DEMASIADOS COMANDANTES EN JEFE PARA UNA SOLA CUBA
DEMASIADOS COMANDANTES EN JEFE PARA UNA SOLA CUBA
Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Agosto 7, 2006
Llegamos al séptimo día, pero no se puede descansar. Cuba continúa paralizada. Granma, órgano oficial del Partido, ni siquiera cambia la página del domingo en su edición digital: descansan religiosamente, están en Domingo Rojo, la ineptitud es colosal, o quizá las tres cosas a la vez.
Cualquier palabra puede definir la situación en Cuba, menos “normalidad”. No es normal en ningún país del mundo que falte un gobernante tras más de 47 años en el poder, aunque la sucesión se hubiera realizado en toda regla y todos los sucesores estuvieran de cuerpo presente.
Menos aun en un país que funcionaba y dependía, para bien o para mal, de la constante vigilancia y control de un Fidel Castro que, como Big Brother, siempre estaba presente para dar las órdenes, desde lo descomunal hasta el detalle.
A falta de un Comandante en Jefe, en estos momentos Cuba tiene dos, pero es como si no tuviera ninguno. Para Granma, el Comandante en Jefe sigue siendo Fidel Castro, y Raúl Castro es el Segundo secretario del Partido, Ministro de las Fuerzas Armadas, General de Ejército.
Cierto que reproducen documentos elaborados anteriormente, pero son tan raquíticos en su Batalla de Ideas Sin Contrincantes, que no se les ocurre actualizarlos o agregarles una nota explicativa. La torpeza y el susto, combinados, paren engendros.
Como el régimen no ha ofrecido hasta este Séptimo Día ninguna explicación plausible de lo que puede estar sucediendo, hay que elaborar hipótesis, especular. La opción de quedar sentados hasta que sus majestades los sucesores se dignen decir algo a los súbditos solo es aceptable para la Mesa Redonda.
Elaborar hipótesis y especular en estas situaciones no es irresponsable ni condenable, si los análisis se realizan con sensatez y sus resultados se presentan siempre con prudencia y estableciendo claramente que solo son eso, hipótesis y análisis.
Gran cantidad de lectores .respondieron a la invitación de aportar sus criterios y análisis a este ejercicio colectivo de tratar de acercarnos a la verdad entre todos, cada uno con sus ideas y consideraciones, y tenemos dos versiones, diametralmente opuestas, sobre lo que puede estar sucediendo en Cuba.
Dos versiones para añadir a otra, menos rebuscada y más sencilla: que no ocurre nada extraño, y todo el desorden y la negligencia de los sucesores se debe a una monumental incapacidad para cumplir la tarea. No son incapaces ni mucho menos en el plano individual los flamantes sucesores: Raúl Castro es acompañado en la Proclama por tres médicos, Machado Ventura, Balaguer, Lage; un ingeniero, Pérez Roque; y un muy capaz especialista de la economía, Soberón; en términos académicos el más endeble es Esteban Lazo, y tiene título de Ciencias Sociales, de estudios en la Escuela del Partido.
Bajo la fusta del perenne Comandante en Jefe se movían y actuaban, pues no necesitaban decidir: sus disposiciones iban a cumplir las órdenes de Castro y ejecutarlas como él dijo. Ahora no se trata de eso, sino de decidir, de verdad, lo que se quiere y lo que se puede hacer, lo que exige una combinación de neuronas con hormonas que, aunque existan en el plano personal, no logran combinarse en equipo. El team-work hecho pedazos.
Con un Comandante en Vida aunque esté en cuidados intensivos el miedo paraliza a los sucesores. Si San Lázaro Castro se levanta para andar de nuevo, escudriñará en los más mínimos detalles las decisiones, las declaraciones, las acciones y hasta los pensamientos.
Las otras dos versiones más extendidas que intentarían explicar lo que está sucediendo en estos siete días que conmovieron a Cuba, y que no han terminado, son interesantes y sorprendentes, y sin duda desatarán un torbellino de opiniones y contra-criterios: Fidel Castro manejando la trama tras bambalinas, o Raúl Castro también incapacitado para gobernar.
Veamos estas dos versiones una por una.
VERSIÓN NUMERO 1: Fidel Castro, director de escena.
Esta sería la madre de todas las intrigas (la palabra adecuada en vez de “intriga” no es publicable).
La enfermedad repentina y la operación relativamente urgente son ciertas. Es una cirugía delicada, que requiere larga recuperación, pero sin tanto riesgo de muerte, porque no es exactamente lo que se ha informado. Y entonces es convertida en “secreto de estado”. Fidel Castro, que se burla de “todos esos planes de transición”, prepara su venganza.
La aparente precipitación es cortina de humo. Después de sobrepasar la cirugía, y ya en convalecencia, viene la Proclama con su aparente firma débil y todo lo demás.
Constitucionalmente, Fidel Castro hace lo que corresponde, no se burla de nadie: traspasa provisionalmente todos sus poderes al sustituto constitucional. Y para no dejarlo así tan frío, incluye a los tres “impulsores principales” en la Proclama. Quedan balanceados los grupos raulistas y fidelistas. No hay nada malo en eso.
No lo anuncia personalmente, sino a través de Valenciaga: hecho inédito.
Alarcón habla tres días sobre Castro, desconociendo a Raúl; los demás callan: hecho inédito, pero pueden ser órdenes directas de Castro.
El parlanchín Hugo Chávez se entera por televisión, pero después no habla más: hecho inédito, como el de no ir a Cuba, pero pueden ser instrucciones de Castro.
El sucesor no aparece en varios días: extraño, pero pueden ser órdenes de Castro
La prensa controlada omite a Raúl Castro, o lo menciona poco a poco, pero sin sus nuevos cargos. En el mensaje de Granma el Comandante en Jefe sigue siendo Fidel Castro, más nadie.
La vida en Cuba parece normal bajo el terror inducido. No hay movilizaciones militares inmediatas, ni detenciones de disidentes. Si ésta fuera la sucesión real tras la muerte de Castro, las calles seguirán siendo “de los revolucionarios”.
La próxima Cumbre de los No Alineados ya no es tan importante como en 1979. Raúl Castro no se destacaría y el show se lo robaría Hugo Chávez: protagonismo universal a cambio de petróleo para los sucesores.
Estados Unidos demuestra que no está preparado, no sabe como actuar, y termina con declaraciones ambiguas y posiciones rígidas.
Los cubanos comprueban que no hay posibilidades de éxodo masivo
El régimen explota fallas del exilio para mostrar a los cubanos que no hay futuro.
Los generales no dan un golpe de estado
La prensa en España, Brasil y otros países no tiene que mentir ni inventar al hablar de enfrentamientos de Julio Casas y López-Callejas con Alarcón, o de tumores terminales: reciben filtraciones inducidas por la inteligencia cubana que publican de inmediato por lo sensible de la situación. Así de sencillo.
La maquinaria especulativa se desata, no hay quien la pare: así se llega a conclusiones racionales equivocadas a partir de medias verdades y de la desinformación inducida, o a evidentes idioteces y “sensacionales revelaciones” que no han faltado en estos días.
No se descartan, por influencia de la “gran prensa americana”, presiones para levantar el embargo, al menos parcialmente, como política “inteligente” para poner a Raúl Castro y los sucesores en la encrucijada, darles oportunidad de llevar a cabo los imprescindibles cambios después de su gigantesca victoria política de haber logrado el levantamiento del embargo, lo que nunca pudo Fidel Castro. Ya esa propuesta se hizo.
Y cuando todo parezca claro y al fin se crea saber lo que está pasando, vendrá la foto o un video donde aparecen juntos, muertos de risa, un Fidel todavía convaleciente entre Raúl y Chávez, rodeados de Furry, Ramiro, Almeida, Guillermo, Alarcón, Lage, Pérez Roque, Valenciaga y un cake con 80 velitas.
Castro agradece las preocupaciones y mensajes de buena voluntad, dice que obedecerá a sus médicos para seguir convaleciendo, felicita al pueblo cubano por su histórica victoria, y “sugiere”, porque ahora no dirige, mantenerse muy alertas frente al enemigo, no bajar la guardia y fortalecer la batalla de ideas.
Lula, Koffi Anam, Zapatero, Ju Hintao y los demás, ¿de qué se quejan? Estaba realmente enfermo el Comandante, fue realmente operado y delegó constitucionalmente, porque él respeta las leyes. Afortunadamente, evoluciona positivamente.
Queda una larga convalecencia. Raúl Castro y los otros se mantienen “provisionalmente” en sus cargos y comienzan a desarrollar sus supuestos planes de mini-reformas de corte chino-vietnamita sin aflojar los férreos controles políticos, o de cualquier forma ganan un tiempo precioso. Con Comandante en Vida, no se puede presionar demasiado al Mínimo Líder, ni los reformistas se pueden destapar. Los adversarios reciben un golpe mortal.
Si el Comandante-Ave Fénix muere antes del 2 de Diciembre, la sucesión, controlada por él, al menos en sus inicios, le da un triunfo espectacular. Si muere antes del show, es lo que está previsto en la Proclama.
Si llegara al 2 de Diciembre, bajo todos los homenajes y todas las expectativas cubanas y mundiales, con un levantamiento aunque parcial del embargo, sin haber cedido nada a cambio, Fidel Castro sería inmortal aunque se muera.
Si para el 13 de Agosto le estaban preparando un gran y masivo homenaje, si llega al 2 de Diciembre con este escenario será una apoteosis, el paso de Dios por la Tierra
Si las cosas comienzan a salir mal, se levanta titánicamente de su cama de enfermo y vuelve a controlar el poder. Si salen bien, el inmortal se mantiene controlando desde lejos y escribiendo sus memorias, pero siempre al mando: su disfrute sería orgásmico viendo que, hasta en su muerte, está por encima de todos los demás.
¿Alto riesgo de esta opción? Altísimo. Eso no basta para detener a un Fidel Castro que, tras casi medio siglo de anunciar Numancia, puede morir en la cama con un sangramiento intestinal: necesita cerrar su actuación con una apoteosis colosal.
VERSIÓN NÚMERO 2: Raúl Castro está incapacitado para gobernar
La enfermedad de Castro se complica desde últimas horas del 26 de Julio en provincias orientales, regresa a La Habana y comienzan los tratamientos médicos como corresponde clínicamente. Los procedimientos menos complicados no resuelven el problema, pero han consumido tiempo: la enfermedad es grave, hay que intervenir quirúrgicamente, el riesgo es grande, y las posibilidades de supervivencia limitadas.
Puede haber sido en el fin de semana, sábado 29 o domingo 30 de Julio. La operación no es breve, dura muchas horas, por su complejidad. Un hombre de 80 años de edad se somete a la anestesia por muchas horas. Los resultados pueden ser inciertos.
Raúl Castro, con su salud quebrantada y otros problemas familiares de salud que le están golpeando, recibe un golpe demasiado fuerte, cae en shock, infartado, quien puede saber eso ahora, pero queda incapacitado para gobernar, al menos temporalmente.
Los raulistas, que no es sinónimo de “los militares”, saben que esto es un desastre: preparan la Proclama y obtienen de Fidel Castro, volviendo en sí y saliendo de tan compleja operación, su débil escritura de la fecha bajo su firma electrónica, digital o estampada que aparece al final. Y se ordena a Carlos Valenciaga leerla por televisión.
Estando ausente Raúl Castro, es el equipo raulista en La Habana quien toma las riendas: Julio Casas, Colomé Ibarra, Machado Ventura, Balaguer. Los no raulistas reciben parte del pastel, pero el menos trascendente: revolución energética y dinero en moneda nacional. Las divisas, la moneda fuerte, están en GAESA, en Julio Casas, con apoyo del Jefe de Estado Mayor, General López-Miera, y del yerno de Raúl, López-Callejas.
Alarcón sabe que quedó fuera, pues todo el poder se deposita en Raúl, y los raulistas se sienten herederos de ese poder mientras Raúl no esté. Alarcón representa a los fidelistas, pero está solo, no tiene poder a su lado. Lage y Pérez Roque, incluidos en la Proclama, saben el riesgo de desmarcarse en un momento así: no lo harán. Militarmente hablando, están neutralizados.
Granma no dice nada porque no sabe nada, ni puede decir nada. Si los carteles en Cuba, antes de esta crisis, dicen que ser disidente es traición, una indiscreción en la prensa será mucho peor para el indiscreto. El Departamento de Orientación Revolucionaria, que ni es revolucionario ni orienta, no tiene nada que hacer y que decir, más que pastorear s los presentadores de la Mesa Redonda.
El Buró Político demuestra ser una total entelequia: originalmente 23 miembros, no están ahora Fidel Castro, Marcos Portal (demovido) ni Juan Carlos Robinson (preso). Quedan 20 si se cuenta a Raúl, 19 si él no está. Cinco están nombrados en la Proclama: Raúl, Casas, Machado, Lazo, y Lage. Sumado Alarcón en la oposición, son seis. Los demás, parecen no existir. No se reúnen, no emiten un comunicado. ¿De que lado van?
Balaguer es enviado a Guatemala, en medio de la tormenta, a inaugurar un hospital lejos de la capital. Lage a Bolivia a dar apoyo moral al desastre constitucional que organiza Evo Morales: todo está normal, y el Comandante se recupera. No es peligroso que salgan: las cosas no se van a decidir por votos en el Buró Político, sino por tanques y divisiones de cada lado. Balaguer y Lage no son ni jefes de escuadra de milicias en este momento.
Los Jefes de Ejército están todos en sus puestos de mando, y sus unidades en disposición combativa, pero el fantasma de la reciente ley de fiscalía militar está rondando: ningún oficial está obligado a cumplir órdenes que contravengan las leyes.
Eso explica que no haya un Ministro de las Fuerzas Armadas “provisional”: si algún Jefe de Ejército o el Jefe de Tropas Especiales entiende que nombrar Ministro a determinada persona contraviene las leyes, no tiene que obedecerlo. Ni un jefe de división obligado a obedecer al Jefe de Ejército. La debacle.
Por eso hay que negociar. Y requiere tiempo. Más de un Jefe de Ejército podría rechazar a Julio Casas para unirse con Alarcón, pero la apuesta es fuerte y la información limitada. En Oriente o Matanzas no hay la misma cantidad de información que en La Habana.
Un factor que puede inclinar la balanza a uno u otro lado son los tres Comandantes de la Revolución: Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García: ¿Dónde están? No se sabe. Ninguno de los tres necesita seguir a un Alarcón líder: por el contrario, cualquiera de ellos es el líder que Alarcón necesita para imponerse a los raulistas.
Alarcón se aferra a lo que tiene: imagen internacional. Hace declaraciones, explica que conversó con Fidel, que se va recuperando, deja entrever que podría regresar triunfante. Y lo hace en tres días diferentes, pero siempre sin mencionar ni a Raúl Castro ni al Buró Político. A título personal. Debía haberlo hecho Raúl Castro, aunque fuera una sola vez, y no Alarcón.
Eso explicaría la supuesta fricción entre Alarcón de una parte y Julio Casas y López-Callejas de la otra. Callejas está solo por ser yerno, pero Casas y Alarcón son miembros del Buró Político.
Alarcón tendría que convocar a la dócil Asamblea Nacional y darle, si no carácter legal a una sucesión que aparenta seguir la Constitución, al menos legitimidad moral y popular a la componenda. Pero se niega a hacerlo. Los raulistas no pueden detenerlo, lo que menos necesitan ahora es la noticia de que hay uno de la cúpula del régimen tras las rejas.
Chávez ha quedado fuera: se enteró por televisión estando en Vietnam, pero habla muy poco, taciturno, raro en él. No se detuvo en La Habana en su regreso a Venezuela. En Aló Presidente el domingo 6 habló insustancialmente sobre Fidel Castro, para la galería, pero el día antes mandó a llamar a su hermano, Adán, para Ministro de la Presidencia. Nada extraño, solo que Adán Chávez era Embajador en La Habana. Nadie cambia de caballos en medio del río, más aún si el río está revuelto. El petróleo se complica.
“Raulista” y “militar” no son sinónimos. Machado Ventura y Balaguer son raulistas, pero no militares, no tienen mando militar desde hace tiempo. Igual que Ulises Rosales del Toro, Ministro del Azúcar. Los tres son miembros del Buró Político.
Otros militares miembros del Buró Político no son necesariamente raulistas: siguieron a Fidel Castro sin vacilar, y tal vez a Raúl lo seguirían en los primeros momentos, si ven el peligro de una guerra civil que no desean, para negociar después. Pero con seguridad no van a seguir ciegamente a Julio Casas o a Colomé Ibarra si Raúl Castro no está al frente.
No estamos en un ajuste de los mecanismos del poder. Estamos en un impasse, en una verdadera parálisis gubernamental, política y del poder.
Si realmente Fidel y Raúl Castro quedaron, casi simultáneamente, incapacitados para gobernar, la situación es mucho más peligrosa de lo que se supone: el fantasma de la guerra civil, que no tendrá nada de “civil” y tendrá todo de “militar” está rondando. Siete millones de cubanos saben manejar armas, y los que guardan las llaves del los almacenes están a ambos lados del enfrentamiento: todos a nombre de Fidel Castro, a nombre de la Revolución.
¿Cuál de estas dos hipótesis es más sensata, más seria, más cercana de la realidad. ¿Versión 1 o Versión 2? ¿Cualquiera de las dos o ninguna de las dos? ¿Es todo la gran mediocridad de los sucesores y la angustia ante una tarea que los sobrepasa?
¿O puede ser una combinación de todas estas posibilidades, o de otras que no han sido contempladas? Raúl Castro vivo y a la espera, la mediocridad en el poder, el desorden de una dirección “colectiva” que no logra ni reunirse, un Chávez enajenado por los celos revolucionarios y un Alarcón queriendo sacar lascas a la situación.
Hay que esperar un poco más. Tal vez setenta y dos horas más.
Tendremos entonces Los Diez Días que Estremecieron a Cuba, y podremos entender mejor las cosas y ver a donde vamos.
En el Séptimo Día de la creación del universo post-fidelista los sucesores no se han ganado ni siquiera el derecho a descansar: su pueblo está desorientado, el mundo observa de cerca, y la historia dará su veredicto.
Cualquier cosa existe en Cuba hoy menos “normalidad”. Por el momento, Cuba tiene, a la vez, dos Comandantes en Jefe, pero ninguno que ordena. ¿Es que hace falta un tercero, o no hace falta ninguno?
(Terminado de escribir 12:57 AM, Lunes 7 de Agosto 2006)
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