúl Castro, no han sido nunca felices. De hecho han llegado en ocasiones a ser inquietantemente estresantes. Y la antipatía es mutua. De por sí ya los cabecillas del cartel militar tienen problemas en el propio seno de sus militares, por la lógica desigualdad en el reparto de "la piñata" corporativa. Ahora se suma la amenaza del "Chavetazo". Los que en el seno del poder en La Habana buscan en Caracas apoyo a sus esperanzas "sucesorias", necesitan encontrar aliados entre aquellos militares cuyos resentimientos son irreparables. Chávez y sus secuaces no ignoran esto.
Hugo Chávez, Presidente de la Rep'ublica Bolivariana de Venezuela --->
También en Caracas han aprendido a cultivar sus relaciones con los especialistas de la estructura de la inteligencia y la contrainteligencia cubana estacionados en Venezuela. Una parte de ellos procede de las ruinas de lo que otrora fuera "El Estado dentro del Estado" o el fenecido Ministerio del Interior cubano, pulverizado en 1989, por las rivalidades entre Raúl Castro y sus acólitos contra el aparato de inteligencia, en un célebre ajuste de cuentas que ya es parte de la historia de Cuba. Y la vendetta no ha concluido, sólo se ha suspendido temporalmente y la sucesión podría ver repetirse otros inconclusos pases de cuenta.
Chávez medrará entre las cenizas del Castrato y buscará "controlar" a los cubanos, siempre tan irritantemente individualistas, independientes y arrogantes. Para ello Chávez cree poder ejercer con facilidad la descomunal presión que proviene de su poder económico y el petróleo, sin lo cual los aspirantes a "sucesores" en La Habana, quienesquiera que ellos sean, jamás sobrevivirían.
Por otra parte los generales empresarios no ignoran el peso gravitacional de tal escenario, y al que se hayan con enorme probabilidad expuestos, a menos que el pragmatismo se imponga sobre "la nostalgia" y los generales empresarios logren con éxito negociar alternativas "inteligentes". ¿Cuáles son esas? Por ejemplo, acercarse a los Estados Unidos en la hora cero y a cambio de concesiones nada onerosas -evitar la emigración masiva, cooperar en el control de las rutas del narcotráfico en el Caribe, formar parte de la batalla contra el terrorismo que incluya el desmantelamiento del aparato en Cuba que sostiene y apoya a las narco-guerrillas y el cese de la alianza con el "desvarío bolivariano", enterrar el hacha de las animosidades y mandar al diablo a Hugo Chávez. Los generales empresarios no deberían tener problema alguno en aceptar un proceso -que quisieran lento, lo más lento posible- hacia el pluralismo democrático, mientras que ellos conservan sus capitales y se transforman en la nueva clase corporativa cubana. Se conformarían con sus inversiones mientras permiten que opositores, disidentes y los residuos de castrismo batallan por controlar el nuevo proceso político y echar a andar a Cuba. No se trata de lo que queremos o proponemos, sino de lo que se debate en el seno de las altas esferas de poder en la Isla. Es importante que los cubanos libres tomemos conciencia de estos factores. ¿Cuál es la opción? ¿Sumarse a Chávez y ser parte de una segunda versión de manicomio, mucho más delirante y mucho más mal administrado? Después de todo, ¿quien quiere involucrarse en otros 50 años de incensante conflicto ideológico y embarcarse en la Segunda Cruzada que ya gesta Hugo Chávez? Mientras el momento de la desaparición de Fidel Castro se aproxima, todos los interesados se afanan en ultimar los detalles de sus agendas para Cuba.
La Moncloa con su eterno doble estándar, como es costumbre critica la catalogada por ellos "como hoja de ruta" de los Estados Unidos, pero ya conocemos todos sus afanes por hacer prevalecer su propia agenda, bien activa, retorcida, urdida y bien financiada. Debemos seguir de cerca la agenda para Cuba de Caracas y sus potenciales aliados dentro de la Isla. Es inaceptable la injerencia venezolana en nuestros asuntos internos. Sabemos que estarían dispuestos a intervenir con presiones económicas y hasta enviar efectivos militares en apoyo del bando que les convenga si se le pide o si se declara una guerra civil o si le presenta la oportunidad.
,< -- Jos'e Lu'is Rodr'iguez Zapatero, Presidente del Gobierno Espanol
A lo que debemos temer y recelar, no es a la oferta generosa del pueblo estadounidense -aliado de los cubanos libres-, que se propone ayudar a promover la democracia en nuestra Patria y contribuir a reconstruirla, sino a los que se aferran a perpetuar la dictadura y el estado policiaco, articulan el terrorismo global; a los que quieren hacer a Cuba, parte de un eje planetario que parece estar abocado a buscar una conflagración mundial con el objetivo de destruir el modelo de sociedad abierta democrático y pluralista. Cuba necesita un cambio. Una nueva visión que dé paso a una sociedad pluralista, democrática y civilista.
Se aproximan momentos tremendos para la nación cubana, que necesitará de todos nosotros un ejercicio inteligente de la prudencia, la ecuanimidad, el sentido de justicia, el amor a Cuba y a lo cubano y del apego a los principios libertarios.
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