jueves, julio 27, 2006

OSCAR E. ELIAS BISCET ANTE LA TORTURA

Oscar E. Biscet

ante la tortura sicolgica


por Alberto Muller

Ahora que Fidel Castro ha vuelto a mentir descaradamente con su cinismo patético ante La Cumbre de Presidentes de Mercosur sobre los maltratos a los prisioneros cubanos, se hace imperativo denunciar que durante más de cuatro décadas en toda Cuba, la tortura fí­sica y sicológica ha sido una constante criminal y represiva del régimen comunista.

Como prueba a la mano de este acoso sistemático, veamos que ante el jurado del prestigioso Premio Prí­ncipe de Asturias de la Concordia, se encuentra nominado Oscar Elí­as Biscet, médico cubano de 43 años, que con anterioridad recibió el Premio Promotores de la Democracia, promovido por el Instituto Republicano Internacional, que preside el senador John McCain.

Biscet, que preside la Fundación Lawton de los Derechos Humanos, ha sido encarcelado en varias ocasiones por su defensa de la libertad y por sus denuncias valientes sobre el aborto que se estimula oficialmente en toda Cuba, en un intento por extender la amoralidad impuesta en el paí­s por el régimen marxista.

Plausible y loable el esfuerzo del grupo de exiliados cubanos en la ciudad de Oviedo, España, que propuso al prisionero cubano, que es todo un sí­mbolo inequí­voco de la libertad y de la soberaní­a cubana, para obtener el Premio de la Concordia.

Toda Cuba deberá levantarse en una sola voz para apoyar solidariamente esta nominación del médico cubano de la raza negra, Oscar Elí­as Biscet, para recibir el Premio Prí­ncipe de Asturias de la Concordia.

La Fundación Prí­ncipe de Asturias promueve anualmente este Premio a la Corcordia, para resaltar el esfuerzo humano de algunos luchadores, en pro de la libertad y de la reconciliación entre los seres humanos.

La nominación de Biscet es un honor para Cuba, en momentos en que el viejo dictador vuelve a mentir sobre los métodos de tortura estalinista, que él mismo ha implantado en Cuba, mientras Oscar E. Biscet sigue siendo un ejemplo inequí­voco de la tortura sicológica que el castrismo ha ejercido sobre él, en sus repetidos encarcelamientos.

Y nos preguntamos, a modo de descaracterizar el esfuerzo mentiroso de Fidel Castro, cómo es que se puede desconocer por parte del propio mentor de la tortura en Cuba, que en todo el paí­s, la tortura, el acoso, el abuso, los fusilamientos a inocentes y el encarcelamiento indiscriminado ha sido el motor principal del régimen castrista en más de cuatro décadas:

Recuerdo con tristeza infinita, cuando fui testigo en la prisión de Isla de Pinos, un perí­odo oscuro y tétrico de la historia cubana, el asesinato del joven estudiante Ernesto Dí­az Madruga, que fue golpeado brutalmente hasta que un bayonetazo infernal le atrevesó el recto y le desbarató todo el aparato intestinal, conjuntamente con el higado. Dí­az Madruga murió inmediatemente después de este acto de tortura sucia y abusiva.

La población penal del presidio cubano, que suman cientos de miles de hombres y mujeres, fue testigo del horror de las celdas-gavetas en las instalaciones carcelarias de San Ramón en Media Luna, muy cerca de la ciudad de Manzanillo. Estas celdas, que más bien parecí­an " perreras", carecí­an de la altura requerida para que el recluso estuviese parado normalmente durante su reclusión en la misma. Se conoce históricamente, por los testimonios de la Unión Soviética, que estas perreras fueron un invento de Stalin para reprimir a los disidentes rusos.

Alcí­des Martinez Calzadilla, un expreso polí­tico que reside actualmente en Miami y preside el Centro de Derechos Humanos de la Democracia Cristiana de Cuba , es un testigo de excepción de esta experiencia represiva, pues estuvo meses confinado en estas celdas-perreras, junto a otros reclusos.

También debemos mencionar a los reclusos que eran trasladados para el Hospital de Mazorra, sin ninguna enfermedad mental para aplicarles el temible electro-shock, como medida represiva sicológica.

En fin, algún dí­a no muy lejano, se sabrá con abundantes testigos de excepción, todas las torturas del régimen despótico de Fidel Castro.

Lo mismo le pasó a Stalin en Rusia, a Pol-Pot en Cambodia, a Ceascescu en Rumaní­a y a Hitler en Alemania. Pensaron que sus torturas bárbaras y sin clemencia pasarían desapercibidas. Pero no fue así­, pues los tribunales correspondientes, se encargarí­an posteriormente de juzgarlos adecuadamente.

Mientras tanto, mostremos la mayor solidaridad humana, en todos los frentes posibles, con Oscar Elí­as Biscet que está propuesto para recibir el Premio Prí­ncipe de Asturias para la Concordia. Biscet representa realmente lo más puro de la reserva moral del pueblo cubano en estos momentos.

Y Fidel Castro, el torturador por excelencia.

albmul@bellsouth.net