DOS DE RAÚL RIVERO : MANIOBRAS DE ATAQUE || EL VIEJO Y EL MAL
Tomados de Cuba Encuentro.com
Maniobras de atraque
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Cuba sabe ya lo que le viene encima: ruegos y mensajes diarios con hombres y mujeres en la radio, la televisión y mítines relámpagos que juran fidelidad sin condiciones.
Raúl Rivero, Madrid
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miércoles 2 de agosto de 2006 9:59:00
A 36 horas del anuncio del traspaso de poder de Fidel Castro a su hermano Raúl y después de un leve sobresalto natural, la maquinaria de propaganda del gobierno reconduce la vida cubana al mismo cauce de tedio, represión y quincalla política de los últimos años.
La variante es que Fidel Castro está, pero no está y el país se ha enriquecido de repente porque su salud acaba de pasar a formar parte del patrimonio nacional y la evolución eventual de su dolencia pasa a ser un secreto del Estado.
Ya sabe Cuba lo que le viene encima: lo que queda de año, por lo menos, con ruegos y mensajes diarios con hombres y mujeres en la radio, la televisión y mítines relámpagos que le juran fidelidad sin condiciones, se muestran encantados de esperar sus nuevas órdenes y confían en el poder de las ciencias revolucionarias para que Castro regrese a las tribunas.
<--- Manifestación a favor de Castro en La Habana, encabezada por militares. (AP)
Los nuevos líderes no hablan, ni sonríen aún en los balcones. Mandan también breves mensajes con una inclinación marcada y obvia a destacar la disciplina, los méritos, las glorias de las Fuerzas Armadas, soldados y oficiales.
Todo discreto, sin algarabías, al pie del libreto que camina, hoja por hoja, hasta el mismo lugar de donde había salido. Las grandes oficinas del Partido, los salones de reuniones de los otros jefes que barajan mucho y tienen fe
función del circo
El apoyo y el revuelo en otros mundos es enorme. Una decena de presidentes se preocupa y cuatro intelectuales de América Latina escriben textos húmedos y fuertes que volvieron a encontrar en los archivos de los años sesenta.
Se aplazaron las fiestas oficiales, se olvidarán por unos días los precios de los productos del mercado, donde un simple mamey ya vale 20 pesos y se apagan de un golpe los ruidos de las piedras contra los ómnibus escasos que ahora cobran como limusinas por un viaje a provincias.
Los derechos humanos, la libertad de prensa, la justicia. ¿quién piensa en esas cosas con todo esto que ha pasado, está pasando, pasa, va a pasar?
Los 316 presos políticos más adentro todavía, más olvido sobre sus cabezas y sus cuerpos supliciados y enfermos para los que nadie pide salud, ni recuperaciones en este mundo atribulado, loco y posmoderno.
Está en marcha, a toda marcha otra función del circo. En el país reina una absoluta calma, dicen con alegría los voceros. Todo normal, no pasa nada. Es tan poco lo que pasa y es tanta la normalidad que para mucha gente no es normal. Algo debió haber comenzado el lunes.
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El viejo y el mal
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Otro drama de Cuba: Depender de la muerte de un individuo para recuperar su libertad.
Raúl Rivero, Madrid
martes 1 de agosto de 2006 14:35:00
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Fidel Castro y la renovada milicia de guatacas que le ha rodeado a lo largo de medio siglo tienen en su expediente la mácula definitiva de haber inventado a Fidel Castro. Cuba está, desde 1959, bajo el control de un actor que se cree que es Fidel Castro.
El personaje que interpreta es un tipo ambicioso, despiadado, con la obsesión de ejercer el poder por encima de todo y de todos. El poder absoluto. Para conseguirlo lo mismo fusila a un hombre que regala un automóvil.
Es un sujeto que usa uniforme y pistola, charreteras con estrellas, rombos y olivos, se mueve en caravanas de carros blindados y de lujo, tiene un ejército privado que lo cuida y nadie sabe a ciencia cierta dónde vive, qué piensa en realidad de los cubanos, quién es este hombre que proclama eterna rebeldía y se convirtió, en un momento, en un empleadillo del Kremlin y es ahora el abuelo pobre de Hugo Chávez.
La maquinaria aceitada y virgen de la prensa y las editoriales controladas le han construido un pasado impecable. Una niñez y una adolescencia que se perfeccionan cada día. Se adapta a los caprichos del biografiado, cambia, sube y baja, resplandece y, cuando es necesario, oculta un episodio, borra a un sujeto de una foto o altera el rumbo de la interpretación de los hechos.
El día a día de los años del jefe supremo también se rescribe con desenfado, alevosía y nocturnidad para disimular torpezas, desvanecer tropiezos y fortalecer su imagen de líder infalible, cariñoso, simpático y amado por el pueblo.
Un hombre considerado en Cuba un experto en huracanes, ciclismo, béisbol, guerrillas, ganadería, política, agricultura, piropos y aviación, no ha recibido el reconocimiento a la maestría de su verdadera vocación: el arte dramático.
Es cierto, en todos los políticos aflora esa cualidad a menudo, casi todos los días, pero en el caso del cubano no hay rival. Nadie ha conseguido tanto como simulador, con el embuste, con el engaño a un país entero y a varias generaciones de admiradores extranjeros.
Sus empleados le han edulcorado la vida pasada y le acomodan el presente, pero dudan, se sienten inseguros a la hora de diseñar el porvenir.
Pensando en su muerte
A estas alturas, cuando está con un cuchillo de mesa frente al pastel de los 80 años, hasta quienes le sirvieron los bocadillos piensan nada más que en su muerte.
Unos quieren su trono para seguir su vida de ricos en un país lleno de miserias espirituales y materiales. Otros, se paralizan con el temor creciente de que lleguen los olvidados, los sometidos, los despreciados con una larga lista de cuentas en las manos.
Personas que habrán salido de las cárceles y de largos exilios. Familiares de hombres y mujeres muertos en 48 años de esfuerzos diversos por alcanzar la libertad.
La misma tropa de pajes aquiescentes que rehacen su biografía, consiguieron que en el lenguaje cotidiano, en los medios propagandísticos y en los discursos oficiales, se consideren sinónimos las palabras Fidel, revolución, Cuba, nación y patria.
Así es que esa interesada confusión y la presencia abarcadora y decisiva de Castro en todos los acontecimientos políticos de las últimas décadas, junto al bastidor azabache con que se cubre su vida privada, obliga a vincular sus pasos por la tierra con la más reciente historia del país.
Es ahora mismo el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y el secretario general del Partido Comunista. Controla desde los más elevados asuntos políticos hasta el movimiento de un tractor en una finca rústica.
Cuando derrotó al dictador Fulgencio Batista, Castro recibió una carta blanca de la población que lo apoyó como a ningún otro dirigente criollo.
Ha llegado a la vejez en el poder y Cuba es un país empobrecido, donde el salario promedio es el equivalente a ocho euros mensuales. No hay libertad de expresión, disentir y trabajar por los derechos humanos te conduce a la cárcel, donde hay, en este cumpleaños de Fidel Castro, 316 hombres. Un 15 por ciento de los ciudadanos están en el exilio.
A Castro lo apoya hoy un sector de la población, el que ha envejecido en medio de los plazos de la esperanza. Los jóvenes, la gran mayoría, tienen una idea fija: salir de Cuba.
Es un hombre de una personalidad compleja y soberbia. El culto a la personalidad y el uso de la fuerza, el dominio del país como una propiedad privada, su señorío sobre la vida y la muerte de los cubanos, lo hacen un gobernante peligroso, de reacciones violentas, implacable con quienes no muestra una posición incondicional. Aun sus más fieles sirvientes viven sobresaltados por su cercanía.
Cuba espera su 80 cumpleaños con el pensamiento puesto más en su muerte que en su vida. Ese es otro drama de esa nación: depender de la muerte de un individuo para recuperar su libertad. Ahora, que levanten las copas por Fidel Castro los que quieran desearle larga vida.
* Publicado el 30 de julio de 2006 en el diario español El Mundo.
1 Comments:
Muy bueno, habla dorecto y claro
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