EL PRESIDENTE TRAZA UNA LÍNEA ENTRE CUBA Y EL EXILIO
Por Rui Ferreira
El Nuevo Herald
EVAN VUCCI / AP
George W. Bush
Blog de Rui Ferreira
Auna semana del traspaso de poder en Cuba, el gobierno estadounidense se apresta a hacer cambios en la política de inmigración aplicada a los cubanos para facilitar la reunificación familiar y el ingreso de médicos de la isla.
La revelación coincidió con una advertencia clara del presidente George W. Bush a los exiliados, a quienes dijo ayer que deben esperar a que los cubanos en la isla decidan su futuro antes de siquiera pensar en volver a ella.
Según un borrador de trabajo del Departamento de Seguridad Territorial (DHS), que circula desde este lunes entre legisladores y funcionarios del gobierno, el plan tiene como objetivo frenar la inmigración ilegal de Cuba a Estados Unidos e impedir el ingreso de funcionarios del régimen sobre quienes pesen sospechas de abusos de derechos humanos.
La idea de la administración, revelaron a El Nuevo Herald dos fuentes conocedoras del borrador, es usar el paquete de 20,000 visas anuales acordadas con el gobierno cubano para facilitar la reunificación familiar, y así evitar que los exiliados terminen estimulando las entradas ilegales al pagar a contrabandistas para que traigan a sus familiares de la isla.
En cuanto a las visas, también se pretende facilitar el ingreso en Estados Unidos a profesionales cubanos, particularmente los médicos que trabajan en terceros países, los cuales tendrían derecho a beneficiarse de ese paquete, dijeron las fuentes.
Las fuentes gubernamentales estadounidenses enfatizaron que se trata sólo de un borrador que está circulando y que no es un texto final, aunque estos cambios pueden ser anunciados al inicio de la próxima semana.
''Viéndolas en conjunto, estas medidas promueven una inmigración segura, legal y ordenada, al tiempo que apoyan las aspiraciones del pueblo cubano de vivir en una sociedad libre y próspera'', expone el borrador.
En una conferencia de prensa realizada ayer en Texas, el Presidente no mencionó este borrador o eventuales cambios en la política inmigratoria, pero trazó claramente una línea entre los cubanos de la isla y el exilio.
''Primero es lo primero, y ello es que el pueblo cubano necesita decidir el futuro de su país'', y posteriormente, ''una vez que el pueblo de Cuba decida formar un gobierno, entonces los cubanoamericanos podrán interesarse por ese país y lidiar con el tema de la confiscación de propiedades'', declaró Bush.
El mandatario enfatizó que desea que el pueblo cubano pueda ''escoger su propia forma de gobierno'', y agregó: ``Permítanme dejarlo bien claro, deseamos que Cuba tenga la posibilidad de transformarse a sí misma de una situación de tiranía a un tipo de sociedad diferente que el pueblo cubano debe definir''.
El Presidente también admitió que la Casa Blanca sigue en la oscuridad con respecto a la evolución de la situación en la isla. Es la primera vez que él habla de la situación en la isla desde que se supo a inicios de la semana pasada del provisional traspaso de poder del gobernante Fidel Castro a su hermano, el general Raúl Castro, a causa de una seria enfermedad que aparentemente lo obligó a operarse de los intestinos.
''Cuba no es una sociedad muy transparente, por lo que así las cosas lo único que sé es lo que se ha especulado, y eso es, por un lado, que [Fidel Castro] está muy enfermo y, por otro, que va a salir del hospital. Pero no sé, realmente, no sé'', dijo Bush.
Al trazar una línea entre los cubanos de las dos orillas del Estrecho de la Florida, el mandatario provocó reacciones encontradas en la comunidad exiliada, que oscilaron desde el rechazo absoluto hasta la moderación.
''El Presidente cree que lo fundamental para Cuba es que haya una transición a la democracia y que no sea aceptable para la comunidad internacional una tiranía de Castro sin Fidel Castro. Y que las decisiones sobre las políticas a seguir por los constitucionalistas y los legisladores de la Cuba libre del mañana, serán tomadas por los mismos constitucionalistas y legisladores de la Cuba libre del mañana'', comentó el congresista republicano Lincoln Díaz-Balart, quien es además vicepresidente del Comité de Reglamento de la Cámara de Representantes.
Por su lado, el director de New Democrat Network, Joe García, quien fue director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) hasta hace dos años, sostuvo: ``A algunos de nosotros que ya habíamos tropezado con esta piedra, nos queda mostrar simpatía por los que chocan con esta realidad por primera vez''.
García se refería a que, cuando estaba en la FNCA, él protagonizó una campaña para emplazar la política inmigratoria de EEUU hacia Cuba.
''Cuando cambiamos de rumbo fue porque chocamos con el obstáculo de Washington. Otros prefirieron seguir chocando una y otra vez con la misma piedra. Hoy recibieron otra señal, yo diría que concluyente: quédense en casa y limítense a mirar de lejos. Esto es algo que debe ser muy duro para esos cubanos que siempre han creído en el añorado apoyo americano'', añadió García.
Las palabras de Bush provocaron una poco usual coincidencia entre dos organizaciones del exilio, tradicionalmente opuestas en el enfoque hacia la isla.
''Nuestras preocupaciones y participación en el desarrollo de Cuba no esperarán hasta que ocurra una transición, porque estamos muy interesados en ayudar y acelerar una transición a la democracia tanto como podamos'', dijo Camila Ruiz, portavoz de la FNCA.
''El presidente Bush tampoco determina cuándo el exilio puede o no tener participación'' en los asuntos internos de la isla, acotó por su parte Ninoska Pérez Castellón, del Consejo por la Libertad de Cuba.
Según Pérez, el papel de los exiliados está delineado en el informe de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, donde se indica que en caso de cambio político en la isla, el exilio debe dar ayuda en ''todas las áreas'' para asegurar ``el éxito de una transición a una Cuba libre''.
Ruiz coincidió con el Presidente en no traer a colación de momento el tema de las propiedades confiscadas, ``particularmente porque el régimen lo utiliza para asustar a los cubanos haciéndoles pensar que los exiliados quieren regresar, recuperar sus propiedades y echar a la gente de sus residencias''.
La portavoz añadió que, no obstante, los exiliados tienen derecho a discutir ese y otros asuntos ``incluyendo cómo estos reclamos se manejarán en una Cuba post Castro, un asunto que, como tantos otros, obviamente surgirá''.
Esta información se complementó con servicios cablegráficos de El Nuevo Herald.
rferreira@elnuevoherald.com
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